Mi doctora una nueva conquista
Martha me cogía como si fuese un hombre, luego de varios minutos mi concha ya se había adaptado al tamaño de aquella verga y su sensación era cada vez más deliciosa, mientras ella me cogía por mi concha sentí el lubricante caer sobre mi ano y un dedo de Martita penetrándome, sabía lo que se proponía y me encantaba la idea, sacó su polla de mi concha y comenzó a restregar la protuberancia del glande sobre mi ano, haciendo presión con una mano logró introducir la cabeza plástica.
Me llamó la atención una comunicación de una chica odontóloga de casi 30 años,lesbiana, yo hacía poco me había iniciado en el bisexualidad, quien me describía sus gustos y remitía su dirección y algunas fotos, muy hermosa por cierto, ella se llama Martha y es una profesional de la odontología, es independiente y vive sola, su consultorio queda muy cerca de mi barrio, chateábamos bastante y aquella chica compartía los mismos gustos míos, yo también le remití mis fotos, quería que nos conociéramos, la llamaba a su trabajo o ella al mío y nos calentábamos diciéndonos lo que nos haríamos cuando nos viéramos, en más de una ocasión terminaba masturbándome en el baño, luego de oír todas las cosas excitantes y morbosas que ella me decía por teléfonos también la ponía loca con mis relatos.
Antes de continuar con el relato les cuento nuevamente para los nuevos que leen mi relato que me llamo Julieta tengo 33 años mido 1.70 cabellos castaños hasta los hombros, lindas piernas, culito y tetonas con pezones gorditos y gruesos, casada con Luis un marido hermoso y desde hace casi 1 año le soy infiel con mujeres, cada día me gustan más y a veces se me hace difícil disimularlo, creo que muy pronto algo sucederá ya son muchas las mujeres y cada día las gozo y me gozan más, es que amo a mi esposo pero últimamente las caricias, los mimos, y la lengua de las mujeres me dan vuelta .
Cierto día llamé a su consultorio y solicité una cita con su secretaria bajo otro nombre, quería comprobar primero como era realmente ella, acudí a mi cita y ella me atendió, por temor o desconfianza no le dije quien era realmente, ella es una mujer hermosísima, alta, de pelo negro, ojos enormes, un cuerpo muy lindo, una cara divina y lo que más me llamaba la atención eran sus senos, dos bellezas grandes y paraditas; ella se encontraba con su uniforme odontológico, una bata azul clara, me revisó la dentadura y cada vez que se acercaba a mí notaba el aroma exquisito que emanaba su cuerpo y la delicadeza con que me trataba, quería decirle quien era pero no me atreví, al cabo de ½ hora salí de allí directo a mi casa a acariciarme en la soledad de mi cuarto imaginándome como sería estar con aquella mujer.
El domingo en la noche no pude contenerme y la llamé a su celular contándole de mi visita a su consultorio, ella no podía creerme y se disgustó un poco al no haberle dicho quien era, pero igual, ella tampoco me reconoció pese a tener mis fotos; durante el transcurso de la semana continuábamos con nuestras llamadas telefónicas, calentándonos cada vez más y al fin acordamos una cita en su casa para el viernes en la noche, sin ropita interior
El viernes acordado salí temprano del trabajo y me dirigí al salón de belleza a fin de arreglar mi cabello y mis uñas, quería causar una buena impresión a aquella linda mujer, me puse un vestidito corto de lycra negra, medias veladas igual, sujetas con un liguero muy sexy y zapatos de tacón alto sin nada de ropa interior como le había prometido, encima me puse un abrigo verde oscuro pues no podía salir a la calle con ese vestidito tan vaporoso, llegué a su apartamento a las 8 de la noche, previamente había avisado a mis padres que me reuniría en casa de una amiga y que me quedaría a dormir allí.
Martita me recibió de beso muy cerca de mis labios, estaba vestida con una especie de kimono ceñido rojo hasta más debajo de la rodilla, pero con dos grandes aberturas a sus costados realzando sus magníficos pechos, su apartamento muy lindo, iluminado por velas y con la chimenea encendida, una música suave salía no sé de donde, nos sentamos en la sala con un par de copas de vino y nos pusimos a conversar, me encontraba súper nerviosa y muy excitada, aquella mujer me atraía de una manera salvaje. Nos sentamos una junto a la otra, llevábamos como 20 minutos charlando, cuando ella estiró su brazo y los pegó a mis senos, yo sentí correr electricidad por mi cuerpo, me miró, se sonrió y fue cuando yo supe que ella me deseaba tanto como yo, crucé mi brazo y le cogí de la cara le miré a los ojos y le sonreí, dándole un suave beso en la comisura de sus labios. Continuamos conversando de nuestras cosas y luego de un rato sirvió una exquisita cena, la cual casi no probé.
