Mi dulce quiosquera: Agradable sorpresa

Comencé mis vacaciones estivales pensando que haría las mismas cosas de todos los años...pero no podría estar más equivocado, ni más agradecido por ello...

MI DULCE QUIOSQUERA: AGRADABLE SORPRESA

(Principio de la pentalogía. Continua en "M.D.Q.: El Deseo hecho realidad")

Saludos, lector. Quiero contar la historia que me ocurrió hace ya mucho tiempo. Pero antes, debo hacer una pequeña introducción. Soy de un pueblo costero, esos donde todos se conocen y casi nunca hay peleas o riñas entre vecinos. En la barriada donde vivo estamos el típico círculo de amigos, y el quiosco donde solemos ir a comprar. Antes la calle era céntrica, pero tras unas obras, quedó relegada a secundaria, y el quiosco perdió mucha clientela. Por suerte, construyeron una especie de polideportivo no muy lejos, por lo que cuando hacían alguna competición, el negocio reflotaba, aparte de que los amigos siempre le hacíamos gasto porqué la dueña nos caía muy bien.

Bien, y tras estos detalles, avanti toda. Una vez acabaron las clases, volvimos a la rutina de reunirnos detrás de un patio de vecinos, que además coincide con la parte trasera del quiosco. Como cada día, antes de ir al patio para esperar a los amigos, pasé por "Magenta"(el quiosco se llama así). Y allí estaba ella: Patricia, la dueña. 1’65 de alto, pelo castaño claro ondulado, de pequeña melena hasta el hombro, ojos verdes, unos 70 kg de cuerpo bien formado, y unos 27 años. Patricia era un encanto, porqué nunca se enfadaba con nadie, pasara lo que pasara, y nos encantaba que fuera así(bastantes broncas teníamos ya en clase y en casa de cada uno).

-Holaaa guapaaa-saludé en tono melódico-. ¿Cómo estamos hoy?.

-Muy bien-me dijo con su voz de terciopelo-. ¿Cómo estás tú?.

-Yo feliz-dije sonriendo-. Las vacaciones no deberían acabar nunca, y

No pude seguir hablando. Tardé en darme cuenta de que Patricia llevaba una camiseta de generoso escote, y sus hermosos pechos estaban más definidos que nunca, casi podía verlos. Me quedé tartamudeando, mientras ella reía con ganas.

-¿Qué pasa-preguntó sonriendo-?. ¿Nunca has visto unas?.

-Eeeh….eeemmmm…sí-mentí-, sí las vi…pero nunca tan preciosas…digooo tan de cerca…digooo tan buenas….no, bueno…es que….

Allí estaba yo, haciendo el más espantoso de los ridículos, mientras ella solo se reía con risitas cariñosas. Patricia siempre había sido exuberante, pero aquello me había pillado de sorpresa. Intenté arreglarlo, pero solo lo empeoré. Ella, por su parte, me decía que no pasaba nada, pero que hacía tanto calor que tenía que vestir lo mínimo para evitar los sudores. Luego, con expresión risueña, miró a su izquierda(hacia la calle para ver si había gente), a la derecha para asegurarse de que estábamos solos, y luego, para mi asombro, se bajó la camiseta, dejándome ver aquellas curvas bien firmes. Ella, mientras tanto, estaba risueña, como siempre, pero mi pantalón parecía querer romperse en pedazos. Casi quise ir a tocarlas, pero estaba tan asombrado que me quedé inmóvil. Patri se la volvió a subir, y me hizo una mueca para que me acercase.

-Ahora son las siete. Vuelve en dos horas, cuando me toque cerrar.

-Sí, claro-dije aun estupefacto-.

Marché de allí llevándome un par de paquetes de pipas y poco más. Durante esas dos horas, mi mente no dejaba de divagar sobre lo que había visto, y su naturalidad al hacerlo, sin falta de pudor. Mis amigos, que estaban pasándolo bomba haciendo que uno hiciera el tonto presumiendo de ligón, ni se enteraron. No paraba de mirar el reloj, mientras la vista, perdida en el horizonte, solo veía aquellos pechos mostrados de manera tan generosa, pero mi espera tuvo su fruto, y cinco minutos antes de que se cumplieras las dos horas, volví, encontrándome a Patri con sus amigas habituales Mónica y Lara, las tres de normal cotilleo.

-Bueno, chicas. Ya llegó el ayudante, así que ya cierro-dijo Patri riendo-.

-Sí hala, a largarse a casita, que el negocio ya cierra puertas-bromeé con ellas-.

-Sí claro, como si estuvieses aquí por el negocio-dijo Mónica airadamente-.

