Mi despedida de soltera II
Segunda parte y final de la despedida de soltera que me organizaron mis amigas en la costa. Un fin de semana inolvidable.
Al otro día todas nos levantamos con bastante resaca. A mí me dolía muchísimo la cabeza y me sentía totalmente cansada. Poco a poco las chicas se fueron despertando y decidimos ir a desayunar a la playa. El día estaba espectacular así que decidimos quedarnos todo el día ahí.
Comenzamos a charlar de lo que había pasado durante la noche y todas nos reímos de las anécdotas. Ahí me entere de que la idea original era que el stripper viniese a hacer un show nada más. Como habían conseguido un stripper que no les pareció lindo habían decidido taparme los ojos. Que yo terminase chupándosela al stripper no estaba programado, pero fue divertido para todas. Lo siguiente era ir a bailar. Lo que paso fue que los chicos que habíamos conocido en la estación de servicio llamaron para venir a tomar algo con nosotras, y lo que se armó después hizo que la fiesta, que originalmente iba a ser en el boliche, terminara siendo en la casa. La verdad era que si hubiesen querido organizar algo así, probablemente hubiese salido muy mal. Las cosas se habían dado de tal forma que mí despedida término saliendo muy divertida, y no solo para mí. Después me entere de que Jose y otra de mis amigas terminaron teniendo sexo con dos de los chicos. Es más, Jose, mas allá de la diferencia de edad, termino noviando durante un tiempo con uno de los chicos, quien incluso, vino a mi casamiento.
Después del medio día algunas fueron a la casa a buscar la heladerita con cervezas. La verdad es que yo no podía siquiera sentirle el olor, pero volvieron a recordarme de que no importaba lo que yo quisiera, sino lo que ellas me indicaban que hiciera. Así que tuve que comenzar a tomar. Mientras ellas tomaban mate, yo tenía que tomar cerveza. Después de un par de horas bajo el sol, la cerveza servía de refresco, pero el alcohol volvía a hacer efecto. Estaba bastante alegre y algunas de las chicas que habían comenzado a tomar cerveza también.
En la playa había bastante gente, por lo que enseguida comenzamos a llamar la atención de todo el mundo. Ya fuese por los gritos, como por los comentarios subidos de tono. En un momento comenzaron a hacerme cumplir ciertas prendas. La gran mayoría están estupideces hasta que me obligaron a ponerme a tomar sol, acostada, desabrochándome la espalda de la bikini, al lado de un grupo de chicos. Estos chicos estarían a unos 150 mts de nosotras, y no creo que supieran que yo formaba parte del grupo de chicas. Agarre una toalla, me puse mi short, la musculosa, y camine para el lado de los chicos. Me senté a unos 5 mts de ellos. Al principio me di cuenta de que me miraron, pero no dijeron nada entre ellos. Estire la lona y me saque, primero la musculosa, y después el short. Al sacarme el short me percaté de que mi culo apuntara directamente al grupo. Al ver mi tanga me di cuenta de que entre ellos se empezaron a hacer gestos como para que los que no me habían visto me miraran.
Me acosté boca abajo en la toalla, y de un tirón me desate la parte de arriba de la bikini. Como la situación me gustaba, fui un poco más lanzada y en lugar de dejar la parte de arriba de la bikini apoyada sobre la toalla, de un tirón la saque y la puse a un lado. O sea, para volver a ponérmela tenía que hacer malabares si no quería que algo quedase al descubierto.
A través de los anteojos podía ver como entre ellos se miraban y hablaban bajo. Parecía que ninguno se animaba a venir a hablarme. Tendrían aproximadamente 20 años. Tenían una pelota de futbol y una heladerita, que por lo que pude ver, estaba llena de cervezas. En un momento gire la cabeza para el otro lado tratando de ver a alguna amiga mía, pero desde donde estaba yo no podía verlas.
