Mi dulce hermanita

Me costaba verla como hermana, pues esta hermosa lolita provocaba en mi extrañas sensaciones, por un lado trataba de mirarla verdaderamente como a uno de mi familia y luego la veía como una mina más rica que la cresta...

Mi Querida Hermanita

Soy hijo de padres que se separaron cuando yo tenia dos años, me crié con mi madre y mi papá rehizo su vida sentimental con otra pareja con quien tiene tres hijas, el contacto con ellos ha sido muy esporádico y de hecho tengo conciencia de que tengo hermanas solo hace unos diez años.

Desde un principio me llamó la atención la mayor, su belleza y su figura no pasaban desapercibidas para nadie, entre ella y yo existe una diferencia de nueve años. Me costaba verla como hermana, pues esta hermosa lolita provocaba en mi extrañas sensaciones, por un lado trataba de mirarla verdaderamente como a uno de mi familia y luego la veía como una mina más rica que la cresta. En las ocasiones que fui a visitar a mi papá, me sorprendí varias veces mirándole su figura con ojos lascivos, mientras en mi cabeza repetía que lo que estaba pensando estaba mal.

Siempre imaginé que ella me miraba con otros ojos, eso no era así, pero un día se celebraba un evento en la casa de su familia, ella llegó tarde del trabajo cuando yo ya tenia algunas copas en el cuerpo, venia con una faldita muy coqueta, me saludó y al notar que estábamos solos me mostró una pequeña marca que se había hecho en la pierna durante su trabajo, se la levantó dejándome ver sus exquisitas piernas y parte de su culito, cuando vi su calzoncito, solo atiné a respirar profundamente y decir: "¡Que lata!"

La fiesta duró hasta las tres de la mañana, como estaba medio bebido no dejaron que me fuera a mi casa, así que llamé a mi esposa y le expliqué. Me quedé en el sofá y esperé unos cuarenta y cinco minutos sin saber que estaba haciendo y porque lo estaba haciendo. Cuando me quedó claro que todo el mundo dormía ya estaba parado frente a su puerta recordando lo caliente que me había dejado en la tarde con su faldita, sabiendo que dormía sola entré decidido a mirar su hermoso cuerpo, poder ver lo que ella misma me había mostrado pero ahora con ojos de hombre.

Puede que alguien no comprenda ni acepte que un hombre llegue a sentir atracción por su hermana, pero si uno analiza los hechos se dará cuenta que todo tiene su punto de vista. A saber, nunca tuve conciencia de tener hermanas, nunca me crié con ellas, la sangre igual tira lo que ya predispone que nuestros sentimientos afloren, ella es linda, exquisita, y yo... además soy demasiado caliente.

La luz que entraba por la ventana me permitía ver algo, llevaba un camisón, intenté verle sus diminutos calzoncitos levantándole el camisón y ahí estaba, un hermoso coño se le transparentaba por su braguita, no pude evitar acercar mi nariz y sentir el agradable olor de una hembra joven y deseable, el cual por cierto hizo que mi pene casi explotara. Pero necesitaba mas, ahora quería ver sus tetas, esas diminutas pero firmes tetas. Me estaba volviendo loco, era mi hermana ¿qué estaba haciendo?

Mil preguntas pasaban por mi cabeza, pero decidí no contestarlas, estaba metido de lleno en mi lujurioso plan y no iba a echarme para atrás, entonces me las arreglé para subirle su camisón, no llevaba sostén por lo que me anoté otro punto a mi favor, todo parecía irme bien aquella noche, la postura de mi dulce hermanita era la correcta para todas mis maniobras y de un movimiento lento pero efectivo, logré dejar afuera uno de sus pechos.

Que espectáculo tenia ante mis ojos, mi hermana semidesnuda al lado mío durmiendo tiernamente, podría haber estado observándola y olisqueando su conchita toda la noche, pero no tenia toda la noche, necesitaba quitarme la calentura rápidamente o el asunto se me iría de las manos.

Me metí la mano en mis bóxer y comencé a masturbarme, -¿qué mierda estoy haciendo? Me preguntaba una y mil veces mientras seguía observándola, oliéndola y masturbándome. Juré que sería la única vez que haría algo así, y continué hasta que acabe en mis propios bóxer imaginando a mi hermana haciéndome feliz. Pero el remordimiento fue inmediato y quise huir, no sin antes bajarle el camisón, taparla y besarla muy delicadamente en la cara, me pareció que al mirarla sus ojos estaban entreabiertos, me asusté y me quedé inmóvil, pero ella se dio media vuelta y continuó durmiendo. ¿Se habría dado cuenta de todo?. Al día siguiente me levanté temprano y me fui a mi casa.