Volvimos a la sala y ahí estuvimos platicando, bebiendo, terminé sentándome junto a ella, demasiado cerca, me acerqué todo lo que pude a ella, y la besé en el cuello y en sus hermosos labios, puse mis labios en sus labios, comencé a besarlos, suave, tiernamente, hasta sentir que ella cedía, entonces comencé a meter mi lengua y ella soltó la suya y comenzó a besarme desaforadamente, empezó a acariciar mis piernas y yo a palpar sus senos, tal vez íbamos demasiado rápido, ella se apartó con la excusa de lavar la loza y se dirigió a la cocina, sentía mi raja arder y mis pezones duros contra mi vestido, no pude contenerme, deseaba a aquella chica ahora mismo, me encaminé a la cocina y me acerqué a ella por, pegando mi concha contra sus nalgas y agarrando sus senos la besé en el cuello muy suavemente, ella cedió a mis caricias, se volteó y me ofreció de nuevo su exquisita boca, nuestras lenguas se unían desesperadamente mientras su mano se apoderaba de mis nalgas, así besándonos nos encaminamos a la sala de nuevo, entonces sentí como toda su mano se apoderaba de mi entrepierna deslizándose suavemente, estaba empapada, luego de pasar unas cuantas veces su mano por entre mis piernas y empezar a lamerme la espalda haciendo que se me pusiera la piel más erizada todavía, metió el dedo por debajo de mi faldita y empezó suavemente a recorrer mi sexo.
Yo apegada a su lengua masajeaba suavemente sus senos, sintiendo el contacto de sus pezones sobre la delicada tela de su vestido. Con su mano izquierda me levantó la mini y empezó a masturbarme violentamente restregando sus dedos en mi clítoris, ella se paró, me dio vuelta en forma delicada y me metió la lengua en la boca mientras me tomaba las nalgas con ambas manos acariciándolas, a veces con las dos, y a veces una se desviaba y se me metía entre las piernas como si quisiera levantarme por el aire, cosa que casi logra. No tuve más remedio que abrazarla por el cuello, sino corría el riesgo de caerme.
Nos sacamos los vestidos, quedando completamente desnudas, yo conservé mis medias y mi liguero y nos fuimos a su recámara, besándonos por el camino, nos acomodamos en una cama inmensa y con espejos por todos lados y comencé a besarla toda, sus senos eran maravillosos, grandes con unas aureolas oscuras y coronadas por unos pezones rosados y duros, pasaba la punta de mi lengua por su pezón erecto y ella se revolvía en la cama, fui bajando, comencé a besar su vientre, deteniéndome en su ombligo, ella me ponía sus manos en mi cabeza, empujándola hacia abajo, abrió sus piernas, y prácticamente metió mi cabeza entre ellas, yo estaba en el cielo, tenía un coño exquisito, con muy poco vello púbico y unos labios enormes y gorditos, comencé a chupar su delicado clítoris muy suavemente, rodeándolo con mi lengua como si se tratase de un pequeño pene.
Ella gemía y gemía, metí mi lengua en su húmeda vagina y sintiendo la viscosidad de su raja ardiente, pasaba mi lengua por su clítoris y sentía como se estremecía, comencé a meter un dedo en su vagina, la exploré, busqué sus puntos de placer, comencé a jalar humedad hacia su ano comencé a jugar ahí, ella solo me decía: así, así, así, así, le metí dos de mis dedos en su vagina y comencé con el mete saca, sin apartar mi lengua de su botoncito, sin descanso, resbalaba completamente, estaba empapada, comencé a sentir como se contraía su vagina y teniendo los dedos adentro, los abrí, entonces ella pegó un grito de placer, se ve que le encantó.
Llegamos juntas al orgasmo sin yo tocarme, entonces le tocó su turno a ella, Martha con ambas manos apretó mis pechos como si quisiera juntarlos y empezó a lamer mis pezones en forma frenética. Los lamía en círculos recorriendo la aureola y dándome pequeños mordiscos en los pezones que parecían que iban a salirse de su sitio.
