Mi cuñado Gonza 8

Si tío, lo siento. Se me va la olla cuando estoy a punto de caramelo.

  • ¿Estás de coña, no?

— Joder, ¿nunca has fantaseado con algo así?

  • Bueno, a ver, podría decir que sí.

— Y no vas a tocar nada que no tocaras ya ayer. Venga va, que solo de pensarlo me da un morbazo que flipas. Que estoy muy necesitado. Porfa.

Que me lo pidiera por favor es lo que hizo que me decidiera, me puso burrísimo.

Acto seguido me levanté y me senté en el suelo, a su derecha.

Desde ahí abajo tenía una vista espectacular de Gonza, relajado encima del puf con los músculos tersos y marcados y las piernas abiertas.

Me quedé ahí parado un par de minutos, esperando una señal de Gonza o algo. Mientras, me estaba relamiendo viendo cómo su rabo iba creciendo a una velocidad pasmosa. Era increíble lo que me gustaba, nunca nadie me había atraído tanto en mi vida, hacía que me encendiera de manera instantánea, en milésimas de segundo.

Empecé a observar cómo su tronco crecía a lo ancho y a lo largo, haciendo marcar varias venas y descapullando casi por completo el pellejo que le cubría el glande. Era lo más parecido a un documental que había visto en algún tiempo. Poco a poco se le tensaba la piel del rabo haciéndola muy brillante y se le erizaba la piel de los huevazos, haciendo que éstos se movieran lentamente como si bailaran de gusto entre ellos.

Comencé a notar ese olor que me había hecho enloquecer la noche anterior, su rabo desprendía un olor muy particular, me atrapaba y me hacía querer acercarme más para olerlo más intensamente… como si de sus gayumbos se tratara. Querría acercar mi nariz a su ingle y aspirar debajo de sus bolazas, el tronco de esos (diría yo) 19 centímetros… Me estaba mareando y todo de imaginármelo.

— ¡Acción! jajajaj

  • Joder macho, ¡qué susto!

— ¿Llevas ahí un rato decidiéndote, o qué?

  • Bueno, no sé, pensaba que me dirías algo.

— Pues eso, ¡acción!

En ese momento tuve una inspiración. Gonza me había hecho sentir fenomenal con todo el tema del robo del gayumbo y se lo quise agradecer de alguna manera.

Puse mi mano derecha sobre su tobillo derecho y muy suavemente, con el simple roce de las yemas de mis dedos fui subiendo hacia la rodilla.

Miré a Gonza por un momento para comprobar que todo estaba bien. Nuestras miradas se cruzaron por una milésima de segundo y después siguió concentrado en la pantalla. Le gustaba.

Cuando llegué a la rodilla la recorrí hasta la parte de detrás para seguir muy despacio por la parte anterior del muslo, por la zona más sensible. Pude ver cómo su polla temblaba y su pelotas se agarrotaban del gusto mientras subía poco a poco.

Sobra decir que yo estaba hiper cachondo y ya me estaba salivando la polla por poder tener la oportunidad de tocarle a mi antojo.

Gonza comenzó a mover ligeramente la cadera hacia arriba dejando una visión de su rabo aún más monumental.

Cuando mis dedos casi llegaban a tocar sus pelotas decidí abombar mi mano para cogerlas desde abajo. Era una sensación gloriosa. Tenía esos dos huevazos moviéndose encima de mi mano.

Empecé a palparlos y masajearlos bien, apenas me cabían en la palma de la mano lo cual me ponía aún más cachondo. Me abordaron unas ganas inmensas de poner mi nariz debajo de ellos y aspirar ese olor a huevada intenso que ya podía intuir desde donde yo me encontraba.

Después de un par de minutos flipando con sus bolas me decidí a subir un poco más. Esta vez no me lo pensé tanto, estaba demasiado salido.

Solté las pelotas de golpe, lo que provocó un suspiro entrecortado de Gonza. Normal, pesaban lo suyo.

