Mi Encuentro Con Edgar...Y Su Novia.

Un día normal de esparcimiento y distracción, la vida hace que Skarlet tenga por casualidad un encuentro que termina siendo muy especial. (Relato de trío con ligeros toques de dominación y fetichismo)

Mi Encuentro Con Edgar...Y Su Novia.

Era un sábado a golpe de 11 de la mañana cuando llegue al centro comercial Galerías Ávila, ubicado en la ciudad en la que vivo, Caracas, con la finalidad ver una película en el cine, la cual comenzaba a las 3 de la tarde. Como soy una ferviente fanática del séptimo arte y como Caracas es una ciudad impredecible en temas de transporte, me fui lo más temprano que pude para poder ver mi película a tiempo.

Reclamé mi entrada en la taquilla y, al ver que tenía tiempo de sobra, me fui a dar una vuelta por el centro comercial. Entre tiendas y tiendas, me compré un vestidito muy putón de color azul eléctrico bastante ceñido, que dibujaba perfectamente mis curvas, además venía con un escote bastante generoso que daba una buena vista de mis enormes tetas y para rematar, era bastante corto, uno o dos dedos debajo de mi culo. Como dije, un vestidito bastante putón, y más aun tomando en cuenta las formas de mi cuerpo.

Tengo 35 años. Soy blanca, siempre me han dicho que tengo un rostro muy bonito, de cabello largo a media espalda y de color negro azabache. Mido 1 metro con 70 centímetros, y mis medidas son 105 - 61 - 96. Como ya pueden intuir, tengo un cuerpo de escándalo, y no me molesta decirlo, sé muy bien con lo que cuento. Mi mayor orgullo, son mis tetas, bastante bien formadas, firmes y paradas. La gente piensa que son operadas, pero no, son naturales. La naturaleza a veces hace las cosas bien. Mi cintura es bastante curva, de abdomen plano, mis caderas lo suficientemente anchas para no desentonar con la curvatura de mi cintura, y está coronada además por un culo bastante redondo de nalgas generosas y firmes. Mis piernas, también están perfectamente moldeadas, y mis pies, que tendrán mucho protagonismo el día de hoy, los mantengo siempre bien cuidados, suaves, bastante curvos, especialmente en el arco, de dedos no muy alargados y redondos, bien proporcionados. Las uñas de los pies trato de no llevarlas muy largas, pero eso sí, siempre perfectamente recortadas, bien limadas y pintadas. Aunque ese día nadie me los veía ya que tenía zapatos deportivos puestos, a juego con un jean azul bastante ajustado, y un suéter gris bastante holgado, sin nada más abajo de este salvo un cómodo sostén. También llevaba una gorra de la Vinotinto, la selección nacional de fútbol de mi país, con el cabello sobresaliendo de la parte de atrás de ésta en una coleta larga y sexy.

Si, leyeron bien, mis pies tendrán protagonismo en esta historia, aunque eso lo verán más adelante. Tratemos de hacer este cuento largo, lo más corto que se pueda, no quiero aburrirlos mis queridos lectores.

Pasó el tiempo de rigor, y fui al área de los cines, para comprar el combo de chucherías que se me antojó para ver mi película. Como tengo un metabolismo privilegiado, puedo darme el lujo de comer cualquier cantidad de porquerías sin engordar. De todas formas no es que abuse mucho de este hecho, y además, hago mucho ejercicio por lo que mantengo mi figura y salud bastante bien. Así que entré a la sala de cine, la cual estaba vacía. Eso pasa cuando entras 15 minutos antes. ¿Qué les puedo decir? Soy mañosa. En fin, estaba allí en mi asiento viendo a la gente entrar poco a poco, cuando lo reconocí entre la pequeña multitud. Era Edgar.

Edgar es un lector asiduo a los relatos porno que suelo publicar en esta página. Nos conocimos hace 6 años más o menos, se puso en contacto conmigo para hacerme llegar unos comentarios sobre mis historias. De ahí, nació una linda cyber amistad.

Si, cyber amistad. Porque yo no conozco a nadie de internet en persona, ni paso fotos, ni videochats, nada. Muchos me han ofrecido dinero, incluso pasajes de avión para salir del país y así poder verme. Pero siempre me niego a ello. Tuve un par de malas experiencias en el pasado y ya no me quedaban ganas de arriesgarme de nuevo. Estoy clara que esto hace que todo el mundo piense que soy falsa y demás, pero a mí la verdad poco me importa, no gano con mentirle a nadie porque no tengo ningún beneficio al hacerlo, y tampoco me complico la vida por eso, si quieren creer, bien, y si no, también. Yo sé quién soy, se la verdad, y con eso me basta y me sobra.

Sin embargo, Edgar fue un caso muy especial. Luego de una laaaaarga cantidad de correos intercambiados conmigo, se ganó la confianza suficiente para que lo agregara a mi facebook. No a mi cuenta principal, sino a una secundaria que tengo donde agrego a la gente que conozco por la vida pero que no quiero que vean mis fotos ni nada. Tengo un par de fotos en esa cuenta para que, los que me lo piden en persona agregarme, puedan confirmar que es el perfil correcto el que agregan, pero hasta ahí. En fin, que lo agregué allí y chateábamos con bastante frecuencia.

Y fue así como lo reconocí, por su foto del facebook. Yo me bajé la gorra un poco y me hice la loca, pero siempre vigilando donde se sentaban él, y la chica que lo acompañaba, su novia Soledad.

Edgar es un hombre de 39 años, de mi estatura más o menos, quizás 1 metro 70 cuando mucho. Es gordito, de tez trigueña, cabello negro, y rostro agradable. Su pareja, Soledad, es una mujer que se veía más joven (no se su edad), blanquita como yo, de la misma estatura que él, un poco rellenita también. Eso hacía que se le viera un culazo grande y redondo, así como unos piernones bastante generosos de carne, apetitosos. Sus tetas no se veían nada mal tampoco.

Ambos se sentaron un par de filas delante de la mía, aunque más o menos apartados de mi ubicación. Comenzó la película y me dispuse a disfrutarla, sin dejar de vigilar a la gran casualidad del día, es decir, a Edgar y su novia. Durante todo ese tiempo, me debatía entre romper mi regla dorada de no conocer a nadie en persona, o no romperla y evitar cualquier tipo de contacto.

Al final de la película, decidí lo último. Esperé a que todo el público saliera primero que yo, y vi cómo se iban alejando Edgar y su novia, para tranquilidad mía. Al salir de la sala de cine me dispuse a irme rápido, así que caminé con paso apresurado para irme del sitio.

Sin embargo, al doblar una esquina en uno de los pasillos del centro comercial, los vi de nuevo. Estaban viendo una vitrina de una zapatería. Y no sé muy bien por qué, pero decidí actuar.

-Ah caramba...definitivamente el mundo es un pañuelo y nosotros somos los mocos -Dije, acercándome a ellos. Ambos me vieron extrañados. -Edgar...soy Skarlet. -Su cara fue todo un poema, pero rápidamente la cambió, supongo para que Soledad no sospechara de nada raro. Hasta donde yo sabía, ella no tenía ni idea de mi existencia.

-Hoooola señorita -Me dijo amigablemente. Nos saludamos con un beso en la mejilla. -¿Como estás?

