Mi día del padre

Me encuentro a este papacito esta mañana y le regalo una culeada que me dejo todavía arrecho.

Hoy era mi DIA de suerte. Es el día del padre y me levanté temprano a hacer mis ejercicios matutinos, una caminata por el parque y luego un rato en la piscina de mi edificio. Ya siendo casi las siete de la mañana decidí pasar por un centro comercial que tiene un conocido antro donde los gays, tanto abiertos como ocultos, van a reunirse hasta la madrugada. Al pasar frente a un restaurante vi en una mesa, sentado, con una cara de sueño a este pedazo de macho, un tipo que mediría 1.85, de brazos fuertes, labios gruesos, quemado del sol, brazos velludos, usando unos jeans desgastados, con una cara que no era muy bonita pero si interesante por lo varonil y masculina.

Tenía el cabello revuelto y se miraba desorientado y cansado. Yo, muy a mi estilo, paré inmediatamente a "refrescarme" con una bebida energética y me senté en una mesa frente a él y al instante se me quedó viendo las piernas, las cuales tengo muy bonitas y disimuladamente las estiré y me le quedé viendo fijamente. El, un poco nervioso, quitó la mirada y siguió como embobado mirando al frente. De repente, las dos doñitas que estaban cerca se levantaron y yo enseguida le pregunté " Quedó buena la fiesta anoche". Así rompí el hielo y desde mi mesa le hablaba tonteras. Esperé un rato y fui al baño, con la sola intención que me pudiera ver mi buen trasero, uno redondo, durito y grande, que en el pasado me ha conseguido muy buenos machos. Cuando regresaba, me aseguré que mi bulto se notara más de la cuenta, visible tras mis pantalones cortos de ejercicios. Mi verga anticipaba que algo definitivamente TENIA que pasar esta mañana.

Él hizo como que se levantaba y, medio trastabillando, comenzó a caminar para la parada de buses. Le pregunté "dónde vas amigo", me contesta "a tal lado, ya la goma me va a hacer efecto" y yo le dije, "bueno, si quieres te doy el bote, mi carro está parado ahí "y señalé el edificio donde vivo, a una cuadra.

Comenzó a caminar todavía un poco receloso y cuando llegamos abajo le pregunté si quería esperarme a que yo buscara las llaves o me acompañaba arriba. La cara que puso, como si le hubiera dicho ahí mismo que nos pusiéramos a coger, este como que iba a ser uno novato.

Apenas entró al ascensor, ya sabía yo lo que pasaría. Entramos en mi apartamento y le pedí que me esperara un minuto. Yo siempre tomo precauciones extra, dejando todo cerrado, nada de dinero ni de valor a la vista y todas esas cosas. Cerré la puerta con llave y le pregunté si no había inconveniente que me bañara un poco antes de irnos. Miré pícaramente y me metía al baño. Apenas había terminado, salgo en toalla y me pongo a conversarle. El como, quien no quiere la cosa, se me fue acercando y comenzó a sobarme la espalda, los hombros y bajó su manaza a mis nalgas. Las apretó con ganas y me dice "que culón que tienes papacito". Su aliento a alcohol y su barba desaliñada me raspaban como lija. Enseguida mi verga se paró como un poste de teléfono y yo reculaba, restregándole mis nalgas en el bulto que le sobresalía en sus jeans. Lo traté de besar pero él me quitó la cara con un gesto que definitivamente me decía que estaba ante esa gente que se cree que todos somos maricones pero ellos no. Lo que pasaba era que estaba yo tan arrecho y me picaba el culo por una pinga que no me importó.

Nos fuimos a mi cama. Yo, oloroso a jabón Dove, la piel suave y bien cuidado. Él, sudoroso, con olor a macho borracho, manos callosas y ásperas y barba de dos días. Se le notaba en la cara que él gustaba mi culo y mi verga. Apenas me acostó en la cama, me quitó la toalla y agarró mi pinga con una mano y sobaba mi culito, con vehemencia, con la otra..

Yo le fui quitando la camiseta ajustada que tenía y lamiéndole el cuello y el pecho. Apenas le vi los pectorales me emocioné más. Tenía un tatuaje de un sol y eso me mata, los hombres con tatuajes varoniles. Tenía el pecho duro, durísimo.

