Mi esclava y su libreto
Una nueva aventura con mi esclava siguiendo mis libretos al lie de la letra
Era un jueves en la mañana y el escenario ya estaba en pie, las notas del libreto habían sido enviadas a mi esclava y esperaba todo como lo había ordenado.
Sabía que iba a encontrar todo perfecto, mi esclava siempre me obedece, ella no quiere enojarme y que la castigue.
Parquee mi carro en el hotel y espere a que me enviara el numero de la habitación, como siempre hacíamos. Pasaron solo unos minutos cuando el vibrar de mi celular me avisó que estaba lista para mi.
Me dirijo hacia el cuarto 214, iba vestido con una camisa de botones de presión y una bermuda, algo que era fácil de quitar, no quería complicarle las cosas a mi esclava, mientras me dirijo hacia el cuarto la excitacion comienza a apoderarse de mi cuerpo, y esas cosquillas que conozco muy bien llegan a mi estómago. Calma me pido a mi mismo, se que mi esclava va a poner a prueba todos mis sentidos y necesito estar relajado para disfrutarlo todo.
Al llegar a la habitación ella me esperaba, tal cual lo había ordenado, estaba con su uniforme de trabajo, la mesa de masajes en su lugar y el ambiente perfecto, oscuro, velas tenues, un aroma de esencias relajantes.
No me dirigió la palabra, como le había ordenado, simplemente se me acercó y empezó a desnudarme, sus manos recorrían mi cuerpo quitando mis piezas de vestir pero al mismo tiempo una sensualidad, reprimida por mis ordenes, llenaba sus movimientos.
Una a una mis piezas cayeron sobre el piso, la camisa, la bermuda, mi interior y allí desnudo frente a ella me encontraba. Ella me tomo de la mano y me guió hacia la mesa de masajes, me acomodé boca abajo y espere. Sentí sus pasos caminar a mi alrededor y ubicarse frente a mis hombros, y enseguida sentí sus manos tibias y suaves posarse sobre mi piel, mi instinto reaccionó al contacto, pero me relajé, sabía que mi esclava seguiría al pie de la letra mis instrucciones y la deje hacer.
Sus manos llenas de aceite dibujaron obras de arte en mi cuerpo, mi espalda, mis brazos, mis hombros, mis piernas, todo mi ser se fue perdiendo en ese placentero masaje, lleno de amor y paz.
Cada vez que se acercaba a una zona muy sensible, ella sabía donde parar, donde detener el masaje antes de que se convirtiera en caricia. Me llevaba así al borde del control, pero me obedeció y no pasó de los límites puestos, aunque yo sabía que el deseo la consumía, sentía su respiración agitada por el contacto de mi piel y me imaginaba esos pezones erectos esperando mis caricias y hasta una humedad en sus zonas íntimas que presagiaba lo que vendría luego.
El masaje duró más de 45 minutos, en los cuales mi cuerpo vivió varias etapas, de relajación y de excitacion y la combinación de ambas. Cuando ella terminó, aun sin pronunciar una sola palabra me acercó una copa de vino blanco, muy frío, como me encanta, y con la copa en mi mano me deje llevar de su guía, tomó mi mano de nuevo y me llevó al siguiente cuarto.
En este cuarto estaba el jacuzzi, con la ducha en el techo para dar la impresión de ser lluvia, el agua estaba a la temperatura perfecta, ella me llevó hasta los escalones del jacuzzi y me sumergí en esa agua tibia y llena de espumas. Deliciosa estaba. Pero mis ojos no la perdían de vista.
Venía mi show. Ese que ella nunca había realizado en su totalidad. Hoy era el día.
Pero antes, la primera frase de mi esclava, la que yo le había permitido que dijera, “Amo, me merezco un beso?”
Sin siquiera contestarle me acerqué a ella y le tome su hermoso rostro en mis manos, acerque mis labios a los de ella y la besé, con pasión, con amor, por que yo amo a mi esclava, amo su entrega, amo su disposición, la amo y se lo deje saber con ese beso, sus labios se abrieron poco a poco y mi lengua entró a tomar posesión de su boca, la recorrió completa hasta encontrarse con su lengua, y juntas empezaron una danza frenética y sensual, nuestros labios no se despegaban y los gemidos fueron llenando la habitación. Pero en ese instante me detuve... el show debía continuar, ella me miró con unos ojos de agradecimiento enorme, entendiendo que ese beso era la muestra de que su amo estaba feliz con ella. Esos ojos me gritaban que me amaba mas que una esclava, pero hoy, ella era sólo eso, mi esclava.
