Mi divorcio
Como un padre y una hija se convierten en amantes por un divorcio.
MI DIVORCIO
Debo decir que no se como expresar mi agradecimiento a mi "ex" ya que gracias a su comportamiento posterior al divorcio, y a mi paciencia, con los años tuve como premio la mejor amante: MI HIJA.
Como primer punto, es mi deber presentar mis excusas por el largo tiempo sin escribir, en segundo lugar dar las gracias por los conceptos emitidos por mis anteriores relatos. Espero que el presente sea de su agrado.
Esta historia aunque contada en primera persona, no es mía, debo aclarar que me fue confesada por un amigo en mi oficina, y aunque los nombres no fueron cambiados, también podría agregar, que es tan común la historia, que cualquiera de nosotros podría ser el protagonista de esta narración. Por ultimo solo puedo decir que este relato es 100% verídico, aunque claro, ustedes tienen la ultima palabra de creer o no creer.
A consecuencia del divorcio las relaciones con mi única hija no fueron del todo satisfactorias, motivo muy simple: su madre Olga, mi ex esposa, la cual es una persona de pocas ideas, pero fijas, ella en su estrecho criterio piensa y razona, que si una persona no esta a su lado, esta en su contra y como nos divorciamos, pase de un viaje del padre de su hija a su peor enemigo.
Para el momento del divorcio, Karen contaba con 6 años de edad, y nuestra relación padre-hija, era si se quiere bastante cercana, al punto que pasaba casi todo el día sobre mí. Jugaba y comía sobre mis piernas, nos hacíamos cosquillas en fin todo lo que uno quiere y puede hacer con una hija, a la hora de dormir, Karen siempre pedía dormir con los dos, Olga se negaba de plano, y yo subía a la niña a la cama, con la promesa de cuando se durmiera la llevaba a su dormitorio.
Esta situación cambio con el divorcio, ya que pase dos largos años sin poder ver a mi hija, ya que cuando llegaba a la visita programada, unas veces no estaba, otras veces estaba durmiendo, otras había salido con sus tías, total que con la separación perdí a mi hija, total que desistí de seguir en esa agonía no volví más, suspendiendo de paso el pago de la pensión, tal como le hice saber a Olga, si no hay hija, tampoco pensión, y como no se si esta viva o muerta, pues tampoco hay pensión alimenticia. Me amenazo con la justicia y le dije anda por la denuncia, que yo voy a decir que tengo dos años sin ver a la niña, así que tú veras, parece que consulto, con alguien, y le dijeron que ella estaba más cerca de prisión que yo, lo penso bien (digo yo) y más nunca me llamo.
Pasaron varios años, hasta que una tarde recibí una llamada, era Karen, que con ayuda de unas compañeras de estudio se dedicaban a llamar por teléfono a todos los Eduardo Pérez del directorio hasta que dieron conmigo, después de los saludos iniciales y de enterarme de cómo me hallaron, comenzaron las criticas a mi comportamiento y debo de confesar que fueron de todos los calibres, unas bien fundamentadas y otras producto de la influencia de querida madre. Cuando pude hablar en medio de aquella lluvia de quejas, le dije para vernos personalmente y así terminal de aclarar nuestra situación.
A regañadientes y con la promesa de que no la iba a dejar esperando, quedamos en vernos al día siguiente como a las 2 de la tarde cuando terminara sus actividades estudiantiles. Esa tarde me presente como a la 1.30 p.m. y espere pacientemente a que Karen apareciera, como a las 2.20 llego, con una sonrisa picara en su rostro, lo que me hizo pensar que me estuvo haciendo esperar a propósito.
Hola, como estas.
Niña, que grande y bonita
Si, ya tengo quince años y nueve sin vernos
Lo sé, también sé contar.
Papá, dime por que nunca mas volviste
Al terminar esta frase se arrojo en mis brazos llorando, nuestras lagrimas se unieron y abrazados estuvimos largo rato, sentí como su juvenil cuerpo se pegaba al mío, sus pequeñas pero duras tetas en mi pecho, sus delgados muslos rozaban los míos, era como si quisiera fundirse en mi cuerpo y por mi parte la estrechaba con igual fuerza, buscando en un solo abrazo resarcirnos por todos estos años alejados uno del otro.
