Mi Diario

Diario de una mujer que describe como ha degenerado el mundo en el que vive. Como se ha visto atrapada en una situación terrible. Un diario de desgracia, traición, humillación… Aunque también habrá amistad, solidaridad e incluso placer. Versión completa de relato publicado por partes en "Dominación"

Empiezo aquí:

Hola… Éste es mi diario… Lo escribo desde muy pequeñita. Sigo siendo pequeña, metro y medio mal medido… y sigo escribiendo. Os empiezo a contar desde el 1 de agosto de 2050. Lo que escribí antes no era de gran interés… Además, no lo tengo disponible. Me vi obligada a dejar la escritura por un tiempo y la he retomado ahora mismo. Comienzo a relatar mis recuerdos desde esa fecha porque, para mí, fue una fecha importante.

Bueno, tal vez venga bien una introducción… Un resumen de los treinta años anteriores a ese día…

Nací en 2020… El año del COVID. El año en que se empezó a joder el mundo… Sí, así de duro. Siendo bebé, mis padres (y yo sin enterarme) vivimos colapso sanitario, confinamiento, rebrotes… Intentos fallidos de vacuna, crisis mundial…

Sabéis que la cosa fue a peor… disolución de organismos internacionales (OMS, ONU, UE…), reducción (práctica eliminación) del comercio y relaciones internacionales, empezando por el turismo.

Sólo podía haber un final… Sí, primero fue la nueva guerra fría… después, la guerra de verdad. Una tercera guerra mundial especialmente cruel… basada en destruir recursos, en reventar escuelas y hospitales que había costado tanto construir.

Fue entonces cuando un tal Benjamin Cohen inventó el misil conocido como “La venganza de David”... Un arma que se dispara desde el aire contra una zona de pozos petrolíferos o explotaciones de gas natural. El misil está diseñado para penetrar en el suelo hasta gran profundidad y crear un cráter ardiente… Una forma de hacer inservible el yacimiento.

Después de su primer uso contra las reservas de Arabia Saudita, otros ejércitos desarrollaron sus propias versiones… Incluso se consiguió convertir los pozos submarinos en infernales llamaradas verticales… mecheros gigantescos.

En poco tiempo las consecuencias del uso a gran escala de este tipo de armamento han producido el mundo en el que vivimos hoy:

  • Hay zonas enormes de la tierra inhabitables, con fuegos inextinguibles ardiendo y llenando todo de humo.
  • El resto se ha convertido en un erial… Lo que se llamaba cambio climático ha derivado en cataclismo climático. Sólo en algunos lugares remotos se conserva suficiente cantidad de vegetación.

Unido a eso la falta absoluta de hidrocarburos ha generado muchos problemas:

  • Ha desaparecido la fabricación de plásticos y resinas. Se intenta utilizar madera y  tela… el problema es la escasez de agua para la agricultura.
  • La generación de electricidad es muy escasa… Sólo quedan las centrales basadas en agua y viento… Los paneles solares ya no se pueden fabricar. Se están construyendo centrales de carbón. La mayoría de la gente tiene el “servicio básico”. Es casi como no tener nada… Con más de tres bombillas a la vez ya salta el limitador. El suministro es, además, muy inestable. Puede haber apagones en cualquier momento.
  • Casi han desaparecido los vehículos a motor… Existen coches basados en metanol (obtenido de la madera), trenes a vapor, barcos de vela y a vapor… Ha vuelto la minería del carbón…

Resumiendo, hemos vuelto a vivir como en el siglo XIX.

Políticamente, peor… vivimos en una mezcla entre la alta edad media y el far west. Como en la edad media, el mundo se ha dividido en pequeños distritos… Realmente son feudos. El regente de cada distrito actúa como un dictador en su pequeño territorio… dicta las leyes y castiga duramente a quien se las salta…

Se ha legalizado la posesión de armas y la detención ciudadana… Como en el far west, son frecuentes los tiroteos, los duelos… Si un infeliz roba una manzana, puede que la víctima decida darle una paliza y llevarlo atado a la estación de policía.

Puedes ir a la cárcel por cualquier tontería… Bueno, realmente a la cárcel no. Los condenados son literalmente “alquilados” a las multinacionales de la alimentación… Esas empresas han florecido cultivando alimentos en los únicos lugares fértiles… Algunas islas alejadas de la costa y algunas ubicaciones en África y América del Sur.

Necesitan mano de obra barata y, literalmente, pagan por el envío de reclusos condenados a trabajos forzados. Ha vuelto el esclavismo…

Debido al beneficio que obtiene el estado y a que necesita una buena relación con las multinacionales de la alimentación, si te acusan de algo estás perdido. Los tribunales obtienen condenas del 99%... Condenas largas, siempre a trabajos forzados. Los infelices son trasladados a las plantaciones, en condiciones penosas… Una vez allí cumplen su condena en un régimen que recuerda a los campos nazis. El régimen disciplinario es muy duro… cada mínima falta resulta en aumentos a la condena, con lo que muchos acaban, de facto, viviendo una cadena perpetua.

Se han añadido nuevos tipos penales impensables en cualquier lugar civilizado: la deuda impagada, la venta ambulante sin licencia y otras pequeñas faltas pueden hacer que termines en una plantación penal.

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01 de Agosto de 2050… Aquí empiezo. Había pasado la noche con mi novio… Menudo huevón… Pero aún echo de menos su polla dura penetrando en mi cuerpo. Por la mañana me lo propuso… Sabía que era el momento propicio. Gran idea: pediríamos un crédito, montaríamos un pequeño negocio. Podríamos vivir de ello y olvidarnos de jefes explotadores.

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01 de Agosto de 2051. El negocio va cada vez peor… Casi no gano para comer. El pendejo de Julián ha desaparecido a los dos meses, me ha dejado sola ante el peligro…

Llevo dos cuotas del préstamo impagado. A la tercera ya se considera delito… Vence esta semana… No puedo seguir durmiendo aquí. Vendrán a buscarme en cualquier momento. Tengo pesadillas con la cárcel. Joder, sólo es una deuda.

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He venido a casa de una amiga. Me ha tratado bien… me ha dado de cenar… La deuda venció ayer. Puede que ya esté en busca y captura. ¡¡¡Ufff!!! No creo, no son tan rápidos.

¿Qué? Dos de la mañana… Dormía en el sofá, en tanga y camiseta y ella ha venido… Todo está oscuro, silencioso… Ella se ha colocado sobre mis piernas. Ella chupetea mi coño desde fuera del tanga. Agarra la goma, me lo va a quitar… No, eso no… No quiero eso contigo.

  • Para…
  • Pensé que querías… Me abrazabas mucho, después de la cena.
  • Pero no me gustan las chicas.
  • Nunca lo has probado…
  • Puede que me guste pero así no…
  • Te he dado mi comida, te estoy ocultando en mi casa.
  • Tranquila, tengo un billete de tren, mañana me voy.
  • Vete temprano… Me levanto a las 9:00 y no quiero verte.

Así hice… Salí antes de las ocho de aquel apartamento. El tren era a las diez. No quise esperar mucho tiempo en el andén… eso sería sospechoso. Comienzo a pasear por la calle. Cuando falta poco tiempo, me dirijo a la estación… Camino encorvada, huidiza, intentando no llamar la atención.

Ahí está mi tren… Un lento tren a vapor propio de hace más de cien años.

Al dirigirme al vagón un hombre se pone en mi camino. Me hace parar… ¿Qué pasa? Una mujer uniformada llega corriendo… Es la policía de servicio en la estación. No entiendo cómo pero me han pillado… Apenas hubo tiempo para que el banco denunciara… ¿Distribuyeron mi foto a los agentes?

El hombre de paisano me enseña la placa. Me informa de que estoy detenida… ¡¡¡Ahhh!!! La mujer me sujeta las manos atrás con algo que cierra como una cremallera… Oigo el ruido siniestro, siento el frío del metal en las muñecas. Me ha esposado…

Allí mismo, en el andén, me cachea sin ningún pudor. Me mete la mano hasta la vulva, me toquetea el pecho… No encuentra nada, llevo todo en una pequeña mochila. Ella coge mi mochila y me arrastra zarandeándome… No sabía a dónde.

En el edificio de la estación había una pequeña oficina de policía… Allí me lleva. Me sienta frente a lo que debe ser su mesa de trabajo. Registra mi mochila… Apunta mis pertenencias (pocas) y prepara varios papeles.

Sólo entonces me libera las manos. Empieza por tomarme las huellas. Después debo firmar una hoja con mis datos que copió del carnet. Y otra con el inventario de objetos personales. La última es la exposición de mis derechos. La leo detenidamente… Cuando la estoy acabando, veo como saca un objeto de un cajón y lo pone sobre la mesa delante de mí…

No es el par de esposas que usó antes. Ése lo ha colgado de nuevo en su cinturón… El anterior era un par con mejor acabado, un producto industrial medianamente correcto. Lo que hay sobre la mesa es una chapuza terrorífica. Los eslabones están oxidados, los grilletes parecen cortantes.

Cuando firmo el papel, la mujer me habla con tono rudo, autoritario:

  • Fuera zapatos y cinturón… déjalos sobre la mesa.

Llevo sandalias de tela y suela de esparto, con cuña media de unos siete centímetros. Mientras me los quito, pregunto por qué. Al parecer son peligrosos, no puedo ir a la celda con ellos. La falda vaquera me llega a la rodilla, la llevo con cinturón porque perdí cerca de diez kilos el último mes. Toda la vida a dieta, no hay como agobiarse para adelgazar. Al quitarme el cinturón, temo que la falda se vaya al suelo.

  • El sujetador también -dice a gritos.

La verdad es que estoy más cómoda sin él… Llevo una blusa sin mangas, con escote barco y volante. Soy capaz de quitármelo sin enseñar nada.

  • Extiende las manos hacia mí, recatada...

Obedezco. Como temía me pone las esposas de la mesa. Primero la mano izquierda, después la derecha. Lo hace cuidadosamente… aprieta hasta que su dedo no cabe entre el grillete y mi piel. Se asegura de que mi muñeca no puede girar. El mecanismo cruje al cerrar, parece que, de viejo, se fuera a atascar y a aprisionarme para siempre. Realmente, no me equivocaba mucho. Hace lo mismo con mi mano derecha. La cadena central apenas me deja cinco o seis centímetros de libertad. Ella agarra las esposas con fuerza y tira para llevarme con ella, yo la tengo que seguir, indefensa como un cordero.

Hay una puerta pequeña y metálica al fondo de la oficina… La abre con llave y me obliga a entrar… Es una pequeña habitación rectangular. Deben ser tres metros de fondo por sólo uno de ancho. Hay un banco a lo largo y un ventanuco con reja al fondo. Bajo el ventanuco hay una letrina maloliente, un rollo de papel higiénico áspero cuelga de la pared. Está casi acabado, conozco esa marca… un papel oscuro y duro, es peor que usar papel de periódico. Veo otra chica sentada en el banco… Me ordena sentarme junto a ella y yo obedezco…

Oigo como se va, dejándome allí, esposada. Gimo en voz alta…

  • ¿No me puedes quitar las esposas?
  • No, no puedo, cariño… He perdido la llave -dice sarcásticamente.

