Mi cuñado y mi hermana 2/3
La historia que relato es el descubrimiento de mi vida sexual plena y satisfactoria.
Continuación de lo que me contó Virginia
A la mañana siguiente, cuando Pablo se ausentó, le dije a mi hermana lo bien que lo había pasado viéndoles, ella me preguntó ¿qué te había parecido?, yo en un primer momento quise decirle que más o menos era igual que yo hacía con Andrés, pero viendo la deferencia que tuvo ella por permitir que yo los viera, le dije la verdad que Andrés nunca me había hecho el amor a sin, también le dije que el pene de Pablo era mucho más grande que el de mi marido, que le ponía mucha más ganas y tardaba más y sobre todo los chorros de leche que le daban eran infinitamente más que me daba a mí. Ella me observó con los ojos muy abierto y me dijo que porque no lo había dicho nada de eso hasta entonces, le dije que pensaba que poco a poco irían haciendo el amor mejor y más compenetrados, pero que no era a sin y que me había dado cuenta gracias a ella que hacer el amor era satisfacer los deseos del otro como lo había hecho ellos la noche anterior, ella me consoló diciendo que ella me dejaría ver cuando lo hicieran y si era necesario le pediría permiso a Pablo, yo le dije que no quería que tuvieran problemas por mí, que me conformaba con excitarme viéndoles y que ya hablaría con mi marido, para contarle que es hacer el amor, ella dijo que si Andrés quería podía verlos conmigo como hacían el amor, para que así se animara.
La noche siguiente los volví a ver y era increíble lo compenetrados que estaba, no hicieron lo mismo, pero si con la misma intensidad y apetito sexual, lo que más me sorprendía era la gran cantidad de esperma que Pablo le regalaba a mi hermana y lo bien que ella se lo pasaba con ello, por eso un día le pregunté por el sabor del esperma, ella me dijo que estaba dulce con un punto ácido, yo le dije que con Andrés un día lo probé y estaba amargo, en esto que llamaron al teléfono de la habitación y era Andrés, vendría esta tarde para estar conmigo el fin de semana, yo me puse muy contenta ya que a sin no tendría que masturbarme viendo a mi hermana. Pero fue peor, aparte de venir muy estresado, esa noche hicimos el amor de una manera patética, me dio ganas cuando acabo él, de ir a ver como los hacían mi hermana y Pablo.
El día siguiente no fue mejor y yo le dije que aquello no me satisfacía, él me dijo que me dejara de tonterías, yo le dije, quieres ver como se hace el amor de verdad, él sorprendido dijo que me vas a poner una película porno, todo eso son mentiras que te llenan la cabeza de fantasías, yo les dije que apagáramos la luz y abriéramos la puerta que separa las dos habitaciones y viéramos como Pablo y mi hermana hacían el amor, él se enfado mucho y me dijo, eso está mal, espiar a tu hermana, no te da vergüenza, yo le dije que mi hermana estaba de acuerdo que no pasaría nada solo era cuestión de mirar como ellos hacían el amor, pero el encabezonado no quiso y no me dejo ir a mí, me insultó y me dijo que estaba enferma, yo le dije que aquello no podía continuar a sin, que el enfermo era él y que entre los dos se podía superar esta situación, pero él insistía que no tenía ningún problema y era yo la desequilibrada. Esa noche me metí los dedos cuando escuché como se corrían los de la habitación de al lado.
El día siguiente Andrés se fue con un cabreo ostensible y mi hermana me vio tan triste que me dijo esta noche tengo preparado algo especial, míranos. Yo cuando escuché que estaban haciendo el amor, abrí la puerta, que como siempre me masturbaba mirándolos, pero cuando ella estaba haciéndole una felación, mi hermana vino hacia mí, me cogió de la mano y me llevaba para la cama, yo en un principio no quería ir, pero antes la insistencia de ella y para que no me escuchara Pablo que tenía los ojos vendados, él protestó cuando ella le dejo casi a punto para correrse, pero ella dijo, espera te voy a hacer una mamada diferente, yo temblaba cuando le cogí el pene a mi cuñado, era inmenso, lo agarré con una mano y sobraba la mitad, perecía que tenia vida propia, latía y estaba súper rígido, Julia me cogió la cabeza y me la puso delante del miembro de Andrés, abrí la boca y me introduje aquel pedazo de carne caliente y palpitante, él dijo, donde cariño has aprendido esta nueva técnica de chuparla, mi hermana acercándose para que no sospechara nada, le dijo, disfruta y no tardes en darme mi ración de leche cariño, Yo aquello me pareció maravilloso, la textura suave, la dureza del pene y el calor que desprendía. Estaba yo dándole unos lametazos entusiasmada, cuando noto unos latigazos de semen blancos como la leche y dulces como la miel, yo intenté tragármelo, pero los chorros era unos tras otros y yo noté como sin tocarme tuve un orgasmo intenso y que nunca antes había experimentado, eso era tener una satisfacción sexual y no lo que Andrés hacia conmigo.