Pasaron algunos años y ella se casó, luego tuvo un hermoso varoncito y mientras tanto nosotros seguimos con el contacto esporádico, a veces ella me llamaba y otras la llamaba yo. Cuando hablábamos, me volvían a la mente los minutos que la tuve tan cerca y solo para mí, pero yo trataba de alejar esos pensamientos repitiéndome que era mi hermana y nada que ver lo que yo estaba pensando.

Pero el destino es cruel e impredecible, un día me pregunta si la puedo acompañar pues por razones laborales debe viajar a otra ciudad durante el fin de semana, hablé con mi esposa y me dijo que le parecía bien además que así servia para compartir y conocernos mas con mi hermanita, quien también iba sola. Pero cuando fui a buscarla el jueves en la tarde me comentó que el viaje no iba, pero que podríamos arrancarnos igual, así nos tomábamos unas pequeñas vacaciones. Me conseguí la cabaña de un familiar y partimos rumbo a la aventura.

Llegamos tarde, así que cenamos en una estación de servicios, ya en la cabaña conversamos de todo y todo nos causaba risa, hasta que de repente me leyó de una revista que el amor entre hermanos es una de las formas mas sinceras de sentir. Me quedo mirando y me dijo bien seria que podía decir con toda propiedad que me amaba pues ella a mí nunca me haría daño, me conoce y me acepta como soy, siente admiración por mí y me encuentra el mas lindo de la tierra. Siguió leyendo y marco énfasis en que un alto porcentaje de hermanos se enamoran entre sí y que su amor lo demuestran cuando pueden echarle la culpa a otros factores, como el sueño o el alcohol, y sonriendo me dijo ¿y si tu te enamoraras de mí, que harías? Yo me quede pensando sin saber que responder, pero ella me evitó el bochorno porque se paró a buscar un trago y cuando volvió seguimos hablando de otros temas.

Nos costó decir buenas noches, hasta que me pidió que nos tomáramos el último combinado al seco, así podríamos dormir tranquilamente, este trago me dejo bien borracho y me acosté en la pieza chica, a pesar de estar mareado, estaba conciente de todo y me costó quedarme dormido, al rato después de repente escuché unos pasos que entraron a mi cuarto y al notar la silueta de mi hermana metiendose a la cama, me hice el dormido y comencé a respirar mas profundo... estuvo un rato bien tranquilita pegada a mi cuerpo, pero después empezó a acariciarme la espalda, yo seguí haciéndome el dormido mientras ella mo tocaba el torso, los brazos, el vientre, hasta meter la mano por debajo de mi slip y agarrarme la verga que ya estaba muy grande, se escondió bajo la colcha y comenzó a chuparmela. Que delicia, era algo tan exquisito y a la vez tan prohibido que me excitaba mas. Yo supuse que mi dulce hermana se había dado cuenta que yo me había despertado, pero ahora entiendo que ambos jugábamos con el sobreentendido. No me atreví a tocarla, me deje hacer. Cada vez chupaba y me pajeaba con mayor intensidad, yo sentía sus tetitas rozando mis muslos y su otra mano en mi culo. No aguante mas y como no podía avisarle, me descargue todo en su boca. Fue la primera vez que emitió sonido, jadeaba mientras me masturbaba mas frenéticamente y se tragaba toda mi verga, luego subió y quedo a mi altura, me hizo cariño en la cara y en el pelo. Al rato, se paró y se fue a su habitación, tan sigilosamente como había llegado.

Como es de esperar, aquella noche me costo quedarme dormido, mi mente mostraba las imágenes a cada momento y en mi cabeza solo podía pensar que mi dulce hermanita quería lo mismo que yo.

Al día siguiente, todo sucedió de manera muy normal, la misma amabilidad, las mismas sonrisas, nada especial. Sin embargo, después de almuerzo nos fuimos a la playa, allá nos recostamos sobre la arena y nos pusimos a jugar cartas. Al poco rato me trató de tramposo y se tiró arriba de mi espalda a atacarme, yo forcejee con ella y cuando me di vuelta, pude sentir su coñito justo encima de mi paquete, me tomó del cuello y simulando ahorcarme pregunto quien era la ganadora y yo sintiendo la suavidad de su entrepierna en mi pubis le di la victoria, me sonrió y volvió a su lugar.

Ya en la noche, bajamos a dar una vuelta a los bares y pubs, nos tomamos algunas copas y regresamos a la casa para seguir la fiesta, no sin antes abastecernos de un buen licor. Serví dos vasos y le pedí que brindáramos por nosotros y ella me abrazó y me dijo que éramos los hermanos mas sinceros del mundo, porque nuestro amor era real. Dicho esto se fue a acostar, yo me di un par de vueltas antes de irme a mi pieza, me acosté y al rato estaba parado afuera de su puerta, la escuchaba respirar profundamente y entré.