La ventana es minúscula y es la única fuente de luz. La otra mujer se vuelve para mirarme… oigo un tintineo metálico, lleva esposas como las mías, tan deterioradas o más.

  • Acostúmbrate a los grilletes… A partir de ahora, los vas a llevar veinticuatro horas al día.
  • ¿Qué?
  • Sólo te las quitarán cuando te dejen ducharte y cambiarte de ropa, y será por el mínimo tiempo posible…

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Ante ese comentario no pude evitar caer rendida y desesperada. Apoyé mi espalda sobre la pared y cerré los ojos, intentando dormir y despertar en otro lugar. Iba a presentarme a mi compañera y preguntarle su nombre pero lo dejé para más tarde…

Cuando había pasado más de una hora (o eso me pareció), abrí los ojos al oír como se abría la puerta. La oficial introdujo a empujones a un hombre muy joven. Era un hermoso chico de color con pelo rizado y abundante. Llevaba vaqueros y camiseta rotas… Descalzo y esposado como nosotras, lloraba y suplicaba jurando que era la primera vez y que no lo volvería a hacer. La agente le regañó con tono de madre severa…

  • Robar a los viajeros del tren tiene estas consecuencias, niño...

Lo obligó a sentarse a mi lado y se fue cerrando la puerta.

El chico no podía dejar de llorar. Eso despertó en mí cierto instinto maternal. Cuando me dí cuenta, lo tenía en mi regazo con su pelo rizado apoyado en mis senos.

La otra chica se levantó y se sentó del otro lado de él… Entonces me fijé en ella. Unos veinticinco años y casi contraria a mí… Si yo nunca había llamado mucho la atención, ella es la chica que entra en cualquier sitio y se queda con todas las miradas. Rubia, piel dorada por el sol, ojos azules… Más alta que yo ( eso no es mucho mérito) falda cortísima y camiseta de tirantes. El pecho no era muy grande pero parecía firme, sin sujetador se mantenía levantado, se adivinaban sus pezones bajo la tela. Contrastaba con mis grandes tetas, blandas y desparramadas a lo loco bajo mi blusa. El chico parecía haber encontrado confort en ellas…

  • ¿Eres muy joven? -le pregunta ella.
  • Dieciocho el mes pasado -contesta él entre sollozos.
  • ¿Te pillaron robando?
  • Llevo robando toda la vida… o robo o no como. Sí, hoy me pillaron.

Para mi sorpresa y la de él, mi compañera le desabrochó el pantalón e intentó bajárselo. Él no entendía mucho pero se levantó un poco para permitirle la operación.

  • ¿Qué haces?
  • Aunque me veas fina soy puta… Un cabrón, cliente habitual, me delató después de follarme.

Ella siguió hurgando hasta que logró sacar al exterior un enorme miembro negro. Aquella polla era bonita y reluciente… al tocarla ella estaba reaccionando y comenzando a estar firme.

  • ¿Y por qué haces esto? -pregunta el chico.
  • Todos necesitamos relajarnos… Y chupar una polla hermosa y grande me relaja mucho.

Dicho eso, comenzó a lamerla… su lengua parecía grande y húmeda… chupó aquel miembro como si fuera un enorme polo de cola. Poco a poco la fue introduciendo en la boca… Yo notaba la excitación del chaval que se retorcía cada vez más. Movía su cabeza, frotando mis pezones mientras acariciaba el cabello rubio de la mujer.

Me alucinó ver como ella llegó a introducir toda aquella carne en su boca sin ahogarse. Avanzaba y retrocedía haciendo gemir y temblar al hombre. De repente, él hace un gesto con la mano para apartarla… ella se retira justo en el momento en que, como desde una manguera, sale un buen chorro de semen. En ese momento me noté muy cachonda. Entre el frotamiento de las tetas y el olor: mezcla de semen y sudor, olor a sexo en definitiva; se había disparado mi libido.

Parece que él se había dado cuenta porque comenzó a tocar mis senos desde fuera del escote. Sus manos negras eran fuertes pero con la piel suave. Al hacerlo comenzó a sonar un inevitable tintineo de la cadena de las esposas… Yo me recosté mirando hacia arriba y cerré los ojos para disfrutar la ocasión… Hacía mucho que no tenía sexo. Julián y yo, dejamos de follar en cuanto empezaron los problemas económicos.

Entonces noté unas manos por dentro de mi falda…

  • Necesitas relajarte chica, déjame comerte un poco el coño… también se me da muy bien comer coños.

Era ella, la buscona. En esas circunstancias la dejé hacer… Me bajó las bragas sin quitarme la falda… Enseguida empecé a notar su lengua en el clítoris. Me chupó igual que había hecho con la polla de él… De menos a más… No pude evitar retorcerme de placer… También empecé a gemir… Intenté evitar chillar mucho. La sensación, los temblores, el calor fueron a más, hasta que me corrí sin control...

Él y yo estábamos descansando tirados en el banco, ella se quedó sentada en el suelo frente a nosotros. Entonces me preguntó…

  • Tú nunca habías estado entre la mierda, ¿NO?
  • ¿Qué?
  • Que nunca habías estado entre delincuentes, con prostitutas y ladrones… Eres, o eras, una buena ciudadana.
  • Me han detenido por deudas impagadas…
  • Por eso estás tan asustada… Yo también, no creas, sabía que me podían coger pero me había librado hasta ahora.

La prostitución no era delito hasta hacía pocos años. Igual que las deudas y otros “delitos” que se añadieron en la última reforma penal. En todo caso, a los tres nos esperaba una condena a trabajos forzados y ser enviados a una plantación.

Una vez roto el hielo, pasamos todo el día contando nuestras historias. Ya anochecía cuando oímos voces…

  • Partió el último tren del día, ¿Hay prisioneros que trasladar hoy?
  • Sí… dos mujeres y un hombre.
  • Pues nos los llevamos al caldero.
  • Vale… vamos llevando sus cosas personales al transporte y preparo papeles.
  • Te dejo tres pares de esposas.
  • Claro, hay que reponer material.

Ante esa perspectiva recompusimos nuestra ropa como pudimos. La mancha de semen en el suelo se había secado pero el olor seguía en el aire.

Abrieron la puerta… entró la oficial porra en mano.

  • Vamos, ha llegado vuestro autobús… vais a la cárcel del distrito.
  • Vaya olor… Se os acabó el recreo, en la cárcel no os van a dejar jugar -añadió.

En fila india salimos de la celda… Nos llevaron por un camino diferente al que usan los pasajeros. Llegamos a la calle. Allí estaba… un carro tirado por dos caballos. No usan vehículos a motor para esto, el metanol es muy caro. La parte de atrás del vehículo era una jaula. Cuatro paredes y techo cerradas con malla de alambre metálico. Abren por atrás, además de la puerta hay una rampa de madera que bajan para que podamos subir.

El suelo es de madera, no hay bancos ni nada. Sí hay dos prisioneros sentados, descalzos, esposados. Sucios y harapientos, parecen los típicos habitantes de los bajos fondos… el desecho social. ¿Ahora yo era parte de eso? Al ver llegar a dos mujeres comenzaron a decir barbaridades… Nuestro amigo se colocó entre ellos y nosotras. Un oficial golpeó con fuerza la reja con la porra…

  • Silencio… -dijo.

Cerraron con un candado y subieron la rampa. El carro nos paseó por las calles de la ciudad. Parece que su función era recorrer los pequeños puestos de policía para recoger infelices y llevarlos a la cárcel.

A esa hora, la ciudad estaba como siempre: triste y vacía… Después de dos paradas y de recoger algún “pasajero” más llegamos a la cárcel… Sabía de la existencia de este lugar situado a las afueras pero nunca pensé que entraría… Fue un antiguo colegio… Hoy alberga la comisaría central en el edificio principal que da a la calle. Detrás hay un patio rodeado por un muro. Allí, en lo que fue un patio de recreo infantil hay varios barracones donde encierran a perdedores y perdedoras.

Nos llevaron a una especie de sala de recepción… Había dos mostradores. Para hombres y para mujeres. Sólo éramos dos tías… Comenzaron por nuestro amigo y por mi compañera. Un momento en el mostrador, comprueban papeles, recuentan los objetos personales. Después se los llevan a sendas salas al fondo. A él lo acompañan dos agentes hombres… a ella dos mujeres.

Unos minutos después, veo como llaman al siguiente tío… Al mismo tiempo sacan a nuestro chico, arrastrado por las esposas. Le han quitado su ropa y lleva lo que parece un camisón azul de tirantes. No cubre mucho su enorme cuerpo y se adivina un calzoncillo negro debajo, diferente al que llevaba antes.

Entonces veo como sacan, igualmente esposada, a mi compañera. Lleva el mismo camisón de menor talla…

Sé que me toca a mí… Estoy sentada en un banco frente al mostrador y no tengo ganas de levantarme en absoluto.

  • ¿Qué?, ¿Descansando?... Ven, de una vez -me grita la oficial desde detrás del mostrador.

Comprueban todo. Vuelve la agente que se llevó a mi amiga y me conducen a la temida sala. Me quitan las esposas… ¡¡¡Qué alivio!!! Intento disfrutar el momento masajeando las muñecas.

  • Toda la ropa fuera, ¡¡¡Ya!!! -me gritan.

Bajo la falda… Veo que me siguen mirando. Me quito la blusa y me tapo las tetas…

  • Bragas fuera -me vuelven a gritar.

Obedezco, tapo el coño con una mano y las tetas con la otra…

  • Muy pudorosa ahora pero te encierran con un negrito en la celda y ¡¡¡a disfrutar!!!

Con tranquilidad meten toda la ropa en una bolsa de lavandería… Las apuntan como anexo en la lista de objetos personales. Me hacen firmar otra vez… Han puesto también sujetador, calzado y cinturón…

Me dan una braga negra… la pongo rápidamente… es fea y áspera. Es de mi talla pero parece de hace cien años… al menos me tapa.

Me dan el camisón… Es un mero tubo de tela con dos tirantes. Curiosamente sujetos con botones tanto delante como detrás… En cuanto lo tengo puesto veo a la oficial con las esposas preparadas. Extiendo las manos y me dejo engrilletar. Resistirme sería peor…

Esperaba que me llevaran ya, pero no. Falta que me pongan una chapa de identificación… Es simplemente una plaquita como un número. La colocan en mi cuello con una cadenita, noto como la aseguran con un pequeño candado en mi nuca.

Después sí… me lleva la otra agente, tirando de las esposas. Salimos al patio… Ya es de noche, pero voy descalza y noto hierba fresca bajo mis pies. Me arrastra a uno de los barracones.

