Mi encuentro con Eva

Eva es una chica que me contacto por haber leido mis relato y lo que sucecdio se los platico a continuacion.

MI ENCUENTRO CON EVA

Eva es una chica que me contactó por haber leído algunos de mis relatos, y quería que la orientara puesto que quiere aprender más acerca de los asuntos sexuales, accedí gustoso y lo hicimos vía correo electrónico, pronto la amistad se hizo más profunda, hasta que por fin nos conocimos en persona, a continuación les describo lo que me dejó pensando después de que vi su virginal cuerpo, se las voy a describir, es muy joven, mide 1.65, delgada pero bien formada, cabello negro, cara preciosa y blanca, cintura breve, sus lindas piernas están coronadas por un trasero erguido y firme, pequeños pechos ansiosos de ser tocados, ojos color café, carnosos labios ávidos de besos, ¡la deseo tanto

La cena trascurrió entre risas y tiernos besos, más de uno miró a mi encantadora acompañante, tal vez pensando que parecíamos padre e hija por la diferencia de edades, cosa que no me importó, al finalizar los alimentos salimos rumbo a un lugar que se especializa en música romántica, deseaba tenerla en mis brazos, y, por su actitud, también era el de ella.

El lugar al que la llevé está en medio de un lago artificial, el ambiente era propicio para que las parejas baliaran cadenciosamente al compás de las suaves melodías, cuando nos asignaron nuestra mesa, pedimos unas bebidas y nos dispusimos a brindar por nuestro encuentro:

  • Brindo por la más hermosa princesa que existe en el mundo – dije mientras alzaba mi copa.

Eva levantó la suya y las chocamos, el tintineo se dejó escuchar a nuestro alrededor, bebió un pequeño sorbo, a continuación levantó nuevamente la suya mientras decía:

  • Yo lo hago por el hombre más encantador y caballeroso que hay.

Nuevamente el sonido del cristal inundó el ambiente, la sonrisa que Eva mostraba hacía que mi atención se centrara únicamente en sus bellas facciones, la tomé por la barbilla y me acerqué lentamente a sus carnosos labios, la besé tiernamente al tiempo que una de sus manos se posaba sobre mi pierna, me acarició amorosamente mientras ambos disfrutábamos del contacto, poco tiempo después nos levantamos para bailar, ella susurró a mi oído:

  • No soy buena para bailar.

  • No te preocupes, solo déjate llevar y verás que la pasaremos de maravilla – le respondí quedamente.

Así lo hizo y nos abrazamos para deslizarnos lentamente por la pista, disfrutamos de varias melodías mientras el espacio que nos separaba se iba reduciendo hasta que no quedó distancia alguna entre nuestros cuerpos, al sentir la dureza de los pequeños pechos sobre mi ser, mi pene comenzó a erguirse un poco por cercanía de Eva, supongo que sintió sobre su vientre mi erección, ya que me dijo al oído con fingida inocencia:

  • Mi amor, ¿qué te está pasando?, siento algo duro.

  • Es que tu cuerpo me hace reaccionar – respondí tranquilamente -, el deseo de hacerte mía me consume.

  • Pídeme lo que quieras, ya que te complaceré – fue su respuesta.

  • ¿Lo que yo quiera? - pregunté maliciosamente.

  • Lo que sea, soy tuya – su voz era firme.

Regresamos a nuestra mesa, pedí la cuenta y salimos abrazados dispuestos a disfrutar de los placeres de la entrega de su virginidad.