Caminamos un rato buscando donde sentarnos a conversar, íbamos abrazados, yo llevaba mi mano sobre su cintura, ella su cabeza recostada en mi hombro. La verdad es que Karen, se había convertido en una espigada muchacha, mientras paseábamos con disimulo la fui detallando, unas buenas tetas para su tamaño, no muy grandes, eso si plenas, redondas y firmes tal como pude sentirlo cuando me abrazo, lindas manos y bellos dedos rematados en unas largas uñas, cabello largo y abundante, un poco mas debajo de los hombros, boca grande y labios delgados, nariz pequeña, ojos marrones, cejas gruesas, vientre plano, piernas largas, total una verdadera quinceañera. Entramos a una cafetería, pedimos algo de comer, continuamos conversando y fue cuando pude exponer mis argumentos, pude oír las quejas de Karen y dar respuesta a las mismas, en ese establecimiento pude detallar con mas calma a mi hija, ella cambio de lugar, sentándose a mi lado, acercando un poco mas su silla, al cruzar sus piernas, tuve una ligera visión de sus pantaletas azules, ay que la falda de su uniforme era poco corta, pude ver sus bien torneados muslos, llegando a la conclusión que mi hija estaba bien presentable.
Luego de ese día Karen y yo mantuvimos varias conversaciones telefónicas y por supuesto la espere varias veces a la salida del Liceo (Instituto de Educación Secundaria), demás esta decir que estas entrevistas fueron a espaldas de Olga, con la finalidad de evitar discusiones entre madre é hija. Pero como dicen que entre cielo y tierra no hay nada oculto, una tarde Olga nos encontró hablando, se comporto muy educadamente nos pregunto como nos encontramos y Karen le contó muy confiadamente todas sus investigaciones y el resultado de las mismas, luego nos despedimos cordialmente, quedando en vernos otra vez.
A los dos días recibo una llamada de Karen como a las 10 de la noche, se notaba agitada, unos gritos al fondo de Olga donde vociferaba cualquier cantidad de cosas, mi hija me pidió que la fuera a buscar a esa hora, ya que las últimas horas en su casa se habían convertido en un infierno por el mal carácter de su mamá. Salí a buscar a Karen y a tratar de hablar con Olga, cuando llego al edificio donde vivía mi hija, la encuentro a la entrada del mismo con unas bolsas a sus pies, donde le habían metido toda su ropa.
Karen, que paso, pregunte.
Mi mamá, que se volvió loca. Me corrió de la casa.
Por que.
Pues, por que te busque,
Pero si ella estuvo de acuerdo, cuando hablamos.
Si, pero después, comenzó a insultarme y llamarme traidora.
Bueno, vamos para mi casa y allá hablamos.
Tomamos el mismo taxi, en que había llegado, luego en la casa, luego de medio acomodar las bolsas a un lado en la sala, nos sentamos frente a frente, Karen llevaba una blusa sin mangas color amarillo pastel, sin sujetador, ya que se podía notar la oscura mancha de las aureolas de sus pezones a través de la delgada tela, unos pantalones tipo jeans negros ajustados, le pregunte quieres hablar, me respondió que no, entonces le informe que tendría que dormir en la sala y que al día siguiente le compraría una cama. Nos acostamos, cada cual sumido en sus propios pensamientos, yo como iba hacer con una hija que quería, pero que no esperaba tan inesperadamente, ella nunca me lo dijo.
En la mañana me despierta unos ruidos de bolsas plásticas que son abiertas con apuro y sin cuidado, sobresaltado me acerco a la entrada de mi habitación, pensando que pasaba en la sala, entreabro la puerta, y veo a mi hija en pantaletas rosadas casi transparentes, sin sostén, un espectáculo digno de ser grabado, ahora si pude detallar sus tetas, coronadas con grandes aureolas, un pezón pequeño, rellenas, firmes, turgentes, vientre plano, un culito bonito, nalgas pomposas, que servían de coronas a unas preciosas piernas bien torneadas, luego se voltea, y como sigue en su busca frenética, no repara de mi presencia, mis ojos se posan sobre su monte de venus, algo pronunciado y la delgada prenda deja salir por los lados la abundante pelambre que recubre sus exquisitos labios vaginales, pasados algunos minutos, decido salir, no sin antes acomodarme mi erecta verga, de manera que no se note mucho.
