Mi desastrosa perfección

Capítulo 10 de mi novela Un Lugar sobre el Arcoíris

¡Hola! Esta es mi primera vez compartiendo en esta plataforma, espero que disfruten esta historia que corresponde a un extracto del capítulo 10 de mi novela "Un Lugar sobre el Arcoíris"

Bajamos de la noria, un poco hambrientos y vamos a un puesto ambulante de hot dogs. Yo comiendo esto, eso es algo increíble. Me gusta cuando Fisher me saca de mi zona de confort porque es algo que resulta nuevo y excitante, pero por favor, esto es demasiado. No como una cosa de estas desde niño.

—Entonces Fisher ¿cómo se supone que lo voy a comer? —tomo mi bebida.

—¿De qué te quejas? si eres experto en salchichas —Mi rostro se enciende y casi me ahogo con la gaseosa.

Nos sentamos en el borde del muelle con nuestras piernas colgando hacia afuera. Hablando tonterías al comer.

Ray estrella mi hot dog en la cara manchándome alrededor de la boca con las salsas, siento ganas de liquidarlo, pero se me pasan al besarme para “limpiar el desastre”.

No me he sentido de esta manera con algún otro amante, aunque a los anteriores tampoco es que los viera fuera de la suite. Fisher es de alguna forma especial, burlón y molesto sí, pero también muy dulce y encantador…

¡Ay no! No, no, no, no, no…

—¿Te gusta estar aquí minion?

—Adoro tu compañía donde sea Fisher. —sonríe.

Me hala hasta sentarme en sus piernas, acuna mi rostro entre sus grandes y cálidas manos y me besa.

Realmente me siento… bien, no, muy bien… creo que…

—Me gustas —susurro en sus labios. Vuelve a besarme.

—Tú también a mí…

Luego seguimos vagando de la mano hasta llegar al último juego, la montaña rusa. No le temo a las alturas, menos a la velocidad, pero ¡No confío en esa cosa!

—Cory será divertido.

Me hala del brazo y vamos a la entrada del juego.

Junto a la portezuela hay un estadiómetro y de nuevo Ray comienza a burlarse.

—Minion creo que no te dejarán subir —ríe a carcajadas y pateo su pantorrilla en respuesta.

Se le ocurrie la gran idea de sentarnos en el primer carrito.

—Será genial, ya lo verás.

Se abren las barras de seguridad que hacen el papel de compuerta para comenzar el viaje.

Vamos lento al principio bajando un pequeño declive por espacio de un par de segundos, se acerca la primera cúspide, iniciamos la subida. Intuyo han pasado entre quince y veinte segundos en los que lentamente el carro va escalando, siento el corazón acelerándose ante la expectativa de lo que vendrá, llegamos a la punta...

¡Está muy alto!

Por un par de segundos más, vamos en línea recta, de repente el carro parece engancharse con algo en la pista ¡Qué rayos! Se va deteniendo poco a poco hasta quedar en posición prácticamente vertical. Mis ojos se abren de par en par, es que desde nuestra posición vemos en primera fila lo que viene ¡tengo el corazón en la garganta!

Los otros pasajeros empiezan a gritar, observo a Fisher y se nota impresionado y apretando la mandíbula imagino intentando ahogar un grito de pavor. La cosa que mantenía sujeto el carro se desprende, entonces salimos disparados a toda marcha. Mi perfecto cabello se suelta volviéndose un caos total, tengo el corazón a cinco mil revoluciones cuando esta cosa vuelve a subir, pero esta vez sigue corriendo a toda velocidad, cruza a la derecha, siento que me voy a caer, el carro continúa corriendo, la pista parece enroscarse sobre si misma en algunas curvas entonces vamos haciendo unos giros muy raros. Maldigo a Fisher en cada sacudida. Él grita de terror, pero al verme y escucharme no para de burlarse. ¡Esta cosa va volando! Da una vuelta veloz hacia la izquierda, quedamos de cabeza al pasar por una especie de aro, mi cabello cuelga, estoy seguro que quien vea desde abajo le parecerá el “tío cosa”.

—¡Maldito Fisher no volverás a escoger otra cita en tu vida! —le grito con una mezcla de terror y rabia.

¡Estoy temblando! Y él sigue riendo y burlándose. Sube y baja, sube y baja, creo que no fue buena idea comer, miro a Fisher y se ve un poco verde —supongo está pensando lo mismo—. Vuelta a la izquierda, luego a la derecha ¡sufriré un infarto! Mi corazón va tan rápido como esta maldita cosa.