  • Módulo de mujeres pendientes de juicio… -dice ella en la puerta.

Extrañamente no abre, llama. Una guardiana abre la puerta metálica desde dentro. Pasamos a una antesala de unos dos metros cuadrados. A la derecha hay una puerta abierta… parece que es un habitáculo para la guardiana del pabellón.

Hay una segunda puerta, reja metálica… la mujer la abre y me obliga a entrar…

El módulo es una sala de cuatro paredes sucias, que en tiempos se pintaron de blanco. Puede medir diez metros por cinco… Hay colchonetas tiradas en el suelo, ventanas pequeñas y enrejadas y creo distinguir una letrina y una pileta en una esquina.

Estaba iluminado por dos bombillas peladas. Como pude me acomodé en una colchoneta al lado de mi única conocida. Me trajeron un pequeño cazo metálico con agua y un bocadillo de pan duro. Comencé a devorarlo porque llevaba todo el día sin comer. Al primer mordisco oí como cerraban la puerta de reja.

Aquella comida era asquerosa pero la acabé en un par de minutos… Justo al terminar, la guardiana se coloca tras la puerta y grita:

  • Se apagan las luces, señoras… ahora a roncar.

En la cárcel:

10 de agosto de 2051. Ya llevo una semana en la cárcel… Estamos todo el día encerradas en el barracón, tiradas sobre las colchonetas, intentando inútilmente cerrar los ojos y despertar en otro lugar.

La comida es mala, el aburrimiento es mortal.

Al día de ingresar, me llevaron al despacho del comisario. El tipo me explicó los cargos y las pruebas que ya conocía. Me insinuó que no tenía mucha defensa, que aceptara todo en el juicio y sería mejor para mí.

También me dijo que me habían detenido gracias a la colaboración ciudadana… ¿Qué ciudadana colaboró? Lo sé perfectamente: la hija de puta que se llamaba mi amiga… Como no quise acostarme con ella, me delató...

Día sí, día no, nos llevan a duchar. Una a una… con agua tibia sólo un par de minutos, después la cortan, estés como estés.

El primer día, extendí las manos para que me quitaran las esposas. La guardiana desabrochó los botones de mis tirantes y camisón-tubo cayó al suelo. Ante mi cara de sorpresa, la oficial señaló, sin más, la ducha. Ducharse esposada, es una experiencia de humillación que no os recomiendo ni le deseo a nadie.

  • Desde que usamos los tirantes desmontables no hace falta andar abriendo las esposas -dijo la guardiana al llevarme de vuelta.
  • Lo malo es que acaban oxidándose un poco… -añadió, al menos los eslabones de las mías estaban completamente oxidados, no quiero preguntarme por la “salud” del mecanismo de cierre.

Casi lo único que podíamos hacer por el día en aquel encierro era hablar de nuestras penas. Me permito contaros la historia de mis compañeras en primera persona, metiéndome en sus cabezas… No diré sus nombres. Aquí no tenemos nombre, sólo el número de la placa… los últimos tres dígitos. Yo soy la última y soy “476”.


475:

Nací hace veinticinco años, en esta ciudad… Sí, en esta época es raro cambiar de ciudad o, al menos, de comarca. Desde pequeña fui testigo de como el mundo iba a peor. Ya lo sabéis… menos tecnología y menos libertad. El nivel de vida de 1800 con el sistema político del año 1000. Aprendí esa frase en el instituto y cada vez ha sido más cierta.

Mi barrio era y es un estercolero… Compañeros míos de clase desaparecían sin más: problemas con las drogas, tiroteos… Casi todos empezaban a robar, a trapichear con drogas.

Yo intenté salir… Fui la primera de la clase de principio a fin. A partir de quince años mi cuerpo joven, mi pelo rubio natural y mis ojos azules me hicieron muy popular entre mis compañeros. Tuve rollitos como no, pero seguí esforzándome en clase… seguí siendo la “chapona”... “Chapona cachonda”.

Todo se derrumbó a los dieciocho… No pude ir a la Universidad, eso era muy caro para mi familia. Me tuve que conformar con un curso de administrativa… No es que aquello estuviera mal pero encontré una actividad más rentable.

Fue un día en un bar… Un señor mayor, trajeado comenzó a hablar conmigo. Me hizo gracia, me invitó a copas… Me ofreció dinero por sexo… Me negué… me ofreció más… Después de un rato, cedí. El pagó la cama… se corrió enseguida y dormí el resto de la noche.

Al acabar el curso comencé un trabajo a tiempo parcial… Maravillosa tapadera… Mi actividad por las noches me hacía vivir muy bien.

Al poco tiempo de empezar, ilegalizaron la prostitución… No sólo eso sino que la cosa podría acarrear hasta diez años de trabajos forzados. Había clientes y policías entre mis clientes… todos me tranquilizaron:

  • Sólo es para sacar de la calle a la que no se comporte… tú sigue así y no tendrás ningún problema.

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¡¡¡Ahhh!!! ¡¡¡Ahhh!!! No lo haces mal, hijo puta… Vamos, empuja… ¡¡¡Ahhh!!! Sí…. sí… córrete… córrete dentro.

Estoy con mi mejor cliente… Un político local. Siempre quedamos en el hotel cutre que hay sobre la estación de tren. Allí lo conocen y son discretos. Paga la habitación y paga el polvo… Dormimos… él se va antes. Yo bajo, desayuno y me voy…

Se ha levantado… se va… yo dormito en la cama.

  • XXXX (dije que no iba a dar nombres) -me habla.
  • ¿Qué?
  • Ya me voy… esta será la última vez.
  • ¿La última?
  • Mi mujer y gente del partido me investigan… Me van a pillar contigo… Y me van a pillar en mis chanchullos.

Yo sabía de esos chanchullos. Era un corrupto, todos lo sospechaban, yo lo sabía…

  • Sabes que yo nunca diré nada… Y nunca me creerían…
  • Lo siento… adiós.

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Al salir bajé a la cafetería… Al momento vi a un hombre que me señalaba. Lo acompañaban otro tipo y una agente uniformada. Vinieron hacia mí como flechas. Un inspector de paisano y una oficial de uniforme… Dijeron que aquel hombre me denunciaba por prostitución… Según él le había ofrecido sexo por dinero. Mentira porque sólo trabajaba con los habituales.

Supliqué que no me esposaran… sin éxito. La mujer me puso los grilletes a la espalda y me cacheó allí mismo.

En pocos minutos estaba encerrada en el calabozo de la estación… descalza, sin mis cosas. En las manos, unos grilletes que parecían sacados de un basurero.

Después de un rato, la puerta se abrió y trajeron a otra prisionera.


469:

Hoy cumplo veinte años. Bueno, es un día como otro cualquiera… Hoy toca trabajar en el mercado callejero. Puestos de verdura, de carne, de ropa… Mucha gente… es perfecto. Ahí viene un buen “cliente”. Espero que pase junto a mí… va leyendo algo en un periódico. Me coloco en su trayectoria disimuladamente. ¡¡¡Pum!!! Chocamos… Me disculpo. Sonrisa… Le pregunto si se ha hecho daño… sigo sonriendo. Él sonríe, cara de bobo… Es lo que tienen dos buenas tetas y un culo firme…

Se va… Me doy la vuelta y desaparezco. Tengo su cartera… otro pardillo que ha caído.

Llego pronto al punto convenido… Debo darle la cartera a Jaime. Si me pillan, que no sea con su cartera encima… Algunos al descubrir que les falta la cartera se dan cuenta del encontronazo y salen corriendo o llaman a los guardias. Siempre hay policía por los mercados.

Él guarda el botín. Debería desaparecer e ir al siguiente punto de encuentro. Elegimos tres puntos cada día y se van rotando.

Esta vez, él me habla (primer error):

  • Guapa… sé que no debemos pero podemos ir un momento al bar de Nacho.
  • No debemos… ni siquiera hablar.
  • Pero ese pardillo ni se ha enterado, los dejas embobados, morena.

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¡¡¡Ahhh!!! Vale… soy débil. Sigue, sigue…

Baño de tías. Me he desnudado de cintura para abajo… total sólo es bajar la faldita y las bragas. Apoyada sobre la tapa del retrete, culo en pompa… él arremete con fuerza… ¡¡¡Ahhh!!! Sigo llevando tacones de doce centímetros… Hacen que mi culo sea más firme.

¡¡¡Ahhh!!! Sigue, sigue… ¡¡¡Ahhh!!!

Nos vestimos. Escucho tras la puerta, busco el momento de salir discretamente. Hace un rato que no se oye nada.

Salimos… hay un vestíbulo que da a los dos baños: masculino y femenino… No hay nadie. Saldremos como si tal cosa… simplemente, coincidimos en la puerta de salida.

La cartera y la documentación han quedado en la papelera… sólo nos llevamos el dinero. Doscientos, buen botín. Deberíamos haberlo tirado en la calle… Segundo error.

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¡¡¡Upsss!!! Dos policías esperando tras la puerta de salida. No están para bromas. Nos encañonan con los revólveres… Volvemos adentro, contra la pared. Esposas a la espalda. Jaime se resiste un poco… le retuercen el brazo, le golpean la espalda, cae de rodillas chillando de dolor. Nos cachean… “Lleváis mucho dinero encima”, dicen… Registran los dos baños por completo, encuentran las pruebas.

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No lo he vuelto a ver… Estoy en la cárcel, tumbada sobre una colchoneta, descalza, esposada… esposada veinticuatro horas al día. Me van a juzgar pronto…


464:

Yo soy, o era… lo que se diría una hija de buena familia. No fui buena estudiante pero sí me portaba bien…

Con mi mayoría de edad llegaron los problemas de dinero a casa. Empecé a trabajar. Ahí vi la importancia de los estudios. Sólo pude encontrar chollo en una tienda de alimentación… Lo que antes se llamaba supermercado… Ahora seguían existiendo pero eran muy humildes, como mercadillos bajo techo.

Aquel trabajo no era muy rentable. Una compañera me puso en contacto con su amiga y ella con un tipo. Me ofrecieron mucho, mucho dinero por un trabajo sencillo… Realmente era un recado, lo podía hacer en mi semana de vacaciones.

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A punto de atracar… Han desaparecido los aviones pero no los barcos. La mayoría son de propulsión mixta… Vapor y vela. Los dos métodos de propulsión posibles ahora. El casco exterior es de una chapa simple de acero, el resto de barco de madera excepto la arboladura para las enormes velas que suele ser de aluminio.

Tras una lenta maniobra podemos bajar… Allí bajo yo con mi mochila.

Cola de la aduana… Sabía que llegaría. Mi cara de niña buena me permitirá pasar.

