Mi Diario de un Despertar Zombie Cap Rosy 2
Relato Fuerte, con algo de BDSM... Rosy y Juan siguen sufriendo torturas a manos de los hijos del Coronel, hasta que unas revelaciones cambiaron la situación... 15 entrega de este extraño diario Zombie en Venezuela...
Mi garganta estaba seca y mi boca muy pastosa, a pesar de lo incomoda que estaba en esa silla, había logrado dormir varias horas presa del cansancio, intente moverme pero las heridas en mis glúteos y muslos dolían demasiado.
Podía sentir el frio de la habitación donde estaba, quemándome el cuerpo desnudo, abrí los ojos cuando escuche un leve quejido y pude ver a Juan mostrar los primeros signos de vida desde que lo vi en esta habitación.
-Juan… Juan… ¿puedes oírme?- Le pregunte con el pequeño hilo de voz que pudo salir de mi garganta.
-¿Ro… Rosy? ¿Eres tú?- Me contesto Juan con voz ronca y sin lograr abrir los ojos, completamente borrados por su cara hinchada de golpes.
-¡Sí! Pensé que estabas muerto, no sabes cómo me alegra oír tu voz.-Pude responderle, saber que no estaba sola, me tranquilizo a sobre manera.
-Pues la verdad, falto poco para que me mataran, pero sé que nos quieren vivos, por lo menos por un tiempo más- Atino a decir Juan antes de que Cassandra y el Capitán entraran de nuevo a la habitación.
-Señoritos, ¿Cómo amanecieron nuestros huéspedes hoy?- Hablo Cassandra al tiempo que se acercaba hasta nosotros luciendo un top negro y un pantalón de jean del mismo color a juego con unos Convers clásicos.
En cualquier otra situación, esta chica seria un sueño, su blanca piel contrastaba con hermosos tatuajes, incluso tenia uno grande que se asomaba en su vientre.
Tal vez no era una mujer voluptuosa, pero su bello rostro, sus ojos negros, cabello corto y tatuajes, le daban un toque que hacia volar cualquier imaginación.
Sentir sus dedos recorriendo mis hombros me saco de mis pensamientos. –Creo que hoy, empezaremos contigo corazón de melón.- Me dijo, al tiempo que llevaba sus dedos a mis pezones para apretarlos fuertemente, lo que hizo que soltara un gruñido, aunque logre aguantar el grito.
-Déjenla en paz, ella no tiene nada que ver en esto.- Dijo Juan con voz fuerte, aunque estuviera en esa condición, todavía mostraba ser un hombre fuerte.
-¿y si no quiero, que? No estás en condiciones de exigir nada papito, además, mi padre quiere hablar contigo a solas, así que… Hermanito, no lo hagas esperar y llévatelo de una vez.- Ordeno Cassandra a su hermano, en ese momento termine de darme cuenta que era ella quien tenía el control de todo.
-Tienes razón, no vayas a dejarla inconsciente antes de que yo llego por favor.- Le respondió el Capitán casi haciendo pucheros.
-No te prometo nada, pero primero ayúdame a levantarla para suspenderla en la aire de nuevo.- Le dijo Cassandra sin mirarlo mientras desabrochaba las esposas a la silla.
Mis hombros crujieron cuando me dejaron caer nuevamente suspendida con las esposas agarradas al gancho, y tuve un calambre en mi pierna cuando las estiraron también para amarrarme separándolas.
Por un momento pude ver a Cassandra quedarse mirando mi cuerpo, desde mi entre pierna hasta mis senos, deteniéndose en mis ojos, pero esa mirada “humana” se desvaneció cuando su hermano hablo.
-Este dulce pienso comérmelo yo, no dejare que el viejo se quede con este premio.- Dijo el Capitán mientras apretaba la cara interna de mis muslos y se llevaba a Juan esposado y empujándolo fuera de la habitación.
Sentí una completa repulsión a las palabras del Capitán, sabía que probablemente nada me salvaría de este embrollo, pero primero muerta que entregada a esos tipos.
-Tranquila querida, si me dices lo que quiero, y cooperas conmigo, no dejare que nadie te ponga un dedo encima.- Me dijo Cassandra como adivinando mis pensamientos.
No le conteste, en primera porque mi boca estaba completamente seca, y en segunda, porque sabía, que cuando le contara como murió su hermano nos matarían sin ningún remedio.
Cassandra puso uno de mis pequeños senos en su boca, y con su lengua acaricio mis doloridos pezones.