-Yo bien, ¿y tú? -Le respondí

-Bien bien, paseando con Soledad, mi novia, te la presento.

-¡Un placer! Skarlet -Le dije ofreciéndole mi mano a ella en gesto de presentación y saludo.

-Soledad, mucho gusto -Me correspondió el saludo, viéndome de arriba abajo.

-Skarlet es una buena amiga, era soporte técnico en la empresa donde trabajé como programador . -Le dijo Edgar a Soledad. Aunque realmente también me lo decía a mí, marcando la pauta sobre lo que debía decir. Porque estemos claros, ¿cuántos de ustedes, lectores, le han dicho o les dirían a sus parejas que leen relatos porno y que además se escriben con los autores que más les gusta? Estoy muy segura que la mayoría NO lo ha hecho, ni lo haría. Si hay quien lo haya hecho, como no. Pero sé que no son todos.

-Ah que bien, que bien... -Dijo Soledad, sin dejar de detallarme el cuerpo completo. No sé si era porque me percibía como una amenaza o que.

-Pensé que te habías ido del país -Continuó diciendo Edgar, haciendo conversación y desviando un poco la atención.

-No mi amor que va -Le respondí . -Quiero estar en primera fila cuando este gobierno de mierda caiga...

-Jajaja tan típico de ti...somos dos -Dijo él.

En fin, que la charla siguió su curso, bastante amena y agradable, aunque Soledad no dejaba de verme raro. Pero no le di mucha importancia a este detalle. Mientras hablábamos, decidimos entrar en la zapatería que ellos veían y nos dispusimos a charlar adentro mientras observábamos los zapatos.

Vi tres tacones que me llamaron mucho la atención. Eran sandalias abiertas y bastante altas. Pedí los tres de mi talla para medírmelos (calzo 39 - 40 según las medidas de mi país), y el vendedor no tardó en ponerlas en mis manos. Las sandalias me encantaban, soy una mujer a la que le gusta mucho vestir calzados de tacón alto. Pero ese no era el motivo real por el que los pedí para medírmelos...

Pasa y acontece que Edgar tiene un fetiche muy fuerte por los pies femeninos.

Durante nuestras charlas por internet, ambos dimos a conocer nuestros gustos, aficiones, fetiches, etc. Él es dominante, ha tenido relaciones D/s antes, y además tenía un gusto inmenso por los pies de las mujeres. Esto se me hacía extraño, ya que este fetiche viene, por lo general, inmerso en hombres que suelen ser sumisos. Besarle los pies a alguien y masajeárselos puede ser un acto de amor y cariño, por supuesto que sí. Pero he dicho en otros relatos anteriores, y lo repetiré en este: en ocasiones estos gestos pueden ser humillantes y/o degradantes. Un símbolo de entrega y sumisión.

Edgar sin embargo, siempre me insistió en que una cosa no tiene nada que ver con la otra. Y la verdad para mi no es así, pero bueno, cada loco con su tema.

El hecho es que Edgar nunca, jamás de los jamases me insistió para conocernos en persona. Pero lo único que si me llegó a pedir una vez (y solo una, sin intensidad ni insistencia ante mi negativa, cosa que me agradó mucho) fue una foto de mis pies. Y siempre me dijo que soñaba con vérmelos. Y ese día iba a hacer su sueño realidad. Se los iba a mostrar en ese momento.

Sin embargo, lo que yo no sabía era que le iba a satisfacer más que solamente las ganas de verme los pies.

Me quité el zapato derecho en vista de que el vendedor me trajo ese calzado de los tres pares para probármelos. Cuando me quité el calcetín deportivo que llevaba puesto para liberar mi pie, vi la cara de Edgar y como observaba atónito mi pie, con una sonrisa de oreja a oreja, embelesado con la visión. Estiré un poco la pierna en el aire y moví los deditos, para hacer las delicias de él. Me dio risa su carita.

Procedí a probarme los zapatos. El primer calzado que me probé era una sandalia de color negro brillante, de suela delgada, tipo stiletto, con un tacón de aguja de 15 centímetros de alto. El pie quedaba al descubierto casi totalmente, en los dedos dos finas tiras de la sandalia que cruzaban mi pie de lado a lado formando entre ellas una X, lo sujetaban, y a nivel de tobillo, un par de tirillas más con broche me lo anudaban. De nuevo volví a estirar mi pierna y moví el pie de lado a lado lentamente, para que me lo admiraran los presentes, especialmente Edgar. Luego me puse de pie y caminé un par de pasos para sentir la sandalia. No era muy cómoda.

Me senté de nuevo y me quité la sandalia. Procuré hacerlo de forma sexy para que Edgar disfrutara de la visión y a juzgar por como miraba embobado, lo estaba haciendo. El segundo calzado que me probé era una sandalia parecida a la anterior, pero el pie estaba cubierto por un tejido de varias tirillas entrelazadas, bastante sexy. La punta de los 3 dedos más largos quedaban plenamente al descubierto de forma coqueta, así como el talón. La sandalia era de color marrón claro. Repetí los movimientos del calzado anterior para el placer de Edgar, y me lo quité.

Por último, una sandalia de color rojo. Pero no un rojo sencillo, no, era más bien un rojo furioso, rojo puta. Casi al igual que el primer calzado, una tira de un dedo de ancho cruzaba mi pie de lado a lado en los dedos para sujetarlo, mientras que tres tiras finas con broche aseguraban el pie a la altura de los tobillos. Lo que más llamaba la atención, además del color, es que eran zapatos de plataforma, como los de las actrices porno. Con decir que el tacón, también tipo aguja, tenía 20 centímetros de alto. Adelante, la suela de plataforma era de 5 centímetros de grosor.

El vendedor de la tienda me ofreció traerme el zapato izquierdo también para que pudiera ponerme de pie y probarlos como se debía, así que acepté la oferta, me quité mi otro zapato deportivo y mi calcetín, exhibiendo mi patita izquierda de la misma forma que hice con la derecha. El placer era evidente en el rostro de Edgar mientras me veía ambos pies. Me enfundé el tacón izquierdo y caminé con sensualidad y gracia por la tiendita con ellos puestos. Todas las curvas de mi cuerpo, especialmente de las caderas hacia abajo se veían bastante realzadas. Sin duda, todo un espectáculo de hembra, a juzgar por la cantidad de hombres que se agolpó fuera de la tienda para verme desde las vitrinas.

Me senté en el banquito más alejado al que estábamos sentados, y allí me desabroché ambos tacones y me los quité, masajeando ligeramente mis pies, ejerciendo presión en ambos con mis manos para relajarlos. Mis pies son una zona multifacética para mí. ¿Me quieres hacer cosquillas? Juega con la planta de mis pies. ¿Quieres relajarme? Masajéame los pies. ¿Quieres excitarme? También, masajéame los pies. ¿Quieres darme un orgasmo? Juega con mis pies. Sin duda, un punto muy sensible de mi cuerpo.