Se retiró de mi lado y colocó la música, eran tres canciones que debía escoger, y los acordes de la primera llenaron la habitación, en medio de la oscuridad que sólo se apaciguaba con los resplandores de las lamparas de colores rotativas surgió su figura que se movía al compás de Draco. “Más “, era la primera selección musical, esos acordes sensuales se impregnaron en su ritmo, su cuerpo comenzó a danzar y a incitarme con sus movimientos, la canción seguía y ella se quitó la camisa, bajo ella sus pechos aprisionados en un brassier negro danzaban y una fina lámina de sudor ya se mostraba sobre ellos. La canción seguía con sus notas suaves y ella seguía bailando para mi, quería provocarme con cada paso, con cada mirada. Luego, se quitó los pantalones, y allí estaba su cuerpo, solo cubierto por su ropa interior, los panties negros hacían juego con el brassier, el mismo material, y apenas podían cubrir todas las curvas de ese cuerpo perfecto que danzaba frente a mi. Sus ojos no se separaban de los míos, con su mirada me decía un millón de frases eroticas que su cuerpo seguía dibujando bajo la armonía de la música.
Ella bailaba y caminaba frente al jacuzzi, seduciendo a su amo, elevando el nivel de excitación, su ritmo sensual era maravilloso y su cuerpo seguía llenándose de sudor lo que lo hacía brillar cuando las luces lo iluminaban.
Al terminar la primera canción, la segunda comenzó sin esperar, Soda Stereo, “Entre canibales” llenó el cuarto, la voz fantástica de Gustavo Cerati agudizó nuestros sentidos, y ella siguió con su danza hipnotizante. Sus ojos reflejaban su deseo. Mi miraba abarcaba cada centímetro de ese cuerpo,que aunque mío, creaba ese deseo de poseer algo que nunca has probado.
Ella siguió danzando y con una gracia sin fin, se desabrochó su brassier, en ese instante, se detuvo y sólo dejó que la pieza se deslizara hasta el piso, dejando esos senos hermosos desnudos, llenos y coronados de esos enormes pezones marrones que ahora parecían del doble de su tamaño normal, así era su excitación.
Ella comenzó la danza una vez más y esos senos comenzaron a retar a la gravedad, sin el apoyo del brassier ahora bailaban a la par de su dueña y le añadían un grado mas a la sensualidad del momento.
Yo no podia desprender mi mirada de esos pezones, quería morderlos, sentirlos crecer en mis labios, como tantas veces anteriores. Mi mirada se alternaba entre sus senos y sus ojos, quería que leyera mi deseo en ellos, que sintiera que su amo la deseaba aún mas de lo normal.
Ella bailaba y se acariciaba los pechos, se pellizcaba los pezones y me los ofrecía, sabía que los deseaba y ella era el centro de mi universo en ese instante.
Mientras ella se aferraba al tubo para seguir bailando, sus senos brincaban bajo el ritmo de la guitarra de Cerati, y nuestro deseo crecía a pasos agigantados. Como las palabras de la canción, había esperado una eternidad por este instante, y lo estaba disfrutando en su totalidad.
La canción terminó y al igual que la anterior, la última comenzó a sonar, Aventura, “Noche de sexo”, como si nuestro momento necesitara mas señales de lo que iba a pasar.
El ritmo de esta nueva canción aceleró el baile de mi esclava, su cuerpo se contorsionaba con las notas y su piel ya brillaba completamente por el sudor. Yo seguía hipnotizado y no me perdía un solo movimiento de mi esclava.
De repente, se detuvo y me dió la espalda, y lentamente comenzó a bajarse el panty, yo podía ver la totalidad de sus piernas en esa posición, y ella comenzó a doblarse para llevar el panty al piso, y de esa manera regalarme la visión mas celestial de su trasero, ese par de nalgas se mostraron enteras frente a mi, radiantes, brillantes, llenas de pasión. Ella al levantar su pie para dejar salir el panty volteó su cara y me miró con esos ojos llenos de travesuras, que tuve que aferrarme a mi mayor fuerza de voluntad para no salirme del jacuzzi ahí mismo y devorarla. Pero seguí con el juego. Deje que ella siguiera con su baile, ahora completamente desnuda frente a mi, aún de espaldas, sólo batiendo ese trasero para mi deleite, se acariciaba las nalgas, las abría un poco, para que yo viera que venía para mi. En un momento, abrió las piernas y lentamente con sus manos recorrió toda su extensión hasta las rodillas, regalándome la mejor vista que pudiera imaginarme, ese trasero frente a mi, abierto, sus nalgas separadas y yo desde abajo deleitándome con la visión de su sexo y su ano frente a mi, pude apreciar su sexo brillante, húmedo de sudor y de excitación.