Una mujer alta y fuerte, de aspecto severo coge mi documentación…

  • Todo en regla pero saliste hace una semana, 2 días de ida y dos de vuelta, sólo has estado tres días en el destino.
  • No tenía más vacaciones…
  • Las has aprovechado muy poco.
  • ¿Algún problema?
  • ¿Sólo traes esa mochila?, ¿Vienes sola?
  • Sí...

La mujer me hizo pasar a una sala aparte. Yo entré temblando, intentando aparentar tranquila pero sintiendo un torrente de emociones.

Otra mujer, con guantes, registró mi mochila. Nada ilegal. Me cacheó sobre la ropa… nada. Justo cuando terminó el cacheo entró otra agente con un perro. Era un bichito de esos adorables, pequeño, orejas caídas, pelo marrón… Quise acariciarlo para despistar.

Pero no coló… el animal comenzó a ladrar como loco. Se acercó a mí alargando hasta el límite la correa. La mujer se acercó dándole más espacio. El perro acercó el hocico a mi entrepierna y siguió ladrando.

En ese momento la primera agente me sujetó desde atrás…

  • Señorita, me temo que vamos a tener que hacer un registro interno.

Esa expresión “registro interno” me paralizó. Noté como la mujer juntaba mis manos en mi espalda. ¡¡¡Ayyy!!! Algo metálico y frío me está apretando una muñeca… Me está esposando.

  • Aún no estás detenida pero debo ponerte los grilletes, por seguridad de todos -informa ella.

Acto seguido, me obliga a arrodillarme sobre una silla. Me quita las sandalias.... Zarandeándome como a un muñeco me coloca de pie contra la pared. ¡¡¡Ehhh!!! Me está desabrochando el pantalón… un short vaquero cortísimo… no puedo evitarlo. También me baja las bragas.

Echando lubricante sobre los guantes realizan el registro interno. La otra mujer me sujeta. Me separa más de medio metro de la pared. Sujeta las esposas con una mano tirando hacia atrás mientras con la otra empuja mi nuca y aplasta mi cara contra la pared.

¡¡Ahhh!! zorra…. no quiero tu mano en mi chocho. ¡¡Ahh!! Ya lo encontró…

Nooo… ahora detrás… ¡¡¡Ahh!!!

Me sueltan… Con las manos sujetas atrás y desnuda de cintura para abajo vi las dos bolas sobre una mesa, junto a mi mochila. Ya no existía el plástico pero sí la goma… Yo llevaba dos bolas de goma, una en cada orificio. Sin dejarme vestir, sentaron mi culo desnudo en la silla. Ellas se limpiaron, tiraron los guantes y comenzaron a rellenar un papel. Limpiaron las bolas. Con cuidado, una de ellas abrió las bolas y extrajo un poco de polvillo marrón claro, brillante…

  • ¡¡¡Azúcar moreno!!! Rubita, ahora sí estás detenida.

Por supuesto, no era azúcar… Tetra-clorina, la droga de nuestros tiempos. Se consume por vía digestiva, como quien ingiere una cucharadita de azúcar. El efecto es bestial, un viaje alucinante. No tiene efectos secundarios físicos, los adictos no parecen yonkis. Se dice que produce arrebatos violentos, esquizofrenia y otros desórdenes mentales.

La isla de la que volvía, aparte de destino turístico, es un “hub” mundial en el tráfico. Se dice que su gobierno está comprado… Y sí… yo acepté ser mula de droga. Ya me lo habían dejado claro: “si te detienen, nunca te hemos conocido, tú no sabes nada”... Era cierto que no sabía nada… Un encuentro en un lugar oscuro, un desconocido encapuchado… Billete de ida y vuelta y reserva de hotel comprados en efectivo. Alguien pasa por el hotel y me deja las bolas en recepción… Alguien me buscaría en el supermercado un par de días después de llegar. Con las bolas me dejaron una nota:

  • Cuando salgas del país, puedes llevarlas donde quieras. Al llegar a la aduana, deberás esconderlas en tu cuerpo… ya sabes cómo.

Y eso hice… visité el baño cuando sabía que faltaba alrededor de una hora.

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Las agentes me vistieron sin mucho cuidado. Me llevaron a una oficina donde tomaron mis datos. Me quitaron las esposas para tomarme las huellas y hacerme firmar papeles. Luego me pusieron otras por delante… viejas, siniestras, parecían sacadas de una mazmorra. Me encerraron en un calabozo minúsculo de dos metros por uno y medio.

Un par de horas después me llevan a un despacho… Un agente me interroga. Doy mis datos y sólo eso… No sé nada. Insiste… digo lo que sé que es lo mismo que nada: como me lo contaron, como me pasaron la droga, no sé a quién debía dársela, tenía que esperar.

Seguramente, ellos estaban vigilando la salida de viajeros. Ya sabrán que me han detenido, eso me dice el hombre...

El tipo es un cuarentón bien conservado. No me resulta desagradable como habla… A lo mejor es síndrome de Estocolmo, estoy esposada e indefensa ante él. Le pregunto por la posible condena. Es sincero… “trabajos forzados”... Era mucha cantidad, podrían ser treinta años.

¡¡¡Treinta años!!! Acabo de cumplir diecinueve… Saldría con casi cincuenta, hecha polvo por trabajar de sol a sol…

El hombre se levanta y se dirige hacia la puerta. Va a llamar a una oficial para que me devuelva al calabozo. ¡¡¡Nooo!!! Ahora al calabozo no… No quiero que me encierren ahora allí…

No sé qué decirle… empiezo a hablar un poco a lo loco. Le doy detalles irrelevantes sobre el encuentro con el tipo. Él se da cuenta…

  • Señorita, el interrogatorio no da más de sí… Ahora la llevarán a su celda.

Me coge por las esposas y tira para levantarme de la silla… No puedo evitarlo. Me queda una baza… He visto como me mira. Ningún chico me dijo nunca que no…

Me echo sobre él… Lo intento besar en la boca, me saca la cabeza. Él se deja. Le meto la lengua… le toco la entrepierna. No es lo que diría un tío bueno pero sí aceptable. Y yo estoy por aceptar todo…

MI camiseta de tirantes tiene tres botones. Él los suelta… saca mis tetas por fuera. Me confiscaron el sujetador al encerrarme. Me besa los pezones… los chupa, los mima…

Me baja pantalón y braga… Se arrodilla delante de mí y comienza a chupar… chupa lentamente… ¡¡¡Ahhh!!! Ningún jovencito me había hecho esto. Por eso gustan tanto los maduritos…

Sigue chupando… Me descontrolo, tiemblo, chillo… estoy a punto del orgasmo.

En ese momento para… me tumba en el suelo y me folla sin piedad. Su polla erecta entra con facilidad en mi coño húmedo. Desde arriba me penetra… adentro y afuera, cada vez más fuerte, cada vez más rápido.

Nos quedamos exhaustos sobre una alfombra que cubre el suelo…

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¡¡¡Ehh!!! ¿Qué ha pasado? Me debí dormir…

Despierto en el temido calabozo, tumbada sobre una colchoneta sucia.

Sigo descalza, esposada, sin nada de cintura para abajo. Tirados en el suelo veo mis bragas y mi pantalón…

Hay poca claridad. Está amaneciendo.

Como puedo, me visto y recoloco mis pechos dentro de la camiseta. Con las esposas todo es más difícil.

Pasé todo el día encerrada. Por la noche me trajeron aquí… A la cárcel.


El barco prisión:

15 de agosto de 2051. Este día solía ser festivo. Ahora ya no existe tal cosa…

Ese día mis tres compañeras y yo comprobamos que la justicia ha devenido en una farsa siniestra. No nos habían dicho nada de fecha de juicio, ni de defensa ni de abogados. Pero ese día, cuando esperábamos el desayuno vomitivo de todos los días vinieron dos guardias con porras y nos ordenaron salir del barracón. Allí quedaban otras chicas que, en algún momento, correrían la misma suerte.

Esposadas y descalzas caminamos hacia un pequeño edificio en una esquina del patio. Eso fue la casa de los guardeses del colegio… cuando esto era un colegio. Ahora era “casa de justicia”... Yo la llamaría teatro trágico más bien.

Nos metieron en una especie de sala de espera…

Sortearon el orden… ¡¡¡Vaya!!! 475 es la primera. Tendrá derecho a diez minutos con la abogada para preparar el juicio. ¡¡¡10 minutos!!! La abogada es la misma para todas. No la habíamos visto nunca. Debemos creer que se ha leído los expedientes…

Yo voy la última… Cada juicio dura menos de media hora. Los diez minutos de descanso entre cada dos se usan para la “preparacion”.

Una a una veo cómo se llevan a mis compañeras. Salen con mala cara y sin hablar, con una oficial arrastrándolas por los grilletes. ¿A dónde?

Cuando me toca compruebo que la mujer SÍ se había leído el expediente… Me lo recita. Me informa de que no hay pruebas a mi favor. Mejor que me declare culpable y apele a la clemencia del tribunal. Nada de protestar diciendo que una deuda no puede ser un delito… si hago eso me enviarán más de veinte años al penal.

Una vez dentro, debo estar de pie… ante tres personas. Dos hombres y una mujer… La abogada apenas me defiende, sólo expone los hechos. Me declaro culpable… relato mis problemas económicos. Ellos, de repente, añaden una acusación… Me detuvieron a punto de subir a un tren que salía del distrito. Eso era un intento de fuga… Aun siendo sumisa me sentenciaron a veinte años allí mismo.

Al terminar ví donde nos llevaban… pabellón de condenadas. Allí debíamos esperar a que se gestionara nuestro traslado al penal. ¿Penal? Era una plantación en el extranjero gestionada por una empresa multinacional. Íbamos a ser entregadas a ellos como mano de obra barata. Nos explotarían y, seguramente, alargarían la condena con excusas increíbles.

Mis tres compañeras estaban allí también… No les pregunté la duración de las condenas, ellas tampoco me preguntaron.

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25 de agosto de 2051. Tras un día de terrible calor, dormimos como podemos en el barracón. Nos levantan como a las seis de la mañana. Nos sacan a todas y nos suben a un transporte… Debe ser el mismo que nos trajo aquí… Mis tres compañeras, yo y algunas infelices más. Parece que sólo vamos chicas en esta tanda…

  • Vamos rápido que hay que venir a por los tíos después -dijo uno de los guardias.

Sabía a donde íbamos… al puerto. El transporte para, justo al lado de un barco de color blanco. Es un híbrido… Se ve la enorme chimenea atrás para el humo que produce el carbón pero el resto del barco está cubierto por una enorme arboladura metálica. Las velas están plegadas.

Debe medir unos setenta y cinco metros de eslora por quince de manga. Tiene la forma redonda y robusta de un carguero no es un velero esbelto. Exterior metálico, seguramente interior de madera.

En el lateral se puede leer “Consolidated Fruit and Veggie Co”... conocida multinacional alimentaria. Somos sus esclavas… La condena empieza a contar el primer día de trabajo. Los domingos no se trabajan y no cuentan. Si estás enferma no cuenta. El tiempo en celda de castigo no cuenta…

Nos hacen subir por una estrecha pasarela. Allí comienza un proceso siniestro que ellos llaman “cambio de custodia”.