Yo sentía pequeñas convulsiones entre mis piernas, estaba tremendamente mojada y estaba bañada en sudor por el calor que me transmitían sus caricias.
Dejó de chuparme los pechos, y fue con su lengua lamiéndome el vientre, empezó a jugar con su lengua recorriéndome el sexo como podía, yo en la cama boca arriba y tenía mis manos apretando las sábanas y mis piernas arqueadas esperando la lengua de Martha en mi sexo que estaba empapado. Martha se puso de rodillas al borde de la cama, levantó mis piernas arqueando las rodillas, y empezó a lamerme los muslos. Martha fue bajando con su lengua por mis piernas, hasta que llegó nuevamente a mi sexo.
A esta altura mis jugos vaginales corrían por mi vagina hacia abajo, se paraban en mi ano y empapaban la sábana. Realmente estaba dejando un verdadero charco en la cama. Ella separó con mucho cuidado mis labios vaginales. Con su mano izquierda separó los labios que recubren el clítoris y empezó a darme pequeños toques con la punta de su lengua. Recuerdo que yo saltaba de placer. Tomó mi clítoris con el labio inferior de su boca mientras que con la lengua lo levantaba y lo acariciaba. Lo tenía aprisionado, luego tomó mi clítoris entre ambos labios y los apretó, como si quisiera mordérmelo, y en forma frenética empezó a mover su lengua de izquierda a derecha a una velocidad alucinante.
Empecé a retorcerme en la cama, sentía mi vientre como si estuviera hinchado, y lo que tenía en la vagina eran verdaderas convulsiones. Cada vez que sentía los espasmos, ella seguía jugando con su lengua y me hacía pegar saltos en la cama, y luego violentamente ella me acomodaba a su gusto y antojo para seguir chupándome. El calor era insoportable, la sábana estaba empapada con mi sudor y mi jugo, así que ella decidió que me pusiera de rodillas, mirando hacia la pared.
Esta vez me tenía agarrada de las nalgas y tiraba hacia los costados abriéndomelas, lo que me producía un fuerte dolor, pero gustoso. Sentí como con su dedo mayor de la mano derecha acariciaba en círculos mi ano como si quisiera meterme el dedo pero sin hacerlo, hasta allí había llegado mi jugo, y esa zona era una rara mezcla de sudor y jugo.
Me tenía aprisionada, cada orgasmo que me dejaba dando saltitos promovía que ella me sujetara con más fuerza como para no dejar de lamer mi sexo en forma ensañada. Mi pidió que me cambiara de lugar, y a su vez me pidió que empezara a hacerle las mismas cosas que ella me hacía a mí. Me incorporé, me di vuelta, apoyé mi sexo nuevamente en la cara de ella, y ella con sus manos empujó mi cabeza hasta su sexo.
Con su mano izquierda pude ver como se separaba los labios vaginales para que su clítoris quedara al descubierto. Con su mano derecha empezó a acariciarse y me dijo que así debía hacerle yo con mi lengua. Pude ver que su jugo era blanco y espeso. Estaba tanto o más mojada que yo. Puse mi cabeza tratando de tomarle el clítoris con mi boca, y hundí mi nariz en su sexo lo que me aterró porque con sus jugos se me tapó la nariz y no podía respirar. Sé que martita tuvo un orgasmo, y lógicamente yo tuve otro.
Entonces me colocó sobre la cama boca abajo, tomó una almohada y la puso a la altura de mi pelvis. Me dijo que metiera mi mano entre mis piernas y que me tocara, hasta sentir lo que ella me había hecho sentir.
Yo metí mi mano entre la almohada y mi vientre y empecé a masturbarme, mientras sentía como Martha me separaba las nalgas y empezaba a jugar en círculos con al agujero de mi ano. Ella dobló la almohada a la mitad para que mi culo quedara aún más arriba, y cada vez hacía más presión, por un lado separando mis nalgas y por el otro con su lengua, la que totalmente recorría mi parte trasera más íntima y de a poco se metía dentro de mí.