Por un momento me quedé pensativo, intentando descifrar aquella frase. ¿Le habría contado Patri lo que hizo?. La verdad no me importaba, pero había cierto desdén, casi como si se hubiera ofendido. Patri me sacó de mis pensamientos, y ellas, que se fueron al ver que iba a cerrar, nos dejaron limpiando un poco el local. Me quedé allí solo, y sin que me diera cuenta, echó la reja de la puerta, dejándonos dentro. Luego vino hacia mí con cara de haber tenido una experiencia divina o algo así.

-¿Puedes ir a la parte de atrás?. Quiero que veas algo.

-Claro-respondí-. Vamos p’atrás. ¿Qué es lo que me quieres enseñar?.

-Algo que te gustará-y sonrió con malicia-. Vamos.

Iba detrás de mí, y mientras íbamos hacía allí me abrazó, quedando unida a mí. La verdad que se me hacía agradable que me abrazase. Cuando estuvimos en la parte de atrás(un pequeño cuartucho para paquetes y poco más), Patri volvió a enseñarme sus pechos, pero está vez quitándose la camiseta, empezando a desnudarse. Poco a poco me lanzó toda la ropa, hasta verla como vino al mundo. Jamás imaginé que debajo de aquella ropa hubiera un cuerpo tan soberbio y con tantas curvas. Un fuerte calor brotó de mis pantalones, de los que despuntó mi sexo, erecto por ella. Quise ocultarlo, pero sólo conseguí volver a hacer el ridículo. Patri, sin tapujos, se me acercó y me cogió las manos para que la acariciara, de modo que me dejé llevar. Me extrañaba estar allí haciendo aquellos juegos con ella, dado lo amigos que éramos y lo bien que nos llevábamos. No entendía qué le pasaba, y porqué quería hacer eso, pero no iba a preguntárselo. Me encantaba tocarla, y solo quería seguir haciéndolo. Me guió por su cuerpo, mientras poco a poco también me quedé desnudo para ella. "Guau, que ejemplar-dijo al verme con mis 17 cm. de total erección(igual que mis años en aquel momento)-". Me lo tocó para sentirlo, dándome nuevas sensaciones que jamás imaginé que existieran. Mientras me tocaba, sentí el deseo de estrecharla entre mis brazos, de hacerla mía, y tomé la iniciativa de aquella cosa tan rica que estábamos haciendo. Recorrí su espalda, sus nalgas, sus piernas, y subí hasta su vientre, admirando su cuerpo serrano. Me sentó en un gran saco blando, y ella junto a mí, cogiéndome con fuerza y masturbándome un poco, mientras yo sentía por primera vez la sexualidad de una mujer en mi mano, algo que me parecía raro pero muy excitante. Percibí una humedad creciente, y entonces se detuvo. Miró directamente a mi entrepierna, con una cara de devoción que jamás vi en ella hasta la fecha. Creo que ni aunque le hubiese tocado la lotería hubiera puesto esa cara.

-Mmmmmmm-se relamió-, ¿sabes?, dentro de unos minutos me vas a hacer una mujer muy muy feliz. ¿Por qué quieres verme feliz verdad?.

-Sí, lo que tú quieras-le contesté-. Haré lo que sea por ti

Patri se sentó en mi regazo, de espaldas a mí, con mi sexo rozándole el cuerpo. Luego se acurrucó más hacia mí, y separó sus piernas para afianzarlas a los lados. Con gran destreza guió mi mano a la hendidura de mujer y me dijo que entrase en ella. Me desplacé un poco hacia delante, acercando mi barra de carne caliente a ella, hasta que una vez entró un poco, empujé hasta el fondo. Patri soltó unos jadeos y gemidos que me pusieron frenético. Estando bien fijada, no necesité de mis manos para sujetarla por las piernas, y las llevé a sus hombros, y más tarde a sus pechos para sentir aquellas montañas que me había enseñado, pellizcando sus pezones para arrancarla roncos gemidos. Patri iba y venía de un lado a otro, mientras yo empujaba dentro de ella cada vez más fuerte. Se retorcía como una serpiente, y se echó hacia tras sobre mi pecho, dejándose hacer por mis caricias. El calor de su cuerpo me inundaba, y me sentía rodeado de ella, casi acorralado en aquella posición que me era desconocida. Sus manos se acariciaban de vez en cuando, tocándose por todas partes, tocándome a mí, disfrutando con todo lo que podía.

-Mmmmmm síiii…sigue….hazme feliz vida mía…hazme feliiiiz ….

