Mi Diario de un Despertar Zombie Cap Paula

Ahora la historia se centra en Paula, y su primera aventura en las calles de Caracas luego del Despertar Zombie.

Paula

Cada paso que me alejaba de Rosy, dolía como si de un puñal clavado en el corazón se tratase, mientras nos acercábamos al auto, un extraño presentimiento me recorría la espalda, maldito sea el mundo que se estaba poniendo en mi contra, pero de algo si estaba segura, es que no había en el mundo que pudieran alejarme de ella, mucho menos ahora que es mía.

Compartir la cama con Rosy no solo era la experiencia más erótica y placentera que había tenido en mi vida, había logrado cumplir mi sueño de estar con la persona que siempre he amado en secreto, pero que no lograba reunir el valor necesario para decírselo.

Cuando Rosy empezó su relación con Vanessa sencillamente me había resignado, jamás la había visto tan feliz, y aunque no quería admitirlo, las apreciaba a ambas tanto, que me alegraba de que por lo menos ellas habían conseguido esa felicidad.

Pero ya Vanessa no está, y aunque no me alegra su muerte, me está dando la oportunidad de ser feliz con la mujer que amo, y no pienso perderla.

Juan golpeo el capo del carro para abrirlo y revisarlo, lo que logro sacarme de mis pensamientos, me monte rápidamente en el asiento del conductor, y esperando que me diera la señal lo prendí al primer intento.

El carro era un Toyota Corolla 2002, eso fue lo que me dijo Juan al sentarse en el asiento de copiloto, Flor hizo lo propio en el asiento trasero, para poner su mano en mi hombro para darme fuerzas.

Arranque primero tímidamente, acostumbrándome al embrague del carro, pero cuando cruzamos la esquina ya le había agarrado el hilo, justo a tiempo, porque un gran zombie alto y obeso estaba atravesado en la calle.

Mi primera intensión fue chocarlo con el auto, pero Juan adivinando mis pensamientos me dijo que sería una locura golpearlo de frente, solo estropearíamos el carro, y el seguiría siendo una amenaza, por lo que tuve que rodearlo para seguir en el camino.

Ese era el primer zombie que veía desde que todo esto empezó, y pude entender que las películas, juegos o series, no les hacen justicia a esos seres, una persona sin brazo, con un ojo prácticamente guindando de su cuenca, y todo cubierto de sangre y porquería, no es algo fácil de ver.

En el camino nos conseguimos a parte de muchos locales saqueados, a varios bichos más, de todos los tipos, niños, niñas, ancianos, mujeres, adolescentes, incluso pude ver a una mujer que podría ser mi mama, comiéndose lo que quedaba de un chico, lo que me revolvió el estomago al instante, en la ficción, esos seres son simples monstros, pero acá, fueron personas, padres, madres, hijos y abuelas….

Los bichos se quedaban mirando el carro cuando pasábamos, y al menos que estuvieran distraídos por alguna otra cosa, empezaban a seguirnos, Juan dándose cuenta de eso, vaticino la amenaza que sería llegar al negocio, y que fuéramos rodeados, porque los zombies acabarían alcanzándonos en algún momento.

-Vamos a tener que cambiar la estrategia.- Dijo Juan cuando ya estábamos a un par de calles del negocio de la novia de Flor.- Hay demasiados zombies, rodearían el carro mucho antes de que podamos siquiera bajarnos, Flor, ¿ese lugar no tiene alguna entrada trasera?

Flor pareció despertar de sus pensamientos, no recordaba todos los malos momentos que había tenido que soportar en estos últimos días, no puedo imaginar cómo me sentiría si matara a mi pareja y me intentaran violar, todo en la misma semana, francamente admiraba su fortaleza.

-Sí, cruzando la calle hay un callejón que da a la entrada del depósito, tiene un portón que siempre está abierto, pero se puede cerrar para evitar que esos zombies nos sigan dentro mientras buscamos la llave.- Respondió Flor poniéndose en el medio del asiento trasero, y señalando con su dedo el camino que debíamos seguir.