Un marinero al fondo de la pasarela comienza a sacar objetos metálicos terribles de una gran caja.

Una combinación de grilletes de aspecto medieval. Dos grandes y dos pequeños: pies y manos. El hombre comenzó por los tobillos de la primera prisionera. El policía que estaba junto a ella le quitó las esposas de las manos y las dejó en otra caja vacía. El marinero sujetó las manos de la chica y la infeliz comenzó a caminar con dificultad. Desde el fondo de la cola veía como otros marineros le señalaban el camino.

Cuando me tocó, cerré los ojos. Sentí el metal duro en los tobillos y oí el mecanismo de cierre. También con los ojos cerrados sentí como me quitaban las esposas… creo que llevaba con ellas desde mi detención. ¡¡¡Ay!!! Ni un segundo libre… siento los nuevos grilletes.

Una vez encadenada me señalan por donde caminar. Me cuesta andar… No podría correr… No puedo llegar con las manos a la cara… A lo mejor si me siento en el suelo sí puedo.

El suelo es de madera… me llevan por varias escaleras hacia abajo. Escaleras empinadas, pasillos estrechos… Si me soltaran ahora, no sabría salir del barco. Acabo llegando a una sala rectangular… Allí están mis compañeras. Recuerda al barracón de la cárcel… Hay alfombrillas en vez de colchones. Soy la última… cierran la puerta tras de mí.

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Todo el día tiradas en el suelo… Al menos hay un par de ojos de buey y entra un poco de luz. El barco no se mueve… Están cargando suministros y nosotras debemos de ser parte de eso. Se oye jaleo y ruido de cadenas… están trayendo a prisioneros hombres. Alguien comenta que nos están encerrando en los almacenes de fruta y verdura. Esa es la misión del barco: llevar trabajadores esclavizados y traer mercancía.

Ya debía de ser por la tarde, cuando llegó otra “remesa” de prisioneros y prisioneras”... Se oyen pasos, ruido de cadenas… voces autoritarias e insultos de los guardias. Parece que vienen de otro distrito… Los diferentes distritos son, de facto, independientes aunque en teoría todos pertenecen a un mismo estado. Algo muy similar a las monarquías medievales, donde el rey era el teórico superior de unos señores feudales que eran dioses en sus terruños. Para esto, parece que colaboran… el barco atraca aquí y recibe prisioneros de diferentes lugares. Parece que los están encerrando en otros almacenes… Vacío de mercancía, hay mucho sitio para la “mercancía humana”.

Entonces oímos una fuerte discusión… Parece que dos prisioneras discuten entre ellas… se insultan. Se oye ruido de grilletes… Parece que se pelean y los guardias las están dejando…

  • Ya basta, encerrad a ésta en la sala 1 -suena con fuerza la voz de un oficial.

Vemos como abren la puerta… empujan a una mujer dentro. El oficial se nos queda mirando un momento desde la puerta. Se vuelve a cerrar…

La recién llegada está encadenada igual que nosotras. Su camisón tiene manga corta en vez de tirantes… de hecho, parece una camiseta larga. Es de color amarillo a diferencia de los nuestros (azules). También lleva una chapa de identificación en el cuello, pero el código es diferente… no acaba por números sino por letras.

Desde entonces la llamamos, “compañera XPTO”... por las letras de su chapa. Desde el principio se unió a nuestro grupo de cuatro (464, 469, 475 y yo: 476). El resto no le hicieron mucho caso. Igual que en el mundo exterior, se forman grupillos con escasa relación entre ellos. Nos contamos nuestras historias…


XPTO:

Ella es del distrito situado justo al sur del nuestro… Una provincia interior, sin acceso al mar. Es la mayor de nosotras… roza los cuarenta años pero los lleva bien, aun caída en desgracia se ve sana y hermosa.

Ella fue directora de banco… ¡¡¡Una banquera en presidio!!! Ganaba mucho dinero y vivía muy bien. Pero el dinero no le dio la felicidad. Su novio la abandonó y empezó a comportarse de forma errática. Una noche estaba bebiendo vino en su casa… Al terminarlo decidió ir a comprar más a una tienda veinticuatro horas. Sí, son caras pero siguen existiendo. Ella era de las pocas personas que pueden permitirse un coche de metanol. Arrancó borracha y de noche… atropelló a una persona. Se asustó y huyó…

Al día siguiente huyó de su distrito de la misma forma que yo lo había intentado. Logró tomar un tren y se dirigió al otro extremo del país. Tiñó de negro su característico pelo rojo, pagó por documentación falsa y comenzó a trabajar con otro nombre siriviendo cafés.

Cuando un delincuente huye de un distrito la policía local lo da por perdido. Los agentes de otros distritos no hacen nada… Sabiendo eso la fuga habría salido bien… Os copio lo que ella nos contó. Al oírlo, pensé que aunque mi fuga no hubiera salido bien, me podría haber pasado lo mismo.

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Estaba sirviendo desayunos tranquilamente… No esperaba que ocurriera nada. Nadie sabía donde estaba…

En ese momento no sabía que sí existía un mecanismo para localizar fugitivos. El mismo del “Far West”... Los caza-recompensas. Todos los periódicos publicaban los domingos una lista nacional de fugitivos y fugitivas junto con la recompensa ofrecida… Los distritos ven a un delincuente condenado como un ingreso monetario… La recompensa es un porcentaje de ese ingreso perdido cuando hay una fuga con éxito. Además, están los jueces para asegurar una condena larga si el infeliz es capturado…

Desde que se permite la detención ciudadana, cualquier persona puede usar la fuerza para entregar a la justicia a un delincuente… También cualquiera puede llevar armas o esposas. La ley de la selva. Cualquier loco puede pedir una licencia como caza-recompensas… Eso, básicamente, le permite transportar prisioneros entre distritos… Van armados, llevan esposas y grilletes y están muy al tanto de la lista dominical de fugitivos.

Un hombre entró en el bar y habló un momento con mi jefe. Ambos se fueron a la cocina. Al minuto mi jefe me llamó…

Era un caza-recompensas… Con la chaqueta abierta se veía la placa que les dan colgada de su cuello. También se veía el revólver y algo similar a una porra colgando de su cinturón.

Me enseñó los datos que daban para buscarme: estatura, descripción… un tatuaje en el hombro.

  • Creo que vas a tener que quitarte la camisa -dijo mi jefe.
  • Ni de coña me desnudo delante de dos pervertidos.
  • Tienes que hacerlo, esta placa te obliga -dijo el caza-recompensas.
  • Quiero saber si eres una fugitiva… Si lo eres no trabajarás más aquí y me devolverás el uniforme…
  • El color de pelo no coincide.
  • Eso se puede cambiar fácilmente.

El uniforme sólo era la camisa y un delantal de cintura para abajo… De mala gana, me quité ambas cosas… Ahí estaba, un recuerdo de juventud: un dragón en mi hombro.

  • ¿Tienes otra camisa? -preguntó el cazador.
  • No… vine de casa así… -mi casa allí era una pensión cutre.
  • Pues extiende las manos.

Vi como sacaba las esposas de una cartuchera en su cinturón. ¡¡Ayyy!! La primera vez que me esposaban… Bueno, alguna vez había esposado a mi novio con unas de juguete que se abren sin llave. Éstas eran “de verdad”...

Agarró las esposas y me sacó así del bar. Yo miraba al suelo… Indefensa y humillada tuve que seguirlo hasta la calle.

Afortunadamente, tenía coche… Un vehículo viejo. Seguramente, un antiguo motor diésel modificado para usar alcohol metílico. Me sentó delante, junto a él.

Me llevó a la comisaría. Allí tenía que hacer un trámite… Los agentes tomaron mis huellas y las compararon con las de la orden de búsqueda. Comprobada mi identidad le dieron un documento que lo autorizaba a trasladarme a mi distrito.

Los policías nos informaron de que iban a registrar mi habitación en la pensión… Debíamos esperar allí hasta que completaran el trámite.

  • Manos en la nuca -dice el cazador, sabiendo que me va a tener que custodiar un tiempo. Me habían quitado las esposas para tomar las huellas. Él me esposó, de nuevo, ahora con las manos a la espalda…

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Estuve un par de horas sentada en un banco. Volvieron los agentes. Traían mi pequeña maleta. Decían no haber encontrado nada, sólo un poco de ropa que iba en la maleta.

¡¡¡Mentirosos!!! Tenía dinero, bastante dinero… lo que me quedaba.

Mi captor me condujo de nuevo a su coche… esta vez abrió el maletero. Era un cinco puertas, maletero grande. No había bandeja, había instalado una reja que lo separaba de los asientos y otra sobre el cristal de la ventana… Un pequeño calabozo rodante.

Zarandeándome, me sentó en el suelo del maletero… Me quitó los zapatos y cogió un objeto metálico que estaba en el rincón…

Me puso los grilletes grandes en los tobillos. Por un momento, me soltó las muñecas… Intenté golpearle… Estaba dispuesta a todo, sabía que entre el homicidio involuntario y la fuga me esperaba la cadena perpetua. No iba a tener otra oportunidad…

Paró el golpe. Nunca fui muy fuerte y llevaba horas esposada, así que estaba casi inútil, incapaz de un movimiento rápido. ¡¡Ayyy!! Me retorció la mano con fuerza… Me puso el grillete muy apretado. ¡¡Ahh!! Segundo grillete, también muy apretado. Cerró el maletero de un portazo.

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Debía de ser a primera hora de la tarde. El coche arrancó y comenzamos a circular por carreteras desiertas y llenas de baches. Sabía que el viaje completo duraría diez horas o más.

En la primera pausa para repostar me aflojó los grilletes de las muñecas y me dio un bocadillo y agua. Si declaraba que había intentado atacarlo, todo sería peor para mí. No sabía si realmente tenía algo que perder.

Al anochecer salió de la carretera principal… Comenzó a conducir por pistas de montaña con destino desconocido. No dije nada pero estaba aterrorizada. ¿Me violaría?, ¿Me mataría? Podía esperarme algo peor que el presidio.

Acabó parando en una casa pequeña aislada…

  • Bienvenida a mi casa… Vamos a dormir un poco aquí.

Me bajó del maletero y me llevó dentro de la casucha. Encadenada, caminaba con dificultad. Él me sujetaba por la cadenita que unía mis manos. Era una antigua casa de labradores construida con piedra y barro. Por dentro parecía más grande que por fuera… Me llevó a la parte de atrás. Allí bajamos a un semisótano. La corta escalera bajaba a una puerta de reja abierta. Me obligó a entrar y cerró con cerrojo y candado. En la casa no había electricidad. Sólo lámparas de aceite que él fue encendiendo por el camino. La última estaba junto a la puerta e iluminaba ligeramente el calabozo. Calabozo es la palabra más apropiada… o incluso mazmorra. Dos por dos metros de paredes de piedra, techo bajo y suelo de tierra. No había mobiliario, sólo un montón de paja sobre la que me tumbé. Seguía descalza y la combinación de cuatro grilletes me dejaba muy poca movilidad..

