Mi Diario de un Despertar Z Cap. 3
Tercera entrada de un diario diferente, los acontecimientos en Moscú empiezan a preocupar a nuestra protagonista, mientras su cuerpo y mente se confunden por su mejor amiga.
4-Enero 2015
Deberían pagarme por escribir este diario, no puede ser que cansada así como este, tenga que escribir día tras día, detalle tras detalle, francamente, merezco un pago, cuando vea a mi doctor de nuevo se lo diré.
Hoy domingo bien temprano fui con Paula a casa de su mama en Barquisimeto, ella tiene dos hermanas menores que todavía están en el nido y siempre que puede va a visitarlas aunque sea medio día.
Esta vez me invito a ir con ella, tengo que decir que la sopa de la mama de Paula es la mejor de este planeta, así que no pude resistir mucho decirle si al viaje, haciendo caso omiso a mis instintos viaje sin maletas, como acostumbraba Paula, y nos embarcamos en la aventura de usar un terminal de mi hermoso país.
Demás está decir que fue difícil encontrar pasajes, pero luego de usar nuestras dotes femeninas logramos dos asientos juntos en un bus-cama, en el trayecto de unas 4 horas nuestra conversación se baso en lo que pasaba en Moscú (tema que ya medio me mosqueaba).
Francamente jamás pensé que un accidente aéreo fuera algo de tanto revuelo, la Unión Europea ya incluso dijo que sospechan de un atentado como causa de su desplome.- me dice Paula con esa aura permanente de súper reportera, gracias a dios no estábamos en Moscú, porque ya me estuviera jalando al lugar del accidente a curiosear.
Que voy a saber yo de eso Pau, creo que en nuestros 27 años de vida nunca habíamos vivido algo como eso, así que no tienes un precedente, igual, eso está muy lejos, lo que sea que haya pasado por esos lares, jamás llegara a esta tierra.- replique yo con aire cansino.
Siempre tu quitándole lo divertido a todo jum, mejor durmamos un poco, generalmente estoy llegando a las 3am un domingo cuando voy de rumba, no acostumbro a salir a esa hora.- me dijo acurrucándose en mi brazo luego de acostarse de medio lado en el asiento.
Muchas veces hemos dormido juntas, incluso nos hemos desnudado una frente a la otra en infinidad de ocasiones, pero por primera vez en los más de 10 años que tengo conociéndola, Paula me puso nerviosa, el tacto de su piel en mis brazos y su cálido aliento que llegaba al escote de mi blusa me producía una electricidad que recorría desde la punta de mis pezones, hasta lo más profundo de mi entrepierna.
No sabía que me pasaba, incluso un fuerte sentimiento de culpa por permitirme sentir lo que sentía me golpeaba, y me golpea todavía, pero el olor de su cabello, y el brillo de sus muslos que bajo la oscuridad de la madrugada se dejaban ver cuales trofeos pulidos en marfil por sus short deportivos.
Luego de un par de horas de viaje la respiración de Paula se había hecho lenta, por lo que presumí que estaba dormida, una fuerza de puro instinto me hizo tocar con mis la punta de mis dedos su muslo desnudo, al ver que no había respuesta me anime a realizar suaves círculos en el en forma de caricia.
Mi sorpresa fue mayúscula cuando Paula en vez de reaccionar alejándose o algo así, se acomodo mejor subiendo un poco más su pierna para tocar un poco más de piel, su cálida piel invadía mis sentidos del tacto de mis dedos, y mi entrepierna empezó a mojarse solo por este simple juego.
Luego de unos segundos de juego, o lo que me pareció penas unos segundos porque casi estábamos llegando a nuestro destino el colector con voz de malandro aviso que se acercaba la primera parada, que casualmente era donde nos bajábamos. Paula como si no hubiese pasado nada se desperezo y luego de sorprenderme con un guiño se preparo para bajar llamando a su madre que ya estaba en la parada esperándonos.
La familia de Paula era acomodada, claro, lo que se podía ser con solo un ingreso en este país, por más que el ingreso sea producto de una pediatra de renombre, como era el caso de su madre. Ella es como una madre para mi, incluso se quedo conmigo un par de días en la clínica cuando tuve el accidente.
Su padre, un hijo de puta de primera, los había abandonados hace unos años cuando se descubrió que tenía otra familia, otro caso muy familiar en mi país desde tiempos inmemorables, será por eso que el único hombre que he amado fue mi papa.
Cuando nos montamos en el carro de Nina, así le gusta que le digan a la madre de Paula, nos tenía la sorpresa, resulta que la muy señora estaba saliendo con un colega, claro, no voy a negar que a sus 54 años la señora Nina tiene un muy buen ver, pero su novio, de claramente unos 10 años menos, estaba en el carro en el asiento delantero.
