Mi cybercolega (parte I)
Relato real que me ocurrió con un chico de 19 años que conocí en el chat. Sin duda, mi MEJOR POLVO, animo a leerlo. RESUMEN: Polvo entre dos chicos, yo de 21años y mi colega de 19años, ambos versátiles pero con muchas cosas por descubrir. 100% real, y me gustaría muchísimo que comenten. Gracias.
Miré la hora que señalaba mi móvil, y crucé el último paso de cebra que me dirigía a mi destino, un lugar al que ya había ido un par de veces antes, el piso en el que vivía un joven chico latino de 19 años de edad y que meses antes había conocido por el chat. Nunca creí que por chat se podría conocer a alguien con el que tendría tantas cosas en común. El día anterior al que narro habíamos hablado por WhatsApp y me envió un par de fotos desnudo. El chico lo llamaré Jorge, aunque su nombre no sea ese. Es de piel morena, es alto, no menos de 1’78m y 70kg, acostumbraba ir al gimnasio, por lo que estaba fuerte. Yo mido lo mismo aunque estoy un poco más delgado, soy dos años mayor que él, algo que le ponía muchísimo, bueno en realidad, con modestia diré, que está enamorado de mí, al principio creía que era simple cariño, pero luego me di cuenta que había en sus susurros y en su mirada un reflejo que me intimidaba completamente. No quería hacerle daño y desde que hablamos por primera vez intenté hacerle ver que sólo buscaba un chico de confianza, y sin duda él lo es.
Llegué al bloque de pisos donde vivía y me dispuse a llamarle al móvil, cuando me lo encuentro en la calle, abrigándose del fuerte frío viento que hacía esa mañana. Sí. Por la mañana. En efecto, quedamos para follar por la mañana porque era el único momento donde su casa estaba desierta. Sus padres se encontraban trabajando y sus hermanos y hermana en sus respectivos centros de estudio. Nuestro saludo al vernos fue algo frío, ambos estamos en el armario, por lo que fue un simple apretón de manos, lo bueno vendría luego.
Me condujo al ascensor, allí estábamos solos, no hablamos, sólo nos miramos. Cuando el ascensor se cerró y comenzó a subir, coloqué mis ojos en su paquete descaradamente mientras él me miraba de una forma tan ardiente que nunca lo había visto antes, ni en películas porno, ni en la vida real, eso me puso muy caliente, así que acaricié su culo. Cuando el ascensor subió y paró de golpe quité rápidamente mi mano de su culo por si algún vecino pudiera encontrarse tras la puerta.
Salimos y abrió la puerta de su casa con rapidez, eso me hizo pensar que estaba muy caliente, eso me dispuso a que tras cerrar la puerta diera rienda suelta a nuestras pasiones. El portazo no fue mayor al empujón que me dio contra la pared, confieso que me asusté bastante, pero luego reconocí que sus motivos eran otros que los de agredirme. Se lanzó hacia mí con pasión y comenzamos a besarnos como animales comiendo las sobras tras días de ayuno.
-Tenía ya ganas de verte joder, no hay mortal que sepa lo que te he echado de menos -dijo con ojos llorosos mientras me besaba el cuello y sus lágrimas humedecían mis mejillas.
Me intimidó un poco la acción. Pensé, ¿era un simple polvo o significaba algo más para él? Era muy poético lo que me decía y no sabía si reírme o qué hacer. Me encontraba apalancado a una pared, en la entrada de la casa de un chico con el que había quedado un par de veces y un poco triste ante los sentimientos que me abordaban, él sabía que si mis sentimientos no eran iguales a los suyos, era por algo que le había contado en anteriores ocasiones. Pensé que sería mi último polvo con él, por lo que en el tiempo que estuvimos besándonos, mi cabeza intentaba recordar todo lo que le gustaba hacer, quería que esa mañana se sintiera como ningún otro día en su todavía corta vida, necesitaba que toda fantasía se cumpliera en ese momento, que fuera un dios, un Apolo o un Dionisos, eso era lo que quería, sí. Sonreí mientras pensaba y el me respondió con una sonrisa sin saber lo que pasaba por mi cabeza. Nuestras narices jugaban, me besaba el cuello, pasaba su lengua por mi cara, hasta que me tomó de la mano y me dice:
-Ven, sígueme, vamos a mi habitación, que tengo muchas ganas de follar contigo tío.
-Pues anda que yo, mira, toca esto- mientras le llevo la mano a mi paquete y se mordía los labios con mucha delicadeza.