Después de un rato los chicos se pudieron a jugar con su pelota, pero en más de una ocasión la tiraron cerca mío como para verme mejor. Era evidente de que no querían jugar al futbol, sino tener una excusa para acercarse. En determinado momento la pelota me pega a la altura de las piernas, lo que hizo que uno de los chicos tuviese que acercarse a buscar la pelota y a pedirme disculpas. El resto miraba mientras se reían. Al pedirme disculpas me acomode un poco y tapándome el sol que me daba de lleno en la cara le sonreí como diciendo que no importaba. El chico agarro la pelota y se las tiro a sus amigos mientras se quedó parado tratando de comenzar una conversación. Lo primero que me pregunto fue si estaba sola. A lo que le respondí que sí, pero que mis amigas probablemente vendrían en un rato. Después me pregunto de donde era, que edad tenia, a que me dedicaba, si tenía novio, etc. Yo respondía todas las preguntas. Cuando le dije mi edad me respondió que aparentaba bastante menos. El tenía 19 años y todos sus amigos estaban entre esa edad y los 22 años. Después le conté que estábamos ahí porque era mi despedida de soltera, y los ojos parecieron iluminarse. El dialogo se tornó más fluido hasta que le pedí que se sentara porque el sol me estaba matando la vista. Se acomodó al lado mío y en ese momento aproveche para pedirle que me ayudara con el corpiño de la bikini. Los amigos miraban y no lo podían creer. Por suerte creo que no se me vio nada, y si se me llevo a ver algo nadie hizo ningún comentario. Me senté y me puse más cómoda para charlar con él. Ellos estaban de vacaciones en la casa de uno de los chicos. Habían llegado la semana anterior y se quedaban todavía una semana más. Yo le comente que habíamos llegado ayer, y que mañana nos volvíamos, y que todas mis amigas eran de mi edad. Lejos de desmotivarse, me dijo que esa noche iban a ir a bailar y pregunto si estaríamos interesadas en ir. Que no importaba la edad, ya que si mis amigas estaban al menos la mitad de lo buena que estaba yo, la noche iba a estar buenísima.
En eso se acerca otros dos amigos con una lata de cerveza cada uno. Me ofrecen una a mí pero yo no quería volver a tomar, aunque el calor me estaba matando. Me quede conversando hasta que decido ir al mar, a lo que Pablo, así se llamaba el chico con el que había estado conversando, dice que él también quería ir al agua.
Nos fuimos juntos al mar. El agua estaba bastante fría pero yo necesitaba meterme. Primero para tratar de calmar mi resaca, segundo para bajar la temperatura de mi cuerpo, y tercero para bajar mi calentura. Es que ya empezaba a sentirme de nuevo excitada por la idea de tener sexo con alguno de esos chicos. Me metí en el agua, jugué un poco con las olas. Pablo estaba cerca mío y me hacía comentarios referentes al agua, al clima, etc. En eso una ola me agarra media desprevenida y me desacomoda toda la bikini, dejando mis dos tetas al aire. Me tapo instintivamente pero Pablo había visto todo. Se estaba riendo a escasos tres metros, lo que hizo que yo también me empezara a reír. Enseguida le dije, “no viste nada que no conocieras”, a lo que me respondió, “nooo, no las conocía, pero son muy lindas”. Me causo gracias y me tente de la risa. Me acerque y le pedí que me atara la bikini más fuerte, ya que se me había desacomodado todo porque la tenía muy floja. Como él era quien me la había atado antes, le empecé a decir que era toda su culpa y que seguro había sido a propósito. Volvimos a reírnos.
La verdad que sentir esas manos rozando mi espalda me hicieron erizar la piel. Pablo se dio cuenta y me pregunto si tenía frio. Mis pezones se notaban duros bajo la bikini. Salimos del agua y los amigos se quedaron mirándome. Ninguno dijo nada por lo que la que rompió el silencio fui yo. “Si, tengo frio.”. –“Se nota”, se escuchó tímidamente decir a uno.
Me quede ahí parada envuelta en mi toalla tratando de entrar en calor. En eso las veo a mis amigas que estaban caminando hacia mí. Al llegar me saludaron como si no me hubiesen visto en todo el día, e inmediatamente se empezaron a presentar con los chicos. En poco tiempo estábamos todos sentados tomando mate, cerveza y comiendo unos churros, charlando de cualquier cosa. Los chicos volvieron a invitarnos a bailar, pero Jose les ofreció venir a cenar y tomar algo a casa, siempre y cuando se encargaran de hacer la cena. El menú resulto ser pizzas a la parrilla.
Después de un rato decidimos irnos, y quedamos en que tipo 20/21hs vendrían para la casa a preparar las pizzas.
Una vez en la casa comenzamos a bromear sobre la edad de los chicos. Es que les llevábamos 6 años en promedio. Físicamente eran unos bombones.
Por suerte para esta noche no hubo disfraz de colegiala puta, por lo que puse elegir mi vestimenta. La noche pintaba calurosa, por lo que opte por una musculosa y unas calzas. Así estaría cómoda. Dude en ponerme corpiño, ya que trato de no usar, pero sabía que delante de los chicos iba a ser demasiado provocadora, por lo que decidí ponerme uno.