-Serás la más feliz del mundo…arff, arff-jadeé-…eres un cielo…te adoro

-Dame más fuerte amor…dámelo todo…sí, asíiii

Bombeé más potente en su interior, sujetándole la cintura para poder hacerlo. Su cuerpo temblaba por los cuatro costados, diciéndome que ya iba a gozar como una descosida. Me suplicó que acelerase más. Apoyó sus manos en la pared de enfrente, y totalmente sujeta, me convertí en un ariete martilleando con fuerza en ella. Sentí como algo crecía en mi interior, algo cada vez más grande, hasta que nos vimos desbordados y con los últimos esfuerzos, mi leche salió disparada cual flecha incendiaria, llevando un tremendo calor que nos inundó, y dimos un pequeño grito cuando por fin, alcanzamos el ansiado orgasmo, el primero en mi vida. Patri quedó quieta recibiendo aquel placer, mientras yo me quedé curvado, tan unido a ella como fuera posible. Estuvimos allí un buen rato, echados en el suelo sobre una manta improvisada. Patri me miró con una expresión de felicidad que me hizo abrazarla y besarla.

-Ha sido fantástico. Un poco inexperto, pero fantástico. Gracias

-¿Inexperto-pregunté extrañado-?. ¿Y como sabes que era inexperto?...

-Ay cariño mío, se sabe. Se nota que debía ser tu primera vez. ¿Acierto?...

-Pueesss…sí-dijo ruborizado-. Lo ha sido, y ha sido genial…Por cierto, yo…la verdad es que…te mentí de tarde…cuando me enseñaste

Patri comenzó a reírse totalmente divertida, mientras yo me rascaba la nuca en gesto de vergüenza, pero la verdad es que nunca me había sentido tan bien.

-Aaayyyyy-dijo-, pero que niño más rico eres, como te quiero

-Y yo también…¿te puedo preguntar algo?.

-A estas alturas lo ridículo es que preguntes eso-me contestó-.

-Vale. Quisiera saber 2 cosas. Primera: ¿Por qué has querido hacerlo conmigo?.

Patri me miró por unos instantes, con expresión complacida. Me recorrió entero con la mirada, jugando con mi pelo.

-Te conozco desde niño, y te he visto crecer hasta convertirse en un mozalbete y en un hombre. No he podido evitar sentirme atraída por ti.

-Gracias por eso, pero no soy un hombre aún. Tengo 17 años.

-No es eso lo que yo he sentido hace unos minutos-bromeó con ironía-.

-Jaajaajaajaajaa-reí-. Vaaaale-dije alegremente resignado-, soy un hombre, ahora sí. ¿Qué es eso de que te sientes atraída por mi?.

-No estoy enamorada, no te cofundas, pero sí me atraes, me atraes mucho…¿No tenías otra pregunta que hacerme?.

-Sí. Es algo que he querido preguntarte desde siempre. ¿Porqué siempre sonríes, sin enfadarte con nadie?, ¿por qué eres tan risueña?.

-Porqué la vida me parece maravillosa como para perderla en enfados. Además, hay tanta belleza por ahí, que es difícil enfadarse…belleza como la tuya, por ejemplo

Aquello me había llegado, y le estreché en mis brazos. Patri me preguntó si quería volver a repetirlo, pero le dije que no, que no me quedaban fuerzas. De todos modos, era mi primera vez. Pero sentí que ella sí necesitaba de algo más, y puse mi sexo en ella, comenzando a masturbarla. Ella, viendo que quería darle ese placer, se tumbo boca arriba, y dejó hacer.

Llevé mi boca por todo su cuerpo mientras Patri, ese cielo de placer, me decía piropos sin control alguno, perdida en nuestro universo privado de placer lujurioso. Me sentía muy macho en aquel momento por tenerla así, aunque luego me dije que eso era una estupidez, y mejor que sentirse "macho", es sentirse amante, y amado. Mis dedos proseguían en sus entrañas, y me encantaba el tacto de su sexo en mis manos. Un dulce olor a almizcle inundó mis fosas nasales y me hizo inclinarme para que pudiera olerla. Patri, viendo mi dedicación a ella, me dejó probarlo, y hundí mi lengua en su interior, sin que mis dedos salieran.

Que delicia de jugos probé en mi boca, que maravilla de mujer fundiéndose tenía para mí solo. Sus espasmos se hicieron más intensos, y me apresuró a que la hiciese gozar, que ya no podía esperar más. Cuando llegó al ansiado clímax, se quedó rendida, respirando, casi sudando. Me dijo que fuera con ella y quedamos juntos un buen rato, sin decir palabra. Hasta el día siguiente no volví a ver a mis amigos, y no les dije nada, no me sentí capaz, yo no se si ella hubiera querido que fuera contándolo por ahí. Además, aún quedaban muchos placeres nuevos que Patri me haría descubrir, cosas muy ricas, pero eso será más adelante