Me puse de pie, esta vez descalza y con los tacones en la mano. Esto lo hice a propósito, ya que si bien a Edgar le encantaba admirar los pies de las mujeres en tacones o cholitas, algo que me había confesado era que le excitaba muchísimo era vernos caminando descalzas. Y a juzgar por el bulto que se formó en su entrepierna al verme caminar así por la tienda, logré mi cometido. Me detuve a mitad de camino un par de veces haciéndome la interesada en otros modelos, lo cual era mentira, solo quería darle más tiempo a Edgar para que me viera los pies, adoptando posiciones sexys con estos, poniendo uno en puntita mientras me apoyaba en el otro, poniéndome en punta de ambos para alcanzar los modelos más altos en exhibición, moviendo los dedos alzando un pie mientras mostraba la planta para que se viera a la perfección como la piel se arrugaba sexymente al contraer los dedos...El pobre Edgar estaba ya rojito como un tomate y su verga a punto de romper sus pantalones a juzgar por la tienda de campaña que se le veía en esa zona.

Por fin llegué al banquito dónde estábamos ubicados, vi a Edgar a los ojos y le guiñé uno de forma pícara, gesto que no pasó desapercibido para Soledad, quien me veía con cierta mirada de reprobación. Aproveché para llevarme precisamente las sandalias de actriz porno, seguramente me servirían para alguna aventura sexual. Luego de pagar salimos de la tienda. Soledad, para mi sorpresa, propuso que fuéramos a beber algo. -Ya que veo que ustedes dos se la pasan bien juntos y están felices con su reencuentro, pues pónganse al día. -dijo pensando que de verdad nos estábamos reencontrando. Así que aceptamos.

Fuimos a una tasca de chinos ubicada en la zona de La Candelaria, elegimos una mesa y nos sentamos a tomarnos unas cervezas mientras conversábamos tranquilamente de todo tipo de cosas. Edgar estaba bastante animado, y la verdad debo admitir que yo también.

Ya teníamos una hora y pico en esas, nos habíamos bebido unas 6 cervezas cada uno.

-Skarlet, ¿Tienes planes para esta noche? -Me preguntó Soledad.

-La verdad no . -Le contesté. -¿Por qué? ¿Ya te aburriste de mí? -Le pregunté de forma jocosa.

-No vale, para nada...solo pensé que ya es tarde...y bueno, Edgar y yo no tenemos nada planeado tampoco, ¿Qué te parece si vienes a casa con nosotros? Podemos seguir bebiendo allí. -Propuso ella.

- Oh, bueno, no lo sé Sole... -Dije, con dudas. Muchas dudas. Ese tipo de propuestas pueden ser muy peligrosas en estos casos. Recordé mis malas experiencias pasadas, especialmente una en la que casi fui secuestrada y quien sabe que más.

-Anda, no seas mala...Edgar está feliz de verte y yo he disfrutado mucho de tu compañía...a ti también te ha gustado este encuentro ¿O no?

-Si...la verdad sí. Estoy a gusto con ustedes.

-¿Entonces? Anda, vamos. -Insistió ella. Y yo pues...por alguna razón me deje llevar.

Pedimos la cuenta y salimos de la tasca, para caminar un poco y tomar un bus que nos llevara hasta Chacao, zona donde ellos vivían. La verdad era muy fácil llegar, el apartamento de ellos quedaba bastante céntrico. Antes de llegar, pasamos por un supermercado, compramos dos botellas de sangría y unos refrescos de limón para mezclarlos con la bebida ya mencionada, unos pasapalos y fuimos a su apartamento.

El lugar era pequeño, pero acogedor. Tenía dos habitaciones y dos baños, su salita con un balcón y su cocina/comedor. Me senté en los muebles de la sala, mientras ellos preparaban las copas y calentaban los pasapalos, cosa que hicieron bastante rápido la verdad. Pusieron musiquita y nos pusimos a charlar sobre distintas cosas, a maldecir al gobierno, etc. Y así fueron pasando las horas.

Soledad en todo momento fue bastante agradable conmigo. Pero no sabía bien el por qué me seguía viendo de forma extraña. Aun así seguimos con las amenas conversaciones, preguntándonos entre nosotras nimiedades que no vienen al asunto como tal.

No sé bien si es por mi naturaleza caliente o por el alcohol, pero la verdad, a eso de las 11 de la noche, ya estaba empezando a excitarme bastante. La conversación siguió un rato más, hasta que Soledad se quedó dormida en uno de los muebles de la sala a eso de las 12:30 de la media noche. Y a esa hora yo andaba con unas fuertes ganas de "guerra".

-Ay chamo, Sole se quedó pegada. -Le dije a Edgar.

-Jajaja si...Ella no es de beber mucho -Me respondió él.

-¡Pero si no bebimos casi nada! -Le dije yo.

-Habla por ti, que eres una ebria nata jajaja -Me dijo. La verdad tupe una etapa fuerte de alcoholismo en mi vida, y durante el tiempo que tenía charlando con Edgar tuve una recaída que terminó conmigo haciendo un mini show de borracha perdida por redes sociales, haciendo un montón de publicaciones sin sentido. Edgar fue uno con los que hablé borracha ese día, y le dije de todo, incluso que tenía ganas de que me cojiera. A pesar de las distancias el me dio bastante apoyo moral.

-Jajajaja ya no corazón, ya no soy una ebria -Le respondí.

-Pero tienes la experiencia y el aguante, eso ya es mucho jjajaja -Me dijo. - Dame un chance, voy a llevar a Sole a la cama.

Edgar como pudo, levantó a Soledad del mueble para llevarla dormida y casi a rastras a la habitación de ellos. 5 minutos después regresó.

-Listo...ahora sí, estamos solos. -Dijo él.

-Jajaja si, ya no es necesario fingir que trabajábamos juntos -Le dije.

-Chama sí. Menos mal captaste la intención. -Me dijo él, sirviéndose una copa de sangría, una que él tenía guardada, ya que la que compramos en el supermercado, nos la habíamos terminado.

-Tranquilo. ¿Te imaginas que no hubiera captado?

-Jajajaja no quiero ni pensar en el desastre...

-Si ya de por si tu mujer me tiene cierta arrechera...

-¿Como así? -Preguntó el extrañado.

-¿No has notado como me mira? Me ha tratado super chévere y todo, no lo niego...pero me ve raro. -Le respondí.

-Jajaja bueno a ti todas las mujeres deben verte raro...con lo buena que estás.

-Jajaja si tú lo dices... -Respondí.

- Si lo digo...y estoy seguro que debes estar aburrida de que te lo digan a cada rato.

-Bueno, son cosas -dije solo por querer decir algo.

-Jajaja si...bueno...debo decir que me encantaría quedarme un rato más despierto...pero tengo mucho sueño... -Dijo él, bostezando.

-Si, es tarde...deberíamos ir a dormir. -Dije.

-Bueno corazón, te buscaré una cobija y unas sábanas para que te acuestes tranquila en el otro cuarto.

-¿Me puedes dar una toalla? Es que no me gusta acostarme sin bañarme primero. -Le dije, con toda franqueza.

-Claro corazón, te buscare una toalla. -Me dijo, yéndose a buscarla.

Esperé unos minutos hasta que volviera con la toalla, unas cholitas y una bata de baño para mi sorpresa. Me las dio y me dijo cuál era el baño. Tomé mis cosas y me dispuse a darme una ducha de agua tibia rápidamente, mientras Edgar iba a buscar las sábanas y las cobijas que me había prometido.

