Mi diario (08: La Fiesta)
Un adolescente trabaja como vacacionista y asiste a una fiesta donde se emborracha. Un ejecutivo de la empresa lo lleva a casa y...
MI DIARIO (VIII)
LA FIESTA
Hola. Amadeo les saluda de nuevo. A mis 17 años, vivía con mi abuela y estudiaba regularmente. En mis vacaciones escolares mi abuela me consiguió un trabajo temporal, en una empresa, propiedad de un conocido de ella.
Durante las primeras semanas todo se llevó a cabo con normalidad, pero al acercarse la navidad, se realizó una pequeña fiesta, o convivio, en la oficina, con motivo de celebrarse las fiestas de fin de año.
Durante la celebración los compañeros me invitaron a tomar algunos tragos de licor, lo cual muy pronto me hizo sentir mareado, porque yo no estaba acostumbrado e incluso debí ir al baño a vomitar. Al verme en ese estado, el Gerente de Creatividad, ofreció irme a dejar a mi casa y yo acepté.
Salimos del estacionamiento en su automóvil y yo iba algo adormecido. Creo que no avanzamos más de unos cinco minutos, cuando él se detuvo en un lugar obscuro y bastante discreto y solitario. Marcos (así se llamaba), era un hombre de unos 35 años, de pelo y ojos oscuros, que se me quedaron viendo con fijeza. Yo lo miré también y pude darme cuenta de que se encontraba algo nervioso. Se acercó más a mi y comenzó a platicarme en una manera bastante íntima y cálida.
Dentro de las nubes del alcohol que nublaban mi mente, pude darme cuenta de que trataba de seducirme lentamente y entonces comencé a ponerme excitado. De pronto, vi como su pene resaltaba en el centro de sus pantalones. Él me tomó de la mano y la llevó hasta sus genitales haciendo que sintiera el tamaño, grosor y dureza de su pene por encima de la ropa.
- Sentí -me dijo-. Sentí cómo me ponés.
Dejando que él llevara mi mano, toqué aquel bulto duro entre sus piernas y guiado por él empecé a acariciarlo por encima de su ropa, lo que me hizo sentir más excitado y presa de un calor húmedo. Al cabo de unos segundos de acariciar su pene por sobre sus pantalones, se abrió la bragueta y se lo sacó, empezando él mismo a masturbarse muy lentamente, mientras que yo, como hipnotizado, contemplaba la escena. Entonces, me sujetó la mano de nuevo y me puso a acariciarlo por él.
Al ver que yo no oponía resistencia, se acercó más a mi y comenzó a besarme en la boca mientras yo seguía masturbándolo poco a poco.
Ya un poco más despabilado y muy caliente fijé mi vista en aquel hermoso pene de unos 20 cm de largo, húmedo y erecto y comencé a sentir ganas de mamarlo. Marcos me miró y poniendo su mano derecha atrás de mi nuca, fue halando de mi, acercándome a su miembro corcoveante, al tiempo que elevaba su pubis para salir al encuentro de mis labios.
Tímidamente empecé a lamer poco a poco humedeciendo mis labios con el líquido preseminal, que me encantó saborear. Pasé mi lengua por todo su pene mientras lo sostenía con mi mano izquierda. Despues de un beso febril en su hermosa verga, deseé que él acabara en mi boca y sentir su semen abundante y caliente. Por ello, empecé a mamarlo con pasion y deseo, chupando aquella verga desde abajo hasta la punta.
Sin embargo, él fue de otra opinión. Retiró su miembro de mi boca y arrancando el motor de su automóvil, condujo rápida y directamente hasta un motel no muy lejano. Al llegar, totalmente desesperado por hacerlo, salió del auto y en el garage, estando de pie y recostado en su carro, prácticamente me obligó a hacerle mas sexo oral, y yo en cuclillas, casi hincado, me abrí los pantalones y me saqué mi propio pene, comenzando a masturbarme. Se la mamé por un rato, hasta que él rapida y bruscamente me puso de pie, y me empujó de bruces sobre la parte delantera de su auto. Terminó de bajarme los pantalones y calzoncillos, me abrió las piernas y obligándome a parar el trasero, me atacó.
- ¡Ahhhhhhhhh! -gemí
Mi culito caliente opuso cierta resistencia al avance de su pene. Me agarró por la cintura y presionó con fuerza. ¡Uhhhhhhh! Pero no entró. Desesperado, me tomó de la mano y me llevó adentro de la habitación. Allí, nos quitamos la ropa, y me puso en cuatro patas y, con su mano izquierda abrió mis nalgas, en tanto con la derecha me llenó el culo con su saliva. Agarró luego su pene y volvió a intentar la penetración.
- ¡Ahhhhhhhhhhhhhhh! -grité.
Ahora sí entró y comenzó a hacerme el amor en esa posición. Poco a poco fue entrando más y más, hasta que tuve todo el miembro en mi interior. Inició un delicioso bamboleo y el placer para mí fue indescriptible. Me lo hizo durante largo rato, mientras me decía toda clase palabras, cargadas de amor y de pasión, a veces dulces, a veces obscenas, que me excitaban más y más.
Por fin sintió que iba a acabar, y rápidamente me sacó su pene y me hizo acostarme totalmente boca arriba en la cama, con una almohada bajo mi cabeza. Se puso de rodillas en mi cuello, mientras se ayudaba a acabar con su mano derecha y me haló la cabeza con su mano izquierda para acercar mi cara a su pene. Se me hizo agua la boca esperando aquel chorro de semen, mientras con mis manos abrazaba y acariciaba sus piernas y trasero. Entonces eyaculó con un grito.
- ¡Aahhhhhhhhhhhhhhhhhhh!
El primer borbotón me dio en la cara, pero él quería terminar dentro de mi boca, y después de los 3 primeros chorros de semen en mi cara, boca y cuello, le agarré la verga y la metí en mi boca, sin soltarla.
Procedí a mamarlo con furia, mientras él, con los ojos cerrados por el placer que sentía, seguía acabando dentro de mi boca, echando y echando semen y masturbándose hasta sacar las ultimas gotas, que yo saboreé y tragué encantado, en tanto mi propio orgasmo me sacudía imparable, manchando mi vientre y mis piernas con la leche de mis entrañas.
Despues de un rato de reposo, decidimos tomar un baño. Yo necesitaba quitarme todo el semen de mi cara, para no dar motivo de sospecha a mi abuela al regresar a mi casa. Pero la vista y el roce de nuestros cuerpos desnudos bajo el agua, lo puso nuevamente excitado y comenzó a masturbarse de pie, y yo volví a mamarle la verga mientras yo también me masturbaba.
Me hizo ponerme de pie y Marcos, con una mano en mi pene y la otra en el suyo, comenzó a frotar una verga contra la otra, volviéndome loco de placer.
¡Aahhhhhhhhhhhhhhhhhhh! ¡Qué sensación!
Fue realmente algo estupendo, único. Nuestras vergas acariciándose mutuamente, cada vez con más ardor. Entonces, pude sentir su esperma caliente sobre mi verga mientras me masturbaba. Esto fue demasiado y eyaculé.
Mi semen y su semen se mezclaron deliciosamente. Tomé su semen y mi semen con mis dedos y lo llevé a mi boca, saboreando aquel estupendo licor que me tenía enamorado.
Regresé a casa cansado y como en las nubes. Fue algo maravilloso. Mi abuela me regañó por haber bebido, pero de lo demás, nunca se enteró. Y por eso, volví a repetir la experiencia, unos días más tarde.
Autor: Amadeo