Mi cuerpo reacciono inmediatamente, subiendo su temperatura, pero no le daría el gusto, e intente no inmutarme.
-Tus pezones tienen un delicioso sabor, por muchos los más divinos que me he comido.- Me dijo al tiempo que se separaba de ellos para ir a la mesa tras de mí a buscar entre sus herramientas.
-Pero no estamos acá por eso.- Me dijo al tiempo que se ponía frente a mi sosteniendo una fina y flexible vara, de un material parecido al bambú.
Levanto la mano y en un rápido movimiento me sonó un fuerte azote en el interior de uno de mis muslos, provocándome un dolor horriblemente agudo, que hizo que me tuviera que morder el labio con fuerza para evitar gritar.
Cassandra levanto su rostro para verme, y con ojos concentrados, mientras se mordía su labio, me golpeo dos veces más.
Pude bajar mi vista hasta mis muslos, y ver tres hilos de sangre en ellos, que iban desde la cara interna hasta más allá de la mitad.
-Querida, eres fuerte, lo reconozco, pero no juegues al desgaste conmigo, tengo todo el tiempo del mundo para quebrarte.- Me dijo Cassandra al tiempo que azotaba con su mano desnuda mis glúteos heridos.- Además, no estoy más que empezando.- Esa amenaza si logro moverme el suelo, no sabía cuánto dolor podría soportar.
Fue de nuevo a la mesa, regresando con las pinzas de hierro que tanto dolor les habían causado a mis pezones, y las volvió a colocar, provocando que mis lágrimas empezaran a salir.
Volvió hasta la mesa a buscar algo más, y si trajo dos pequeñas pinzas, parecidas a unas corrientes de lavar ropa, pero estas eran de acero.
Con una de sus manos empezó a acariciar mi clítoris y abriendo los labios de mi cerrado sexo, hurgaba en su entrada penetrándolo con uno de sus dedos.
Sus movimientos eran experimentados, pero antes de que pudiera empezar a sentir algo de placer, puso una de sus pinzas en uno de mis labios.
Esta vez, no pude evitar gritar de dolor con todas mis fuerzas, sentía una presión horrible en mi entrepierna, que me provocaba una corriente que recorría todo mi cuerpo.
Sin perder mucho tiempo más, busco otra de las pinzas y la coloco en el otro labio, podía sentir como esa sensible piel sufría y era herida.
Sencillamente no podía soportar este dolor, y por primera vez desde que estaba en este embrollo, quería hablar y contarlo todo, con tal de terminar esto.
Cassandra volvió a acercarse hasta la mesa, y esta vez trajo consigo una especie de consolador, solo que este era delgado en la punta, y grueso en su base.
Lo puso en la entrada de mi boca, queriendo meterlo en su interior, aunque yo lo evitaba.- Querida, será mejor que te lo metas en la boca, o al menos que quieras que te lo meta entero al seco.- Me dijo Cassandra muy seria, esta mujer sabía lo que estaba haciendo.
Abrí mi boca y lo metió de golpe completo, haciendo que me ahogara con él, aunque no le importo, lo sostuvo unos cuantos segundo dentro hasta que no pude aguantar la arcada.
Abrió mis glúteos, y antes de que pudiera recuperarme, metió completo ese trozo de goma en mi interior, rompiendo el esfínter de mi ano.
Un agudo dolor como una punzada atravesó todo mi cuerpo, más que gritar jadeaba, era demasiado el castigo que estaba recibiendo y no podía soportarlo.
Podía sentir como liquido salía de mis glúteos, no me costó mucho adivinar que era sangre de mi roto culo.
Volvió a coger la vara de bambú, y me azoto con ella, solo que esta vez en mí estomago y mis piernas, con cada movimiento sentían como mi realidad se distanciaba, y tanto mi cuerpo como mi mente se rendían.
No sé cuantos azotes serian, pero perdí el conocimiento varios minutos, hasta que me despertó Cassandra tirándome un pote de agua helada.
-Por un momento pensé que te rendirías, pero preferiste aguantar el castigo, o eres muy tonta, o realmente no sabes que paso con mi hermano.- Me dijo Cassandra al tiempo que se sentaba frente a mí cruzando sus piernas.
-Mi hermano es un niño de apenas veinte años, se que es alguien difícil, pero no es mala persona, solo quiero saber donde esta.- Por primera vez, podía ver su verdaderos ojos, no de una persona sedienta de dolor y sadismo, sino de alguien humana y preocupada por su hermano.
