Mi desvirgación 2
Cuando el negro apareció en la puerta comprendí que mi desvirgación no había hecho más que empezar.
El negro era enorme. Mi desvirgador se reía y dijo "Únete a la fiesta, verás que putita más viciosa he conseguido". El negro se acercó a la cama, donde yo ya le esperaba sentado en el borde. Era bastante alto, por lo que su bulto quedaba a la altura de mis ojos. Le abrí la cremallera del pantalón y descubrí que llevaba un slip ceñido, marcando un enorme paquete. Le bajé los pantalones hasta las rodillas y acerqué mi cara a su bulto. Comencé a sobarlo y a lamerlo por encima del slip, recorriendo sus pelotas y su pija con la lengua, como si no hubiera tela de por medio. Inmediatamente noté como empezaba a crecer y crecer. Aquello era enorme. Empezó a asomar por encima de la goma del slip una cabeza oscura, brillante, anticipo de un pollón que podía ser fácilmente del doble tamaño que la mía. Le bajé los calzones y me dispuse a darle una buena mamada a aquella pinga oscura, con sus enormes venas marcadas. Le lamí las oscuras bolas haciendo circulos con mi lengua, notando lo duras y llenas que estaban, jugando con sus rizados pelos, metiéndolas en mi boca con una suave succión. Subí con mi lengua por su picha, lámiendo cada centímetro de áquel monumento. Mi desvirgador mientras disfrutaba del espéctaculo tumbada en la cama, comenzando a masturbarse. Me metí lo que pude de la polla del negro en la boca, absorviendo fuerte y apretando los labios. Con la lengua le lamía el glande en el interior de mi boca, para darle más gusto. El negro puso su manaza sobre mi cabeza, acariciándome elpelo. Comencé a mover la cabeza a más velocidad, toda la que podía, haciendo entrar y salir su polla de mi boca. Miré a los ojos al negro para ver el efecto de mi mamada y le ví con los ojos entrecerrados, disfrutando de mi boca. "Ponte a cuatro patas", me ordenó. Como ya me habían follado boca-arriba, obedecí, pues me apetecía probar también que me follaran en esa postura. Me subí a la cama y me puse a cuatro patas, con las piernas separadas, ofreciendo mi culo al negro. Mi cabeza quedó a la altura de mi desvirgador, que cambió su posición arrodillándose en la cama para que su polla quedará al alcance de mi boca. "Vamos a follarte por los dos agujeros a la vez", me dijo dirigiéndo la punta de su verga, ya bien gorda, a mi boca que la esperaba. Aunque me apetecía que ese enorme negro me la clavará por detrás, tenía un poco de miedo por el tamaño de su minga, y le advertí que lo hiciera con cuidado. El negro ya se había desnudado y se puso detrás mío. Yo empecé a chuparle la polla a mi desvirgador, metiéndomela entera en la boca, procurando que su prepucio bajara y subiera con mis labios. Inmediatamente noté la lengua del negro lubricando mi culo, que todavía estaba abierto de la follada anterior. "Vaya, vaya, lo tienes bien abierto ya.", me dijo. Yo hice un ruido asintiendo, pues no podía hablar al tener la boca ocupada comiéndome una polla. Noté como el negro se movía y me agarraba de las caderas. Noté su enorme polla en mi agujero. Mi desvirgador me agarró entonces de las manos, por las muñecas, sujétandome fuerte. Yo hice amago de soltarme, pues aquello empezaba a asustarme. "Follátelo, reviéntale, yo te lo sujeto", le dijo al negro. Yo estaba excitado pero me empezaba a asustar realmente. No debía quedarme mucha crema lubricante en el ano, que además acababa de ser follado por primera vez hacía un rato, y la polla de áquel negro era casi el doble de grande que cualquier cosa que hubiera entrado. Pero al mismo tiempo que tenía miedo, la verdad es que tenía ganas de que áquel negro me la clavara hasta el fondo, que me reventara el culo, asi que tampoco hice mucho amago de escaparme. Separé mi boca de la polla que estaba chupando y le dijé al negro, "Venga, cabrón, metémela, folláme". Mi desvirgador soltó una de mis manos para ponerla en mi cabeza y obligarme a seguir chupándosela, aunque no tuvo que hacer mucha fuerza. Noté como el negro empujaba, haciendo presión contra mi ano, que se cerraba inútilmente. Hizo más fuerza y comencé a sentir un dolor increíble en mi culo, que me hizo parar de mamar y lanzar un grito. El dolor era agudísimo en mi ano, que se contraía instintivamente. Aquello era enorme, no podía entrar... "¿Te duele, putita?. ¿Quieres que pare?", me preguntó el negro. "Si, por favor... bueno, no, sigue, por favor, sigue, abréme". Era increíble, no me conocía. A pesar del dolor, NECESITABA aquella polla dentro de mi. El negro presionó aún con mas fuerza y noté como al fín entraba, com mi ano cedía y se me metía aquella polla negra en mí. Supose que habría entrado toda, que la peor parte habría pasado, pero me equivocaba. Apenás había entrado el glande. Todavía tenía que entrar mucha polla. El ano me dolía tanto que se me saltaban las lágrimas. Definitivamente aquello era demasiado. Se contraía alrededor de aquella cosa, doliéndome