Mi mente como siempre sucia se imaginaba a la señora Nina sobre el pobre Osvaldo, sacándole todo lo que ya a sus años podía dar, y no pude sino reírme para mis adentros y verle la cara Paula que para mi sorpresa estaba encantada con el “novio” de su mama.
El día paso sin muchos más acontecimientos importantes, fuimos a desayunar y luego directo a la casa de Paula donde nos esperaba una sopa de gallina nada normal, justo cuando estaba por terminar mi sopa, Osvaldo con un nerviosismo más parecido al de un adolescente frente a los padres de su novia, dejo caer una jarra de sangría fría sobre mí.
Créame que en otro momento, bajo otra circunstancia me hubiera cabreado durísimo, pero la cara de horror, vergüenza, pena, y casi nauseas de Osvaldo, sumado al momento de silencio de todos los presentes, me hicieron reírme a carcajadas como hacía tiempo no me pasaba.
La señora Nina se levanto de la mesa, y tal vez los años de experiencia, o que me conoce como una madre la hizo entender lo que me pasaba, se me acerco y me abrazo muy fuerte, besando mi frente y diciéndome lo mucho que se alegra por verme reír.
Paula no tardo en unírsenos en ese abrazo, claro, hasta que nos recordamos que la sangría mancha, y estaba hecha un desastre, lo que hizo que la señora Nina gritara y nos mandara a bañarnos y cambiarnos de ropa antes de salir de nuevo a Caracas.
Cuando nos toco desnudarnos frente a frente como normalmente lo hacíamos sabia que algo había cambiado, ella no actuaba con esa naturalidad que siempre tenía hacia mí, y aunque intentaba no ser muy evidente, se notaba que no quería mirar mi cuerpo desnudo.
Claro, algo también estaba diferente en mi, cuando me quite mi blusa y luego mi brasier, lo hice con extrema lentitud, como haciendo que cada pieza de mi ropa contase, mis pecas contrastaban con mi piel blanca, y mi cabello castaño que no había cuidado mucho en los últimos tiempos caían sobre mis pequeños pechos, justo para tapar mis pezones.
Me pare frente a ella para quitarme mi pantalón deportivo y mi tanga, y así disponerme a meterme a la ducha, ella no pude evitar verme, lo sé, lo sentí, sus ojos quedaron clavados en mi entrepierna, cubierta de una capa de fino vello, que acostumbro a recortar, pero también tenía descuidado.
Cuando quedamos cara con cara fue mi turno de guiñar mi ojo, lo hice con malicia, como alguien que sabe que hizo algo malo y quiere un cómplice, ella quedo helada, y tardo un poco en reaccionar, claro, me duche rápido y logre salir de la ducha antes de que ella pudiera entrar.
Aunque me hubiera gustado, sabía que no era el momento ni el lugar para hacer algo de que lo nos podíamos arrepentir en un futuro, Paula me había dejado algo de su ropa que me quedaba justa, y estábamos por partir cuando Osvaldo grita desde la cocina que corriéramos a ver lo que pasaban en la TV.
Las imágenes que trasmitía CNN parecían de una película de terror, habían cientos de personas que estaban concentradas en el centro de la plaza Roja de Moscú, aunque muchos lucían desplazados por las ropas manchadas y movimientos cansados volaron por los aires con un ataque aéreo producto de algún tipo de misil.
Solo pude llevarme las manos a la boca al ver esa horrible imagen, el video que parecía aficionado se corto luego de eso, por mi mente solo paso rabia e impotencia por esa pobre gente que murió tras de nada, por algún conflicto político tonto seguro.
Los analistas de CNN hablaban sobre un ataque terrorista como que produjo el propio avión, pero otro también decía que solo el propio gobierno ruso podía atacar esa plaza con tal precisión.
A la final, el propio silencio del gobierno ruso solo aumentaba los rumores, luego de un rato de chachara y la voz preocupada de la señora Nina nos dispusimos a viajar de nuevo rumbo a Caracas.
Esta vez el viaje fue diferente, Paula duro todo el viaje metida en el Twitter leyendo todo lo que podía sobre lo que pasaba en Moscú, mientras yo, con toda la alevosía era quien se acurrucaba en su brazo.
Caí dormida como un tronco, hasta que sentí la suave mano de Paula jugar en mis propios muslos, no pasaron muchos minutos hasta que llegamos a Caracas, pero tengo que decir que lo disfrute.
Llegamos rendidas a la residencia, con hambre, pero tan cansadas que nos metimos cada una a su cuarto no sin antes despedirnos con un largo, bueno, creo que muy largo abrazo, y nos dispusimos a descansar.
Así termino mi día, entre masacres, sangrías y muslos…