-No tienes que mentirme más, se que fue con su amigo hasta tu urbanización, y sé que lo viste, lo veo en tus ojos, solo dime que paso.- Me dijo Cassandra con ojos verdaderamente dolidos.
-Tu hermano no es un simple niño, es un monstro que intento violarnos a mí y mis amigas.- Dije con un grito, ya quebrándome por fin.
-Metió su pene en mi boca, me golpeo, y su amigo violo a una de mis amigas, me golpeo tan fuerte que desperté a los dos días.- Atine a decir sin entrar en detalles, quería intentar crear un vinculo de comprensión con la Cassandra, aunque sabía que la sangre estaba primero, somos mujeres, y un intento de violación es algo fuerte.
-¿Intento violarte?- Pudo preguntar Cassandra visiblemente afectada por mi revelación.-No puedo creerte, mi hermanito no era así.- Terminaba de decir mientras se levantaba.
-¿Por qué crees que tengo esta herida encima de mi ojo? Tu hermano me golpeo cuando le mordí el pene, me dejo completamente inconsciente por dos días.- le dije, mientras Cassandra se acercaba a mí para mirar la herida.
-Ok, entiendo, pero, ¿Dónde está mi hermano?- Pregunto al tiempo que entraban el Capitán cargando a Juan y el Coronel tras de él.
-Cambio de planes querida hija, mañana saldremos rumbo a la residencia de nuestros invitados, viven justo frente a la casa de los viejos, y por lo que nos dijo, todavía están los diamantes allí.- Dijo el viejo con una sonrisa de oreja a oreja.
-Pero… ¿y mi hermano? Pensé que todo esto era para conseguirlo a él.- Respondió Cassandra al tiempo que el propio Capitán miraba a su padre esperando la respuesta.
-El niño iba a traicionarme, y buscar esos diamantes para pirarse del país salvando su culo de los zombies, en alguna isla protegida.- Escupió el Coronel con desprecio.
-Además, estaba podrido, violo y asesino a dos de mis criadas antes de irse con su amigo, no sé que porque te afecta tanto.- Agrego el Coronel con una tranquilidad pasmosa, mientras se acercaba a mí.
Se paro frente a mí, y con la mirada oscura y sádica que me recordó a su hijo, se saboreo los labios.- Quiero que limpien a esta niña, y la lleven a mis aposentos esta noche.- Le dijo a sus hijos al tiempo que pasaba sus manos por mis caderas y muslos.
-Pero, no hizo nada, ¿Para qué hacerla sufrir?- Pregunto Cassandra con los ojos cargados de lágrimas de pura furia.
-Porque puedo…- Respondió el Coronel, soltando mi cuerpo y saliendo de la habitación con calma.- Hasta esta noche, señorita Rossana, lo pasaremos excelente.- Las últimas palabras del Coronel hicieron que me estremeciera de puro miedo.
-Maldito, no le importamos lo más mínimo, se que nuestro hermano era un desgraciado, pero si era así, es por culpa del mismo viejo.- Dijo el Capitán al tiempo que terminaba de sentar a Juan inconsciente.
-No sabía que nuestro hermano era así, lo recuerdo diferente.- Dijo una afligida Cassandra.
-¿Qué vas a saber tu? Tuviste la suerte de irte de la casa y recorrer el mundo, si no fuera porque los zombies pusieron Europa en cuatro patas, tú no habrías vuelto.- Las palabras del Capitán golpearon fuertemente a Cassandra, que tuvo que sentarse para procesar la información.
El Capitán se acerco a mí, y con cuidado quito las pinzas de mis pezones, y las de los labios de mi sexo, la sensación fue indescriptiblemente agridulce, por un lado, fue un dolor sordo, y por otro, un alivio sublime.
-Que va, yo te voy a hacer mía antes de que el viejo ese, por lo menos te llevaras un buen recuerdo a la tumba.- Me dijo el Capitán relamiéndose los labios como su padre.
-Ninguno de los dos tocara a esta mujer mientras esté viva, no somos unos animales en esta casa, imagina como estaría mi madre si viviera.- Dijo Cassandra incorporándose y poniendo su mano en el hombro de su hermano.
-Ella no está hermanita, y será mejor que me sueltes, sino quieres que te rompa el brazo por no dejarme hacer lo que quiera.- La amenaza del Capitán fue real, pero Cassandra no cedió, y apretó aun más su hombro arándola hacia sí.