Agarré con mi mano la base de su cipote como si fuera un trofeo. Lo apreté varias veces, pude notar hasta el pulso de las venas. Iba a mil, como yo.

Subí por su tronco con las yemas de mis dedos, como había hecho al principio. Quería recordar cada milímetro de su rabo para poder recrearme recordándolo en futuras pajas.

Llegué a la cabeza que estaba casi descapullada , rodeé  el prepucio que quedaba sin despellejar y lo bajé muy despacio, disfrutando de cómo se colocaba debajo del glande. Esto hizo que Gonza volviera a resoplar de gusto y a mover sus caderas hacia arriba. No salían apenas babas de la punta del rabo por lo que sin pensármelo dos veces con mi mano izquierda ordeñé mi glande y llevé mis babas a su rabo.

Gonza en ese momento bajó la mirada hacia mí y me hizo un gesto de disfrute, como queriendo decir “así, así”.

Utilizando las dos manos repartí mis babas por todo su rabazo haciendo que sonara bien lubricado.

— ¿No se te olvida algo, coleguita?

  • Eh…

— Polla mojada, frescor en la huevada.

Cierto, el día anterior ya me había magreado con sus babas mis pelotas.

Con mi mano izquierda apreté el tronco a tope y mi mano derecha se encargó de ordeñar ese glande. De ese ojo rosado empezaron a caer lágrimas a tope. Ahora sí que estaba a tono. Cogí esas babas, las llevé a sus pelotas y empecé a magrearlas de nuevo dejándolas bien mojadas.

Aprovechando la situación, empecé a pajearle poco a poco el rabo con la mano izquierda y a sobarle los huevos a saco con la derecha.

Yo estaba totalmente fuera de mí, disfrutando del momento, tanto que mi rabo ya había formado un charco de precum en el suelo.

Solté sus pelotas un segundo para recogerlo y cubrirlas con más jugo de Iker.

Gonza ya estaba burrísimo, movía las caderas sin parar acompañando el pajote y se pasaba la lengua por los labios todo el rato.

— Sóplame los huevos, tío.

Me quedé en shock. ¿Me estaba pidiendo que acercara mi cara a todo eso que había olido ayer en sus gayumbos?

Sin dudarlo ni un segundo obedecí. Acerqué mi cara a la base de su polla y soplé muy despacio.

— Uff… Joder qué gusto macho. Dale, dale ahí al ventilador.

En esos segundos el mayor placer me lo daba el parar para respirar, respirar muy hondo y engullir ese olor a rabazo. Seguí soplando esos huevazos mientras los apretaba y le pajeaba a tope la punta del rabo, que estaba, ahora sí, totalmente mojada y dando espasmos.

Tenía una vista privilegiada, ya me sabía cada venilla del escroto que guardaba esas pelotas, cuando de repente abrió aún más si cabe las piernas. Debajo de su huevada pude ver su culazo, bien abierto, sin ni un pelo, asomándose justo debajo de las bolas, que casi lo tapaban.

En ese momento subió aún más las caderas, dejando más a la vista si cabe el culo.

No lo dudé, seguí soplando y bajando poco a poco sin que se notara hasta soplarle el culazo. Nunca antes había sentido el placer de hacer eso, pero con Gonza era distinto, estaba encontrando nuevas necesidades. Subí a soplar de nuevo sus pelotas al instante y Gonza no dijo ni dijo nada.

— ¿Tienes a Javi en el Xbox Live?

Me cortó toda la lívido en ese instante.

  • Sí, el año pasado jugamos alguna vez multijugador por la cam.

— Pues debe estar jugando al Call of Duty también porque te está pidiendo entrar en tu partida.

  • Ah.

Me había cortado un poco el rollo comentar esa chorrada, cuando me tenía en el suelo como un perro haciéndole un pajote con ventilador incluido.

Aparté mi cara e intenté centrarme en seguir disfrutando como un cabrón de su rabo.