Yo estaba muy excitada, y la ducha lo que hizo fue empeorar esa calentura. Y cegada por esa excitación, hice algo que no suelo hacer, al menos no con alguien que tiene pareja estable. Salí de la tina y me sequé muy bien todo el cuerpo. Me apliqué bastante perfume a lo largo y ancho de mi figura, y me puse el vestidito azul que me había comprado en el centro comercial. Me vi en el espejo del baño, nada más así, con el vestidito solamente, me veía de escándalo. Procedí a maquillarme rápidamente, de forma que me viera muy, muy sexy, con los labios rojos y la sombra de los ojos bien remarcada. Por último, enfundé mis pies en mis flamantes tacones de actriz porno color rojo que había comprado. ¿Qué mejor momento para estrenarlos que este?

Me puse la bata de baño encima del vestido y me hice la vuelta en el cabello con la toalla. Como las luces estaban tenues, y con el sueño que él tenía, esperaba que no se diera cuenta de que iba maquillada y entaconada, en caso de que me viera antes de tiempo.

Salí del baño y crucé la sala con cuidado de que los tacones no sonaran al caminar, dirigiéndome hasta uno de los muebles. Edgar seguía en la que sería mi habitación, tendiendo la cama y cuidando de que todo estuviera en orden. Desabroché mi tacón derecho y crucé esa pierna sobre la izquierda, dejando que la sandalia colgara de mi pie en una pose muy, muy erótica. Apoyé mi cabeza en mi mano izquierda, mientras estaba apoyado ese brazo del respaldo del mueble, y esperé a que Edgar saliera del cuarto balanceando la sandalia que colgaba de mi pie.

-Bueno, todo listo por acá...- Salió diciendo Edgar de mi habitación. Se quedó paralizado cuando me vio sentada en el mueble, sin notar del todo el tacón balanceándose colgado de mi pie. -¿Skarlet? ¿Todo bien? -Preguntó extrañado.

-No bebé...- Le dije. -Es que no tengo sueño...

-Bueno jejeje seguro que si te acuestas, te dará...

-¿Tu tienes sueño Edgar? -Le pregunté en tono meloso. Sabía que sí, pero quería ver si podía manejar la situación como en una típica peli porno.

-Si corazón...si tengo sueño...de verdad lo siento ...-Me decía apenado, mientras prendía la luz principal de la sala. Cuando me vio, sabía que algo pasaba, supongo que por el maquillaje. Así que se acercó, ya que había una mesita de centro en la sala que obstaculizaba la visión de lo que hacía con mi pie. Cuando se dio cuenta, puso una cara de sorpresa inigualable.

-¿Seguro que tienes sueño? -Le pregunté con vocecita de niña boba, mientras me abría la bata de baño para dejar ver mi cuerpo con el vestidito puesto. Edgar no sabía que parte ver, si mis grandes tetas bien aprisionadas por el vestido, si mi cinturita, mis caderas mis piernas o su fetiche mayor, mis pies. Me quité la toalla de mi cabeza liberando mi cabello húmedo que me daba un aspecto muy, muy sexy. Edgar estaba boquiabierto, sin palabras. -¿Que pasó bebé? ¿Te comieron la lengua los ratones?

-Pero...¡Skarlet! -Fue lo que atinó a decir.

-Shhhhh... -dije. -Baja la voz. No queremos despertar a Sole ¿verdad?

-Skarlet....¿Que....que haces?

-Ya te dije, no tengo sueño. ¿Sabes que tengo? Unas fuertes ganitas de tirar...Pero hay un problema...

-¿Cual? -Preguntó él.

-Que estás con Soledad...y me da cosita comerme algo que es suyo...No es que no quiera hacerlo, pero me da cosita. Por eso lo dejaré en tus manos. Sé que me tienes ganas. Y yo, bueno, aquí ando caliente y lista para ti. La pregunta es...¿Estás dispuesto a cojerme? ¿Estás dispuesto a arriesgar tu relación con una buena mujer a cambio de reventarme a güebazos una noche? Porque ella puede despertar en cualquier momento... -Le dije.

-Coño Skarlet...eres una perrita muy mala. -Me dijo.

-¿Yo soy la mala? Si yo lo que quiero es satisfacer tu fantasía de tenerme una noche, como bien me has dicho en varias oportunidades por chat...

-Si...pero recordándome lo que puedo perder...Amo mucho a Soledad...y no sé si pueda hacerlo...de querer, claro que quiero. Pero una cosa es querer y otra es poder.

-El que quiere puede...- Le dije.

-No...vade retro satanás, vade retro. Demasiada tentación -Dijo él con tono de comedia. - No puedo Skarlet...no puedo.

-Dale, amor . -dijo...Soledad. estaba de pie en la puerta de su habitación. El pobre Edgar volteó a verla, pálido. Yo también me sorprendí al verla.

-Amor... -Dijo él. Se notaba que no le salían las palabras.

-Shhh cariño. Esta perrita vino con ganas de güebo. MI güebo. -Dijo Soledad, posesiva. - Pude notar sus intenciones desde que empezó a modelar los tacones en la zapatería para ti. Porque sé que tienes ese fetiche bien arraigado. Así como sé muy bien que ella no trabajó contigo nunca. Es solo una puta que escribe relatos pornográficos en internet.

-¿Como lo sabes ? -Preguntó Edgar.

-He chismeado en tu computadora cariño. He leído tus conversaciones con ella, y con varias más. He aprendido mucho de ti así, porque no quiero perderte, al contrario, quiero complacerte. Por eso quiero que le entres a esta perrita sinvergüenza...

- Ah caray...- Dije. -El día de las sorpresas pues...

-Un día digno de tus escritos . -Dijo ella.

-Sole...no...no se si pueda. -Dijo Edgar, anonadado.

-Ella te lo dijo. -Le contestó Soledad. - Querer es poder. Y tanto ella como yo, sabemos que tú te la quieres cojer. Así que dale amor. Tíratela. No todos los días te puedes tirar a un bombón como ese. ¿Y qué clase de mujer no quiere ver a su hombre feliz cumpliendo una fantasía?

-Me gusta su forma de pensar Edgar...cásate con ella. -Le dije en tono sarcástico, intentando apaciguar la tensión del momento.

-Tu cállate zorra buscona . -Me dijo ella.

-¿Disculpa? -Le dije, haciéndome la ofendida. La verdad no me sentía así. Al contrario, me excitaba.

-No te hagas la ofendida niña... -Me dijo ella. -Te conozco bastante bien...Y sé que ser puta es lo que te gusta, es lo tuyo.

-Amor...espera -Dijo Edgar.

-No Edgar. Estamos ante una niña mala. -Dijo Soledad. - Y a las niñas malas hay que castigarlas. ¿Verdad que si perrita?

-Eeeehh -No supe que decir. Me dejó sin palabras. En eso Soledad se acercó a mí, rodeándome. Pude notar que ella estaba maquillada y perfumada también, y que llevaba unas muy fetichistas sandalias estiletto, parecidas a las primeras que me probé en la tienda. Sus pies se veían hermosos, también bastante cuidados, con curvaturas pronunciadas. Llevaba las uñas de color azul oscuro con escarchas.