Todo paso en fracciones de segundo, y justo cuando el Capitán se volteaba con un puño en alto, para golpear a su hermana, esta esquivaba el golpe con rapidez, y con una agilidad increíble, golpeaba con su codo la sien de su hermano, haciendo que este cayera inconsciente.
Rápidamente Cassandra agarro un par de esposas, y se las puso a su hermano en las manos y piernas, entrecruzándolas, para dejarlo completamente inmovilizado.
-No tenemos mucho tiempo Rossana, te pido perdón por todo lo que te he hecho, y todo lo que te hizo mi familia, debemos salir de acá.- Dijo Cassandra bajándome y quitando con sacando el consolador de mi roto culo.
No pude sostenerme en pie, y caí sobre Cassandra que me sostuvo con sus brazos.- De verdad lo siento, te hice demasiado daño Rossana.- Me decía mientras sobaba mi cabello.
Como pude me incorpore.- Rosy, llámame Rosy.- Pude contestarle, antes de ayudarla a liberar a Juan y despertarlo echándole algo de agua.
Para nuestra suerte, no había recibido mucho castigo, por lo que pudo despertase rápidamente, Cassandra le conto lo que había pasado y Juan entendió la urgencia de salir de acá.
-Tenemos que llegar a la residencia, y sacar a las chicas de esa casa, antes de que lleguen a buscar los diamantes, será irnos a la costa.- Dijo Juan al tiempo se incorporaba tapando como podía sus genitales, por el momento, se me había olvidado ese detalle, estábamos completamente desnudos salvo Cassandra, así que yo también me tape torpemente.
-Ridículos, sencillamente ridículos.- Resoplo Cassandra al tiempo que sacaba de una bolsa en la mesa de herramientas nuestra ropa.- Acá tienen sus trapos, por cierto, esos levi´s gruesos y feos no van contigo querida Rosy.
-Pues, el par de zombies que intentaron morderme las piernas sin excito, no opinan lo mismo.- Respondí ruborizada, nunca me había importado lo que alguien pensara de mi forma de vestir, pero ella tenía cierto efecto en mi.
-Ok ok, perdón, eres inteligente Rosy, bella, fuerte e inteligente, una muy extraña combinación.- Me dijo Cassandra ruborizándome aun más, al tiempo que yo veía como Juan negaba suavemente con su cabeza.
Me acerque a Juan para ayudarlo a vestirse, no tenía un par de uñas, y tenía muchas heridas en el cuerpo, sin mencionar que la hinchazón de su rostro había bajado algo, pero seguía sin poder ver por uno de sus ojos.
-Voy a buscar un par de armas, y las llaves de mi camioneta.- Dijo Cassandra saliendo de la habitación.
-Que te echas tu cuando te bañas Rosy, no conozco a nadie que tenga tanto efecto en otras mujeres, si no fuera por ti, estoy seguro que Cassandra no hubiera intervenido y estarías muerta, o peor, violada.- Me dijo Juan con voz pastosa, y con una risa que a penas de reconocía por su hinchado rostro.
-Exageras, no son tantas mujeres.- Le dije a Juan, intentando no mirarlo, y que se diera cuenta que estaba apenada.
-¿No son tantas? Paula, María, y ahora está Cassandra, estas arrasando, deja para todo el mundo.- Me decía mientras terminaba de vestirse y se incorporaba.
-No seas así, además, tú tienes a Anni.- Le respondí cuando entro Cassandra con un rifle con mira, y una pistola.
-Chicos este es el plan, volverán a ponerse las esposas, y los escoltare como si fueran mis prisioneros, nos montaremos en la Hummer, y nos iremos raspando de acá.- Nos dijo Cassandra con profesionalismo, ambos asentimos y nos pusimos mutuamente las esposas.
Era medio día, por lo que la mayoría de los guaridas estaban comiendo, solo nos encontramos a un par cerca de la camioneta, pero incluso nos ayudaron a montarnos, confiados en lo que decía la dominante Cassandra.
Con una enorme suerte, pudimos salir sin problemas, pero algo había cambiado en las calles de Caracas, y había muchísimos más zombies que cuando llegamos, al punto que era difícil esquivarlos a todos, y tuvimos que chocar a un par con la orilla del parachoques.
Uno en particular me sorprendió, era el de un soldado que estaba particularmente fresco, muy cerca de nuestra residencia.- A este lo acaban de morder, pero miren su uniforme, está completamente pulcro, si estaba sobreviviendo como nosotros, no debería estar así.- Y en realidad tenía razón, una rápida mirada a los pantalones de guerra de Juan y verlo todo manchado de suciedad, sangre y tierra, me lo confirmaron.
