Mi descubrimiento (Parte I)

Hasta ese momento nunca me había planteado mi atracción hacia los hombres. Era un chico de 19 años, y todo empezó muy rápido.

Hola:

Antes de nada, pediros disculpas si mi forma de relatar no es atractiva, pero es mi primer relato en esta página web.

Todo lo que cuento en éste relato, y sucesivos, es verídico y lo comencé a vivir con 19 años.


Mi descubrimiento (Parte I): La forma en la que empezó todo

Me llamo Mario, ahora mismo tengo 23 años, y soy de Madrid. Soy un chico normal, responsable con mi vida, moreno, 1.90 y, al fin y al cabo, normal.

Cuando tenía 19 años, y después de unos años un poco confusos, decidí empezar de cero mi vida de estudiante y comenzar mis estudios de Bachillerato. Al principio de curso, nada que me llamaría la atención (profesores aburridos, clases aburridas...).

Todo empezó al cabo de 1 mes, cuando un nuevo compañero llegó a clase. Se llama Luis, un chico de mi misma edad, delgado, rubio, un chaval normal también.

No sé que me sucedió aquel día, pero hasta ese momento me encantaba mi compañera Sandra, y fue verle a él, y me dio un escalofrío por todo el cuerpo.

Él era el típico chico "macarrilla", chulesco, en fin, el popular de la clase (en fin, nada que ver conmigo).

Al principio no hablábamos, hasta que un trabajo de Historia nos juntó (sí, se que un trabajo de Historia no es la mejor excusa pero bueno, es lo que tocó). El grupo lo formábamos 3 compañeros, pero el tercero no volvió a clase por causas personales, así que al final tuvimos que hacer el trabajo solos.

Empezamos a hablar más y más, nos dimos los números de teléfono, quedamos varios días para hacer el trabajo, en los recreos nos íbamos por ahí, en fin, nos empezamos a hacer muy amigos.

Todo cambió un día en el que me invitó a comer, y estuvimos hablando de nuestras vidas. Yo hasta entonces había tenido dos novias (nada serio), pero él había estado cuatro años con una misma chica y, en fin, la ruptura no fue muy amena porque le dejó bastante tocado al chaval. Estuvimos hablando durante horas, nos fuimos de fiesta por la noche, y lo pasamos muy bien. Yo no sabía muy bien que sentía, pero tampoco quería creer que me gustara un chico (cosas de la edad, hormonas revolucionadas y que yo siempre había salido con chicas), pero, el caso, es que no paraba de pensar en él.

El tiempo fue pasando, seguimos saliendo, fuimos a comer muchas veces con más compañeros a veces y otras solos, y yo me sentía muy bien con él. Una tarde de invierno recibí un mensaje suyo en el que me comentaba que estaba pensando apuntarse a un gimnasio por la zona centro, y me preguntó si me animaba. La verdad, a mi los gimnasios no me han gustado nunca, pero me animé.

Estuvimos durante 1 mes quedando por las tardes, gimnasio y tomando unas cervezas después para relajar la tensión de los estudios (sí, la vida del estudiante no es tan bonita como la pintan en realidad jaja). Pero hubo un día que lo cambió todo, una tarde como otra cualquiera en el gimnasio.

Fuimos al gimnasio como siempre, hicimos nuestra rutina, y nos fuimos al vestuario. Tengo que decir que yo (entonces) era de esos tíos que iban con toalla en el gimnasio, y me tapaba sin que se vería nada, y mi amigo Luis hacía lo propio, pero esa tarde no fue así.

Nos quitamos la ropa, y nos fuimos a las duchas. Hasta ese momento todo era normal vamos. Al salir de las duchas, ví que había acabado antes que mi colega, me dirigí a la taquilla para coger la ropa y comencé a secarme el cuerpo y demás.

En ese momento, salió Luis con toalla a la cintura, pero al llegar a mi altura (teníamos las taquillas al lado), se quitó la toalla y dejó al descubierto su polla. En ese momento me quedé congelado literalmente, porque la tenía bastante más grande que yo (yo no calzo mal, pero lo del cabrón éste era de escándalo, por lo menos 20cm y muy gruesa). El caso es que me dio la sensación de que estaba un poco empalmado, y tenía pinta de que en la ducha había hecho algo más que ducharse jajaja.

Empecé a calentarme tanto que tuve que taparme con la mochila. Él se dio cuenta perfectamente, y me dijo:

  • Ey, ¡qué pasó ahí!

  • Nada, que va a pasar, el calor ya sabes, que a veces es traicionero jajaja - dije como primera excusa

  • Ya ya jajaja

La conversación se quedó ahí, y yo, como pude, seguí vistiéndome. Le seguí observando, y su polla comenzó a desinflarse, se quedó en un tamaño más estándar. Durante todo el tiempo que tardó en vestirse, empezó a realizar movimientos que, por lo menos a mi, me calentaron mucho (se volvió a quitar la toalla, se agachó mostrándome su culo en pompa). Yo, mirándole de reojo y con mi polla que no cabía en el pantalón, terminé de vestirme como pude, le esperé, y seguimos nuestra rutina habitual, cervezas y para casa, sin tener ninguna conversación de lo que acababa de pasar.

Esto es lo primero (y creo lo más suave) que ha pasado en mi relación con Luis. En el siguiente relato os contaré como una noche de fiesta en pleno verano se fue desviando poco a poco.

Gracias por leerme, y repito, todo lo que cuento está basado en la realidad.