La canción seguía y ella al fin se dio la vuelta y se mostró frente a mi, desnuda completamente, con sus manos cubriendo su sexo y sus senos en una acción de falsa modestia, y de repente en la parte más alta del coro de la canción, sus manos se separaron de su cuerpo y me entregó la visión de todo su ser, allí para mi, para mi placer, para que su amo la adorada como a ella le encantaba. Al fin pude deleitarme con toda su belleza, sus curvas frente a mi, sus senos juguetones, sus pezones enormes, su vientre delineado, sus piernas incitadoras, pero sobre todo su sexo, ese sexo que ella había diseñado para mi, solo como a mi me gustaba, con un monte de vellos cubriéndolo, y ese labio más largo que el otro que siempre se asomaba, se notaba la humedad en ellos, yo los conocía bastante y sabía lo húmedos que debían estar, a ella le encanta seducirme y a mi me fascina dejarme seducir por mi esclava.
Los movimientos del baile se acentuaron más, ya eran más provocadores, con su desnudez como tarjeta de invitación ella comenzó a mostrarse ante mi, exhibiendo sus partes íntimas, con sus dedos rozaba sus pezones, los ponía mas duros aún, luego se tocaba su sexo, lo abría para mi, me lo enseñaba, ya sus líquidos se veían desde lejos, estaba empapada, luego se daba la vuelta y se abría las nalgas para que yo disfrutara de su ano, en el centro, esperándome, ansioso.
En cada nota de la canción se incrementaba la sensualidad, ella comenzó a masturbarse frente a mi, mientras bailaba, sus dedos jugaban con su clitoris, lo exponía, lo rozaba, oía sus gemidos, sus suspiros, estaba muy excitada.
Pero, la canción terminó, y ella sabía que venía, lo deseaba, lo esperaba. Se acerco a mi, me miró a los ojos y me dijo, “amo, tómame soy toda tuya, has conmigo lo que quieras”.
Esas palabras entraron en mi mente y algo en mi se activó, saliendo del jacuzzi, empapado, la tomé en mis brazos y la cargué, la llevé hasta la cama y la tiré, ella cayó boca arriba, con sus piernas abiertas, sin pensar en mas nada, sin mirar a ningún otro lado, me lanzo directo a su sexo, solo abro mi boca, y sin ningún aviso lo meto todo en mi boca, y chupo, para saborearlo, ella al sentir eso, grita de placer, me dice “amo, graciasssss” y su cabeza se va hacia atrás mientras cientos de suspiros salen por sus labios. Mi boca se apodera de su sexo, lo lamo sin pensar, lo disfruto como el mayor premio que puedo tener, tomo cada uno de sus labios y los aprieto con los míos, el mas grande de ellos siempre lo jalo más, los muerdo sutilmente, se que eso le encanta, y ella me lo deja saber con un grito de placer. Mi lengua no tiene detente, entra y sale por su orificio empapado, las piernas las tiene abiertas a mas no poder, mis manos sosteniendo esa posición para que no las cierre, mi boca sobre su sexo, mi lengua dentro de ella, lamiendo todos esos jugos que me esta regalando, sigo chupando, lamiendo, tomándome todo sin dejar salir ni una gota, sus gemidos ya son gritos, y esos gritos me piden que no pare, que siga devorándola, mis dientes entran en acción y aprietan su vagina, sus labios, su clitoris, cada mordisco trae un nuevo grito a su boca. En eso, siento su estomago estremecerse, y se que su orgasmo se aproxima, y no paro, mi lengua sigue lamiendo más rápido y más profundo, estoy con mi cara completamente dentro de ella, su vagina abierta y mi boca chupando, cuando siento su grito romper el espacio y un temblor imparable entre sus piernas, su orgasmo no tiene detente, se viene con todo el poder del deseo reprimido, se viene en mi boca, me regala ese zumo de su intimidad que yo recibo encantado, mi lengua no da abasto y los líquidos se deslizan por mi cara, ella no para de temblar y de venirse, es un orgasmo intenso y enorme. Sus ojos están en blanco del placer, esta poseída por la pasión, mi lengua no se detiene, y recorre todo el espacio de su vagina hasta su ano, introduciéndose en ese otro orificio, disfrutando sus convulsiones, como se abría y cerraba. Era una presa de la lujuria, era mi esclava en todo su esplendor. Era mi mujer, la que solo aparece en mis brazos.