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No pude dormir ni un minuto… Todo tipo de ideas y planes de fuga disparatados pasaban por mi cabeza. No sé cuánto tiempo pasé allí encerrada.

Apenas la veía pero debía haber una pequeña ventana en la pared del fondo… entraba una corriente de aire frío por ella, yo lo agradecía porque refrescaba un poco el fuego de mi cabeza. Sentía los pies helados. Los froté como pude varias veces pero no logré que entraran en calor.

Tuve necesidad de hacer pis y no me quedó otra opción que usar un orinal maloliente que había en una esquina. Lo ví gracias al farol del pasillo… me costó bajármelo todo, ejecutar y volverme a vestir.

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Después de mucho tiempo así, oí movimiento en el resto de la casa. El hombre debió levantarse y algo estaba haciendo. Me quedé un rato inmóvil… Mi plan inconsciente era hacerme la muerta. Pronto comprendí que eso no funcionaría… Intenté algo más loco. Llamé al tipo:

  • Agente, agente -grité con las fuerzas que me quedaban.
  • No soy agente… recuperador autonómo de fugitivos me llaman. ¿Qué ocurre?
  • Llevo mucho tiempo sin sexo, mi novio me dejó…
  • ¿En serio?
  • No quiero ir a la cárcel sin follar una vez más…
  • Estás de broma…
  • No, eres de mi edad… eres atractivo -sí lo era… a pesar de su rudeza conservaba una cara aniñada.
  • No soy de tu edad… tengo cincuenta, te llevo diez años.

Pues sí que se conserva bien… Será lo de vivir en el campo. Sabe mi edad exacta… ha visto la ficha.

  • Pues mejor… por favor… luego puedes llevarme… venderme a los malos.
  • No sé quién es malo, atropellaste una persona y huiste.
  • Iba borracha, me iban a detener allí mismo.
  • Y huyes al otro lado del país para ganarte la perpetua.
  • Por eso… un último alegrón… aunque no me quites las esposas, a dónde voy a ir.
  • Espera un momento…

Se fue y volvió en dos minutos. Dejó el cinturón colgado en la pared… Allí estaba el revólver… Abrió la puerta. Yo me porté cariñosamente… jugando a ser puta, todas sabemos jugar a eso.

¡¡¡Ahhh!!! Qué cabrón… me ha sacado los pechos fuera del sujetador. Me chupa los pezones… sabe hacerlo, no es la primera vez. Parece un solitario pero ha estado con mujeres… Me baja el pantalón… las bragas. No salen del todo, tropiezan con las cadenas. ¡¡¡Ahhh!!! Me masturba con dos dedos… los ha humedecido… los mete cada vez más profundo… los lleva hasta el fondo. Me voy calentando… Estoy haciendo esto para huir. No debe gustarme… ¡¡¡Ahhh!!!

No me aguanto… me tumbo sobre él… quiero follarlo yo a él…

  • No vas a poder…

¡¡Ayy!! No puedo abrir las piernas… los grilletes no me dejan… Él me tumba de lado. Me penetra desde atrás… ¡¡¡Ahhh!!! Así sí… Él tiene el control… pero me gusta. Empieza despacio… pero empuja más, llega más adentro, empuja más fuerte… más rápido… ¡¡¡Ahhh!!!

Nos corremos los dos y quedamos agotados en el suelo.

Él se sienta en el suelo, se limpia un poco, se va a vestir…

Yo gateo lo más rápido que puedo. Avanzo a cuatro patas. Llego… he cogido el revólver y apunto hacia él.

  • Suéltame y dame las llaves del coche…
  • No.
  • Dispararé…
  • Quita el seguro...

¡¡¡Ehh!! Sí, debe ser esto.

  • Ya está… manos arriba.
  • No.
  • Voy a disparar…
  • Dispara.

Él se ha vestido, está de pie. Yo estoy sentada en la entrada de la celda… Camina hacia mí.. Cierro los ojos. Aprieto el gatillo… es él o yo… click… no ha disparado.

Disparo dos veces más con los ojos abiertos… sin éxito. Él me quita el arma.

  • Sin balas no funciona...

Había quitado las balas… caí como una tonta.

Me incorporó… Limpió mis partes con un pañuelo y me vistió… Me llevó al salón de la casa. Allí cargó el arma delante de mí…

  • Sabes lo que pasaría si denuncio un intento de asesinato.

No soy capaz de responder, lo hace él…

  • En tu distrito hay pena de muerte… -no dice nada más, a mi cabeza vienen las noticias de delincuentes ahorcados que a veces publicaban los diarios locales.

Me lleva al coche, me vuelve a encerrar en el maletero. Me da unas galletas y agua por si quiero desayunar… No soy capaz de comer nada.

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Unas cinco horas de viaje sin hablar… casi deseando morirme.

Llegamos y me entrega… Entrega mi maleta y mis zapatos. Piden que me quite los grilletes. Lo hace…

Una agente me está esposando mientras su compañero pregunta:

  • ¿Algún incidente durante el traslado?
  • Ninguno, se ha portado bien…

El oficial:

Justo cuando la recién llegada terminó su historia, notamos como el suelo se movía. El barco acababa de arrancar. Ninguna más pareció interesarse pero yo me acerqué a uno de los ojos de buey… colocada de puntillas, pude ver como el puerto se “alejaba”... Todas estaban en silencio, aceptando su suerte. De fondo se escuchaba el ruido repetitivo de un mecanismo monstruoso… era la gran máquina de vapor moviendo las hélices. Al poco de salir por la bocana del puerto, la máquina paró. Mientras la nave seguía moviéndose por inercia, otro ruido más leve comenzó a sonar… era el silbido del viento en las velas. Habían izado todo el velamen y el navío avanzaba por el océano. Típicamente, los motores sólo se usaban para zarpar y atracar.

Comenzó a anochecer… Aquello fue como una señal. Todas mis compañeras comenzaron a acercarse… Era lo que pasaba en la cárcel todas las noches. Nos consolábamos mutuamente masturbando a quien te tocara esa noche… con la boca, con las manos, como se pudiera. La agraciada correspondía… a veces al mismo tiempo, a veces, después… muchas veces por oleadas.

Nuestro grupillo de cuatro: 464, 469, 475 y yo (476) nos turnábamos alocadamente en esta labor. Las otras chicas habían formado otros grupos… Ahora había una quinta persona: XPTO. 475 tiró de oficio masturbando a la vez a las otras dos… una con la lengua y otra con la mano. Aún pudo mirarme de reojo… ella, mi compañera más habitual, me animaba a que siguiera intimando con la recién llegada.

Lo hice… Ella sabía lo que pasaba. Aquello debía ser común a todas las cárceles… De hecho, tiempo después supe que la pelela en el pasillo se debía a los celos. Otra mujer no quería compartir a la estupenda XPTO. Me apliqué con ella lo mejor que pude… la infame combinación de grilletes lo ponía todo muy difícil pero una vez bajadas sus bragas, fue más fácil… mi lengua hizo el trabajo, lentamente… hasta sentir un manantial de líquido vaginal.

Ella correspondió después, también con la boca… Mientras me contraía y chillaba, mi cerebro me recordó que nunca habría tenido sexo com mujeres de no haber caído en la cruel situación del presidio. Siempre me habían gustado y me seguían gustando los hombres. Incluso me fijaba en los guardias masculinos, en los marineros que nos custodiaban en aquel barco. No quería reconocerlo pero cuando un hombre me ponía las esposas sentía una gran excitación…

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Me corrí y dormimos plácidamente. XPTO murmuró que ella nunca había sido lesbiana… “igual que yo”, dije… y 464 y 469… 475 era la única que se declaraba bisexual desde el principio.

Por la mañana tras una comida vomitiva que llamaron desayuno un marinero entró en la sala y preguntó por mí… ¡¡¡Qué!!! Sí…

  • 476 venga conmigo...

Con algo de curiosidad y con mucho miedo seguí el camino que me mostró el hombre. Me costaba caminar por los pasillos estrechos, mucho más cuando tuve que subir escaleras. El hombre sólo llevaba una gran porra colgada del cinturón, los que custodian presos no suelen ir armados para evitar que el robo de un revólver pueda suponer un desastre.

Me llevó al despacho de un oficial… Fue el mismo que ordenó meter a XPTO con nosotras. El tipo me miraba fijamente sin decir nada… Yo lo miré… sin ver nada especial. ¡¡¡Ehhh!!! ¡¡¡Qué!!! ¡¡¡Maldito destino!!! Quitándole la barba era el último hombre del mundo que querría encontrarme… el último que quería que me viera en esta situación…

  • ¡¡¡Julián!!!

Sí… mi ex… un traidor, un pendejo… Un montón de cosas más… ¿Cómo había llegado a esto? Yo allí, prisionera, encadenada, humillada… quise que me tragara la tierra, me quise morir allí mismo…

Se portó mejor que en sus últimos días conmigo. Me quitó los grilletes, me dio de comer… comida rica: pan caliente, fruta… vino… sí. mucho vino. El cabroncete sabe que lo tolero muy mal.

Sé lo que quiere… no me apetece… no me apetece nada follar con él… Pero lo hago. Quiero que me traten bien… si pudiera estar sin grilletes y comer fruta todos los días, lo dejo que me folle cuando quiera. Eso hice… dejar que me follara… Apenas me moví, ni temblé ni chillé… pero a él le trajo sin cuidado… me montó como un animal. ¡¡¡Ahhh!!! ¡¡¡Ahhh!!! Bueno… cuando aceleró debo reconocer que su estilo bruto y autoritario no me disgustó del todo…

Me ofreció de todo… la libertad, trabajar en el barco… Yo asentí a todo… Logré que a mi grupillo de cinco nos encerraran aparte. Sin cadenas, con mejor comida… No le dije nada a mis amigas pero sospechaba que todas íbamos a pagar peaje… Así fue. Los amigos de Julián, un trío de brutos, venían frecuentemente… montaban fiestas con alcohol en las que siempre acababan reclamando sexo. 475 los manejaba bien… una noche satisfizo a los tres a la vez. Por el día, nos contaba al resto como manejarlos… dejar que bebieran mucho, beber poco… dejar que se corran cuanto antes… felicitarlos por su gran masculinidad.

A mí no osaban tocarme… yo era para Julián… aunque, algunas veces, Julián me encerró sola y reclamó sexo a alguna de mis amigas.

Pasamos un viaje de dos semanas siendo esclavas sexuales de cuatro brutos que abusaban de su poder.