-Te hice una pregunta, mujerzuela. ¿Hay que castigar a las niñas malas? -Me dijo, ya ubicada detrás de mí.

-S-si... -Dije, perdida entre la excitación y los nervios.

-¿Y tú eres una niña mala Skarlet? -Me preguntó.

-Y-yo...yo...- De nuevo, me había dejado desarmada. No sabía bien que pensar, si de verdad ella estaba molesta, o que. Soledad me agarró fuertemente del cabello y controlándome, me dio un profundo beso en la boca que me dejó sin aliento, y muy, muy sorprendida. Al separar su rostro del mío, lo hizo mordiéndome los labios inferiores, un gesto que me excitó sobremanera. La cara de Edgar era un verdadero poema. No sabía lo que sucedía con su novia.

-¿Y bien? -Preguntó ella.

-¡Si! -Dije. -¡Si soy una niña mala!

-Muy bien perrita, muy bien -dijo ella. -Mereces un castigo ¿Verdad?

-Si...si...merezco un castigo.

-Quítate esos zancos y párate. Las perras como tu deben estar siempre descalzas, ¿Verdad que si mi vida? -Le preguntó a Edgar.

-Pues...la verdad es que sí. -Dijo él, ya fuera de su estado de shock.

Arrojé el tacón que colgaba de mi pie a un lado con un movimiento de éste. Acto seguido me desabroché el otro tacón lanzándolo cerca del otro, y me puse de pie. Soledad no soltó mi cabellera en ningún momento.

-Ya vas entendiendo perrita. -Dijo ella. Sin soltar mi cabello rodeó el mueble y se sentó en él. -Ponte cómodo amor. La perra mala recibirá un buen castigo . -Le dijo a Edgar. - Tu ven, ponte aquí boca abajo sobre mis piernas -Me dijo. Yo obedecí. Edgar se sentó a un lado de ella y yo me puse en la posición que me ordenó de forma tal que mis pies y mi culo quedaran del lado de Edgar. Paré mi colita lo más que pude a propósito. Soledad alzó el vestidito para dejar mis apetitosas nalgas al aire. Con un gesto de las manos de ella, abrí un poco mis piernas. -No esperaba menos de ti, perrita, estás mojaíta, mojaíta -Dijo al ver mi cuca abrillantada por los juguitos que manaban de mi vulva producto de la excitación. Edgar tomó mi pie derecho y lo subió a su regazo, y empezó a sobarlo cariñosamente, mientras Soledad abría mis nalgas de par en par para dejar mi agujerito anal a la vista.

-Ese culo se ve estrechito -Dijo él.

-Jajaja sí. Para ser alguien que dice gozar del sexo anal, ese culo se ve muy nuevecito -Dijo ella.

-Siempre....he cuidado...mi cuerpo... -Dije, perdida en el placer de sentir mi pie sobado por Edgar. Sin duda, Soledad había leído bastantes conversaciones mías con su novio, las suficientes para saber varios detalles de mí. ¡PAF! Sonó una fuerte nalgada que me dio Soledad, haciéndome pegar un brinquito por la sorpresa . -¡Ayyyy! -Exclamé.

-Tú te callas zorrita. Te vamos a dar un buen castigo . -Me dijo. ¡PAF! Me propinó otra nalgada.

En ese momento, las nalgadas comenzaron a llover en mi culo por parte de Soledad. Nalgadas fuertes y sonoras, que me hicieron empezar a patalear a los pocos minutos. Edgar sujetó el pie mío con fuerza, hincando sus dedos en la planta, lo que me dio muchas cosquillas y me hizo carcajear fuerte mientras me quejaba de las nalgadas y del ardor de mi culo. Esto les pareció divertido al parecer, ya que Edgar con suma habilidad logró agarrar mi otro pie y comenzó a hacerme cosquillas en ambos mientras Soledad castigaba mi culo sin piedad, sumiéndome en el más extraño de los desesperos que había experimentado en toda mi vida, riendo sin parar pero sintiendo ese ardor incomodo en mi culo y el dolor de cada nalgada.

-¿Quieres que paremos perrita? -Preguntó Sole, sin dejar de castigarme.

--¡JAJAJAJAAAAAAAYYYYYAA AAJJAJAAYAYAYYAYYAJAJJAJAJJA YAAAAAA SIIIAAJJAJAJAJAPORJ JAJAJAJAFAVOOOOOOOHHHHR JJAJAAAAAYYY -Suplicaba yo desesperada y revolviéndome sobre las piernas de Soledad, sin éxito de liberarme. Esa mujer era muy fuerte, y Edgar también.

-¡No te escucho perra! -Me dijo entre castigo y castigo.

-¡JJAJPOR FAVOR! ¡YAAAAHHHJAJAJA! -Dije. Sentía que iba a orinarme de la risa. Pero por suerte para mí, se detuvieron.

Soledad de un empujón me echó al piso. Estaba muy agotada, jadeando con respiración agitada. Pude ver desde ahí la cara de ambos, sonriendo con gracia y expectantes. En un momento dado Sole miró a Edgar a la cara, como buscando ver si él estaba complacido, y luego volteó a verme de nuevo. Estiró su pie derecho hasta mi cara. - Quítame la sandalia -Me ordenó. Intuí por donde iría el juego, así que obedecí, le quité la sandalia como ordenó y la eché a un lado, para luego tomar el pie con delicadeza y empezar a darle unos besitos no muy cortos, empezando por los dedos y avanzando por el empeine, para pasar a la cara interna, donde los besos pasaron a ser chupitos cortos.

La cara de Soledad se llenó de satisfacción y relajación, emitiendo un tímido gemido de vez en cuando. La de Edgar en cambio, de morbo y deseo, vi cómo se tocaba el paquete por encima del pantalón.

Seguí avanzando con chupetones cada vez más largos e intensos hacia el arco del pie de Soledad, un arco tan pronunciado como el mío. Su pie era de menor tamaño al mío, un poco más gordito, pero bastante suave y cuidado. Tenía un olor a crema humectante de coco. Ya los chupetones que le daba venían con lengua incorporada, y pasé a alternarlos con suaves mordidas eróticas, arrancándole cada vez más fuertes gemidos de placer. Al parecer ella era como yo: teníamos en los pies una zona bastante erógena si se le sabía tratar.

Soledad empezaba a tocarse las tetas por encima de la blusita que tenía puesta. Edgar al percatarse se inclinó hacia ella y la besó profundamente, con lengua incluida. Yo me puse a cuatro patas en el piso, con el culo bien paradito en el aire. Me ardían las nalgas por el castigo, pero eso poco me importó, estaba embebida adorando los pies de Soledad.

El que yo me pusiera a cuatro patas no pasó desapercibido para Edgar, quien dejó de besar a Sole para contemplarme mientras yo seguía embebida con el pie de ella en mi boca. El veía con atención como yo le chupaba los deditos, uno por uno, mientras con mis manos pasaba a quitarle la otra sandalia. Le estaba dando un buen espectáculo de fetichismo de pies a Edgar, con su esposa de protagonista, y al mismo tiempo me excitaba muchísimo todo, ya que, como he dicho varias veces en mis relatos, besarle los pies a alguien era para mí un acto de sumisión y humillación en la mayoría de los casos y yo, al ser de naturaleza sumisa y masoquista, esa connotación me excitaba demasiado.