El resto de mis amigas estaban bastante más arregladas que yo. Hasta bromearon con eso y por un momento casi voy a cambiarme.
Los chicos llegaron puntuales. Traían no solo las cosas para preparar las pizzas, sino también más bebidas. Nosotras todavía teníamos bastantes en la heladera y en la bañera.
No habrán pasado 10´ que Pablo se me acerco y se me puso a hablar. Era evidente que tenía todas sus fichas puestas en mí. Yo hasta ese momento no había pensado en nada, pero ante lo evidente comencé a fantasear.
Después de tomar un rato, de ir a venir de un lado para otro, cuando ya habíamos cenado y estábamos tomando algo, Magui no tuvo mejor idea que recordarles a todos de que era mi despedida de soltera. Todos empezaron a gritar y me obligaron a pararme en el medio. Al principio me vendaron los ojos. El juego consistía en que me rozaban la boca con algo, y yo tenía que averiguar que era. Si no adivinaba, tenía que tomar un vaso de un trago que habían preparado. Obviamente todo estaba hecho de manera tal de que siempre perdiera. Así después de un rato ya no solo estaba mareada, sino que totalmente desinhibida y entregada. Sabía en mi interior como iba a terminar esa noche.
Alguien subió la música y apago un par de luces. La casa parecía volver atrás como la noche anterior. Era una fiesta. El juego siguió, y ahora subió la temperatura. Alguno de los chicos me tenía que tocar con alguna parte de su cuerpo, en alguna parte del mío, y yo tenía que adivinar quién era. Si adivinaba zafaba de la prenda. Si perdía, me tenía que sacar algo de ropa. Obviamente era imposible que ganara, ni siquiera me acordaba los nombres de todos. Primero perdí las zapatillas. Al rato perdí las calzas. Mucho no me preocupo porque tenía una tanga muy parecida a la de la playa. Después perdí la musculosa, pero para no quedarme en corpiño decidí sacármelo y quedarme en musculosa pero sin corpiño. Mis pezones se notaban y todos empezaron a gritar y aplaudir. En ese momento volví a perder, y me tenía que sacar o la tanga o la musculosa. Por suerte Magui intercedió y el arreglo fue que me quedar así como estaba. Dimos el juego por terminado y me fui a sentar a un sillón. Ahí estaba yo en tanga y en musculosa sin corpiño delante de esos chicos. Enseguida vino Pablo y se me sentó al lado. La música estaba fuerte y no le entendía que quería decirme, así que nos fuimos al jardín. Mientras fumaba un cigarrillo note como me miraba los pezones. En eso se da cuenta y se pone nervioso. Yo me rio para que no se sienta tan incómodo. Habremos estado charlando un rato largo, tiempo en el que fue adentro dos veces a buscar unas cervezas. En un momento me doy cuenta de que disimuladamente se me iba acercando. Para facilitarle las cosas lo agarro de una mano y lo acerco con la excusa de que tenía frio y necesitaba calor. Estuvimos en esa posición un rato. Podía sentir su corazón y en un momento su pija endurecerse sobre mi muslo. Pero parecía no querer o animarse a avanzar.
En eso viene Romi a decirme que en un ratito se iban para el boliche. Yo la verdad es que no tenía ganas, así que le dije que si no era obligatorio no iba a ir. Guiñándome el ojo me dice, si es por una buena causa creo que nadie te va a decir nada. Pablo la vio y entendió. Enseguida me dijo, “yo tampoco tengo muchas ganas de ir a encerrarme en un boliche, si queres nos quedamos tomando algo acá”. Asentí con la cabeza y nos quedamos ahí hasta que al rato salieron todos a preguntarnos si nos íbamos o nos quedábamos. Después de decir que nos quedábamos se fueron y nos quedamos los dos solos en la casa.
Ni bien se fueron le pedí de ir adentro. Ya no había música ni griterío. Estaba más cómoda y no tenía frio. Me tire en el sillón y Pablo fue a buscar algo para tomar. Yo le pedí una gaseosa. No necesitaba ni quería más alcohol. Estuvimos charlando un rato en el que parecía no animarse a avanzar más.