Me acerque a la cama no sin dificultad por la oscuridad, pero podía advertir el bulto que ella hacia en la cama. Respiré profundamente y me metí bajo la ropa, lo primero que percibí fue el calor de su cuerpo y su olor, me atreví a acercar mi mano y note que dormía desnuda. Hizo un pequeño movimiento que me asustó y retire la mano, pero se quedó inmóvil así que la volví a extender hacia ella. Ronroneaba como una gatita ¿podía creer que realmente estaba dormida? Mis manos fueron rodeándola hasta tocar sus pechos, firmes y hermosos, su culito rozaba mi guatita y eso me tenia loco.

Me sumergí en las sabanas y bese su trasero, mi lengua comenzó a recorrer sus nalgas las cuales después separé con mis manos y le bese su hoyito. Se movió ligeramente y quedó mirando hacia el techo, yo me acerque a su coñito y su olor me revolucionó todas las hormonas. Le aparté suavemente los muslos y ella ayudando un poco, abrió sus piernas para que yo pudiera sentir el sabor de su húmeda vulva. ¡Que delicia de mujer! Mi lengua entraba, salía, mordía y chupaba toda su conchita hasta que noté que estaba gozando y tenia un feroz orgasmo pues las contracciones de su mojadísima vagina y sus quejidos y movimientos eran mas que evidentes y me indicaban que lo había disfrutado.

Me acomodé al lado de su cara y ella con sus ojitos cerrados susurró algo que no entendí, le hice cariños y me paré, le bese la frente y me fui a mi habitación. Podría haber intentado hacerle el amor, pero era muy fuerte según yo y creí que era mas justo si solo le devolvía la visita. Eso sí, al llegar a mi cama, la paja fue monumental.

Al día siguiente, almorzamos en un restaurante a la orilla del mar y volvimos temprano a casa pues estaba nublado, encendimos la chimenea y nos quedamos sentados en el suelo, abrazados al calor del fuego, de repente ella se giró y me beso suavemente en la cara, se paró me ofreció alguna fruta y yo me senté en una silla, el regresar traía fresas, se puso una en la boca y la compartió conmigo, nuestros labios se acercaron provocadoramente, la segunda fresa fue mas calentona todavía, porque ella se sentó sobre mis piernas, para la tercera ya la tenia tomada de la cintura y ella de mi cuello, los besos se mezclaron con la repartición de la fruta, hasta que no aguanté mas y la bese, me paré de la silla agarrandola del culo y la llevé al dormitorio sin dejar de besarla, la recosté en la cama y me di cuenta que mi fiel amigo estaba a punto de estallar dentro de mi pantalón, por lo que me lo acomodé. Mi hermana me miró y con la voz mas tierna que he escuchado alguna vez, me dijo: "¿Qué haces hermanito?" Me quedé paralizado, con cara de estúpido y con una mano arreglándome el paquete, el cual solté rápidamente.

¿Acaso intentas violarme...? - me dijo mi hermanita.

Le dije que no, que me perdonará, que no sabia que me estaba pasando...

No seas tontito, sé que has estado pensando en mi y que te gusta mi cuerpo. ¿No tienes suficiente confianza como para hablarme de ello? Te hubieras ahorrado muchos dolores de cabeza... si quieres oler mi aroma, sentir mi sabor y poseer mi cuerpo no tienes mas que decirlo y yo te complaceré, si no lo hago por mi hermanito ¿quien lo hará?

Absolutamente sorprendido, me acerqué y la besé, esta vez su boca receptiva se abrió y su lengua se enredó con la mía. Mis manos entendieron antes que yo que su cuerpo era mío y comenzaron a buscar su intimidad, las manos de ella ágilmente se metieron entre mi pantalón y cuando alcanzó mi verga casi me desmayo. Sin despegar nuestros labios comenzamos a desnudarnos, no dejaba de acariciarla, besarla, olerla.

Me arrodillé y pude saborear su conchita, me quedé un buen rato hincado ante ella, su mano jugaba con mi pelo y su dulce voz me decía: "¡Hermanito, que rico!", la abrazaba y mis manos masajeaban sus nalgas, ella levantó una pierna y me permitió golosear con su clítoris mientras mis dedos se introducían en su conchita y en su culito. Le pedí que se recostara y besé su vientre, la di vuelta y seguí besándola por todas partes, bajé por sus piernas hasta sus delicados pies y me entretuve un buen rato chupando cada uno de sus deditos.