Cuando cambié de pie, Edgar se paró del mueble y fue a la cocina mientras Soledad se volvía más activa en el acto y movía su pie a su antojo para restregarlo en mi cara, o poner ambos pies juntitos para que yo los adorara, inclinando las puntas hacia arriba para que yo pudiera recorrer la planta y llegar al talón, que fue el punto de cada pie en el que le saqué más gemidos. Sin duda esto me sorprendió y me hizo confirmar lo que suelo decir siempre: todas las personas tenemos zonas erógenas distintas, ya que para mí si bien este mismo trato en los talones era realmente placentero y gratificante, la verdad era que la zona que más me volvía loca de placer era en los arcos y los dedos, y que me mordieran suavemente la zona delantera de la planta.

Mientras yo estaba allí bien entretenida y excitada, Edgar volvió de la cocina. Sentí que me abría una nalga y que me aplicaba algo en el agujerito anal, una sustancia a temperatura ambiente. La sensación me hizo dar un respingo y voltear a ver que sucedía, y vi que él tenía a un lado suyo, en el piso, un botecito de mantequilla de cocina. Era lo que me estaba untando. Eché hacia él un poco más mi culito a modo de ofrenda, yo sabía lo que vendría a continuación, y me excitaba la idea, ya que el sexo anal para mí era obligatorio en todo acto, soy de las pocas mujeres que lo disfruta. De nuevo, ciertas condiciones psicosociales y mi naturaleza sumisa y masoquista tenían mucho que ver en este hecho.

-No te distraigas zorra, no te distraigas. -Me dijo Soledad, pateando suavemente mi cara con uno de sus pies para recordarme que debía seguir atendiéndola, cosa que hice con diligencia.

Y mientras continué atendiendo los pies de Soledad, sentí que algo se abría paso en mi ano. La verdad, me dolía mucho, lo sentí bastante grueso, así que entre quejidos sexys de dolor mezclado con placer volteé a ver que me estaba haciendo Edgar. Me estaba metiendo el güebo directamente, sin prepararme con uno o dos dedos primero, como suelen hacer la mayoría de mis amantes antes de meter sus vergas en mi culo. Mi acto reflejo fue apretarlo más, para impedir que entrara, pero gracias a la mantequilla y a que su verga estaba tan dura y rígida como una barra de acero, ese apretón de culo fue en vano, logrando Edgar abrirse camino a las malas, lo que me dolió horrores sacándome incluso unas lágrimas entre grititos de dolor.

En contraparte, ese dolor, más la humillación que sentía tanto de ser taladrada por el culo como de estar besándole los pies a Soledad, me acercaron inmensamente a un orgasmo.

-Perra te dije que no te distrajeras -Me dijo Soledad, agarrándome por el pelo con cierta agresividad y metiéndo un pie en mi boca abierta, ahogando mis grititos.

Por fortuna, la verga de Edgar no era tan grande como otras que me han pasado por las armas en ocasiones anteriores. Sin embargo, sí que se sentía bastante gruesa, por lo que temí que me fuera a desgarrar el culo. Por suerte, no fue así.

Una vez Edgar estuvo adentro del todo, comenzó un mete y saca frenético, sin darme chance a que mi colita se acostumbrara a su grosor. El dolor era brutal, al igual que la excitación que me hacía sentir. -Éste es tu castigo perra -Me dijo mientras me daba sin piedad. Yo gritaba de forma ahogada por el pie de Sole en mi boca y hasta pataleaba, solucionando Edgar esto último agarrándome ambos pies. Con sus dedos comenzó de nuevo a hacerme cosquillas en las plantas, lo que me sumió nuevamente en un estado de desesperación bastante morboso y excitante.

Duramos en esas unos minutos, que se me hicieron eternos. Soledad me sacó el pie de la boca y se fue a su cuarto a buscar algo, mientras Edgar me seguía enculando salvaje y divinamente, dejando de hacerme cosquillas. Soledad regresó con un bolsito pequeño y se arrodilló al lado de Edgar.

-¿Y eso? -Le preguntó él, sin dejar de bombear mi culo.

-Mi kit del amor... -Respondió ella. Sacó del bolsito tres juegos de esposas de cuero, una fusta, y varias ligas (o bandas elásticas, como quieran llamarles)

-Pero...amor...¿Dónde lo tenías? -Preguntó Edgar, sorprendido.

-Yo también tengo mis secretos mi vida . -Le dijo. -Como ya te dije, tengo bastante tiempo viendo tus conversaciones con las mujeres que fueron tus sumisas, y con otras chicas más, intentando aprender que te gusta a ti. ¿Por qué crees que me la paso descalza en la casa? ¿O por qué crees que vivo obsesionada con la salud y el cuidado de mis pies? Porque sé que te gusta. Se que te gusta encular a las mujeres también, y tenía tiempo preparándome para darte mi culo. Por suerte apareció esta perrita y bueno, se dio todo esto. No pensé que ella fuera capaz de sonsacarte como lo hizo aquí, a pesar de sus gestos provocadores en la zapatería. Pero me arriesgué a invitarla aquí, esperanzada de que lo hiciera, y por suerte lo hizo. ¿Y qué mejor momento para estrenar estos juguetitos?

-Vaya Sole...- Dijo Edgar sin saber que decir, sacándome la verga del culo, lo que me hizo tirarme en el piso boca abajo agotada.

-Hey perra...no te relajes mucho, que todavía falta para que terminemos . -Me dijo Soledad. Me agarró una pierna y me colocó una de las esposas en el tobillo, hizo lo mismo con la otra.

Me tomó del cabello y me guió hasta hacerme sentar en una silla que no me di cuenta cuando trajo del comedor. Me sentó en ella de forma tal que mi cuca y mi culo quedaran ofrecidos hacia delante, haciéndome subir ambas piernas, colocando mis rodillas a cada lado de mi cara partiéndome a la mitad. Aseguró las esposas de los tobillos al respaldo tubular de la silla y esposó mis muñecas debajo de ésta, haciéndome quedar en una posición bastante incómoda pero muy morbosa y excitante. Acto seguido sacó unas tijeras de otro bolso que tampoco noté cuando lo trajo. Esto debió asustarme, pero no fue así, al contrario, yo estaba muy, muy excitada y además, confiaba en ellos por alguna extraña razón.

-¿Vestidito nuevo? -Me preguntó.

-Si...lo compré hoy -Le respondí, extrañada por la pregunta y revolviéndome en la silla, lo que realzaba el hecho de estar mi cuerpo inmovilizado, dándome un aire más morboso todavía.

-¿Cuánto te costó? -Me preguntó.

-25 dólares -Le respondí. Aquí en Venezuela tenemos tan grave el lío de la economía, que normalmente manejamos dólares en vez de nuestra moneda, el Bolívar.

-Vaya...es como mucho para la poquita tela que trae ¿No? -Dijo ella.

-Si, bueno...- Dije sin saber que contestar.

-En fin...¿te costó ganarte esos 25 dólares ciert o? -Preguntó ella.

-Si, claro. Sabes cómo está la situación del país...-Le dije. Y era cierto, si bien es verdad que estoy en un empleo donde gano relativamente bien, la verdad 25 dólares no es algo que uno suelte así tan fácil al comprar.