-Ok, yo me bajare primero y cerrare el portón rápidamente nada más ustedes entren, Paula quédate en el carro con el motor encendido mientras Flor y yo nos aseguramos de que es seguro.- Me molesto un poco que me trataran como si fuera una niña que debían proteger, pero también entendía que podía llegar a estorbarlos, Juan es un soldado profesional, y he visto a Flor matar a esos bichos como toda una Maggie o Michonne, yo solo los he enfrentado en Resident Evil y The Last of Us.

Por suerte, en la calle donde estaba la entrada del callejón no había zombies, por lo que Juan pudo bajarse tranquilo y permitirnos entrar, y cerrar el portón detrás de nosotras sin problemas.

El callejón era algo largo, pero al final podíamos ver la entrada trasera del negocio de la novia de Flor, justo cuando ella se iba a bajar, un tipo alto y delgado apareció de la nada, su estomago estaba completamente abierto, y sus tripas salían de él con cada paso que daba.

Flor lejos de inmutarse se apuro a incorporarse fuera del carro, y antes de que Juan llegara en carrera, ya le había tumbado de un golpe en la cabeza con la culata de la escopeta.

Juan lo remató en el piso pateando su cabeza con sus pesadas botas, cuando parecía que no había más peligro en esa parte del negocio, me hicieron la señal para que apagara el carro y saliera.

El olor en el ambiente era completamente nauseabundo, parecía que un millón de animales muertos estuvieran en las calles de Caracas… mi estomago no resistió mucho más, entre el miedo y ese olor, por lo que me vine en vomito nada más dar un paso.

Flor y Juan se acercaron a mí para ayudarme.- ¿Estás bien? ¿Crees que puedes seguir?- Me pregunto Juan mientras me sostenía del brazo para incorporarme.

-Sí, solo me entraron nauseas por ese olor, Chicos… deberían bañarse de vez en cuando.- Respondí intentando animar un poco el ambiente, pero Juan y Paula solo medio sonrieron para ponerse alertas ante todo.

-Cuando lleguemos a casa nos reiremos de los chistes, vamos, no podemos perder el tiempo.-  Termino de decir Juan, ya serio, era impresionante como él podía transformarse de una persona tierna y juguetona, a este soldado profesional.

Yo podía entender porque Anni estaba tan enamorada de él, es un hombre alto y bien formado de cabello negro muy corto, su piel es dorada por un bronceado permanente, y sus ojos son de un extraño color miel, en otra época, lo hubiera considerado atractivo, pero justo ahora, solo tenía ojos para mi Rosy.

Fue él quien primero entro en el negocio, sosteniendo la pistola con una mano, y un trozo de tubo de hierro con la otra, la puerta de seguridad estaba abierta de par en par.

Tal vez tenía solo un par de pasos dentro del local, cuando otro de esos  bichos salió de las escaleras que daban hacia el depósito, esta vez era una chica muy joven, tenía el uniforme de alguien que trabajar en este local, y su rostro estaba parcialmente devorado.

Juan pudo contenerla antes de que se le echara encima, y con la ayuda de Flor, pudo dominarla, y golpearla fuertemente con el tubo en la cabeza, el sonido de su cráneo partirse en pedazos será algo que nunca podre olvidar.

Casi vuelvo a vomitar cuando pase junto al cadáver de la chica, solo por su cabello corto y rojizo pude reconocerla de alguna vez que acompañe a Flor a este lugar, unos metros más adelante, estaba la entrada de la oficina de su novia.

En el suelo, todavía yacía el cuerpo de la que fue su pareja, Juan se quedo fuera vigilando, mientras nosotras entrabamos a la oficina, Flor rápidamente se inclino sobre ella, y con cuidado busco en sus pantalones, mientras me decía que buscara un manojo de llaves que estaba dentro del escritorio.

Justo cuando rodeaba el escritorio, la mano delgada de un chico me agarro desde el suelo logrando tumbarme del puro susto, como pude me voltee mientras el intentaba hincar sus dientes en mis piernas.

Yo empecé a patalearlo desesperadamente para intentar alejarme, mientras sentía unas manos rodear mi torso y halarme lejos del chico.

Fue Juan el que en ese momento salvo mi vida, mientras Paula se encargaba de destruir el cráneo de mi sorpresivo atacante usando de nuevo la culata de la escopeta.