Karen, sabes la hora que es.
Sí.
Entonces.
Tengo clases, además, si no te habías enterado, hoy es viernes.
Esta bien, pero no sé, me parece que andas desnuda.
Desnuda no, en pantaletas, además no consigo mi uniforme, me ayudas.
Claro. Pero de todas formas andas desnuda.
Y cual es el problema tú eres mi papi.
Si, soy tu papá, y no estoy acostumbrado a ver a una linda jovencita desnuda, en mi sala, por mas que sea mi hija.
Pues vete acostumbrando, por así me levanto yo todas las mañanas
Eso lo hablamos mas tarde y ya veremos nuestras costumbres matutinas, y mejor buscamos tu uniforme
Entonces busca, y habla menos
Karen, y por que en vez de revolver las bolsas, sacamos todo y lo ponemos sobre el sofá, así lo encontramos más fácil.
Como tú eres amante del orden.
Si, me gusta un poco el orden, así que luego, mejor dicho a la tarde cuando vengas del Liceo acomodas todo.
Como tu digas, para eso eres mi papi.
Vaciamos las bolsas en el mueble, en la tercera encontramos las blusas del uniforme y en la sexta y ultima bolsa encontramos las faldas todas arrugadas, Karen con las prendas de vestir en sus manos me mira con una sonrisa de niña mimada y me dice:
Papi, por que, no me ayudas, tú planchas el uniforme mientras yo me baño.
Le iba responder, que la norma de mi casa es que todo es a la Canaima, es decir cada cual arregla su vaina, pero al verla con sus lindas tetas al aire, una prenda en cada mano, las pantaletas que apenas podían cubrir sus vellos pubicos, descalza y con las piernas ligeramente abiertas, me dieron ganas de reír, y termine por decir, esta bien, por hoy, esta bien.
Veo el reloj son las cinco y media de la madrugada, hago un calculo mental sobre el tiempo y llego a la conclusión que va llegar retardada a clases. Plancho el uniforme, se lo dejo a la puerta del baño, luego me visto y salimos a las 6,30 de mañana, el día promete ser un poco agitado, tengo que moverme con rapidez cobrar unas facturas pendientes comprar una cama, un colchón, hacer mercado, que difícil es tener una hija. Además sacar copias de las llaves, avisar al conserje de la presencia de mi hija y por supuesto hablar con la fiera de mi EX, que día.
A las 2 estaba a la puerta del Liceo, buscando a mi hija, en una camioneta que me prestaron, la cual pensaba utilizar para transportar la cama, salió puntual, y partimos a comprar la dichosa cama, luego fuimos hacer algunas compras, Karen estaba alegre, se sentó a mi lado, dándome un beso muy cerca de la boca.
Que vamos hacer, papi.
Pues muy fácil, comprar la cama, un colchón, sabanas además de comida y para la casa, para que tu arregles toda tu ropa, y mientras haces eso hablamos, te parece.
Pero tu me vas ayudar, verdad.
Por supuesto, que lo vamos entre los dos, igual que la comida.
Luego de varias visitas terminamos la tarea, llegamos al apartamento, subimos las compras, Karen me participa que se va a duchar, ya que no aguanta el calor, yo me siento en la sala, a esperar a que mi salga del baño, cual no es mi sorpresa, cuando mi hija sale completamente desnuda y pregunta si le puedo dar una toalla, para secarse.
La verdad es que el espléndido cuerpo desnudo de mi hija, se me mostraba con descaro, pero a la vez con candidez, su carita adornada con una inocente sonrisa, contrastaba con el atrevido espectáculo que presentaba, sus altivos senos coronados con erectos pezones oscuros, los mojados vellos pubicos pegados a su piel, dejando entrever la fina rendija entre los carnosos labios vaginales, su frondosa cabellera adherida a la tez de su cara, era algo para admirar, para alabar, sin poder despegar mis ojos de ese hermoso cuerpo, me levante y busque la toalla.
