Mi dulce Mónica
Calenton con mi ex, mientras su madre duerme a nuestro lado.
CON SU MADRE A NUESTRO LADO
Esto sucedió en casa de mí ex novia. Ella vivía en otra provincia así que cuando iba a verla dormía en casa de sus padres. Una tarde después de comer nos tumbamos cada uno en un sofá. Nos habíamos echado unas mantas por encima ya que aunque era verano ese salón era el mas frío de la casa. Al rato, cuando ya casi estábamos dormidos, llego su madre al salón y dijo:
Mónica pásate al otro sofá con Javi y déjame a mi este-
Se levanta del sofá y se acerca a mí dejándome ver la parte baja de sus senos, ya que no los tapan la corta (cortísima) camiseta que lleva. Levanto la manta invitándola a tumbarse, mientras intento mantener tapada mi erección. Se tumba dándome la espalda mientras la rodeo con un brazo. Huele como deben de oler los ángeles, me encanta ese perfume.
Su madre poco a poco se va quedando dormida, y yo intento tocarla llevando una mano por delante y la otra por detrás. Ella aprieta los muslos privándome de mi deseo, sin embargo una mano juguetea con su vello púvico mientras la otra acaricia su ano muy despacio. Al poco me doy cuenta de que sus muslos empiezan a abrirse poco a poco, así que mi mano delantera baja un poco mientras mi boca juguetea con su oreja. La oigo suspirar muy levemente y rezo por que su madre que tiene su cabeza a apenas dos palmos de las nuestras esté lo suficientemente adormilada para no oírla. Llegados a este punto Mónica se gira lentamente hasta quedarnos cara a cara.
Eres muy malo- me susurra al oído con tono lascivo
Lo cual solo hace que yo obtenga una gran erección por segunda vez en la tarde. Pone una pierna sobre mí permitiendo al brazo que se ha quedado en medio total libertad. Esta vez la sigo acariciando por debajo del pantalón.
Mm- gime quedamente. Y yo rezo porque su madre siga sin oírnos
¿Te gusta?- pregunto sabiendo la respuesta.
Ssssssss, que nos va a oír- me susurra
Sin hacerla caso sigo ofreciéndola mi lengua. Ella saca la suya y empezamos a jugar. Al poco noto como su mano baja a mi entrepierna y la empieza a acariciar dulcemente.
acariciamé con la punta- me susurra mientras se muerde los labios dando la imagen de que se siente sucia por desear algo así
La aparto un poco el pantalón corto y la empiezo a acariciar con la cabeza de mi miembro. Nuestras bocas se vuelven a encontrar. La oigo suspirar y noto como baja otra vez la mano, esta vez para apartar ella misma el pantalón y así darme mas libertad. Veo como se pone colorada, como queriendo decir algo pero no atreviéndose. En ese momento su madre se levanta sin previo aviso y sale del salón sin decirnos nada, solo brindándome una sonrisa, como diciendo << yo estoy dormida>>. Sigo sin decirla nada, la vuelvo a mirar y me doy cuenta de que cada vez está más sonrojada, sigue queriendo decir algo, pero no se atreve.
¿Qué?- la pregunto con sonrisa picarona
Méteme la puntita por favor me dice mientras evita mi mirada
Eres una cochina susurro mientras cumplo su deseo
Ella se encorva un poco al sentir como entra poco a poco.
<
Me ofrece su lengua para lamerla mientras me mira queriéndome decir gracias. Yo la sonrío mientras me muevo adelante y atrás metiéndola solo la punta. En ese momento aparece otra vez su madre y se vuele a tumbar. Al oírla Mónica cierra los ojos y yo me pongo a acariciarla el pelo. Su madre y yo nos miramos. Me hace un gesto señalando a su hija.
Aquí me tiene acariciándola el pelo y ya casi dormida- la digo en voz baja como no queriendo despertarla.
Ella me sonríe y se vuelve a tumbar en el sofá. Gracias a la manta que tenemos por encima, y que Mónica tiene una pierna por encima, su madre no se percata de que yo por debajo sigo moviéndome, bueno creo que no se da cuenta. Fuerzo delicadamente a Mónica a que alce un poco mas la pierna y a que la coloque apoyada en el respaldo del sofá para que así su cuerpo no roce con el mío, y así evitar aun más que la menta se mueva al mover mi cintura. Y así poder moverme más rápido. Ella coloca su cabeza contra mi pecho para que sus suspiros queden amortiguados por mi cuerpo.
Sigo moviéndome rezando porque su madre siga sin saber lo que estamos haciendo. Al ratito su madre se vuelve a levantar y se mete en la ducha, lo cual nosotros aprovechamos para coger un condón y ponérmelo. Así podemos seguir sin miedo a ensuciar el sofá. Ella se puso a veinte uñas y yo la acoplé por detrás habriéndola las nalgas para poder ver su ojete. Su cabeza se movía al ritmo de mis embistes, y sus pechos dibujaban círculos, no pude evitarlo y se los estruje con fuerza justo antes de venirnos los dos.
Nos volvimos a colocar bien la ropa y nos volvimos a tumbar para que su madre no sospechase.