Yo creo que él se dio cuenta y segundos después empezó a acompañar a saco con sus caderas el movimiento de mi mano. Se podría decir que me estaba follando la mano descaradamente, lo que me puso a 100 de nuevo.

— Ufff…  Voy a mil tío.

Entonces tiró el mando al suelo, cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás.

Me puse en frente de él y subí mi otra mano a su rabo, ahora se estaba follando mis dos manos a la vez. Las apreté todo lo que pude haciendo que Gonza gimiera más seguido.

De repente se incorporó en el puf, me miró con cara de salido, me agarró el rabo y lo apretó hacia la punta. Me había ordeñado todas las babas y se las puso en el rabo. Volvió a estirarse hacia atrás dejando caer la cabeza.

Ahora sí que iba salido. Con sus manos apretó las mías y empezó a darse una caña impresionante en el rabo con las 4 manos.

Las bolas le botaban de arriba a abajo como locas, haciéndolas sonar cuando chocaban con el culo.

En ese momento no lo dudé. Acerqué mi cabeza a sus pelotas y soplé. Gonza dio un suspiro de gusto y siguió dándose caña.

Puse mi nariz debajo de ellas y dejé que me golpearan en los ojos mientras yo empecé a soplarle el culo.

De repente paró de botar y se quedó quieto en la misma postura hacia atrás.

— Dale ahora a tope tú, tío. Estoy a punto.

Solté la mano izquierda que la bajé para apretar sus pelotas y le di la caña más grande al rabo con la derecha.

Me acerqué más a él, me puse de rodillas entre sus piernas.

No podía más, me estaba volviendo loco de placer. Solté su huevada y me empecé a pajear el rabo a tope yo también.

Empezamos a respirar de manera muy agitada a la vez.

A Gonza el rabo le empezó a dar espasmos y él empezó a temblar.

Subió las caderas aún más.

No sé qué pasó por mi cabeza en ese momento pero lo hice. Como si de un acto reflejo se tratara, acerqué mi cara a su huevada, la olí profundamente y Gonza suspiró:

— ¡Hostia tú! ¡Me vooy!

No podía estar más cachondo. Justo en ese momento, abrí la boca y le escupí en las bolas.

— Ahhhhh… Dios!

Yo tampoco podía más. Ver mi saliva colgando de sus huevos era demasiado.

De repente noté como una fuerza me presionó la cabeza hacia su huevada. Gonza me había agarrado y me estaba presionando la cara contra sus huevos mientras yo le pajeaba a tope con una mano y con la otra me pajeaba a mí.

Abrí la boca, y engullí esos dos huevazos que estaban a punto de reventar.

Entré en éxtasis, poder lamer a mi cuñado los cojones después de tanto tiempo deseándolo me hizo correrme a chorros al instante.

Gonza seguía apretándome la cabeza y yo seguía lamiendo sus huevos dentro de mi boca cuando empezó a resoplar descontrolado y a soltar trallazos de lefa. Noté como su polla se hinchaba aún más si cabe y empezaba a caer leche en mi mano.

Bueno, la mano, la cabeza… todo, porque era yo quien dirigía ese fusil lechero y en ese momento estaba ocupado corriéndome como un animal con los cojones de mi cuñado en la boca.

Calculo que eché unos 5 o 6 trallazos de lefa y aún seguía Gonza soltando alguno más. Hasta que no acabó de soltar todo no soltó sus manos de mi cabeza.

— Buah tío, las dos mejores pajas de mi puta vida, en serio. Hoy y ayer, para enmarcar.

Yo tenía intención de responder, de verdad, pero no quedaba muy bien con sus pelotas en mi boca intentando decir palabras.

Gonza se dio cuenta y me soltó de inmediato.

— Vaya chorrazo has pegado tú también ¿eh?

  • Ya ves tío, me he puesto a mil.

— Oye, muchas gracias Iker. Se me va un poco la pinza con el tema de las pajas. Soy un depravado pajero jajaja

  • Nah, no te preocupes Gonza, ya somos dos.

