Mi delicioso hombre
"la forma en que me come solo con la mirada. No se como lo hace pero me encanta."
Que jornada tan fabulosa como solo es él, me tiene abrazada y yo aún encaramada a su costado, me hace suaves caricias en los hombros.
Me levanté de la cama y me puse su camisa, apenas me cubría un poco, solo me abroche un botón, así seguro me vería mas provocativa; y él se quedo ahí en la cama cubierto por las sabanas.
Se incorporó hasta quedar recargado sobre uno de sus codos. Y me miró. Se le veía tan sexy qué me dieron ganas de regresar a la cama y arrancarle esa coqueta sonrisa a besos. Pero no lo hice, me senté en el pequeño sillón de una plaza que está en la habitación y lo miré.
Yo siempre, con ganas de pasar el mejor de los ratos a su lado.
Abrí las piernas y me recargue en el respaldo del sillón.
Estoy segura de que esto le gustará.
Comencé por recorrer mis pechos sobre la camisa, entreteniéndome en mis pezones hasta dejarlos duros, sensibles y completamente visibles a través de la camisa. Él me observaba muy atento, con esa sonrisa que me mata.
Bajé mis manos a mi vulva y la sobé para ver su reacción. Se movió un poco, indeciso entre seguir observando o levantarse y ayudarme en mi tarea.
Metí en mi boca dos dedos para ensalivarlos, y los llevé directo a mi clítoris ahora expuesto con mi otra mano y comencé a acariciarlo, pude ver que él lo estaba disfrutando y eso es precisamente lo que yo quería.
Cerré los ojos y me dediqué a mi, a disfrutar de lo que estaba haciendo. Metía ocasionalmente mis dedos en mi vagina penetrándome deliciosamente.
Me sentía tan atrevida y excitada, aún mas de saber que me estaba observando aquel delirio de hombre.
Solo con él tendría valor de hacer esto.
Llegué a mi esperado orgasmo tratando de mantener los ojos abiertos para ver su reacción.
Su sonrisa había desaparecido y en su lugar se mordía el labio inferior como lo hace siempre que está disfrutando algo.
Me levanté, fui a la cama y me subí a gatas hasta llegar a él.
Besé sus labios suavemente, su barbilla y su cuello. Me senté sobre él y el se recostó colocando sus manos en mis caderas.
Abrió la camisa y comenzó a masajear mis senos y mis pezones que seguían duros; sentí su erección entre mis piernas, justo en mi sensible y deseosa zona.
-me gusta como te queda mi camisa -murmuró
-debería quedármela?
-al contrario ya quiero que te la quites
Me desabrocho la camisa y la aventó al piso. Estar totalmente desnuda frente a él me da seguridad, no sabría explicar porque.
Su erección estaba completa una vez más, tan deliciosamente rico como siempre y me encanta por eso…nunca es suficiente para él.
Esa mirada que tiene que me vuelve loca y el modo en que muerde su labio inconscientemente.
Entre ambos quitamos las sabanas que me separaban de él.
Sentir su desnudez de nuevo, tan cerca de mi totalmente mojado sexo, me hizo gemir levemente.
Sin penetrarme empezó a moverme adelante y atrás con sus manos sobre mi cadera, para lubricar su miembro, o solo para sentir esa humedad que tanto le provoca.
Mi hombre tan exquisito.
De un modo casi mágico me hace sentir tan hermosa, la forma en que me come solo con la mirada. No se como lo hace pero me encanta.
Recorrió mi cuerpo con sus manos entre suaves caricias y arrebatos bruscos, me dio un nalgada y pellizco mis pezones.
Me fascinan sus labios y algo muy cierto es que no puedo evitar la tentación de besarlo cuando estamos solos de morderlos con suavidad, de pasar mi lengua por ellos; y desde luego de morder su lengua también, acariciarla con la mía.
Cuando me inclino para hacerlo aprovecha para abrazarme y con una mano busca su miembro y lo coloca en la entrada de mi vagina.
Estoy tan deseosa de sentirlo otra vez que yo misma hago el movimiento para ensartarme en su pene de una sola estocada, gimiendo en sus labios.
Me quedo muy quieta unos momentos, me gusta mucho sentirlo adentro de mí, sentir como me llena por completo.
Con ritmo lento empiezo a mover mi cadera, me abrazo de él para gemir en su oído, me eleva sobre manera demostrarle lo mucho que me gusta todo lo que me hace. Me agarra de las nalgas apretándolas con fuerza y me impone un ritmo mas rápido, escucho su voz en mi oído
-eso… eso!
-dioooos que rico eres!!….. -le murmuro yo entre gemidos
-rica tú, eres todo un vicio- me responde mordiendo mi cuello
Y nos volvemos locos de nuevo.