-Bueno...una lástima . -Dijo ella y comenzó a recortar el vestido para sorpresa mía y de Edgar.

Yo me quedé callada, sin protestar. El hecho de que ella abusará de mí de esa manera, sin importarle mi opinión ni nada, me degradaba...y me excitaba. Una vez que recortó el vestido me lo terminó de quitar, dejándome ahora sí totalmente desnuda.

Ella también se desnudó por completo. Su cuerpo rellenito no se veía nada mal, era la típica gordibuena. Sus tetas, que se adivinaban grandes con la blusa que tenía puesta, cayeron naturalmente y con cierta sensualidad. Su pubis iba arreglado con una fina línea de vellos.

Tomó la tanga que tenía puesta, de encaje negro, y me la metió en la boca. Tenía su sabor, que me pareció exquisito. Edgar veía todo pajeándose. Acto seguido con la tela del vestido todo cortado, envolvió mi cabeza, asegurándolo de alguna forma que no llegué a apreciar detrás de ésta.

Acto seguido me metieron dos consoladores no muy grandes, uno en mi culo, y otro en mi encharcada cuca. Y me colocaron lo que me imagino eran unas pinzas en los pezones. Al terminar, el consolador de mi cuca comenzó a vibrar fuertemente, lo que a los pocos minutos me acercó al clímax. Pasaron unos minutos adicionales, y sentí que me colocaban las ligas en ambos pies, y comenzaron a jalarlas y soltarlas, para que se estrellaran dolorosamente en mi planta. Yo me encontraba perdida en un mar de sensaciones deliciosas, las cuales aumentaron cuando la vibración del aparato que tenía en mi cuca empezó a variar de forma aleatoria.

Escuchaba como reían divertidos ante mi placentero suplicio, les parecía bastante cómico verme respingar y dar brinquitos en la incómoda posición en la que me encontraba, y escuchar mis gemidos ahogados por la tanga de ella.

Las sensaciones volvieron a aumentar, cuando comencé a sentir que me chupaban y lamían los pies, caricias que se intercalaban con el castigo de las ligas, y con ratos de cosquillas. No sabía en ningún momento quién me hacía que cosa, y la incertidumbre de no saber cuándo me harían algo me mataba de excitación.

Al rato de tenerme en ese suplicio, sentí que comenzaron a hacer el amor. Lo hacían de forma ruidosa, conmigo allí ante ellos, pero imposibilitada de verlos. Duraron un buen rato hasta que se quedaron callados por un rato dejándome con la incertidumbre de si me harían algo más, incertidumbre que pasó cuando comencé a escuchar unos ronquidos. ¡Se quedaron dormidos!

No sé cuánto tiempo pasé en esa silla sentada en aquella posición, castigada por el vibrador de mi cuca con sus vibraciones aleatorias y con el culo bien relleno por el otro consolador. Lo que si sé es que perdí la cuenta de los orgasmos que tuve.

Hasta que, laaaaargo rato después, sentí que me quitaban las esposas de los tobillos y me sacaban los consoladores de mis agujeros. También me liberaron las manos, permitiéndome sentarme, cosa que me costó bastante ya que estar doblada a la mitad por tanto tiempo hace mellas en cualquiera. Cuando me quitaron la tela, vi que era Edgar el que me liberaba. Estaba con un short y una franela. Soledad estaba dormida desnuda en uno de los muebles, y ya era de día.

-¿Corazón estás bien? -Me preguntó.

-Siiiiii -Le dije, estirando mis extremidades y moviéndome para recuperarme.

-Perdona por dejarte allí, yo...

-Shhhh corazón...- Le interrumpí, poniendo un dedo en su boca -Tranquilo, tranquilo...ésta ha sido una de las experiencias más ricas de mi vida. -Terminé de decirle mientras me quitaba las ligas de los pies, que estaban algo amoratados por lo apretado de éstas.

-Si mi amor, pero igual...quería que gozaras . -Me dijo.

-¿Y quién te dijo que no gocé? Bebé, soy masoquista nata. El estar ahí objetificada con esos vibroconsoladores mientras ustedes hacían lo suyo me hizo tener un montón de orgasmos.

-¿En serio?

-Si cariño...en serio.

-Vaya...bueno...y aún hay tantas cosas que me encantaría hacerte...

-¿Como cuáles?

-Jeje bueno...me encantaría darte por el culo una vez más...y que me lo mames bien rico, que no lo has hecho...y que me hagas la paja con los pies jajajaja

-Bueno bebe...- Dije, mientras me arrodillaba ante él y empezaba a bajarle el short - Solo tenías que pedirlo...

Le terminé de bajar el short. Su verga estaba erecta, y efectivamente no era el más grande que me había comido, no era pequeña, pero si estaba más o menos en la media. Y lo que si no se podía negar, era que lo que le faltaba de largo, lo tenía de grueso.

Sin vacilar me lo metí en la boca, dándole una rica pero rápida lamida a la punta primero, que se hallaba mojadita por el líquido preseminal. Su sabor me pareció exquisito. Él me agarró por el pelo y comenzó a dirigir la mamada, marcando el ritmo a su antojo, primero lento, después rápido, luego lento de nuevo...y así, como le daba la gana.

No me tuvo mamando guebo tanto tiempo, ya que en un momento determinado, me hizo acostarme en el piso boca arriba, y nuevamente me doblo por la mitad, subiendo mis rodillas a los lados de mi cabeza. Sentí un ligero dolor en la parte baja de mi espalda, supongo que por el hecho de haber estado prácticamente en esa misma posición toda la madrugada. Rozó la punta de su verga por toda la rajita de mi cuca, que seguía bien mojada, causándome unos escalofríos muy ricos en todo el cuerpo.

Pero no, no me penetró la cuquita. Bajó un poco más y procedió a encularme nuevamente, pero esta vez sin otro lubricante más que mis propias babas que aún embadurnaban su güebo. Sin embargo, y consciente de esto, procedió a hacerlo suavemente y despacio, haciendo que yo inhalara aire con cada milímetro que metía en mi ser. El dolor se hizo presente nuevamente, junto con una deliciosa excitación, que se vio acelerada cuando él se inclinó hacia adelante y comenzó a jugar con uno de mis pies en su boca, causándome un placer infinito y haciéndome gemir cada vez más fuerte de locura.

No tardó en meterme su verga completa, momento en que procedió a iniciar un mete y saca lento y rico, disfrutándolo ambos al máximo. Él se turnaba mis pies en su boca, para morderlos suavemente por el talón, el arco, la parte delantera de las plantas, chupando dedo por dedo lentamente y a consciencia. Con este trató me llevó a un estado de placer como nunca antes había sentido.

Cerré mis ojos y comencé a gemir fuertemente. Sin duda alguna me daba como me gustaba. En un momento dado los abrí y me sorprendí al ver a soledad de pie sobre mí. Me veía con morbo y malicia desde arriba, mientras todo mi cuerpo se movía al ritmo de las embestidas que Edgar me daba por el culo.