De nuevo vuelve a subir, pero se va deteniendo paulatinamente, agradezco los segundos de paz y quietud pensando lo que vendría después, pero finalmente acaba el recorrido.

Estoy paralizado en el asiento. No puedo ni siquiera abrir mi arnés.

Ray para de burlarse y viene preocupado a ayudarme.

—Cory, ¡Cory!, ¡Reacciona Cory!, ¡Mierda!

Me libera del vagón, bajamos del juego y una vez en tierra firme, empiezo a salir del shock.

—¡Raymond Fisher! ¡Te juro que es la última vez que salgo contigo! ¡Intentas asesinarme! —grito como desquiciado, él me mira impactado fijando sus ojos en mi cabello, luego ríe a carcajadas.

—Cory perdón, no puedo tomarte en serio cuando te ves así —continúa riendo—. Pareces medusa.

Estoy tan enojado que le lanzo un puñetazo al rostro. Mi perfecta, sedosa y brillante cabellera, ahora parece cualquier planta rodadora.

—¡Auch! Eso duele minion, pero está bien, lo merezco. Ven —me abraza, aunque sigo molesto— yo lo arreglo.

Me da la vuelta y empieza desenredar mi cabello con cuidado usando sus dedos. Va separando y trenzando desde la parte superior de mi cabeza.

Siento el corazón latir a mil «es la adrenalina del juego» me digo a mí mismo.

Conforme va halando cada mechón, siento electricidad recorrerme desde el nacimiento del cabello, hacia una región de mi cuerpo más al sur «¿qué me pasa?» mi respiración va acelerándose, Ray lo nota y besa mi cuello, mi piel se eriza. Sigue trenzando, la corriente se intensifica. Besa mi hombro, tengo que abrir la boca para respirar. Trenza. Muerde el otro lado de mi cuello. Y continúa en ese ciclo hasta amarrar la punta. Estoy temblando. Ya no sé si es por el juego o por lo que este hombre me provoca. Se para frente a mí y curva sus labios.

—¡Qué bonito se te ve el rostro!

Su voz suena tan exageradamente sexualizada que solo se me ocurre besarlo con tanto rigor y lujuria, él me responde el beso con urgencia, abrazándome fuerte, apretándome contra él, puedo sentir su erección dura y caliente contra mi cuerpo…

—Fisher solo salgamos de aquí… —susurro jadeando en sus labios.

En el camino hasta mi departamento, logro recuperar la compostura, mantengo mi vista en la ventanilla. Observo de vez en cuando a Fisher y no puedo evitar ruborizarme cuando cruzamos miradas, siento un revoltijo en mi estómago, así como en mis emociones. Mi corazón late de una manera muy irregular cuando lo veo.

Decido apoderarme del reproductor entonces se escucha la dulce voz de Ellie Goulding entonando Love me like you do…

«I'll let you set the pace

'Cause I'm not thinking straight

My head spinning around, I can't see clear no more

What are you waiting for?

Love me like you do, lo-lo-love me like you do»

Por alguna razón eso me hace ruborizar aun más ¿qué me pasa? Apago de golpe el aparato, miro a Fisher por el rabillo del ojo y me observa medio confundido. Decido evadir su mirada hasta llegar.

Entramos a mi pent-house de dos pisos con ventanales de piso a techo y vista panorámica de la ciudad. Ray deja escapar un silbido de admiración, mientras coloco a mi nuevo amigo de felpa cómodamente en el sofá.

—Cory, empiezo a creer que si eres algún tipo de Christian Grey gay. ¿No tendrás una habitación roja también? —río a carcajadas.

—¡Estúpido! Aunque si tengo algunos juguetes, por si quieres experimentar —¡Está colorado! Debe sentirse bien apenado para que se note tanto en su tono de piel.

—¿Lo dices en serio? —Me acerco a él aferrándome a su cuello, me recibe apretando mis glúteos y elevándome sobre su cadera.

—¿Quieres esposas, flogger o sogas? Tengo dildos de varias formas y tamaños. ¿Me imaginas cómo todo un dominante, aprovechándome de ti?

Humedece sus labios, yo hago lo mismo y nos besamos.

—Más bien Minion perverso, te imagino a cuatro patas, atado a tu cama, mientras te azoto. —Se me eriza la piel. Mi cadera responde aferrándose más fuerte a la suya y haciendo un vaivén— Ver tu sexy culito champagne enrojecer con cada azote, luego usar tus juguetitos de batería desde el más chico al más grande y acabar penetrando ferozmente tu ya muy …

—¡Fisher para!, ¡Me vuelves loco!, ¡Cógeme de una vez por favor! —sonríe con la lujuria reflejándose en sus ojos y en su dura entrepierna.