El último día vino otro oficial con varios guardias… Nos obligaron a ducharnos con agua fría  y nos volvieron a colocar los grilletes. Nos llevaron a la sala original…

Así acababan todas las promesas de Julián… No he vuelto a verlo.


Isla de Prosperidad:

9 de septiembre de 2051. El barco atraca. No sabíamos el destino, ni la duración del viaje… Ahora sí lo sé… “Isla de la Prosperidad”, vaya nombre. Se trata de una isla africana en el golfo de Guinea. Antiguos nombres: “Fernando Poo”, “Bioko”...

El caprichoso desbarajuste climático de la tierra, el deshielo, los cambios en corrientes marinas… todo eso ha hecho que algunas regiones africanas sean lugares fértiles y de clima templado. Esos son los actuales graneros del mundo… No hay mucha población que alimentar pero muchos viven gracias al trigo, el arroz y las patatas cultivadas aquí.

Poco a poco, fueron abriendo los almacenes en los que viajamos y nos llevaron por los pasillos a una pasarela que descendía hasta el muelle.

Allí empezó un rito macabro. Un marinero, todavía en el barco, nos quitaba los grilletes. Pudimos disfrutar de un momento de “libertad” cruzando la pasarela.

Nada más pisar el muelle nos hicieron entrar en una especie de cobertizo, estaba dividido en dos partes… Una para cada sexo. Allí tuve que desnudarme… sólo era quitar el camisón azul y las bragas.

Me dieron otro camisón… esta vez gris. De nuevo tenía tirantes sujetos con botones, detrás y delante. La braga era como la de un bikini, de las desmontables, con cordones anudados a los lados.

Entonces vino lo peor… Me obligaron a arrodillarme. Al oír ruido metálico, comprendí lo que iba a pasar… Me colocaron grilletes metálicos en los tobillos. No pude evitar mirar mientras lo hacían… No había llave ni cerradura, iban sujetos con remaches. Recuerdo el ruido de la remachadora como si me estuvieran crucificando a martillazos.

No contentos con eso, nos pusieron un collar metálico al cuello. Todavía llevaba la cadenita con el código. Con otra máquina grabaron el mismo código en el collar. Usaron la remachadora para fijar el collar.

Al final, me dieron un cordel para hacer de cinturón y una especie de chanclas con base de esparto.

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La vida es dura en “Properidad”... ¿Qué sádico macabro le puso el nombre? Nos hacen trabajar cerca de diez horas al día. Arañar la tierra, cuidar a ganado que vive mejor que nosotras. Apenas nos dan de comer… un poco de pan por las mañanas… después nos llevan a las plantaciones. Apenas hay maquinaria, cultivamos la tierra como en época de los romanos… como los esclavos de los romanos. Comemos la bazofia que nos dan en la misma plantación… Vuelta a las cabañas, más bazofia para cenar, después intentar dormir.

Las cabañas están organizadas en poblados… Al menos todas mis amigas estamos en el mismo. Nos dejan convivir a hombres y mujeres… nos explotan por igual. Nos dejan elegir con quien compartimos la cabaña… Podemos tener sexo… es el único lujo. Los domingos no hay que trabajar… creo que lo hacen porque saben que moriríamos sin un día de descanso.

Los poblados están rodeados por una valla metálica… Las noches y los domingos cierran las puertas. Si no trabajamos, no nos dejan salir del poblado.


Castigo:

Media tarde en el campo… calor, sudor… cavando la tierra, haciendo grandes surcos para plantar patatas. Si por lo menos, pudiéramos comerlas fritas… Pero sólo nos van a dar unas gachas repulsivas, un tipo de engrudo…

Frente a mí trabaja esa perra. Pedazo de puta, es repulsiva y engreída… Se cree la gran jefa del poblado. Y lo es… ha montado su pequeña mafia, ella trabaja poco, come más que nadie y se cree que te puede chulear. La “madama” se llama a sí misma.

Ella era la que se peleó con XPTO a su llegada al barco. Ella me lo contó, la madama ya era así en la cárcel local.

A mí me cogió ojeriza desde el principio… Debe tener algo que ver que XPTO duerme conmigo… Ella la ha deseado desde el principio.

Mis amigas tampoco le caen bien. Parece que no le gusta que se monten un cuarteto sexual siempre que pueden. Sí… 464, 469 y 475 son 3; pero se les ha unido 271… 271 es el fornido muchacho de color que conocimos detenidas en la estación de tren.

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La “madama” comenzó a meterse conmigo… me llamó de todo: enana, deforme, inútil, mala trabajadora… perra, zorra, puta… Lo hacía cuando los guardias no miraban. Siempre nos vigilaban de cerca… con las porras y las esposas listas.

Aguanté mucho rato pero finalmente caí… cuando me dí cuenta le había echado una palada de tierra a la cara.

La muy cabrona sonreía mientras me llevaban esposada a las celdas de castigo… Usaban esposas semi-rígidas, con bisagra en vez de cadena.

Me las pusieron delante, bien apretadas… me arrastraron tirando de ellas hacia la zona de los cuarteles. Por supuesto, caminaba con los grilletes remachados en mis tobillos. Me encerraron en una celda semienterrada, minúscula… el sol brillaba con fuerza fuera pero en aquella mazmorra sólo entraba por un ventanuco minúsculo. Extrañamente, allí dentro hacía más calor que fuera, o eso me parecía.

No me quitaron las esposas… las llevé por una semana. Con ellas puestas, hice mis necesidades en la letrina sucia que había en una esquina del calabozo. Con ellas puestas, comí la bazofia que me daban. No me pude lavar. Así comprobé como eran los castigos allí… Se aseguraban de que fuera peor que trabajar bajo el sol.


El sindicato:

A la salida del castigo estuve una semana casi sin hablar con nadie. La sensación de impotencia e injusticia tirada en aquella celda me había dejado baldada. Había borrado la poca alegría y dignidad que me quedaban…

Aquella palabra: “dignidad” comenzó a obsesionarme. ¿Cómo podíamos recuperar un poco? Conseguir que, al menos, los guardias respetaran unos límites. Y, de paso, impedir a personajes como la “madama” campar a sus anchas…

Un día se lo comenté a las demás y la idea corrió como la pólvora… de barracón en barracón, de poblado en poblado. En toda la isla, de forma callada, se creó un sindicato de presos dispuesto a actuar conjuntamente.

¿Qué podíamos hacer? Quedamos para intentarlo el primero de enero. Un día que siempre había sido festivo, nos llevaron a trabajar como cualquier otro día. Ya llevábamos casi cuatro meses aquí.

Nadie se negó pero todos… todos y todas comenzamos a trabajar lentamente, a dejar caer mercancías a romper herramientas y cercados. Los guardias comenzaron reaccionando con gritos, con porras levantadas, con castigos… Pero a media mañana ya se hizo patente nuestro pequeño poder… simplemente, no podían castigar a todos.

Conseguimos el objetivo… Los mandos negociaron. La comida mejoró, los castigos disminuyeron, la producción volvió a la cantidad habitual.

Estuve a punto de pedir que nos retiraran los grilletes… eso iba a ser un farol muy alto. Me conformé con pedir una libreta y un par de bolígrafos… Volví a escribir un diario. Cuánto lo había echado de menos… Empecé en el día que había dejado de escribir… 1 de agosto de 2050, el día que pedí el crédito animada por Julián. A partir de ese día, las preocupaciones no me dejaron escribir… En un año todo fue a peor, fueron los grilletes los que me impidieron volcar mis recuerdos en el papel.


El interrogatorio:

1 de agosto de 2052. Casi un año aquí… El sindicato ha aliviado mucho nuestras vidas. La producción es alta. Aun así el jefe de la guardia se niega a retirarnos los grilletes de los tobillos. No quiere que lo hagan responsable de ninguna fuga… ¿Quién se va a fugar de una isla? Hay veinte millas de océano hasta la costa más cercana, las corrientes son fuertes, ni un campeón olímpico lo lograría… “Con los grilletes evitaremos que alguien lo intente y se ahogue”, fue la última respuesta del coronel…

¿Qué? Hoy han relevado al coronel… ya casi tenía convencido al vejete de sesenta años. Parece que lo jubilan… Ha venido un “joven” de cuarenta años, veterano de guerra… Tiemblo al pensar que deberé negociar con un tipo nuevo, que es probable que venga en actitud dura.

Haga lo que haga, en breve sabré de él… espero que para bien.

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Han pasado dos días… salimos del poblado hacia las fincas. ¡¡¡Ehhh!!! Dos guardias me abordan. Debo ir con ellos… ¡¡¡Qué remedio!!! La fuerza del sindicato no llega a tanto.

¿Qué?, ¿Es necesario esto? ¡¡¡Ay!!! Es la primera vez en meses, que me llevan esposada al despacho del coronel. Me lo temía, este tipo va de duro… quiere demostrar quien manda.

¡¡¡Ehhh!!! Una habitación vacía, paredes blancas, azulejo blanco en el suelo, una bombilla desnuda en el techo, un taburete sin respaldo debajo… Esto va de mal en peor, es la sala de interrogatorios. Me sientan en la banqueta, me quitan las chanclas… me quedo allí sola, descalza, bajo la luz de la bombilla sintiendo el suelo frío en las plantas de los pies.

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Después de casi una hora (o eso conté mentalmente) aparece el nuevo coronel. Uniforme de diario, pelo rapado, hombros rectos… Lleva bien la edad. No es del todo feo. Bueno, no quiero reconocerlo pero me parece atractivo. Se coloca frente a mí, me mira de arriba a abajo. Miro al suelo, quiero parecer sumisa… Camina lentamente, sus botas militares paran a un centímetro de mis dedos desnudos.

  • ¿Qué es eso de un sindicato de prisioneros? -dice, tranquilo pero autoritario.

No sé qué decir… Hasta yo reconozco que ha sido un atrevimiento. Él sigue hablando.

  • Si prometes disolverlo, volverás ahora mismo con tus compañeras.
  • No puedo disolverlo…
  • ¿Por qué?
  • Porque es lo que hace que no nos tiremos al mar… lo único que nos permite seguir siendo personas.
  • Me han enviado para que lo disuelva.
  • ¿Y qué harás?
  • De momento, retener a su líder.
  • ¿Reternerme?
  • ¿Recuerdas tu semana de castigo en el calabozo?

No contesto… la recuerdo como una experiencia desagradable…

  • Esto será peor -añade...

Estamos un rato en silencio… Por fin, decido romperlo.

  • Pues sea...

Me ordena levantarme. Obedezco. Sin ser alto, él me saca una cabeza. Veo como saca un par de esposas… son de cadena, sólo dos eslabones. Usa un candado para unirla al collar de mi cuello. El collar es un grillete redondo del que cuelga una argolla. De esa argolla ahora cuelgan los grilletes de las esposas.