Al entrar a nuestro nido de amor nos tomamos de las manos frente a frente, nuestros ojos se encontraron y, sin decir nada nos fundimos en un ardiente beso, poco a poco, casi sin notarlo, el abrazo se fue haciendo más intenso, nuestras manos comenzaron a recorrer los ansiosos cuerpos, levemente rocé sus pechos y su respuesta resultó increíble, se acercó para que mis manos se apoderaran de ellos sobre su ropa, mientras, ella desabotonabas mi camisa, las caricias y las ganas contenidas dieron rienda suelta al ímpetu, los apasionados besos nos apartaron de la realidad, solamente importaba hacer vibrar al otro, una a una las prendas fueron cayendo a un lado, la piel que se iba revelando inmediatamente recibía caricias y besos, los cuales aumentaban de intensidad, nuestras lenguas se unían dentro de las bocas como si quisieran luchar, la poca resistencia que aún le quedaba, cedió ante la pasión.

Sus prendas íntimas aún estaban cubriendo su cuerpo, como la visión que estaba ante mí era increíble, me detuve unos momentos para admirarla, su pequeño cuerpo enrojecido por la calentura se agitaba al compás de la entrecortada respiración, los pequeños pechos subían y bajaban haciéndome desearlos cada vez más, como si lo adivinara, me preguntó en tono pícaro:

  • ¿Te gustaría que modelara para ti?

El asombro no cabía en mí, era la imagen de una diosa semidesnuda dispuesta a mostrarme sus encantos.

  • Claro que sí – fue mi torpe respuesta.

Se paseó sensualmente frente a mis fascinados ojos, movió tus caderas sensualmente como si estuviera alguien detrás de ella, con sus manos fue tocando en forma erótica toda su piel, mi excitación estaba a tope, el abultado pene casi no cabía en mi ropa interior, sin poder contenerme exclamé:

  • ¡¡¡Eres la mujer más bella del mundo!!! Déjame penetrarte.

Sin contestación, comenzó por despojarse del sostén que ocultaba tus senos, al momento de quedar libres, saltaron hacia mí como invitándome a lamerlos, con una seña me impidió lograr mi propósito, luego, fue bajando con una lentitud exasperante su semi-transparente tanga hasta que quedó a sus pies, dejándome apreciar el monte de Venus apenas cubierto por vello púbico, mi cerebro estaba a punto de estallar al igual que mi hinchado pene, incapaz de soportar más la fantástica visión, me despojé de las pocas prendas y me levanté para rodearla con mis brazos, unidos nos balanceamos al compás de una inexistente música, rozando con mi espada su ardiente concha, duramos así lo que para mí fue una eternidad, finalmente, sin poder contenerme, la levanté en brazos y nos acostamos sobre el mullido lecho mientras el beso que nos dimos abría la puerta para la tan ansiada penetración, comencé por lamerle sus pequeños melones, poniendo especial atención en sus rosados pezones, luego fui bajando hacia tu sexo sin dejar de lamer cada milímetro de su ser, al llegar, separé sus torneadas piernas para apreciar totalmente su, ahora, húmeda cueva, separé tiernamente sus labios vaginales para lamer el botoncito que la haría llegar al clímax, chupé, lamí y mordí delicadamente el clítoris, al hacerlo sus manos se apoderaron de mis cabellos por la nuca haciendo que mis caricias se hicieran de una intensidad tal que, pasados unos minutos, y con un temblor corporal, llegara al primer orgasmo, bebí ansiosamente los jugos provenientes de su interior, los cuales me supieron como un delicioso néctar.