Subimos a mi habitación, me lanza a la cama como un costal de papas, entrecierro los ojos enojado y él sonríe divertido mientras se quita su camiseta. Se le marca una perfecta “V” Al final de su súper trabajado abdomen. Solo ver ese escultural cuerpo siempre me hace gemir. Se despoja de su cinturón y lo coloca sobre el colchón, desabotona su pantalón. Siento taquicardia.

—Entonces Cory ¿Dónde escondes tus juguetes? —le señalo el lugar y lo veo pasearse descalzo por mí recámara.

¡Está actuando como Christian Grey!

Eso me hace reír. Me contempla serio, desafiante y regresa a la cama, mi corazón se acelera todavía más.

—¿Te ríes de mí? —Hala mi trenza con fuerza, obligándome a levantar el rostro. Me siento nervioso y excitado, jamás había estado tan intimidado solo por una mirada y menos una suya, pero el fuego que vi en sus ojos bastó para estremecerme.

—No señor —logro expresar con timidez. Suelta mi trenza, besa mi frente y vuelve al cajón.

Me quedo en la cama con una sensación de duda y confusión. Jamás se había comportado así antes.

—¡Oye! Sigues con demasiada ropa —sus palabras consiguen devolverme de la hipnosis.

Me desvisto con vehemencia.

Ray saca del cajón lubricantes comestibles, preservativos sensitivos, esposas y 2 dildos vibradores: pequeño y mediano «grande lo que guarda su bóxer» coloca todo en la cama, a mi lado. Tira de mi trenza con fuerza y antes de poder quejarme me besa intensamente palpando con su lengua cada lugar de mi boca, muerde mi labio inferior y se aparta. Mi respiración cada vez se acelera más y más.

Toma su camiseta y la usa como venda para cubrir mis ojos.

—Fisher no veo nada —le digo en un susurro, jadeante—. lo escucho reír bajo, así que el pequeño miedo naciente que sentía en mi interior desaparece.

—No necesitas ver. Solo siente —acaricia mi labio inferior con sus pulgares, luego ejerce presión para que abra la boca—.  Escucha —acerca algo a mi oreja, atiendo un sonido corto y seco, como un “clic” que me cuesta un poco registrar al principio «¡Es el tubo del lubricante abriéndose!»— Huele —lo pasa bajo mi nariz…

—Naranja —Se me escapa un jadeo. Tira de mi trenza y chupa mis labios. Atrapa mi lengua con sus dientes, obligándome a sacarla.

Cada sensación me eriza la piel, como si al bloquear mi visión mis otros sentidos se incrementan. ¡Soy como el jodido Daredevil! Gay, pero Daredevil a fin de cuentas.

—Prueba —siento un ligero chorro en mi lengua, percibo el sabor ácido y dulce de la naranja, luego coloca entre mis labios algo suave pero rígido —chúpalo Cory, mójalo bien.

Le hago una felación al dildo, mientras Ray lo empuja y retira, empuja y retira. De repente siento un cosquilleo «Encendió esta cosa» la vibración viaja desde cada punto interno en mi boca al resto del rostro.

Se oye el sonido del zipper de su pantalón. Retira el dildo ejerciendo presión para que deje abierta la boca. Vuelve a halar mi trenza y siento otro chorro del lubricante en mi lengua…

—Piña… —gimo preparándome para recibir su erección. Lo escucho reír nuevamente.

Siento el calor de su pene recorriendo mi labio inferior, usa su glande como un lápiz labial «¡Fisher déjame chuparlo de una vez!» vuelve a alejarlo. Hago puchero y lo escucho reír de nuevo. Me besa nuevamente ¡noto el sabor a piña en su boca! Se retira rápidamente dejándome con la boca abierta deseando más.

—Túmbate en la cama Cory. —obedezco en el acto.

Separa mis piernas y siento su húmeda mano recorrer mi órgano arriba y abajo, arriba y abajo ¡las piernas me tiemblan! Lo suelta y acaricia mi escroto, su tacto cambia por una vibración que me hace arquear el cuerpo.

La vibración se traslada a mi torso ¡Está masajeando mi cuerpo con el juguete! Al pasarlo por mis costillas siento cosquillas, lo transporta a mis pezones, luego a la clavícula, cuello y de nuevo a mi boca para chuparlo.

Un momento después vuelve a retirarlo.

