Mi cuñado Gonza 13

Uff… ¿Te importaría mirarme?

Entró en la habitación y caminó hasta el fondo a oscuras. Yo le seguí. La vista era impresionante con las luces apagadas. Nos quedamos los dos frente al ventanal, uno al lado del otro. Se podía ver todo el Passeig del Mare Nostrum casi hasta el Fòrum. Era impresionante.

Saqué el móvil y tal y como Xavi me había sugerido, empecé a sacar fotos.

— Joder, hay que cambiar de móvil ya ¿eh? - exclamó Xavi.

  • Sí… De momento quien me lo tiene que comprar no se deja convencer, así que voy jodido.

— Bueno, si quieres hazlas con el mío y te las paso, sin problema.

  • Ah, genial tío.

Sacó su móvil del bolsillo y me lo puso en la mano. No tenía clave de acceso ni nada, así que fui a la cámara directamente. Dentro de mi carrera había una asignatura dedicada a la fotografía y era mi favorita, así que cuando tenía en mis manos un dispositivo lo suficientemente bueno, lo exprimía a tope.

— Voy a echar un meo. Vuelvo ya.

Xavi se dio la vuelta y fue corriendo al baño. Sin cerrar la puerta se puso a suspirar de gusto mientras echaba un buen chorro.

Esa situación me dejó un poco descolocado. Yo no solía hacer eso con personas que no eran de mi confianza.

Seguí sacando alguna foto y me puse a mirar el resultado en el carrete. Las fui pasando. Había alguna bastante buena.

El siguiente movimiento de cambio de foto me dejó impactado.

Xavi se había hecho un selfie en esa misma habitación, desnudo, mirando a cámara y sonriendo, mientras apretaba una cabeza entre sus piernas. Se me puso dura al instante.

Pasé a la foto anterior y me encontré con otro selfie de Xavi, con una cara de canalla increíble, mientras lamía un coño.

— Precioso ¿verdad?

Xavi había aparecido detrás de mí, como por arte de magia y me hablaba por encima del hombro.

  • Eh… Perdona tío, estaba mirando las mías y ha aparecido… esto.

— No jodas nen, tranqui. ¿Tú no te haces fotos con las pivitas o qué?

  • Bueno… no muchas la verdad. Soy más del directo.

— Pues mira, aprovecha.

Cogió el móvil y fue pasando fotos lentamente. Tenía muchísimas, en todas las posturas imaginables.

— Mira que tetitas tío, me han vuelto loco esta tarde.

Yo por mucho que intentara fijarme en esas tetas, no podía dejar de mirar el rabo que se las estaba follando.

— Mira que salvajada de culo. Hasta me ha dejado probarlo. Buff…

Dios sabe que intentaba fijarme en los atributos de la chica, pero en esa foto, el rabo de Xavi babeaba a saco entre los dos cachetes.

Me palpitaba la polla a tope del morbo de ver con qué confianza Xavi me estaba enseñando algo tan personal. Empecé a imaginar toda esa acción en esa habitación hacía un rato.

  • Joder, está tremenda Xavi. ¿Hace mucho de esto?

— ¡Qué va! Cuando te he visto se acababa de ir.

  • ¿Es… tu novia?

— No joder, para un día que puedo dormir en Barcelona fuera de casa, no me voy a traer a la parienta.

  • Ah, sí, claro…

— Esta es una desesperada de esas de Instagram. Te ven que curras en el Barça y se ponen cachondas solo de pensar en que les hagas un favor.

  • Joder, bueno… está bastante buena.

— Ella tampoco se puede quejar conmigo… es un 50/50. ¿No te parece?

  • Si claro, tú también estás bastante bien.

— Gracias tío. Mira… Este me flipa.

Deslizó hacia la siguiente foto, con la diferencia de que en esta ocasión no había una foto, sino un vídeo. Le dio al Play.

Xavi había puesto a la chica a cuatro patas, contra el ventanal y se la estaba metiendo por el culo frenéticamente. Mientras le daba rabo a saco, se iba también enfocando la cara de salido que tenía en ese momento.

No pude contenerme y me apreté la punta del rabo disimuladamente. Me estaba poniendo muy cachondo verle con esa actitud, desnudo y follando por el culo. También me hacía recordar que Javi y yo habíamos hecho lo mismo, hacía un rato.

— ¡Chaval, que se te va a salir! -  Dijo mirándome el rabo.

  • No suelo ver vídeos de éstos, más allá del porno. Lo siento tío.

— Con esos dos cuerpazos ahí dándose caña a tope, es normal. Tengo más, mira.

Xavi pasó a otro vídeo. En esta ocasión la chica le estaba haciendo una mamada y Xavi le apretaba la cabeza a tope para meterle la polla hasta el fondo. Era una polla muy morena, diría que más que su tono de piel. Así a ojo era bastante parecida a la mía, pero él no conservaba el pellejo. Estaba completamente depilado por lo que aún parecía más grande.

— Sujeta.

Xavi me hizo sostener su móvil con la mano, se bajó el pantalón de chandal hasta las rodillas y su rabo saltó con intensidad, casi rozando el cristal. Se lo agarró con una mano y se la empezó a cascar con intensidad a mi lado.

  • ¿Qué haces, tío?