Después de lo que pareció una eternidad se animó a besarme. Estuvimos besándonos un rato. Podía sentir su pija dura bajo el short que tenía. Era una especia de bermuda tipo surfer. Parecía un poco más grande que la media normal, y tenía intriga. Si bien había estado con hombres más jóvenes que yo, nunca con tanta diferencia.
Ni bien empecé a manosearlo, el devolvió las gentilezas. Esto pareció desinhibirlo, y enseguida me ataco con todas sus fuerzas. Me saco la musculosa y empezó a chuparme las tetas con unas ganas tremendas. Yo me acomode y me puse a chuparle la pija. Era bastante grande. Me encanto. El me acomodo de manera tal que quedamos haciendo un 69. Hacía tiempo que no me chupaban con esas ganas. Realmente estaba disfrutándolo. Con su mano comenzó a ayudarse, por lo que acabe al poco tiempo. Lo siento en el sillón y de espaldas a él me siento arriba. Enseguida me ayudo con una mano y logro que me penetre. Yo estaba tan excitada y mojada que no fue difícil. Después de moverme un poco salgo porque no quería que acabara. Le pido que vaya a ponerse un preservativo y me dice que no tenía. Lo quería matar….
Pero me acorde de que al consolador las chicas les habían puesto uno. Eso quería decir que en la casa debía haber una cajita por algún lado. Me fui al bolso de Magui, ya que ella era la indicada y no falle.
Volví al sillón con el forro en la mano y lo ayude a Pablo a ponérselo. Me acomode en cuatro patas sobre el sillón, poniendo mis brazos sobre el respaldo. Pablo comenzó a penetrarme con ganas. Yo gritaba de placer. Creo que en ese momento volví a acabar y al gritar Pablo termino acabando también.
Me di vuelta y me quede tirada en el sillón al lado de él. Pablo tenía el forro todavía puesto y su pija aun media dura. Con mi mano le saco el forro y me acomodo para chupársela. Pablo no entendía nada. El sabor, mezcla a semen con preservativo era horrible, pero yo quería dejar limpia esa pija y endurecerla de nuevo. Pablo empezó a decirme que nunca se lo habían cogido de esa manera, que no lo podía creer. Al poco tiempo su pija comenzó a endurecerse de nuevo. Mientras se la chupaba, con mi mano masajeaba sus huevos. Hasta en un momento amague a meterle un dedo en el culo. Pablo me sobaba las tetas y la concha constantemente.
Cuando la note lo suficientemente dura le indique que volviera a ponerse un forro. Al abrirlo se rompió. No me importo. Me senté arriba de él y forcé a que esa pija entrara totalmente dentro de mí. Yo subía y al bajar hacia fuerza para que entrara hasta el fondo.
Pablo comenzó a jugar con mi culo. Me agarraba de los cachetes y disimuladamente metía un dedo en mi agujero. En un momento yo le agarro una mano y le indico que lo dejara adentro. Después metió otro. Yo saltaba arriba de su pija y sacaba culo para que me penetrara con sus dedos. En un momento no aguante más y me levante a buscar una crema. Fui hasta mi bolso y agarre una crema post solar. La traje y le puse en su pija masturbándolo suavemente. Pablo estaba en el cielo. Enseguida comenzó a jugar con crema en mi culo y yo me puse de espaldas al sillón. Al principio costo, pero después de un par de intentos logro penetrarme analmente. Mientras me la metía me confesó que era la segunda vez que lo hacía analmente. La primera había sido con su novia pero como no le gustaba no le dejaba hacérselo más.
Yo empujaba y una vez que me acostumbre hice fuerza para sentirla toda dentro mío. Con una de mis manos empecé a masturbarme mientras Pablo me bombeaba.
No se cuánto duro, pero yo acabe dos veces por lo menos. En eso Pablo la saco y empezó a acabarme en la cola. Yo me quede rendida en el sillón. No podía más. Pablo estaba loco, quería que nos siguiésemos viendo en Buenos Aires.
Enseguida lo baje a la realidad. “Pablo, te llevo 7 años y me caso en un par de semanas”. Lo entendió.
Nos vestimos y nos quedamos charlando un rato. El no fumaba pero igualmente me acompaño al jardín. Eran las 5 AM y ya el cielo empezaba a aclarar.
Sutilmente le dije que me quería ir a acostar, pero que si quería él podía quedarse en el sillón.
Nos fuimos adentro y dándole un beso me despedí. Yo me dirigí al baño y después a la habitación, él se tiro en el sillón.
Cuando me desperté a la mañana siguiente el ya no estaba. Nunca más lo volví a ver.