Sin decir nada, Sole se agachó en mi cara, haciéndome un facesitting, con ella de frente a Edgar. Su muy encharcada vulva quedaba en mi boca, y mi nariz en su culo, masajeando este agujerito con el roce. Ni corta ni perezosa comencé a mamar cuca, bebiendo los deliciosos jugos que de ella manaban a buenas cantidades.

No pasó mucho tiempo para que ella, presa de la excitación, comenzara a restregar fuertemente sus genitales por toda mi cara, y yo, queriendo darle el mayor placer, empecé a mover mi cara de lado a lado con furia, hambrienta de ella. Como diría el bananero, le estaba haciendo un Bbrbrbrbrbrbrbrb en sus partes más íntimas. Y fue cuestión de minutos para que ella acabara en mi cara, chorreándomela toda en sus abundantes jugos entre fuertes espasmos. Como no bajé la intensidad de la mamada que le hacía, ella tuvo que forcejear para librarse de mí, ya que en un momento dado antes de su orgasmo la agarré fuertemente por los muslos para evitar que se despegara de mi cara. Al final, terminó sentada unos centímetros más arriba de mi cabeza, mientras su novio me seguía castigando el culo con su gorda vergota.

En medio del acto, puso ambas manos sobre mis tetas, las cuales no habían recibido tanta atención en toda la velada, más allá de las pinzas que me pusieron en los pezones. Las apretujó como pudo con mucha fuerza, lo que me excitaba sobremanera. Se recostó ligeramente de mi para mamármelas a gusto, mordiendo los pezones suavemente sin dejar de bombear mi culo con furia, llevándome al séptimo cielo.

En ese momento, Soledad puso su pie derecho sobre la frente de Edgar, y con él lo manejó hábilmente separando su rostro de mis bubis, y con una maestría impresionante, lo metió en su boca, cerca, bastante cerca de donde yo tenía mi pie derecho con el talón al aire. Edgar, con el pie de Soledad en su boca, buscó con habilidad el mío, yo se lo ofrecí y lo puse en posición para que le fuera fácil meterse los dedos en la boca junto con los del pie de Soledad, quedando él chupando las falanges de las dos al mismo tiempo, jugando con su lengua entre ambas, amasando mis tetas con fuerza y taladrando mi culo sin cesar cada vez más fuerte, se notaba que esto le excitaba.

Unos minutos más tarde, Edgar se separó de mí, sacando su verga de mi culo y sentándose cerca de mí, agarrándose el güebo con una de sus manos para pajeárselo frenéticamente. Recordé sus deseos así que estiré mis piernas para poner mis pies en su verga, haciendo que la soltara. Como pude, atrapé ese trozo de carne duro y erecto empecé a hacerle la paja con mis pies, aunque de manera torpe, no tenía mucha experiencia haciendo los “footjobs”. Esto lo corrigió el tomando mis pies con ambas manos y haciendo presión hacia su güebo, para masturbarse con ellos a su ritmo.

Duró menos de un minuto así. Se corrió con un fuerte rugido, yendo todo su semen a caer en mis pies. Quedó jadeante ahí sentado en el piso por unos minutos, hasta que se paró y se agachó a un lado mío, poniendo su verga ya flácida a la altura de mi cara. Entendí lo que quería y le di una tierna y cariñosa mamada a modo de limpieza.

Sin duda, esta había sido una de las veladas más excitantes de mi vida. Me sentía plena.

-Bueno Skarlet...es hora de que te vayas. -Dijo Soledad. -Edgar y yo debemos ponernos al día con algunas cosas.

- Soledad...Yo...Mira, sé que tal vez me propasé un poco al buscarle fiesta a Edgar, todo es mi culpa. -Le dije, preocupada por el tono en que dijo que ellos debían ponerse al día.

- No te preocupes mujer -Dijo ella, poniéndose de pie y caminando a su habitación. -Solo no te preocupes. Como te dije, tenía la esperanza de que lo hicieras. Fue un placer conocerte en persona por fin.

-Edgar yo...- Comencé a decir, preocupada.

-Shhhh Skarlet -Me interrumpió él. -Quédate tranquila...vístete, pero no te limpies el semen de tus pies, quiero que los lleves allí todo el camino. Pero rápido, vístete, te acompañare al metro . -Me dijo, vistiéndose el también con el short y la franela.

Obedecí, me vestí con la ropa con la que había llegado el día anterior, me puse los calcetines y los zapatos deportivos sin limpiarme el semen de los pies, ya que recordé en ese momento que una de sus fantasías más recurrentes en nuestras charlas vía chat era que su amante fuera con los pies embarrados en su semen, le parecía una morbosa forma de “marcar” a una mujer.

Tomé mi bolso y mis tacones nuevos y me fui con Edgar del apartamento. No nos dijimos ni una palabra mientras íbamos al metro. Al llegar a la estación nos vimos cara a cara.

-Me gustó conocerte en persona. -Le dije.

-A mí también...deberíamos repetir. -Me contestó.

-Jijijiji si...

-Bueno, ahora vete, que Sole me está esperando para hablar.

-Edgar, en serio, perdón si...

-Nena tranquila...no es para mal, la conozco. Todo está perfecto. -Me dijo él con seguridad.

-¿Seguro?

-Si, seguro. Ahora ve tranquila, ahí nos hablamos por chat más tarde, avísame por chat cuando llegues a tu casa...

-Ok...nos vemos entonces -Le dije, para darle un beso en la mejilla y disponerme a entrar a la estación.

-Espera, una cosa más perrita -Me dijo tomándome del brazo y recostarme de una pared rápidamente. Desabrochó mi jean y me lo bajó a medio muslo junto con la tanguita. Yo me deje hacer. -No te puedo dejar ir sin un toque especial...

De uno de los bolsillos de su short sacó un tubo de crema dental de menta ultra fresca. Untó un poco en uno de sus dedos y lo esparció por la zona de mi clítoris. - Ahora sí...te puedes ir -Me dijo, me dio un beso en la boca y se fue, dejándome ahí con los pantalones y tanga a medio muslo. Por suerte las calles y la estación estaban desiertas. Me acomodé el pantalón y la tanguita rápidamente y me los abroché, y me dispuse a irme.

5 minutos después, comencé a sentir los efectos de la crema dental en mi clítoris. Picaba brutalmente, lo que me hacía frotarme fuertemente por encima del pantalón, cosa que me excitaba mucho naturalmente. Así fui todo el camino hasta mi casa, "Pajeándome" desesperada por el picor. Tuve tres orgasmos fuertes en el metro, orgasmos que tuve que disimular bien para que la gente, que ya me veían raro por mi actitud, no se escandalizara.

Llegué a mi casa por fin, donde me tuve que meter a bañar rápido para quitarme la crema dental del clítoris. Salí de la ducha y me tire en la cama, donde me use a recordar toda la locura vivida esa noche. No pude evitar sonreír con los recuerdos…así como tampoco pude evitar pajearme…

Sin duda había disfrutado mucho de Mi Encuentro Con Edgar...Y Su Novia.

Fin.

Una vez más, un millón de gracias por leerme. Espero hayan disfrutado de este nuevo relato de mi autoría. Cualquier duda, crítica, comentario, por favor, háganmela saber escribiendo en el apartado de comentarios, o enviándome un correo a skarletpricet@yahoo.es

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Besitos.

Skarlet.