Hace lo que me temía… Me suelta una mano pero sólo para sujetarla a las esposas que cuelgan de mi cuello. Hace lo mismo con la otra… ¡¡¡Ahhh!!! Creo que es la sujección más incómoda que me han aplicado nunca… y ya voy teniendo experiencia.

¡¡¡Qué!!! Suelta los botones… los que sujetan los tirantes de mi infame camisón… la prenda cae al suelo sin más… Intento taparme… Al menos la posición de mis manos, juntas sobre el esternón, me ayuda a tapar los pezones.

Retira el vestido de mis pies… ¡¡¡Noo!!! Ahora desata los nudos de la especie de braga desmontable… ¡¡¡No, no quiero quedarme desnuda y encadenada ante tí!!! Cierro los muslos, intentando tapar la entrepierna…

Me sienta en la banqueta. Noto mi cuerpo temblando… Tengo miedo, mucho miedo, siento frío… Comprendo que puede hacerme lo que quiera… A ninguno de sus jefes le importará… ¿Qué podría hacer un general romano con una esclava desnuda y encadenada? Lo que quisiera… violarme, pegarme un tiro… Siento un nudo en la garganta…

Ahora agarra las esposas y tira. Lo hace firmemente aunque con cierto cuidado, podría ser más brusco, podría hacerme más daño. Cogida por el cuello y con las manos aprisionadas lo sigo cojeando… Al llevarme rápido, los grilletes de mis tobillos dan un tirón a cada paso, me obliga a ir casi a saltitos, sintiendo dolor…

Atravesamos pasillos, descendemos escaleras…

Llegamos a un corredor oscuro, conozco esas puertas metálicas, son las celdas de castigo. Una guardiana esperaba al principio del pasillo. Al vernos llegar nos sigue… caminamos hacia la única puerta abierta. Ella habla:

  • El calabozo más oscuro, más húmedo… frío por la noche, un horno a mediodía.

Me arrastran dentro… apenas se ve nada, el ventanuco es apenas un agujero redondo. El suelo es húmedo, frío…

  • Fuera la esterilla…

En mi anterior semana de castigo tuve que dormir en una esterilla áspera. Ahora la mujer se la lleva, me tumban en el suelo… es un suelo duro, parece cemento pulido… transpira agua.

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Llevo horas aquí… tumbada en el suelo, inmóvil a la fuerza, temblando, no puedo evitar temblar… de miedo, de frío… Por el día hacía calor a pesar de lo frío y húmedo del suelo. A pesar del calor en el aire, mi cuerpo sentía frío… como si se estuviera congelando, sentía el calor fuera y el frío dentro al mismo tiempo.

Es noche cerrada, oscuridad total… Poco a poco se ha ido enfriando el aire. No he bebido, no he comido… imposible dormir… sólo puedo retorcerme sintiendo como me martirizan los grilletes.

Ruido metálico… chasquidos, se acaba de abrir el candado de la puerta. Las bisagras chirrían.

¡¡¡Ehh!!! Noto una mano cálida en mi espalda. Oigo una voz suave, susurrante:

  • Disuelve el sindicato.
  • ¡¡¡Noooo!!!

Era el coronel… hablaba con gran suavidad. Yo me seguía negando… Me sentía sin fuerzas pero me seguía negando.

Él me da la vuelta, me tumba sobre la espalda. ¡¡¡Ehhh!!! Me suelta las esposas. Me alivia las muñecas con un paño húmedo. Enciende una luz azul… suave. Me devuelve el camisón… Yo me tapo con él sin ponerlo.

  • Vale, no lo disuelvas pero tengo una propuesta.
  • ¿Qué? -respondo alucinada.
  • Tenía que comprobar cuánto podrías aguantar.
  • ¿Qué?
  • ¿Has oído hablar de “Los Libertadores”?

¿Qué? Sí… un grupo considerado terrorista. Dicen luchar contra el nuevo orden mundial. No aceptan los castigos por algunos delitos como las deudas… Pero todos los tienen por cuatro locos desorganizados. Hay algún ex-militar pero no han hecho mucho más que poner petardos en la puerta de algún banco…

  • En un mes, haremos nuestro mayor golpe.
  • ¿Sí?
  • Escúchame bien… Estoy con ellos. Todos los soldados del último reemplazo estamos con ellos. Aun así no somos mayoría… vendrá un contingente por mar. Tomaremos la isla. El territorio productivo más rentable… Lo convertiremos en una república democrática, de las que existieron en el siglo XX. Los países dictatoriales tendrán que negociar.
  • Pongamos que te creo… ¿Cuál es la propuesta?
  • Que suavices las actividades del sindicato, que parezca que te he doblegado… Necesito que los jefes estén tranquilos. Y necesito que nos ayudéis el día del ataque…
  • ¿Cómo? Estamos encadenados, dormimos encerrados…
  • El día previo al ataque quiero el mayor motín que haya habido nunca en una colonia penal. Eso me permitirá distraer a la tropa que no está de nuestra parte.
  • ¿Y cómo sé que no mientes? ¿No aprovecharás el motín para encerrarme a mí y a la dirección del sindicato en agujeros como éste?
  • No lo vas a saber… Pero si quisiera encerrarte no hubiera venido aquí por la noche… Ya estabas encerrada, ¿NO?

Sí.. pero si suavizo el sindicato para, después, organizar un motín puede tener la excusa perfecta para encerrarme y tirar la llave. El resto de presos me verían como una persona poco de fiar… por qué hacer una cosa y luego la contraria.

No sé muy bien por qué pero en el fondo lo creo… Me parece que sus maneras suaves y amables de ahora son las auténticas, que el interrogador cruel era impostado.

  • Ven… tendrás hambre y sed...

Me coge la mano para levantarme… sigo desnuda… instintivamente, me levanto, el camisón cae… quedo desnuda ante él.

No sé qué hago… no sé por qué… abro los brazos… lo abrazo… lo beso… ¡¡¡Ahhh!!! Noto su lengua, húmeda, caliente…

Ahora noto como tiembla él… me abraza con una mano… Me besa los pezones…. ¡¡¡Ahhh!!! Me toca con la otra mano. Me masturba lentamente… Me noto húmeda, caliente…

Cierro los ojos… sigo notando sus dedos en mi sexo… su lengua en mi boca… su brazo a mi alrededor. Me abandono… Su cuerpo es cálido, suave y fuerte a la vez…

¡¡¡Ahhh!!! Se ha arrodillado… me masturba con la lengua… ¡¡¡Ahhh!!! Me encanta que un hombre me haga esto. Me retuerzo, quiero chillar pero me contengo… Tengo miedo de que me oigan otros militares. Abro las piernas… ¡¡¡Mierda!!! Los grilletes de los tobillos siguen ahí… remachados.

Me tumba… me da la vuelta… Sé que de frente no entrará…

  • ¿A cuatro patas o de lado?

Me gustan las dos formas… A cuatro patas es salvaje, animal… Hoy prefiero suave…

  • De lado…

Me coloca de lado. ¡¡¡Ahhh!!! Me penetra suavemente… Busca la penetración total sin hacerme daño… ¡¡¡Ahhh!!! Ha llegado al fondo… empezó despacio, con timidez. Ahora va fuerte, penetrando al máximo… ¡¡¡Ahhh!!! ¡¡¡Ahhh!!! Siento el líquido caliente.


Libertad:

Hice lo planeado… no me fiaba mucho pero lo hice. Convencí a mis compañeros de que trabajaran más, protestaran menos… Todos los guardias parecieron más felices.

El día señalado lo hicimos… un motín… nos plantamos en los campos. Resistencia pasiva, nadie trabajando. Los guardias que intentaron imponerse fueron apresados… Total no iban armados y teníamos ventaja numérica.

Los soldados nos rodearon y apuntaron con sus armas… No, no podían disparar. Acabarían con toda la mano de obra. Eso pensaba… Eso seguí pensando durante todo el día… tenso como ninguno.

Al anochecer ocurrió… oímos disparos, explosiones. Un contingente de revolucionarios desembarcó en las playas del lado este de la isla. Los soldados que nos rodeaban se empezaron a mover inquietos. Corrían, gritaban, no sabían qué hacer… El motín en la zona central los había dejado descolocados.

Entonces supe que el coronel no me había mentido. Otro grupo de soldados, el más reciente apareció por el lado oeste. Pillados entre dos fuegos, los soldados se rindieron. La isla cayó sin apenas resistencia.

Desde entonces es Isla Libertad. República de Isla Libertad. A los pocos días, llegó un contingente de barcos con nuevos esclavos. Los barcos fueron apresados, los marineros también…

La nueva república revisó todas las condenas…

  • Las personas condenadas por deudas (como yo misma) fueron liberadas.
  • A 475 también la liberaron… No consideraron la prostitución un delito penal.
  • 469 no tuvo tanta suerte… el robo sigue siendo delito. Aun así, recalcularon la pena con un código penal más civilizado y aplicaron atenuante por ayuda al estado durante el motín. En un par de años saldrá.
  • 464 lo tiene peor. El tráfico de drogas es más grave… Con atenuante y todo, van a ser más de diez años…
  • XPTO… ¡¡¡Querida XPTO!!! Voy a verla a la zona penal siempre que puedo… Homicidio involuntario, omisión de socorro, intento de fuga… Partía de perpetua, anularon el último cargo. En cinco años será libre.

La mitad de la isla es la zona penal… Con penas revisadas, pero ahí siguen casi la mitad de los presos. Ha habido un gran debate sobre si se deben seguir usando los grilletes o no… La solución fue la de Salomón… sólo presos/presas violentos.

Todos los guardias que no participaron en la rebelión fueron acusados de “delitos contra los derechos humanos”... Ahora ellos cultivan la tierra en la zona penal, la mayoría encadenados.

Los marineros de los barcos apresados corrieron la misma suerte. Ví a Julián entre ellos… Sólo lo vi de lejos.

Los prisioneros que venían en esos barcos vieron sus penas revisadas de la misma manera… Muchos liberados. No me lo podía creer al ver a mi “amiga”... La que intentó tener sexo conmigo. La que me denunció… La han condenado a perpetua por trapichear con droga. Una cantidad considerable, más que 464… No hay atenuantes… No sé si debo hacerlo. Duermo con el coronel… eso es una influencia importante… lo hago, me arrepentiré pero se lo digo… se mantiene la perpetua.

Iba a prepararlo para que la declararan peligrosa… la quería arrastrando cadenas. Pensé en el momento en que me las pusieron… en el momento en que me las quitaron… No lo hice…

Estamos intentando crear zonas industriales en el este de la isla. La zona penal sigue siendo productora de alimentos.

La “Sociedad de Naciones” (esperpento heredero de la ONU), ha declarado a Isla Libertad un estado criminal, un país no reconocido…

Pero los productos se venden cada vez mejor… Es el lugar más próspero del mundo ahora…

Hay planes para extender la libertad a otras zonas habitadas… Quiero participar….

FIN (NO SE DESCARTA LA CONTINUACIÓN)...