Con sus manos en mis nalgas me penetra a su entero antojo y en el ritmo frenético me azota hasta que yo imagino que me ha dejado las nalgas rojas, me provoca tener una habitación llena de espejos para poder comprobarlo.
Me abraza y se gira conmigo, ahora él está al mando de nuevo y yo me dejo dominar porque es lo que mas me gusta que él haga, que me mueva a su gusto, que me haga suya en todos los sentidos posibles.
Sus embestidas se vuelven erráticas, lentas y profundas o enérgicas y rápidas.
Su cuerpo sobre el mío me vuelve tan loca, es tan íntimo, tan apasionado y novelesco para mi; lo aprisiono entre mis piernas, no quisiera que esto se terminara nunca, y me aferro a sus hombros.
Mis gemidos casi son gritos de gusto, pero los ahogo acercándome a su cuello.
Se detiene solo para acomodarse en una posición nueva.
Él está de rodillas y me sostiene las piernas para buscar mayor profundidad, las coloca juntas en uno de sus hombros y continua.
Continúa y continúa. Sin detenerse. Yo grito de gusto y me retuerzo entre sus brazos.
Su mirada, fija en mi todo el tiempo y yo que no puedo dejar de estremecerme trato de sostenerle la mirada, pero a veces no puedo.
Me encanta observarlo, ver su fuerza, la facilidad que tiene para manipularme. Abre mis piernas y aun penetrándome acaricia mi clítoris con sus dedos. Mi orgasmo no se hace esperar mojando aún mas su pene.
Se detiene y me hace dar la vuelta, antes de ponerme en cuatro me abraza por detrás y me acaricia los pechos, sabe que me enciende mucho eso, rayos me conoce tan bien.
Me muerde los hombros, y me inclina hacia delante, en esa pose muerde también mis costillas y mis nalgas, eso hace que no pare de gemir.
Introduce dos dedos en mi y la sensación es delirante. Comienza a mover sus dedos dentro mío hasta que logra mi orgasmo otra vez y no se detiene ahí, los saca y lubrica mi ano, oh dios!, ya se lo que sigue y lo espero con ansias. Repite el movimiento varias veces. Y entonces se coloca detrás de mi. Pero vuelve a penetrar mi vagina, dos, tres, seis veces, profundo y delicioso, sale y ahora si busca mi ano.
Con delicadeza se coloca y comienza a penetrarme.
Duele, pero es un dolor agradable, una de sus manos acaricia mi clítoris mientras se sigue hundiendo en mi, hasta llegar lo más profundo que puede, se queda ahí un momento y acaricia mis piernas y mis nalgas con dulzura. Esta dándome tiempo para adaptarme a esto.
Empieza a moverse, lento al principio pero no tarda en tomar ritmo, un delicioso ritmo y se las arregla para seguir metiendo sus dedos en mi vagina. Voy mucho mas allá del orgasmo.
A eso me refiero cuándo digo que hace magia con mi cuerpo.
Solo él me ha podido llevar tan lejos y aun así hacerme pedir más. El mismo está cerca, lo siento en sus movimientos erráticos de nuevo.
Acelera o se detiene a momentos.
Así continuamos un poco más mientras yo grito de gusto con sus embestidas tan profundas y sus manos recorriendo aún mi intimidad. Lo escucho gemir de gusto. Eso es lo que me gusta, tal vez incluso mas que lo que me hace sentir, escuchar lo mucho que le gusta me transporta a otro nivel.
Y llega. Se sale de mi y su semen caliente se vacía en mi espalda y mis nalgas mientras gime y lo siento temblar de gusto.
Me recuesto algo cansada siento mis piernas temblar. Él se recuesta a mi lado; secándose el sudor de la frente. Así nos quedamos unos minutos.
Lo veo cerrar los ojos, su respiración es agitada aún.
Yo solo lo observo, no quiero cerrar los ojos, me gusta verlo, es tan guapo.
Abre los ojos y me mira una vez más. Ambos sonreímos.
Se gira y queda de lado, pasa una pierna para que quede entre las mías y me besa un hombro, mientras con sus dedos recorre la linea de mis costillas y mi cintura.
Esas caricias me enamoran, no puedo evitarlo; lo intento pero no puedo. Me gusta tanto, es tan dulce y tan lindo siempre conmigo que no puedo evitar sentir cosas que no debería.
Es tan perfecto.
Pero hay que volver a la realidad.
Nos levantamos, después de asearnos y vestirnos lo despido con un beso y un largo abrazo.
Nunca sé cuando volveré a verlo…..o siquiera si volveré a verlo.
Cualquier día puede decidir que ya no necesita esto. Que se toma demasiadas molestias para estar un par de horas conmigo, y algún día puede elegir ya no querer hacerlo.
Lo veo irse esperando que ese día no llegue nunca. Y aunque sé que no puedo evitar que pase; solo pido que suceda después de mucho tiempo.