Terminó las vacaciones y volvimos cada uno a su casa, yo estaba desilusionada y más cuando pillé a Andrés con su secretaria, un día que fui a buscarlo a la oficina, todo acabó, le dije que no quería saber nada de él y hasta que se mudara a otro sitio me fui a casa de mi hermana y Pablo, que tan amable se comportaron conmigo cuando les comente lo sucedido.
Un día por la mañana cuando Pablo se fue a trabajar hablé con Julia, le dije que me había gustado mucho cuando saboreé el semen de su marido, pero que me asustaba que él descubriera mi presencia allí y que aquello podía traer problemas a su matrimonio, ella dijo que alguna vez Pablo había fantaseado con hacer un trío y que creía que si se lo proponía no pondría inconveniente, yo le pregunté por la opinión de ella, Julia me dijo que no podía tener celos de mi, que siempre nos habíamos llevado bien y que ahora que yo no tenía pareja, sería ideal que disfrutara de su marido igual que lo hacia ella.
Yo estaba muy nerviosa y le dije que nunca había hecho el amor en presencia de una mujer y que yo no estaba a la altura de ella en esta cuestión ya que no había tenido la suerte de hacer el amor con un hombre como Pablo, ella dijo tranquila antes de hacer un trío conmigo estarás con mi marido un par de veces para que te desahogues, yo le pregunté cómo vas a hacer para que él no sepa que no está contigo, cuando hagamos el amor, y ella dijo, déjame a mí y ya verás.
Un sábado mi hermana agarró un resfriado y el médico que fui yo con ella, le recetó unas pastillas que le hicieron perder la voz, consultó con el médico y le dijo que no se preocupara que esos efectos secundarios durarían unos días en desaparecer. Julia me dijo que esa noche se iría al cine y me dio un perfume que ella utilizaba, diciéndome póntelo por todo el cuerpo y le dejo una nota a su marido, diciéndole que cenara y se acostara que vendría tarde.
Yo temblaba cuando vestida sólo con el camisón de mi hermana me dirigí hacia su cuarto, me preocupaba que Pablo no se fuera puesto el cubre-ojos que según ella siempre usaba para dormir y que notara mi voz más aguda que la de mi hermana, pero el deseo de hacer el amor como les había visto era más fuerte. Encendí la luz, él parecía dormir plácidamente, para que no se despertara apague la luz y encendí el de la mesita de noche que era muy tenue, me acurruque en sus brazos debajo de las sabanas, él me sintió y despertando dijo “cariño ya te echaba de menos”, yo fui a decirle algo, me mordí los labios y con la mano le roce el miembro sobre el pantalón de pijama, él dijo “veo que vienes con ganas de leche, cariño”, yo sólo dije con voz grave “si” y empecé besándole los labios y el cuello, él dijo “fuera ropas” y se quito el pijama, pero cuando fue a quitarse la venda le cogí las manos y le dije “esto no”, él dijo, veo que te ha gustado el juego del pañuelo, yo me quité el camisón y me pegué a su cuerpo, mi piel ardía y el contacto de su cuerpo con el mío me excitó mucho, él se dio cuenta y dijo “nena, como estas”, sus caricias no se centraron en mi sexo como hacia mi marido, él acarició todo mi cuerpo, poniendo especial interés en mis pechos, cuando los saboreó con sus labios pensé que me iba a corre, me aguanté como pude, incluso cuando me tocó con las manos mi vagina, pero fue posarse su miembro erecto sobre mi muslo y tener un orgasmo increíble, parecía una colegiala en su primer polvo, él dijo “parece ser que el resfriando te ha revolucionado las hormonas, cariño”, Yo le dije, “sigue a sin mi amor, lo estás haciendo muy bien”, Pablo Fue bajando su lengua y sus manos desde mi pecho a mi vagina, él lamió todo el flujo que vacié y con el dedo martirizó mi clítoris, yo no quería gemir mucho, por si mis gemidos fueran diferentes a los de mi hermana, pero esos dedos y esa lengua entrando y saliendo de mi cueva, era demasiado para mí, yo no estaba acostumbrada a tanto placer y me volví a ir entre gritos y gemidos.