Sus temblores corporales no terminaban, era como si un terremoto se hubiera apoderado de su físico, mi lengua seguía recorriendo ese camino entre su ano y su clitoris y cada vez recogía mas jugos, era algo increíble. Sus espasmos poco a poco se fueron disipando, mis cara salió de entre sus piernas, todo mi rostro empapado de sus jugos, y me acerqué a su rostro, ella poco a poco abrió sus ojos como despertando de un largo sueño y me miro con expresión de gata golosa, tomo mi rostro entre sus manos, me detalló y dijo, “gracias amo, lo necesitaba, puedo besarlo amo?”. Mi cabeza asintió y ella se abalanzó sobre mi boca, quería disfrutar de sus propios jugos mezclados con mi saliva, ese beso se amplió a mis labios, mis mejillas, mis ojos, en todo lugar en donde ella encontraba su propio sabor, se deleitaba con el mismo, siempre le ha encantado, ese era su secreto que sólo yo compartía, luego nuestras lenguas se volvieron a encontrar y empezaron una danza sensual, ella limpiando mi lengua de todo lo que había recogido en su interior, me la lamía, la chupaba, era imparable en su pasión.
Pero, cuando ella estaba acelerando su ritmo, yo la detuve. Le dije “Ahora tu amo te va a gozar”. Como se lo había ordenado los juguetes estaban sobre la cama. El masajeador portátil, al que llamábamos Victor y el
consolador de baterías, al que llamábamos Pepe. Todos listos para mi uso. Para arrancarle más placer a mi esclava.
La acomodé sobre la cama, al borde con las piernas colgando. Abrí sus piernas con firmeza, para que no se le olvidara que hoy no era su amante sino su amo, volví a mirar sus ojos que me reflejaron el placer que estaba sintiendo. Tome a Victor y lo prendí en su mas bajo nivel, el sonido vibrante llenó la habitación, sentí el suspiro que ella soltó, sabía lo que venía y lo deseaba. Coloque el vibrador sobre su pubis, y lo dejé unos segundos para que ella se fuera acostumbrando. Sus manos se aferraron a la sábana, ya comenzaba a sentir las vibraciones hacia sus partes íntimas. Comencé poco a poco a bajar el vibrador, acercándolo a la parte norte de su vagina, en ese punto en donde se esconde su clitoris. Cada centímetro que me acercaba, mi presión se intensificaba, yo quería que lo sintiera mas y más, como la primera canción de la velada. Hasta que al fin el vibrador se instaló sobre la caperuza que cubre su clitoris, sus manos se crisparon y apretó aún más la sábana. Y mire, y vi como su clitoris se asomaba a jugar, pero al asomarse hacia contacto directo con el vibrador y las sensaciones se multiplicaban. Yo alternaba la presión, subiendo y bajando el vibrador sobre el mismo lugar, no quería que tuviera otro orgasmo tan rápido.
La mantuve en este estado por varios minutos, cada vez que sentía que su excitación crecía yo alejaba el juguete de su piel, y ese juego a ella la ponía al borde de perder el control, yo sabía que solo me dejaba hacer por que era mi esclava, pero su mujer interna deseaba que la hiciera venir en otro orgasmo explosivo, pero ese no era mi plan.
Seguí jugando con su cuerpo, pero tomé el otro juguete, el consolador, era de un tamaño normal, no muy grueso ni muy largo, pero a ella siempre le había encantado. Lo coloqué en su entrada, solo rozando sus labios vaginales, ella se dió cuenta y abrió los ojos, en ese momento yo empujé un poco el consolador dentro de ella mientras volvía a presionar el vibrador sobre su clitoris, sus ojos se abrieron aún más y su boca formó una O enorme. Un suspiro largo llenó la habitación, el consolador seguía entrando en su vagina y el vibrador seguía masajeando su clitoris, ya sus suspiros eran gemidos, yo sabía que su climax se acercaba, ya yo la conocía muy bien, yo la había convertido en esta mujer que hoy estaba en esta cama, yo la había despertado, y era mía, mi esclava, mi mujer.