Luego volví a subir, seguí disfrutando del rico sabor de su coño un buen rato, entonces me dirigí a sus tetitas, las bese y me dedique a chupar sus pezones, cada cierto tiempo mordía la punta de ellos mientras mis manos acariciaban su espalda, sus cabellos rubios, su culito tan menudito. Era un cuerpo perfecto, el color de su piel, el sabor y aroma de su sexo, hermosa, tierna, mía. La besé como siempre había querido, como un hombre besa a la mujer que ama.

Sus manos no paraban de masturbarme, me recostó en la cama y comenzó a chuparmela de una manera divina, su boca era una entrada suave y húmeda que sabia muy bien como satisfacer a un hombre. Pasaba la lengua desde la punta hasta la base misma del tronco, lo acurrucaba contra su carita y lo volvía a chupar con pasión. Me besó y sus ojos reflejaban el placer que sentía en ese momento.

Se sentó en la cama, se mordió la punta de un dedo y me dijo: "Hermanito, ¿quieres hacerme el amor?". Hay cosas que un hombre puede soportar y otras que te vuelven loco, esta último frase me dejo inconsciente. La tomé por la cintura y me puse arriba de ella, mi verga a punto de estallar encontró inmediatamente la placentera entrada, en ese momento pude sentir los pelitos en mi cabecita, luego el calor de sus labios permitiendo que entrara suavemente en su cuerpo, y por ultimo la presión que ejercía su chochito en mi bestial compañero, comencé a moverme lentamente pues quería disfrutar esos instantes como si fueran los últimos de mi vida, pero sus manos en mi cintura me obligaron a seguir un ritmo mas acelerado. Nos volteamos sin separarnos y quedamos como cucharita, así mientras le atacaba desde atrás, la besaba, tocaba sus pechos y le acariciaba el clítoris.

Le pedí que se pusiera como perrito y se la mande a guardar sin compasión, con una mano le abría sus nalguitas y con la otra jugaba con su hoyito, luego lubrique mis dedos con sus jugos vaginales y con mi saliva consiguiendo que uno de mis dedos se introdujera por detrás.

Me pidió que me recostara y se subió arriba mío, podía contemplar su figura montada en mi, su suave cintura, sus dorados pelitos rozando mi pubis y mas arriba sus preciosos pechos, libres y firmes, en cuyas redondeces descansaba una cascada de oro que caía de su cabeza, sus ojos profundos y cristalinos me miraban y cada cierto rato su sabrosa boca me sonreía. Comencé a moverme tratando de llegar a lo mas profundo, con movimientos mágicos logré arrancarle unos quejidos y ya su vista no me enfocó mas, estaba poseída, cabalgaba en mi como drogada, hasta que unos quejidos mas fuertes y unos movimientos descoordinados la hicieron volver a mirarme, me sonrió y me dijo:

Ahora tu, hermanito, quiero que goces como yo lo he hecho -se volvió a poner como perrito- Ya sabes lo que te ganaste... solo te pido ternura y paciencia, porque no estoy acostumbrada...

Sin perder tiempo, le metí lengua en su culito hasta que mi saliva empezó a gotear de su hoyito, entonces me quede jugando un ratito con un dedo, luego otro. Acerque la punta de mi herramienta hacia su ano y le puse suavemente la cabeza, mi hermanita no paraba de repetir que le encantaba, seguí empujando con mucha precaución mientras sentía como mi miembro se abría espacio en su colita. Hasta que sin darnos, la tenia toda adentro y comencé a moverme rápidamente, ya no iba a aguantar y quería darle con todo, si era posible romperla, así que mis salvajes movimientos la tenían desquiciada, la volví a voltear pero sin sacársela y quedamos de frente pero haciéndoselo por su trasero. Seguí moviéndome como un animal, yo veía sus ojos y nuevamente parecía que había perdido el conocimiento.

Exploté lanzando litros de chorros de semen que mi hermana sintió en su interior como un río de lava que le quemaba las entrañas, le besé como se merecía, ella no me soltaba y me seguía apretando un poquito más.

Después de un rato, nos fuimos a bañar juntos, continuamos haciendo el amor toda la noche, de mil maneras y siempre queríamos más. Volvimos al día siguiente, la fui a dejar a su casa y nuestro papá preguntó como lo habíamos pasado.

Mi hermanito es muy buena persona, me atendió como una reina y me hizo pasar un fin de semana inolvidable. Ojalá lo podamos repetir mas seguido.

Desde esa vez comprendí que el amor carnal entre hermanos es absolutamente posible y que es más fácil que dos seres muy cercanos compartan un mismo placer y no solo sueñen con amarse libremente.

Hermanita, gracias.