Cuando volví a la sala me encontré a Karen revolviendo su ropa, buscaba unas pantaletas, al doblarse por la posición entreabierta de sus piernas, tuve una clara visión de su tercer ojito, si de ese oscuro agujero del culo, a la vez que pude observar con detenimiento los gruesos labios de la cuca de hija. Cuando abre las piernas para ponerse la dichosa prenda abre mas las piernas y la visión era exquisita, yo estaba que no podía más el guevo lo tenia bien parado, por lo que opte en dejarle la toalla sobre el mueble y encerrarme en mi cuarto.
El espectáculo del cuerpo desnudo de mi hija era el pan de cada día, pasaban los días y Karen nada que cambia su actitud de pasear desnuda por el apartamento, no acaba de llegar del Liceo cuando ya estaba en pantaletas, mostrando su frondosa mata de vellos pubicos apenas contenida, tetas al aire y ese compacto culo moviéndose por todos lados, se sentaba en mis piernas y con su rico culito buscaba un acercamiento con mi verga. Yo vivía en un estado continuo de erección lo que me obligo a recurrir a la masturbación, a buscar a mis amigas mas seguido, total la situación era de total peligro para mi integridad como padre. Los roces eran cada vez más acentuados, sus tetas en mi espalda, a veces en mis manos, sus nalgas en mis piernas, los besos tentadores de las buenas noches, las caricias provocativas de parte de ella.
Una noche llegue mas temprano que de costumbre, la encontré sentada en mi cama, en posición de yoga, sin pantaletas, mostrando en forma impúdica su juvenil vagina, levanto su angelical rostro, me sonrío, y siguió viendo la T.V., me dirigí al baño, respire hondo, me lave la cara, saliendo de nuevo, me senté en una butaca pequeña frente a ella y de espaldas a la tele. La vista de Karen era perturbadora sus piernas abiertas mostrando a plenitud su cuca peluda, los labios vaginales permanecían cerrados, las tetas erguidas, los botones de sus pezones en reposo, la cabellera recogida en forma de cola, total un deleite para la vista. Haciendo acopio de toda mi voluntad, aparte mi vista y le dije:
Karen, cuando comienzan tus vacaciones escolares.
Hoy, ya que mañana me dan las notas finales, el boletín lo entregan cuando pagues la mensualidad.
Y has pensado que vas hacer en estas vacaciones.
Pues, pensaba pasar unos días contigo en la playa, y después irme a casa de mi abuela, tu que piensas.
Pues que si quieres ir a la playa, creo que tienes que rasurarte un poco, la cucharita.
No, ah, si que te pelastes y de punta a punta, a los pelos de mi cuca nos la toca ninguna tijera.
Como tu digas, pero que creo que no vas poder usar ningún bikini, por que eso de andar mostrando los pelos de la cuca, no va a ser un espectáculo bien visto en la playa, por las otras damas.
No se, déjame pensarlo un poco.
Como tu quieras.
A los dos días yo también estaba de vacaciones, ya que como trabajo por mi cuenta, solo tuve que hacer varias llamadas y todo listo. Esa tarde llegue a la casa, le dije a Karen mañana partimos para la playa y estaremos quince días de mar, sol y sol, mar, tal como tu querías, ella me miro, con una mirada intensa, como queriendo sondear o leer mis pensamientos, luego deslizo por sus bien torneadas piernas las diminutas pantaletas, dejando a la vista su agreste mata de pelos vaginales, sonrío y solo dijo sígueme, la vi dirigirse a mi habitación, sus nalgas brincaban alegremente al compás de sus ágiles pasos, se acuesta en mi cama, abre sus piernas, a la vez que dice:
Esta bien, me voy a cortar los pelos de la cuca, pero, tu vas a ejecutar el trabajo, por que yo prometí una vez, cuando comenzaron a crecer que nunca los iba acortar, por eran y son mi orgullo de mujer, así que te toca a ti rasurarlos, para yo mantener la promesa que con mi mano nunca los iba afeitar.
Lo que tu digas, por que para eso eres la reina de la casa.