Cuando el consolador entró completamente, lo prendí. Ahora era doble la vibración. Una dentro de ella, otra sobre su clitoris, las gotas de sudor caían por su rostro. Su cara era un poema a la lujuria, sus gemidos eran indescifrables, que idioma hablaba? No lo sabía ni ella misma.
Y justo es ese instante, coloque la cabeza de mi verga sobre la entrada de su ano, el cual estaba empapado de todos los jugos que se desbordaban de su vagina por la vibración del consolador, ella me sintió y solo atinó a decir “noooooo” cuando yo la penetre sin miramientos, de un solo golpe anidé todo mi glande dentro de su ano, su voz se perdió dentro de su grito, fue un grito silencioso, sin voz, solo aire salía de su boca, pero luego la abría como pidiendo mas. Mi verga se fue apoderando de su ano, centímetro a centímetro se fue alojando en ese espacio que ya conocía bastante, ese espacio que ella solo me lo permitía a mi, a su amo, a su dueño. Mi verga entró completamente en su interior, tocando las paredes de su recto y ampliando el diámetro de su esfínter con mi grosor. En ese momento, le hablé, le ordené, “mírame a los ojos”. Ella los abrió obedeciéndome, lagrimas de placer los llenaban y se veían hermosos. Le dije, “ahora eres totalmente mía, me perteneces y tu amo te va a disfrutar, quiero que grites todo lo que sientes”. Y sin decirle más nada comencé a meter y sacar mi verga de su ano, rápido y profundo, cada vez que hundía mi miembro dentro de ella, sentía la vibración del consolador que seguía en su interior. Y el vibrador seguía masajeando su clitoris, pero allí le subí el nivel y ella comenzó a aullar, gritaba como loca, me decía “que me hacessss”, “me encantaaaa”, “soy tuya amoooo”. Yo seguía taladrando ese culo sin piedad, sacaba mi verga completamente, para luego introducirla sin parar, su ano se abría y cerraba del placer, los jugos de su vagina no paraban de caer y eso ayudaba con la lubricación. Nuestro ritmo se fue acelerando y yo sentí en su interior como el tsunami de su orgasmo tomaba impulso. Nada la iba a detener, así que yo subí la velocidad de mis penetraciones, quería venirme con ella. Ese ritmo infernal nos llevó al paraíso. Su orgasmo comenzó con un aullido, que llenó mi mente de placer, al comenzar a venirse su ano apretó mi verga sin parar, y eso aceleró mi venida, ella brincaba sobre la cama, solo apresada por mi verga en su ano y la presión del vibrador en su clitoris. Ella no paraba de correrse, las lagrimas llenaban su rostro, los gritos su boca, el aire salía de sus pulmones, y sus jugos rebozaban su vagina hasta formar un charco en la cama. Allí en ese momento le grité, “me vengooooo” y ella me dijo, “amo, vente, dame tu leche, lléname el culo de tu rica leche”. Era todo lo que necesitaba para empezar a disparar chorros de leche dentro de su culo, mi verga no paraba de escupir leche espesa y caliente, que ella recibió sin parar de mover el culo. Lo giraba para que mi verga no dejara de moverse dentro de ella.
Así seguimos por varios segundos, las ultimas gotas de leche cayendo en la entrada de ese culo hermoso que estaba rojo e irritado por la fricción a la que había sido sometido. Yo retiré el vibrador y poco a poco saqué el consolador del fondo de su vagina y lo apagué. Mi verga se fue retirando de su interior. La mire y le dije, “esclava, este es tu primer trigasmo, y se lo has regalado a tu amo, tu dueño, esclava, gracias”.
Ella me miro con la vista aún nublada pero llena de placer, se fijó en que había una gota de leche en la punta de mi verga y me preguntó, “amo, me regalas esa gota?”. Sin esperar respuesta, se abalanzó sobre mi verga y la engulló, recogiendo con su lengua esa gota espesa que quedaba allí, la lamió, la degustó. Cuando terminó me dijo, “amo, no hay nada más delicioso que el sabor de su leche, por favor que nunca me falte”, y sin esperar más se paró de la cama.