Pasea el dildo por toda mi ingle, siento electricidad fluir por mis muslos, abdomen, columna ¡por todas partes!

—¡Fisher quieres matarme!

De nuevo ríe. Separa mis glúteos y comienza a introducir el consolador con la potencia baja. Siento un espasmo y él se acerca a besarme antes de continuar insertando el juguete. Poco a poco, cada vez más adentro. Aumenta la intensidad del vibrador. Mi cuerpo se retuerce de placer.

Toma mi mano derecha y la coloca sobre el aparatito para que yo me auto complazca.

El colchón se hunde y luego siento a Fisher sobre mí, sus piernas a cada lado, obligándome a presionar los brazos con mi torso.  ¡Está de rodillas con su ingle rozando mi pecho! Aún lleva su denim, percibo el roce de la tela en mis pezones y se erizan.

—Abre la boca —me ordena y encantado obedezco.

Descubro ahora el aroma dulce y sutil del cacao mientras Fisher deja gotear el gel sobre mi lengua.

—¡Uhm delicia! —Me calla introduciendo la punta de su pene con sabor a chocolate en mi boca.

¡Son demasiadas sensaciones juntas!

El juguete vibrando con fuerza dentro de mí, mientras Fisher empuja su erección entre mis labios y mi mano izquierda abraza la mía.

Ray se acerca cada vez más a mi boca, lamo y succiono su gruesa y fogosa rigidez. Siento su pene casi en la garganta cuando empuja.

Lo escucho gemir y eso es música para mis oídos, así que es otra sacudida para mis sentidos. El sabor del chocolate comienza mezclarse con el de sus fluidos y excitándome todavia más.

Retira su pene y se levanta con cuidado.

Quita mi mano del juguete, lo apaga y comienza a sacarlo, dejándome un vacío. Vuelve a besarme con urgencia.

—¡Fisher me encantas! —confieso extasiado, de nuevo me besa.

—¿Y crees que tú a mí no? —susurra a mi oído antes de morderme el labio.

Sostiene mis manos y me ayuda a levantarme. Luego las coloca detrás de mí y me esposa.

Me empuja a la cama, separa mis piernas y se acomoda entre ellas. Levanta mis caderas y siento un azote en mi nalga derecha «¡ay!» el ardor se calma cuando descubro sus labios y lengua sobre el lugar. Repite lo mismo con la izquierda y en ese ciclo sigue.

Azote, beso, lamida. Izquierda, derecha, izquierda…

—¡ahhh! —gimo— ¡uuuhhhmmm! —jadeo.

Siento un fuerte azote en ambas nalgas «¡aauuch!» grito con rabia. Responde encajándose entero en mi interior, penetrándome con ímpetu.

—¿Te gusta ahí Cory? —Pregunta mientras se entierra una y otra vez en mi cuerpo. Estoy en la puta luna y no puedo ni contestar.

Cada embestida es más poderosa que la anterior.

¡No sé si aguante tanto!

Este hombre ha hecho lo que ha querido con mi cuerpo esta noche.

—¿Puedes con más? —¡NO! ¿lo dice en serio? Este hombre es un búfalo.

—¡Fisher es demasiado! —lo escucho reír.

Detiene las embestidas por un momento, manteniéndose dentro de mí.

¡Gracias por los segundos de descanso!

Siento una fuerte vibración en la ingle que me hace brincar como toro mecánico, a la vez que Fisher vuelve a encajarse en mi interior una y otra… una y otra vez, con vehemencia.

—¡Ya no puedo más! —le grito.

Él continúa restregando el vibrador en mi entrepierna y penetrándome como animal feroz. Siento llegar al clímax, al cielo, a la luna, a júpiter.

Lo escucho gemir y gruñir mientras su miembro palpita y se vacía en mi interior.

Con su respiración aun entrecortada, me libera de las esposas. Descubre mi rostro, la luz ofusca mis ojos por un momento y nos dejamos caer en la cama, acurrucados, juntos, exhaustos. Nuestras respiraciones discontinuas se mezclan, masajea mis muñecas y brazos, aunque no me duelen realmente.

Me giro para observarlo y acaricia mi mejilla con una sonrisa en sus labios.

—No me confundas minion. —susurra. Pero ¿yo a él?, ¿y qué hay de él a mí?

—Ray —fija sus ojos en los míos— quédate esta noche por favor.

Mi voz sonó casi a una súplica.

Una que él atiende asintiendo con una sonrisa en silencio y aferrándose fuerte a mí.

Ray marcaste el ritmo en mí, no hago más que pensar en ti.

¿Qué has hecho conmigo Fisher?