Llegamos, abrimos el portón, y metimos la camioneta dentro de la urbanización, pensamos que sería más fácil para llenarla con lo que pudiéramos.´
Nada más entramos a la residencia, pude ver que todas estaban bien, almorzando aunque con sus ropas de “guerra”, no había electricidad, pero si agua.
-Rosy! Juan!- Gritaron todas al unisonó cuando nos vieron entrar, pude notar como Cassandra se quedaba tras de mí, con la cabeza gacha.
Todas se nos abalanzaron encima, abrazándonos, pero rápidamente se separaron al escuchar nuestros gritos de dolor.- No nos toquen, estamos muy heridos, y no tenemos tiempo, debemos salir de acá ya.- Pude atinar a decir, al ver que Juan prácticamente perdía el habla de dolor.
-Pero, ¿Qué fue lo que les paso?- Pregunto Paula abriendo mi chaqueta y mirando las heridas de los azotes en mi blanca piel.
-Este, eso lo puedo contestar yo.- Dijo Cassandra, carraspeándose.- Mi nombre es Cassandra, soy la hija del Coronel, los teníamos secuestrados a ambos, averiguando que paso con mi hermano menor… y pues, yo le hice las heridas a ella, y algunas a él.- No había terminado de decir eso, cuando María saliendo de la nada, le propinaba un derechazo increíble en la quijada, que hizo que Cassandra callera al suelo.
-Maldita perra.- Fue lo que pudo oírle a María escuchar, esta mujer sí que tenía una derecha que no jugaba carrito.
-No, no le hagan nada, es verdad, ella nos hizo mucho de esto, pero fue quien nos saco de allí, cuando se entero de la verdad de su hermano, y de lo que su padre quiere hacernos.- Pude decir poniéndome entre ella y las muchachas que prácticamente estaban buscando cualquier objeto para lincharla.
-Ok, ok, lo merecía, pero señorita, ¿Por casualidad no será familia de Rocky?- Atino a decir Cassandra escupiendo bastante de sangre de su boca, esa mujer era de roca, pararse luego de semejante golpe.
-Dejen las tonterías.- Grito Juan.- Tenemos que irnos ya, recojan todo lo que tengan listo, y móntenlo en la camioneta, debemos partir lo más rápido posible, y les guste o no, esta mujer arriesgo su vida por nosotros, y ha sido capaz de dejarlo todo por ayudarnos.- Las palabras de Juan hicieron efecto, y dejaron de verla con ojos de odio.
Entre todas montaron lo que pudieron en el techo y maletera, varios litros de agua, armas, toda la comida que teníamos salvo la que estaba en los enfriadores, y decidimos llevarnos la planta eléctrica, que aunque grande, cabía justo en la maletera.
Antes de salir, pude bañarme, aunque con muchísimo cuidado, Paula entro conmigo a la ducha, y brindándome el beso más largo y reconfortadle de mi vida, me abrazo con cuidado por mis heridas.
-Estaba a punto de salir a buscarte, aunque no sabía a dónde empezar, no podía quedarme de brazos cruzados más tiempo, te amo demasiado para perderte.- Las palabras de Paula fueron un bálsamo para mí.
-Yo, yo también te amo Pau.- Y con delicadeza la volví a besar largamente, acariciando toda su espalda con la punta de mis dedos.
Como extrañaba el sabor de sus labios, no teníamos mucho tiempo, por lo que salimos del baño, me puse mis ropas de guerra, y dándole una última mirada a mi cuarto, me despedí de él, espero que pueda volver pronto.
Éramos en total ocho personas incluyéndome, Paula, Anni, Flor, Aura, Lissett, Juan, Maria, Cassandra, y yo, aunque la camioneta era grande, estábamos como sardina en lata.
Yo no podía tener a alguien sentada en mis piernas, salvo Lissett que termino sentándose conmigo, María se sentó a Paula, Flor a Aura, y Anni compartió el puesto delantero con Juan, y Cassandra iba manejando.
Salimos batiendo el polvo de nuestra residencia, rumbo a Adicora, Estado Falcón, donde estaba el rizor de la que fue novia de Flor, y su yate.
Creo que apenas teníamos media hora rodando cuando caí dormida, no pudiendo aguantar el sueño por más tiempo, no sé lo que nos depara el destino, pero ya he sobrevivido a muchísimas cosas como para rendirme ahora…
Y así paso otro aburrido día entre pinzas, sangre y traiciones…