Poco después y ya repuesta de la sensación de su inicial venida, quiso hacerme sentir lo mismo, tomó entre sus pequeñas y tersas manos mi tremendo garrote, lo admiró en su total magnitud para luego darle unas lamidas, pronto, introdujo la hinchada cabecita en tus carnosos labios, su lengua se paseó por todo el tronco haciéndome cerrar los ojos y gemir, lo que sus oídos escucharon hicieron que las chupadas aumentaran su intensidad, en cierto momento trató de clavarlo hasta el fondo de tu garganta pero le resultó imposible, la erección que yo tenía era tal, que su boca no fue capaz de comerlo, sintiendo que si la dejaba continuar derramaría mi leche, detuve las ricas mamadas que me estabas dando para poder iniciar su estreno, delicadamente puse mis dedos en su concha y comencé por acariciar la entrada de su vagina, la humedad era demasiada, cosa que aproveché para meter un poco un dedo, reaccionó tal y como lo esperaba, suspiró hondo y profundo esperando obtener más placer con esa caricia desconocida para ella, mientras se estremecía de gozo, mi boca buscó sus pechos y los lamió con deleite, sus manos me acariciaban sin cesar, haciéndome saber que lo disfrutaba tanto como yo; en cuanto sentí su concha bastante mojada, decidí darle lo que deseaba, mi rica verga, me acosté sobre ella separando sus piernas, como ya me hice la vasectomía, no fue necesario ponerme condón, mamé un poco más su concha para lubricarla con mi saliva y me dispuse para la penetración, suavemente fui metiendo mi reata en su estrecha vagina, sus delicadas paredes internas fueron dando paso al tremendo invasor que pugnaba por introducirse hasta el interior de su ser, en cuanto sintió que la comenzaba a penetrar, emitió un leve gemido de dolor, su gesto se tornó de placer a dolor, pero sus brazos impidieron que mi caramelo se saliera de su funda, detuve mis embestidas para dejar que el frágil cuerpo se acostumbrara al grosor de mi verga, poco a poco el dolor desapareció y dejó que el goce la inundara nuevamente, con un leve movimiento de cabeza, me instó a que continuara con la penetración, nuevamente inicié los movimientos hacia el interior de su rica rajita, pero algo me impedía continuar, busqué su vista con la mía como queriendo saber si podía continuar con la metida de mi miembro, por respuesta, me rodeó fuertemente con tus brazos y me obligó a seguir clavándole mi grueso cañón, al momento en que vencí la resistencia de su himen, sentí que se enterraba casi en su totalidad dentro del interior de su vagina, el quejido provocado por el dolor que sintió, salió de su garganta sin que lo pudiera evitar, ¡por fin había perdido la virginidad!, me quedé quieto y hasta saqué un poco mi lanza del interior de su concha, no quería ser violento con ella, no deseaba que su primera vez fuera desagradable, al contrario, deseaba que fuera lo más satisfactoria posible.

  • No te detengas, es una mezcla de dolor y goce, es indescriptible, ¡cógeme rico!, ¡hazme tuya! – dijo.

Su voz no dejaba lugar a dudas, deseaba tanto como yo la cogida, aspiré fuertemente y continué con la pasión corriendo por mi interior, metí hasta la mitad mi estaca y esperé a ver su reacción, como sus ojos estaban cerrados para disfrutar las sensaciones, seguí enterrándole el garrote hasta que nuestros pubis quedaron unidos, su cara enrojeció bastante al tratar de soportar la mezcolanza de sensaciones, tanto placenteras como dolorosas, dejé que su recién estrenado cuerpo se acostumbrara a sentirme en su interior mientras las contracciones involuntarias de su vagina oprimían mi herramienta, las sensaciones para ambos eran fantásticas, por mi parte deseaba que jamás terminaran, su cuerpo tardó casi nada en acostumbrarse al largo y grueso pene que tenía clavado, a pesar que estaba debajo de mí, movió y levantó su cintura haciendo que mi pene resbalara hasta el fondo, con esto logró que la penetración fuera total, supe en ese momento que nuestros cuerpos quedarían unidos para siempre, que nos perteneceríamos eternamente, siguió moviendo la cadera para que alcanzáramos el orgasmo, no tardamos mucho en llegar casi juntos a venirnos, lo hizo ella primero y, unos segundos después llegué yo, quedamos unidos por nuestros sexos y abrazados largo tiempo, como queriendo alargar el goce que nos había invadido, cayendo en un delicioso y reparador sueño

Al despertar, pude darme cuenta que de su sexo salía un líquido, mezcla de jugos sexuales con algo de sangre, la abracé y entonces, nuevamente, la colmé de besos por todo su cuerpo

Espero sus comentarios en mi correo.

Don Pato

fotografo7@yahoo.com.mx