Ella estaba feliz, había tenido dos orgasmos que bien podrían ser 20, pero estaba feliz. Me tomó de la mano y me llevó al baño. Me colocó en la ducha y se arrodilló a mis pies, era la parte final del libreto. Sin prender el agua ella comenzó a lamer mis pies, su lengua empezó a recorrer mis dedos, mi empeine, mis talones, primero un pie, luego el otro, sentía como si estuviera gozando el helado más delicioso, siguió subiendo por mis piernas, lamiendo todo espacio de mi ser, lamía y me llenaba de su saliva deliciosa, seguía subiendo, al llegar a la altura de mi verga, se detuvo y se la saltó, siguió con mi vientre, lamía lentamente, para que yo sintiera cada caricia que su lengua me regalaba al 100%. Seguía lamiendo, mi espalda, mis hombros, mi cuello, mis orejas. Estaba encendiendo mi cuerpo una vez más, mi verga comenzó a erguirse lentamente mientras ella seguía lamiendo toda mi piel. Ahora estaba en mi rostro, mis ojos recibieron sus lamidas, hasta que bajó a mi boca, antes de lamer mis labios, me miró y dijo “amo, su esclava lo ama” y me besó. Su lengua lamiendo mis labios, luego mi lengua, hasta fundirnos en un beso lento, largo, profundo, pasional. Ella disfrutó mi placer.
Luego, se desprendió de mi boca y bajó, regresó al punto que se había saltado, primero se apoderó de mis nalgas, las lamió lentamente, suavemente, luego las abrió y allí encontró mi ano, posó su lengua sobre el y apretó, mi ano se abrió lentamente y su lengua entró para poseerlo. Lamió mi ano completamente, por dentro, por fuera, los pliegues, ahora eran mis gemidos los que llenaban el baño, ella sabía como eso me dominaba. Luego, se acercó a mis testiculos, los recorrió con su lengua de arriba a abajo, los lamió como el mas dulce chocolate, mi verga estaba dura, lista para explotar, ella seguía lamiendo lentamente, sin dejar espacio sin recorrer, hasta que al fin, su lengua se posó sobre el tronco de mi verga, y lo recorrió de abajo hasta la punta, allí en la punta recogió las gotas que ya salían de mi glande, luego recorrió toda la circunferencia de mi cabeza y siguió recogiendo gotas de líquido preseminal que no paraban de salir. Después de haber lamido toda mi verga, me miro y dijo “amo, creo que ya me merezco esto”. Yo le dije, “esclava, eres la mejor, toma tu premio”. Ella entendió y sin esperar más se metió toda la cabeza de mi verga en la boca, y comenzó a chupar. Profundamente mi miembro se anidó en su garganta mientras su lengua recorría el tallo que estaba en su boca, me estaba dando una mamada celestial, esas que solo ella sabe como hacer. Mientras seguía metiendo y sacando mi verga de su boca, sus manos buscaron mis nalgas, las abrieron y su dedo se colocó en la entrada de mi ano, yo sentía su presión y mi orgasmo comenzó a crecer, su dedo se incrustó dentro de mi ano, y comenzó a moverlo al mismo ritmo que mi verga penetraba su boca. Ya perdí todo control, mis manos le tomaron la cabeza para poder incrustar mi verga hasta el fondo, su dedo completamente dentro de mi ano seguía entrando y saliendo, ya mi leche venia subiendo por mi miembro, hasta que explote en un orgasmo intenso. Mi leche inundó su garganta, era abundante y espesa, ella se ahogó un poco, pero reaccionó a tiempo y comenzó a mover su lengua para acomodar todos los chorros de mi leche, su dedo seguía penetrando mi ano en un ritmo delicioso, mi último chorro llegó acompañado de un grito de mi boca, era algo que me encantaba, llenarle la boca de leche, ella la disfrutó toda, no perdió ni una sola gota. Lamió y chupo hasta sacar todo lo que podía darle mi verga. Cuando terminó, subió a la altura de mi rostro y me regaló ese beso que siempre esperaba, el que me daba con su lengua llena de mis jugos mezclados con su saliva. Era algo celestial.
Luego se separó de mi y me preguntó, “amo, su esclava lo ha servido a satisfacción?”
Y yo solo la miré, y mi expresión le contestó mucho más que lo podría decir.