Yo aún no había tocado con mis manos el pene de Pablo, pero fue agarrarlo y notar que aquello era inmenso, palpitaba, estaba rígido y el sabor era maravilloso, me engolase saboreando y chupándolo como un chupa-chup, notaba como cogía excitación ese pedazo de carne y como los testículos se llenaban de semen, no hacía falta escuchar los gemidos de Pablo, para darme cuenta que de un momento a otro iba a eyacular, y efectivamente en unos de los lametazos, expulsó con violencia unos primeros latigazos de leche que fueron a mi cara, cerré mis ojos pero seguían recibiendo más leche, esta vez con menos fuerza pero con la misma calor que antes, no me corrí por muy poco, me cerré las piernas, para que él, que se había dado la vuelta no me tocara, él se levantó de la cama, se puso encima de mí y me besaba con pasión, nuestras lenguas se enlazaron en una danza sin final, sus manos no dejaban de pasearse por mi cuerpo, su miembro volvió a estar en plena forma y se fue posicionando entre mis muslos sin tocarlo con las manos, él empezó con un movimiento de pelvis a rozarlo con los labios de mi vagina, yo no quería correrme sin que aquello tan grande estuviera dentro de mí, por lo que lo agarré con la mano y me lo introduje la punta y algo más, paré pensando que ya estaba todo dentro, él dijo “ábrete más cariño”, yo tenía las piernas abiertas y no sabía que decirle, él dijo “tranquilízate, parece que estas algo tensa, relájate”, él movía la cintura de atrás a adelante, con mucha calma y cada vez introducía un trozo mas, cuando sentí que estaba toda dentro me pareció imposible que no me fuera desmayado, era enorme y la sentía toda, estaba mi vagina súper dilatada, él paró un momento cómo para coger fuerza en las embestida que después, y de una manera acompasada me empezó a dar, yo ya no sabía dónde estaba, la habitación empezó a darme vuelta, noté como mi cuerpo era transportado por el clímax, grité con todas mis fuerzas y me corrí de una manera extraordinaria, indescriptible e impresionante, Yo temí que Pablo se quitara la venda de los ojos, al escuchar mis gritos y besándole, paré de gritar y le agarré la cara para que no pudiera quitárselo, él en ese momento se corrió al sentir mis líquidos en su miembro y prolongó más mi placer.
Parecía que todo había acabado y me di la vuelta, dándole la espalda a Pablo, pero él siguió acariciándome la espalda y los muslos, yo pensé que se dormiría al cabo de un rato, pero no, sus caricias continuaron y eran mis pechos los que recibieron sus masajes, era sorprendente como mis pezones reaccionaron a esa caricias, me besaba el cuello y me lamía el lóbulo de la oreja, me volví a excitar, era imposible con lo que había gozado esa noche, que mi cuerpo pidiera más. Yo abrí las piernas para que él me introdujera las manos, tenía la vagina irritada, pero sentía esos dedos perfectamente en mis labios buscando el clítoris, yo como me estaba tocando sabía que no iba a durar mucho, por eso le agarré el pene con la mano y le masturbé para que se pusiera rápidamente en posición, él noto me calentura y me dijo “ahora cariño te la meto y nos vamos los dos a la vez”, me fui a dar la vuelta y me dijo, “no por atrás, mejor” yo me puse a cuatro patas y él me la metió de una sola embestida, a punto estuve de irme y más cuando seguía tocándome los pezones de los pechos que estaban como piedras, él me empalaba su pene de una manera lenta, pero con fuerza, a mi las piernas me temblaban, la sacaba despacito, la sentía cada centímetro y la introducía rápida, hasta que sus huevos chocaban conmigo, era delicioso, pero me preguntó “cómo estás”, yo le dije “no aguanto mucho, cariño”, él aceleró las embestidas y sobre todo, la mano que bajó de mi pecho y acarició mi clítoris fue determinante para sentir que era inminente mi corrida. Le iba a decir algo a Pablo cuando dijo “ya veo que no aguantas mucho cielo” y fue terminar de decírmelo cuando cómo si fuera una fuente mi sexo explota y me corrí de una manera bestial. Él se quita la venda de los ojos y me besa, yo no puedo más, me es igual que se dé cuenta que no soy su mujer, le beso y no dice nada, parece que no se ha dado cuenta y nos quedamos durmiendo los dos abrazados.