Karen estaba acostada en la cama, con las piernas abiertas, las plantas de sus pies se apoyaban en el piso, se había colocado una almohada bajo las nalgas, lo que dejaba en forma sobresaliente su pubis, me arrodille entre sus muslos, con una tijera fui recortando sus enmarañados vellos, hasta dejar descubiertos sus gruesos labios vaginales, luego con una maquina de afeitar termine de rasurar la preciosa cuca de mi hija, que belleza, la piel tersa, cerraditos, suaves al tacto, los admire por unos cuantos minutos, embelesado por tan lujurioso paisaje. Pase mis dedos con lentitud por toda la piel de los tersos labios vaginales, buscando algún vello rebelde, convencido de haber realizado mi mejor obra de arte, trate de levantarme, pero Karen puso sus piernas sobre mis hombros impidiendo mi acción.
Anda bésala, que esperas.
Karen, tu estas loca.
No, no estoy loca, se que tú lo deseas y yo también
Pero, Karen, por que me haces esto
No, te hago nada, solo te pido que me beses la cuca, la cuca de tu hija, además es solo un besito.
Karen permanecía con las piernas apoyadas en mis hombros, mi boca a centímetros de su recién rasurada cuca. La tentación era grande, el deseo mayor, era mi hija, pero también era una mujer, cegado por la pasión, pose mis labios sobre la gloriosa vagina de mi hija, saboreando al fin la dulce piel que recubre su turgente hendidura. Karen abre lo mas que puede sus piernas, para recibir en plena raja las caricias de mi lengua. Recorro con calculada lentitud desde el monte de venus hasta su ano, sin dejar un centímetro de piel sin lamer, luego introduzco mi lengua entre los pliegues de sus carnosos labios vaginales, sondeando con calma las paredes internas, su cuca va cambiando de sabor a medida que se va lubricando, las texturas lisas de esta hermosa hendidura invitan a quedarse ahí lamiendo por toda la eternidad. El olor que despide la cuca de mi hija es deleite para el sentido del olfato, luego me apodero de su clítoris lo lleno de saliva, mi lengua lo retrae, lo succiono con suavidad, buscando el máximo placer de mi hija, su cuerpo se contrae en clara demostración del placer que esta recibiendo, los gemidos que brotan de la garganta de Karen son música celestial para mis oídos.
El cuerpo de Karen esta bañado en sudor, las contorciones de su cuerpo indican que esta próxima a un gran orgasmo, la cabeza la mueve de un lado a otro, sus manos acarician sus erguidos pezones, siente como Eduardo su padre introduce dos dedos en su lubricada cuca, mientras otro le acaricia el ano, la sondea profundamente, sin abandonar la caricia de lengua sobre su clítoris, esta mezcla resulta explosiva, llevándola a gritar de placer. La vagina de Karen parece un manantial, sus jugos brotan sin control una parte son bebidos y otra sirven de lubricante para que los dedos de Eduardo penetren con extrema facilidad el apretado y virgen ano, los estertores del orgasmo parecen interminables. Karen se siente en el cielo, flotando entre las estrellas mientras los dedos de su padre soliviantan sus dos agujeros. Las caricias van bajando de intensidad dejando que Karen baja saliendo a flote poco a poco, mientras su cuerpo se va calmando, recuperando la respiración y la sonrisa en su angelical rostro.
Karen, se incorpora lentamente, la sonrisa en rostro es todo un poema de agradecimiento, luego en reciprocidad comienza a desnudar a su padre, lo hace con calma, como si estuviera acostumbrada hacerlo, Eduardo la dejaba hacer, sin oponer resistencia, luego lo empuja suavemente hacia la cama, se apodera de la verga diciendo:
Por fin la tengo en mis manos y para mi solita.
Por dices eso.
Muy fácil, siempre he oído a Olga hablar de tu guevo, con mis tías.
No te olvides que Olga es tu mamá
Y tu no te olvides que yo soy tu hija, y ahora tu mujer, okey
Perfecto, ahora dime que decían de mí.
De ti, no hablaban, hablaban de tu guevo.
Esta bien, que decían.
Que lo único, que ella extrañaba era tu guevo, por que era de un tamaño que se ajustaba perfectamente a su cuerpo. Además de que sabias como usarla.
Por favor Karen no te distraigas y sigue acariciando.
Ni por un momento he pensado en dejarte de sobar esta rica verga.