Jadeando y con lagrimas en los ojos, me aferre al cuerpo de Juan, nunca había estado tan aterrada en mi vida, Flor se arrodillo ante mí, y revisando mis pantalones me dijo.- Tuviste suerte Pau, el chico intento morderte, pero solo agarro la tela del jean.

Me senté un momento en la silla del escritorio mientras Flor buscaba las llaves del yate de su novia, Juan regreso a la puerta para vigilar la salida, y justo cuando empezábamos a desesperarnos la encontró.

-Acá están las llaves!- Dijo Flor gritando de emoción.-Hasta donde sé, ella es dueña de dos yates, y tiene su casa en la costa también, así que podemos usar todas esas cosas.

Flor no había terminado de decir eso, cuando Juan tuvo que accionar su arma dos veces casi seguidas. – ¡Corran chicas, tenemos que salir ya, Los zombies están entrando por el frente de la tienda!- Nos gritaba mientras volvía a disparar su arma.

Cuando logramos salir pude ver tres cuerpos sin vida que no pude identificar, y cuatro de esos bichos intentando entrar por el pasillo hacia nosotras.

Juan solo disparaba al que estaba más cercano a alcanzarnos, y cuando logramos salir a la parte trasera donde estaba nuestro carro, yo cerré rápidamente la puerta, que por lo menos los aguantaría lo suficiente para que podamos salir de allí.

Pude sentir el peso de esos seres chocando contra la puerta intentando derribar lo que los separaba de su comida, Juan corría hacia el portón del callejón, mientras Flor y yo nos montábamos en carro.

Cuando prendí el vehículo Juan empezó a abrir el portón, lo que nos permitió ver a dos zombies en la calzada de dos mujeres de tal vez 30 años muy atractivas, si no fuera por las heridas visibles en su cuerpo, pasarían solo por mujeres borrachas o heridas.

Juan me grito que acelerara y justo cuando estaba cerca del, disparo contra ambas, a una le dio en la cabeza, tumbándola en seco, pero al otro ser solo logro acertar su cuello, lo que por lo menos retraso su avance.

Con rapidez se monto en el asiento de copiloto, y acelere todo lo que pude para salir de allí, chocando ligeramente a la zombie que quedaba en pie, y pasándole por encima a la otra.

Era imposible regresar por donde habíamos venido, por lo que tuvimos que buscar caminos aledaños para intentar regresar, el problema es que en Caracas, caminos aledaños significa dar grandes rodeos para tomar las salidas que nos permitan regresar a nuestra residencia.

Todas las calles que nos permitían regresar de alguna forma más directa, estaban o repletas de zombies, o trancadas con carros y basura, por lo que luego de un par de horas rodando, decidimos que era mejor intentar salir del casco de la ciudad, y una vez fuera, intentar retomar a la residencia por otro camino.

Ya la tarde se estaba poniendo cuando logramos, luego de esquivar muchas calles repletas de zombies, salir de la ciudad, en algunos puntos, sobre todo a los que daban a las urbanizaciones de los grandes políticos de nuestro país, se podía ver grandes barricadas, como las que ponen en las inundaciones, para evitar la entrada de cualquier cosa.

.- ¿Por qué no intentamos entrar a pedir ayuda?- Pregunte con esperanzas de que pudieran ayudarnos.

  • No, esas no son zonas seguras como en las películas, hasta donde supe, en el último contacto por radio, los soldados que cuidan esas urbanizaciones tienen ordenes de dispara a quien se acerque, este vivo o no.- Respondió Juan mirando hacia la urbanización concentrado como quien estudia un libro de calculo.

A duras penas pudimos salir de la ciudad, para dar un gran rodeo y así intentar llegar hasta la residencia,  realmente esperaba que no hubieran zombies en esta parte, pero aunque en menor numero, cada tanto tiempo, nos conseguíamos a un par.

Por lo menos me tranquilizo ver que nos quedaba más de medio tanque de gasolina, por lo que no tendríamos problemas, por lo menos no por ahora.