más. El negro se quedó quieto, con la punta de su enorme minga dentro de mi. "Tranquila, putita, que todavía te queda mucho por meterte". El dolor había cedido un poco, lo justo como para ser soportable sin gritar, así que decidí adelantarme al negro y moví un poco mi culo hacia atrás, haciendo que entrara un centímetro más de su polla. "Mírale, pero si ya quiere más", dijo el negro sorprendido. El dolor era más intenso de nuevo, pero aún así yo no pensaba nada más que en ser follado, así que volví a culear para meterme otro trozo. En ese momento el negro hizo lo propio, asi que sin querer me metí su pija hasta la mitad. "AAAAAAAAAAAAYYYYYYYYYY", aullé de dolor, notando como mi intestino se llenaba de polla. Decidí acabar con aquello cuanto antes, asi que le pedí al negro "Toda, metémela toda". El negro estaba asombrado, no debía estar acostumbrado a que le pidieran meter toda su enorme verga y menos en un culo casi virgen. Hizo como que cogía impulso y de una sola embestida me la metío entera. Aquello fue demasiado. El dolor fue tal que me quitó el habla, fui incapaz de soltar ningún sonido. La saliva salió de mi boca, callendo sobre el glande de la polla que tenía ante mí. Todo el ano me ardía, latía en un dolor. Me desmayé. Me despertó de nuevo el dolor. Abrí los ojos y ante mí seguía la polla de mi desvirgador, ahora flácida. Le miré a la cara y le ví pálido "Joder que susto me has dado, creía que te había matado", me dijo riendo. Esto me sirvió para ser consciente de la situación y notar que continuaba con la enorme polla del negro dentro de mi culo. Ahora dolía mucho menos, aunque todavía lo hacía. "ya te dije que no le pasaba nada, seguro que se ha desmayado de gusto, el muy cabrón", dijo el negro. Joder que bestia era. Pues si él era un cabrón yo era la más puta del mundo. Me imaginé la escena. Yo a cuatro patas, con un negro enorme detrá, su polla en mi culo, que debía estar tan abierto que me cabría un puño y, delante mío, otro tío esperando a que se la chupara. No era yo el que hablaba, no me conocía. Yo que odiaba el dolor, que me preocupaba porque me desvirgaran tranquilamente, dije "¿Esto no habrá terminada ya, no?". El negro se rió y comenzó a moverse lentamente dentro de mí, apenas sacando y metiendo su polla. El dolor volvió pero mucho menos intenso. Notaba cada milímetro de aquella polla moverse dentro de mí. El dolor dejó paso a un cosquilleo. No se si era placer o simplemente que el ano estaba tan destrozado que no sentía nada. Mi boca se dirigió hacia la polla que tenía delante y comencé a mamarla. El negro hacía sus movimientos cada vez más intensos, al mismo tiempo que yo aprovechaba sus embestidas para meterme la polla más adentro en la boca. Definitivamente el cosquilleo se transformó en placer. Mi ano se estremecía cada vez que áquel pollón rozaba mi próstata, haciéndome lanzar gemidos de gusto. El negro se levantó sobre una de sus piernas para cambiar el angulo de entrada y poder bombearme mejor. El placer se hacía cada vez más intenso, lo que me provocaba que cada vez lamiera con más gusto aquella polla. Ambos empezaron a gemir cada vez más fuerte "Chupa, zorra, chupa", me decía uno, "joder que culo tienes, te la estoy clavando entera", me decía el otro. Yo me retorcía de gusto, no podía más y comencé a jadear cada vez más fuerte. Me iba a correr. "Me,me... me corro!", dijo el negro, al tiempo que me embestía como un poseso, haciendo que su vientre chocará con mi culo, sacando su verga hasta mi ano para volver a clavármela entera. "Yo también me corrooooooo!" dijo al que se la estaba mamando. Noté perfectamente como se me llenaba el culo de leche caliente. Al mismo tiempo un chorro de semen fue directo a mi garganta. Mi polla también empezó a lanzar chorros de semen contra las sábanas. Los tres nos corriámos al mismo tiempo. La enorme polla del negro dentro de mi culo, la otra en mi boca, mientras yo levantaba el culo para metermela hasta el estómago, al mismo tiempo que me metía hasta los huevos la otra. Lo que parecían litros de semen inundaban mi cuerpo. Mi corrida era bestial,naciendo de mi ano, que se contraía alrededor de aquel pollón enorme, haciendo que casi notara sus venas. Caí derrotado a la cama, con la cabeza sobre el paquete de mi primer follador. Chorros de semen (lo que no había podido tragarme), escurrían por mi cara. Chorros aún mayores me caían por los muslos. El ano se contraía y notaba el aire entrando por su dilatación. Gimiendo me abracé a mis dos folladores, que reían y suspiraban satisfechos. Así, abrazados, se quedaron dormidos. Ahora sí. El culo me lo habían desvirgado. Pero aún no había hecho todo lo que quería. Contemplé sus cuerpos desnudos. Aunque mi minga no respondía, en mi interior volvió a arder el deseo. Miré sus culos y pensé: "¿Qué se sentirá al follarse uno?". Si os ha gustado y queréis que escriba la tercera parte, o teneís cualquier comentario: i_r_l_1973@latinmail.com