Nos dirigimos a su habitación. Allí cerró la puerta y nos quedamos en penumbra. Acerqué mis labios a su oído y le susurré:
-Hoy cumplirás todas tus fantasías conmigo, sé que hay cosas que no has hecho, pero aquí me tienes, ¿entendido?
-Sí –me dijo cómo si nunca esperara que pudiera ser el juguete de sus deseos, y creedme, eso fui esa mañana.
Lo rodeé con mis brazos como si fuera una adolescente enamorada y le dije:
-Solo dime una cosa. ¿Quieres un polvo lento y romántico…o prefieres que follemos duro y salvaje?
-Ahmmm…me pido ambas, ahmmm… creo que sí- me dijo en su tranquila y cadenciosa forma de hablar.
Nos encontrábamos de pie, besándonos. Con ambas manos, le toqué su culo y empecé a masajearlo por encima de sus vaqueros mientras seguíamos besándonos. Su respiración se volvió más rápida, en ese momento ya sabía todo lo que iba a hacer con él, toda la película la tenía en la cabeza, sabía lo que le volvería loco, las palabras que utilizaría, el tipo de caricias, las prácticas, todo.
Me arrodillé despacio ante él, mientras él se quitaba la camiseta y abrí la boca despacio mientras nos mirábamos, saqué la lengua y de forma lenta seguí el camino marcado por el enorme bulto que tenía. Estuve cierto tiempo pasando la lengua por su marcada polla tras los vaqueros. Me dije, no hagas nada, solo pasa la lengua. Se puso muy nervioso porque tenía muchas ganas de que se la chupara. Bajó su cremallera, y sin quitar el botón la sacó, no llevaba puesto calzoncillos. Tenía frente a mí su enorme pollón latino. Seguí la misma táctica. Pasé mi nariz por su enorme tronco, acariciándolo, luego le tocó el turno a la lengua, pero no me decidí a metérmela en la boca, sabía que le pondría más nervioso y más cachondo. Así estuve unos segundos, hasta que no aguantó más y me dice:
-Jooooodeer…abre la boca de una puta vez…ufff….estoy a cien…cómete mi rabo
Sabía que le gustaba mucho esta pseudoviolación de mi boca. Abrí la boca y me la metió hasta el final, mientras me cogía la cabeza con las manos para meterla hasta el fondo, hasta la garganta, así estuvo unos segundos hasta que no pude más. La sacó toda llena de saliva, y me la restregó por la cara. Se dio cuenta de que no me gustó demasiado que me la metiera tan adentro, y aunque lo vi entusiasmado no lo volvió a hacer. La metió en mi boca y empezó a follármela despacito, eso sí me gustaba y adivinó que disfrutaba y dio más rapidez a sus impulsos. Lo miraba y él me miraba, me miraba con una sonrisa malévola pero a la vez muy cariñosa, me repetía una y otra vez:
-¿Te gusta? ¿Eh? ¿Te gusta?¿Está rica?...cómela, joder, traga.
La cogí del tronco y comencé a comerme el glande de su polla como si de un chupa-chup se tratara, ufff…eso lo puso a cien, y empezaba a salirle alguna gota pre-seminal. Estaba salada. Me gustaba. Seguí así durante un buen rato, hasta que me puse en pie, lo tiré sobre la cama. Le indiqué que se colocara a cuatro patas, así hizo. Pasé mi cara sobre su culo, aún envuelto por los vaqueros ajustados que llevaba, le quité el botón de delante y le quité el pantalón con fuerza dejando el culo al descubierto.
Era la parte que más me gustaba de él. Su culo. Su ano. Adoraba su depilado y aseado culo, era hermoso, no había follado con ningún culo igual, era el típico culo perfecto de película porno. Humedecí mi dedo corazón, y masajeé su ano haciendo círculos a su alrededor, y ahora era yo quien no podía esperar, deseaba tremendamente comérmelo. Abrí con las manos su culo y pasé la lengua por su ano, una y otra vez, hasta que me detuve en su ano un rato intentando meter mi lengua dentro, era mi pequeño gran placer, comerle el culo a ese chico. No hallaba más placer en la vida, ni el cine, ni nada, su culo era mi debilidad. El jadeaba, no se creía que estuviera haciendo con él todo lo hacía. Quería inmortalizar ese momento y alargarlo por toda la eternidad, su culo y su ano, ya había tocado “el cielo”.
Hubiera estado así, ya te digo, toda la vida, pero decidir avanzar la mañana. Me quité la ropa mientras él hacía lo mismo con los vaqueros que le habían quedado por las rodillas. Recuerdo que después de eso me comió la polla, no con tanta violencia como lo había hecho yo, y me devoró el culo con su lengua con tanta pasión como momentos antes se lo hiciera yo.
(sigue)