Nos paramos cerca de un teléfono publico, y Juan pego un brinco para sacar su billetera que hizo que tanto Flor como yo nos asustáramos.- Las muchachas deben estar preocupadas, debemos contactarlas.- Nos dijo mientras sacaba una tarjeta telefónica.- Seguramente estos cacharros tienen tono, trabajan con otro sistema, y es más fuerte, lo mejor será avisar que nos quedaremos durmiendo en el carro por esta noche, mañana temprano nos pondríamos en camino de nuevo.

-Es buena idea, yo te cubro.- Le contesto Flor al tiempo que agarraba su gran escopeta.- Pau, quédate en carro, por si debemos salir corriendo.

Ambos se bajaron y rápidamente lograron llamar y contactar a las muchachas, a lo lejos se podían ver dos o tres de esos seres que se acercaban, pero estaban todavía a un par de cuadras.

Cuando los muchachos colgaron decidí volver a mirar, y pude ver claramente como una mujer trigueña muy voluptuosa, levantaba sus brazos pidiendo ayuda, mientras era perseguida por el zombie de otra chica que no pude divisar bien.

Parecía que la trigueña tenia una herida en su pierna, por lo que no podía caminar lo suficientemente rápido para perder a su perseguidora, y justo cuando esta última iba a alcanzarla no pude evitar agarrar mi arma y salir del carro.

No podía arriesgarme a gritar y avisarle a los muchachos, y mucho menos tocarles la corneta, podía hacer que más zombies nos atacaran en ese lugar.

Juan rápidamente se dio cuenta de la situación, y lejos de detenerme le dijo a Flor que se montara en el carro en el asiento del copiloto mientras el manejaba.

Apure el paso y pude ver como la zombie lograba tumbar a la trigueña, y ella luchaba con sus piernas para alejarse, yo llegue justo a tiempo para disparar a quema ropa sobre la cabeza de ese ser.

La morena cuando vio que su perseguidora estaba muerta me sorprendió al gritar con desesperación y soltar su llanto, mientras se abrazaba de ella.

-¡Mi beba, no me dejes, no me dejes! Gritaba la exuberante trigueña, de ojos verdes, que tal vez  tuviera el cuerpo de una mujer de treinta años, pero a pesar de la dureza de su rostro, sus rasgos permitían adivinar que no pasaba de veinte.

La agarre como pude, aunque ya Juan había parado el carro junto a nosotros, y me ayudo a meterla en el asiento trasero junto conmigo.

-Tranquila querida, todo esta bien, somos gente buena.- Le dije suavemente mientras ella se abrazaba sus piernas llorando.-¿Cómo te llamas?- Pregunte mientras le pasaba un poco de agua, y miraba de reojo que la herida en su pierna no parecía una mordedura.

-Gra...Gracias por salvarme... mi nombre es María.- Respondió al rato, un poco más tranquila luego de tomar un poco de agua.- No es una mordedura.- Me dijo señalando su pierna, tal vez se dio cuenta que miraba su herida.- Me rompí con una reja cuando intentaba escapar de mi casa, la mujer a quien disparaste, era, era… mi pareja, y se convirtió hace justo un par de horas.

En ese momento pude detallar más a María, sus ojos verdosos le daban un toque muy exótico, carba puesta una piyama de dos piezas, de tela muy fina, una franelilla que dejaba ver sus aureolas oscuras y grandes pezones, y un pantaloncillo muy corto, que permitía observar sus tersas piernas.

El plan seguía siendo el mismo, logramos conseguir un buen sitio para estacionar el carro cerca de una empresa abandonada (que acá eso abunda) y nos intentamos acomodar para dormir.

María se apretó contra mi cuerpo, tenia mucho frio, así que me quite la chaqueta y nos arropamos juntas con ella, podía sentir el calor de su cuerpo y como su rostro se recostaba justo en mis pechos.

Mi sexo se empezó a mojar por el contacto con esta mujer, era primera vez que otra chica a parte de Rosy causaba estas sensaciones en mi cuerpo.

Intente conciliar el sueño lo mejor que pude, y no tarde mucho en caer rendida por el cansancio, ojala mañana podamos regresar… por nuestro bien, y por el de Rosy…