Ahora es Karen quien se lleva la verga de su padre a sus delgados labios, posando su lengua sobre la reluciente cabeza, lamiendo con suma delicadeza, luego baja hacia el tronco, va succionando cada pedazo de piel hasta llegar al escroto, los chupa tratando de no lastimarlo, siguiendo el mismo camino regresa hasta tener antes sus ojos el glande, se introduce el pene en la boca, absorbiéndolo casi por completo, la punta del ariete le llega casi a la garganta, casi ahogándola, pero no por eso ceja en su caricia bucal. Karen se afana en devolver el placer recibido momentos antes.
Oye, donde aprendiste hacer eso.
Karen se saca el adorado falo, para responder, no seas curioso y disfruta, además para que no sufras de celos eres el primero, lo juro, solo que soy asidua al cine porno, por que una no sabe que puede aprender y cuando ponerlo en practica.
Karen, lleva nuevamente el pene a boca creando una especie de dulce prisión, donde el prisionero es sometido al mas delicioso tormento. Karen recorre con los labios la enhiesta verga buscando darle mas rigidez si se quiere, luego lo lame a lo largo, con la cabeza inclinada, ateniéndose al curso de la vena que recorre la verga a flor de piel y que con la caricia se congestiona y rebosa. Aspira dulcemente con los labios la satinada piel del escroto, los sopesa con las manos, la punta de la lengua los rebaña, acaricia otra vena, golosinea el latido de la sangre caliente, explora más y más íntimamente, registra, viene y va, con calma dueña del tiempo y del guevo de su padre.
Karen, trepa repentinamente a la punta del falo y le abre paso hasta el fondo de su cavidad bucal, tan adentro y tan bruscamente que casi se atraganta, pero no se retira, brava como una leona, continua con la felación, bombea en forma irresistible, con lento movimiento, mientras la lengua surca, frota y se desliza a lo largo y ancho del bálano.
Abraza los riñones de su padre con una pasión que crece a medida que chupa rítmicamente el guevo de Eduardo y cuando la excitación de su lengua y sus labios se trasmite a su propio sexo. Para poder gemir y darse un pequeño descanso, rompe por unos segundos el cerco de su boca sobre el ariete paternal, pero la lengua sigue hostigando el ojal de la uretra, con suaves y prolongados lengüetazos, luego da de nuevo cobijo al puente de carne que la une a su padre.
Karen juega a desesperar a Eduardo no se ceba en un punto en especifico, chupa en todos, le arranca quejas, jadeos, ruegos, luego suma al goce del falo, la caricia de sus gráciles dedos, sin apretar demasiado, suma el tacto de sus dedos, con un movimiento lento en combinación con la boca, buscando liberar el falo de la preciosa carga. La succión arrecia buscando la descarga completa, cuando Eduardo se rinde, Karen ingiere despacio el espeso liquido perlino, saboreando cual si fuera un elixir. Finalizada la descarga, Karen se dedica a lamer y limpiar de cualquier vestigio el semi erecto pene.
Eduardo no puede creer que su hija sea una experta mamadora de guevo, a la vez que se siente feliz de ser el primero en la boca de su hija, que felicidad, la verdad que no hay punto de comparación, Karen es la mejor. Luego Karen se acuesta al lado de su padre, recostando su cabeza sobre el pecho paternal, su mano continua jugando con el flácido pene.
Papá, que te parece el inicio de nuestra vacaciones.
Mejor, mejor no podría ser.
Bueno, te voy a decir dos cosas, la primera es que es primera vez que trago leche de un hombre y me alegra que seas tu, además de que Olga tenia razón es bien sabrosa.
Y la segunda.
Que mejor nos quedamos aquí, y pasamos las vacaciones en nuestra cama.
Bueno, no y que ibas para casa de tu abuela.
Que va, yo no te dejo solo con tanta puta en la calle. Y menos después de haber probado tu leche.
Tranquila mi cielo, que tenemos muchos días por delante.
Claro, por que ahora le toca a mi cuquita recibirte.
Y este fue el inicio de mi vida en común con mi hija, plena y llena de felicidad, también le agradezco a mi ex esposa Olga, ya que con su carácter y forma de ser me dio la oportunidad de rehacer mi vida, y tener la mejor amante, aunque si se entera seguro se muere de la arrechera.