Él me comenzó a morder las tetillas, no a mordisquearlas pero a morderlas dolorosamente. Mientras tanto su dedo me hurgaba el culo, casi queriéndomelo meter sin lubricante ni nada.

Bajé mi cabeza a sus jeans y pude sentir el sudor acumulado, el olor a orín y sobre todo, a verga de macho, ese olor que me arrecha a mil

Se sacó la pinga, llena de vellos, una mata abundante. No era muy grande pero eso sí, gruesa como una lata de cerveza. Estaba circuncidado y su pinga tenía un color más oscuro que su pecho. La mata de pelos que sobresalía me excitó. Yo me cuido mucho para estar presentable y este tipo solo tenía su corpachón y su verga, sin cuidados ni nada y me ponía a mil. Le comencé a pasar la lengua por los huevos, x la raja del culo, por todas partes y solo le veía la cara de chucha de su madre, me decía, que rico mamas maricon, se ve que te gusta la verga.

Yo me tragaba como podía la cabeza, le comencé a sobar los huevos y entonces el me levantó, como si fuera de juguete y me apuraba empujándome la cabeza para que su tranca me ahogara.

Después de eso me puse bocabajo y comenzó a lamerme la espalda, a meterme la lenguota en mis orejas y a susurrarme lo rico que estaba, que me iba a poner a gozar y que tenía un culo mejor que el de su mujer.

Sentí como me pajeaba mientras me tocaba el culo y de repente sentí uno de sus dedones, seco y con callos, tratando de entrar en mi huequito. Me quejé y le dije, me duele, mejor mójame un poquito para que esté abierto para ti. Con un poco de repulsión, noté que me lamió las nalgas pero fue agarrando confianza al ver lo rico que yo olía y me lamió el ojo del culo, con ganas, inclusive agarró sus dientes y me mordisqueó mi sensible ano, todo esto mientras su barba rasposa lijaba mis nalgas y sus manos las masajeaban como si fuera masa. Gemía por lo bajo, disfrutando el más el masaje de mi culo que yo, creo. Después, todo babeado, me trató de meter la verga sin condón ni nada.

Yo me puse un poco de lubricante en mi culo y le dije, mira vamos a calmarte que tas tan arrecho que me vas a hacer daño y le puse la cabeza de la verga en la entrada de mi culo y seguí masturbándolo contra mi culito, le pasaba la cabeza por todas las nalgas y veía como el se quejaba por lo bajo del placer que estaba recibiendo. De pronto sentí como este tipo, de unas 180 libras de puro músculo, me zampa la verga, gruesa, durísima, sin condón ni nada de un solo golpe. Sentí como se abría mi culo, como se dilataba para dejar que la cabezota entrara y luego sus huevos chocaron contra mí.

En ese momento casi me pongo a gritar y él me sujetó más fuerte, empujando y moviéndose en círculos mientras me lamía el pecho como si fuera un perro en celo.

Yo agarré uno de los condones y comencé a apretarle un poco la pinga con el culo y el se descuidó un poco. Que cosota!!!! Le puse un condón y me la volvió a meter. Esta vez acompañaba su tranca con pasar los dedos alrededor del culo, abriéndome un poquito y haciendo que la sensación de llenura fuera completa.

Me fue dando pinga, cada vez más y más duro y yo me quejaba, de verdad que me dolía pero él parecía disfrutarlo. Me agarró la verga mía y se puso a pajearme, mientras me culeaba a lo perrito y me arañaba la espalda, me la mordía y comenzó a venirse, mientras yo seguía caliente y sin pode hacer nada. Sus axilas tenían un olor exquisito, a hormonas puras y yo, de la sensación tan rica que tenía, casi me vengo. Ahora viene lo increíble, luego que me había culeado y me tenia el culo como una flor, abierto, sensible y con dolor, me sube un poco las nalgas y comienza a lamerme el ano de nuevo. Ahí si que no duré mucho, la leche se me salió sola mientras el se quitaba el condón y me restregaba su cosa ya casi fláccida en las nalgas.

Nos levantamos, le dije que no lo podía llevar a su casa pero que podía ayudarlo con algo para el pasaje. "algo " resultaron 10 dólares que no me dolieron en lo mínimo. Son las 6 de la tarde y todavía siento como la verga me dejo el culo abierto.