Lo cierto es que siempre me ha gustado el sexo anal y estaba por venirme otro orgasmo, ella metía y sacaba su lengua de adentro mío me estaba penetrando con la lengua, instintivamente metí mi mano entre la almohada y mi concha acariciando mi clítoris mientras Martha continuaba follando mi ano con su preciosa lengua, como yo también deseaba hacerle lo mismo, me volteé y ella se encaramó encima mío, ofreciéndome su rica concha, hacíamos un delicioso 69, metía mi lengua muy adentro de su vagina y mis dedos hurgaban suavemente su ano, abrí mis piernas al máximo cuando sentí el dedo medio de Martha enterrado de un solo golpe en mi dilatado ano, movía su dedo muy dentro de mi mientras chupaba mi clítoris
¡Como me gustaba aquello, que delicia! martita era una experta y en escasos segundos mi nuevo orgasmo llegó casi al tiempo con el de ella, sus jugos inundaron mi boca que se abrió con avidez para lamerlos en su totalidad, mientras ella hacía otro tanto con mi anegada concha.
Caímos rendidas en una especie de sopor, jadeantes y sudando, acariciándonos y besándonos suavemente, mis dedos acariciaban sus pezones, mientras uníamos la punta de nuestras lenguas y susurrábamos palabras cariñosas, Martha saltó de la cama y me dijo si quería ver su armario secreto, desconociendo lo que contenía me pare y nos dirigimos a un mueble bastante grande, al abrirlo casi no puedo creer lo que había allí: lo menos 100 pelis xxx de todo genero, látigos, esposas, máscaras, consoladores de todos los tamaños y colores, mini tangas y ropa de cuero, cremas, lubricantes, aquello parecía una tienda de sexy shop, me preguntó que si me gustaba algo en especial y mi vista se fijó en un gran consolador negro de látex de esos de amarrar a la cintura mediante correas.
Aquella verga plástica me fascinaba, debería medir unos 26 cms de larga y 6 de grosor, la tomé y la pasé sobre la comisura de mis senos y sobre mis pezones que al contacto respondieron de inmediato, marta capto mis deseos y allí mismo me hizo colocar en cuatro patitas sobre el suelo mientras se colocaba el aparato, sacó un lubricante y frotó con el toda su extensión, se arrodilló y embadurnó su mano derecha de lubricante y colocándose detrás mío metió sus dedos en mi concha lubricándola aún más.
Tomó posición agarrándome por las nalgas no sin antes golpear con su aparato varias veces mis glúteos, sin más aviso introdujo de un solo golpe casi la mitad de aquella enorme polla haciéndome pegar un grito y por poco caigo de bruces sobre el piso, de inmediato comenzó su mete y saca de una forma cadenciosa, el placer de aquel aparato dentro de mi vagina me electrizaba, sentía sus manos aferradas a mi cintura atrayéndome hacia ella e introduciéndome aquel falo plástico, sus movimientos se aceleraban más y mis nalgas se contoneaban sobre aquélla cosota.
Martha me cogía como si fuese un hombre, luego de varios minutos mi concha ya se había adaptado al tamaño de aquella verga y su sensación era cada vez más deliciosa, mientras ella me cogía por mi concha sentí el lubricante caer sobre mi ano y un dedo de Martita penetrándome, sabía lo que se proponía y me encantaba la idea, sacó su polla de mi concha y comenzó a restregar la protuberancia del glande sobre mi ano, haciendo presión con una mano logró introducir la cabeza plástica, el dolor para mi sorpresa no era tanto como pensaba, tal vez por lo excitada que estaba, el caso fue que al cabo de unos segundos aquella enorme verga ya se encontraba totalmente alojada en mi interior anal. Los movimientos de Martha unidos a sus besos hicieron que en cuestión de segundos tuviese un maravilloso orgasmo, sentí los últimos espasmos de esa polla dentro de mi agujero y caí rendida al piso, Martha cayó sobre mí apretando mis senos y ofreciéndome su deliciosa lengua, no se cuanto tiempo permanecimos así abrazadas y besándonos, luego nos fuimos de nuevo a su alcoba donde nos acostamos en medio de caricias y observándonos en aquellos espejos.
Hasta que nos repusimos y la calenté chupándola enterita su conchita su culito, tomé un pene como el que usó ella, pero doble, 24 x6 una y 20 x6 otra, una la coloqué en su conchita y la otra en la puerta de su culito, ella solita empezó a bombear y las dos vergas se entraron hasta mis pelvis que pegaba cada vez que ella se los enterraba todos y así gritó de placer 3 veces y a la 4 pareció desfallecer y yo caí rendida y me metí una verga en mi conchita y terminé como loca.
Nos dormimos y nos despertamos ya avanzada la mañana nos duchamos e hicimos un tijera de novela en la ducha y nos fuimos a nuestros hogares espero les guste
Besitos nos estamos viendo.
Autor: Julieta