Se levantó del puf y acto seguido me ayudó a levantarme del suelo.

Me dirigí hacia mi cama y me tiré encima, estaba muy relajado y nervioso. No sabía cómo abordar el tema de la comida de huevos que le había hecho a mi cuñado.

Gonza se sentó en la cama y poco después también se dejo caer en la cama, a mi lado.

  • Gracias Gonza.

— ¿Por qué?

  • Por lo de ayer, por haberme hecho sentir tan bien hoy. Estaba muy preocupado, ¿sabes?

— Por mi parte está todo bien, cuñado. Estas cosas pasan y me parece que están bien, no hacen daño a nadie y encima la confianza que tú y yo teníamos hace unos días no tiene nada que ver con la de ahora. Y me alegro. Aparte de cuñado eres un buen colega, espero que lo sepas.

  • Vaya, si, lo mismo digo Gonza. Joder, me he quedado seco.

— ¿A que sí, tío? Hacía mucho que no soltaba tanto. Por cierto, gracias a ti también. Espero no haberte enfadado mucho cuando… eso.

Mierda, iba a sacar el tema. Lo mejor era seguirle el rollo y listo.

  • Bueno, me he quedado de piedra, no me has dejado otra opción jajaj.

— Si tío, lo siento. Se me va la olla cuando estoy a punto de caramelo.

-¡Qué cojones!

En ese momento me di cuenta de algo que me daba mucho miedo.

— Jajaja tu tampoco vas mal de pelotas, ya te lo dije ayer.

  • Ah, no, no era eso. Es que me he acordado de algo de repente.

— ¿El qué?

  • Nah, no te preocupes. Había quedado con un colega y le he dejado tiradísimo. Ni me he dado cuenta.

— Vaya. Bueno tío, yo creo que me limpio y marcho, que también tengo lío en casa.

Se limpió con una toalla que tenía por ahí. Al final quien más se había llenado de su leche era yo, por lo que tampoco tenía mucho que limpiar.

— Tu tienes una ducha larga por delante creo yo jajaj

  • Sí, ya mismo voy.

Se vistió y sin querer se puso los gayumbos que le robé el día anterior. No le dije nada. Era una bonita manera de hacer las paces con ese asunto. Y encima me dejaría los gayumbos con los que había venido a casa, que no alcancé a ver por ningún sitio y por lo visto él tampoco.

— Bueno tío, marcho. Ya hablamos. Me despides de tu madre que voy con un poco de prisa y veo que aún sigue dormida.

  • Claro, no te preocupes. Marcha. Nos vemos.

— Adéu!

Se fue de la habitación, bajó a la planta de abajo y poco después oí cómo cerraba la puerta de la entrada con cuidado.

Me incorporé rápidamente en la cama. Me iba a dar un vuelco al corazón. Tenía que enfrentarme a lo que me había aterrorizado hacía unos minutos.

Crucé la habitación y busqué el mando de la xbox que Gonza había tirado en el suelo cuando me había empezado a follar las manos descaradamente antes.

En la pantalla de la partida había un mensaje:

Javitxu099 se ha desconectado <<

No me lo podía creer. Gonza le había dado permiso a Javi para conectarse a nuestra partida sin querer, lo que suponía que habíamos compartido las cámaras.

Me senté en la cama, mareado. ¿Me estaba dado un infarto? Sí, seguro qué sí. Esto no podía estar pasando. ¿Javi nos había visto? ¿Cómo puede ser? ¿Gonza le ha dado al botón de confirmar partida conjunta? ¿Está loco? No, no puede ser. Ha debido golpear el botón al tirar el mando al suelo. Eso es, eso debe ser.

Respiraba agitadamente, estaba a punto de desmallarme. Era la mayor cagada que el planeta Tierra había contemplado en sus millones de existencia.

En ese momento miré la pantalla casi llorando esperando volver atrás.

  • What the fuck???!!!!

Tienes una invitación de Javitxu099 para iniciar partida <<