— Buah, perdona Iker, voy más salido que una plancha. Cuando veo estos vídeos tengo que darme caña, sí o sí.

  • Ha sido mi culpa, perdona, no tenía que haberme puesto a mirar las fotos.

— No te preocupes, ya ves. Me iba a hacer el pajote igualmente. ¡Sácatela joder! Háztelo conmigo ya que estamos.

Me estaba poniendo muy cachondo el rollo de macarrilla que llevaba Xavi. Parecía muy despreocupado de que estuviera allí, sólo parecía importarle cascársela mirando sus vídeos. Yo era un daño colateral. Así que no lo dudé, me bajé el pantalón y el gayumbo y me la empecé a menear.

— Muy bien tío. ¿Los ponemos en la tele? Hay Chromecast.

  • De lujo, dale.

Nos tiramos cada uno en un lado de la cama. En menos de un minuto ya teníamos en la tele de 85 pulgadas a Xavi dándolo todo con esa tía.

Me puse tremendamente cachondo, tenía al lado al mismo tío que en la tele. No podía evitar mirar de vez en cuando ese rabo en directo. El cabrón se estaba retorciendo de placer dándose una caña brutal.

— Uff… ¿Te importaría mirarme? Me pone a mil que me miren.

Me había tocado la lotería, Xavi me estaba dando permiso para mirarle libremente. Sin duda era un exhibicionista de puta madre.

Giré la cabeza y le empecé a mirar de arriba a abajo. Xavi se retorcía de placer mientras seguía viendo el vídeo y sentía mis ojos clavados en él.

Me estaba poniendo burrísimo con la situación.

  • ¿Que rabazo tienes no Xavi? ¿Le has dado buena caña a la putilla esa, eh?

Me había lanzado al vacío sin frenos. Intuía que eso le podría llegar a poner muy cachondo. A mí, decírselo, por supuesto que sí.

— Sí, tío… la he perforado bien por todos lados. - Dijo moviéndose al centro de la cama.

Me hizo un gesto con la cara y me acerqué a él.

— Dímelo al oído, tronco.

Me estaba poniendo muy cachondo todo. No podía darme mucho más tiempo a tope al rabo y me estaban empezando a doler las pelotas. Acerqué mi barbilla a su hombro, casi juntando mis labios con su oreja izquierda.

  • ¿Tienes un buen pollón, eh colega? Un pollón follaputillas… - Le susurré.

— Ahh… Si tío… joder…

  • ¿Con esas pelotas le habrás escupido bien de leche no?

— Mmm… Mucha… leche… sí…

  • ¿Dónde se la has tirado? ¿Le has preñado bien la garganta?

— No… ohh… el culo…

  • Qué cabrón… ahora su novio le follará ese chochito, con tu lefa en el culito… Muy mal Xavi…

— Ohh… ¡Joder…!

Estaba fuera de mí. Jamás pensé hablarle así a un desconocido, ni a un colega tampoco. Pero los últimos coletazos de lefa que me quedaban por salir, me estaban volviendo loco. Xavi estaba permitiéndome ser todo lo cerdo que quisiera con cada cosa que saliera por mi boca.

Lo que no me esperaba es que aparte de palabras, tuviera los cojones de sacar otra cosa.

Saqué la lengua y empecé a lamer su oreja, a morderla, por cada pliegue, por dentro y por fuera.

Era una sensación de morbo increíble. Xavi empezó a gemir como un cerdo al instante como, se estaba muriendo de placer mientras yo intercalaba insultos con lametazos.

No podía más con esa excitación. Me empecé a correr de repente sobre mi chaqueta. Xavi giró su cara hacia mí haciendo que nuestras narices se rozaran y al cabo de pocos segundos, mirándome a los ojos, empezó a soltar trallazos también sobre su camiseta, llegando a nuestros cuellos.

Yo acabé en seguida, ya no me quedaban reservas después de todo el día sin parar. Xavi siguió soltando leche medio minuto más, mientras le seguía lamiendo la oreja, cada vez con menos intensidad.

— Hostia tío, me he puesto a mil revoluciones en nada. Gracias por tu parte.

  • De nada, hombre. Hoy por ti, mañana por mí.

Me levanté de golpe y fui al baño para limpiarme todas las lefadas.

Cuando acabé, volví a la habitación. Xavi seguía en la misma posición que lo había dejado, con el rabo en la mano, aún duro, y con leche cubriéndole toda la camiseta. Tenía los ojos cerrados, parecía que estuviera en trance.

  • ¿Xavi? - Le susurré.

No obtuve respuesta. A todas vistas parecía que se hubiera quedado dormido. Otra teoría que se me pasó por la cabeza fue que no quisiera forzar una conversación conmigo cuando yo saliera del baño y se hiciera el dormido.

Así que no lo demoré mas. Tanto una teoría como la otra me invitaban a irme sin hacer ruido de la habitación y así lo hice.

Fui de puntillas hasta la puerta, la abrí con cuidado, salí y la volví a cerrar. Ahora sí, corrí hacia el ascensor. Necesitaba salir de allí cuanto antes. Si Javi me encontraba por casualidad en el pasillo no sabría qué decirle. Había sido muy especial todo lo que había pasado con él, pero había podido reprimir el morbo que me había dado la situación con Xavi.

Llamé al ascensor y se abrió la puerta en seguida. No había nadie. Entré y bajé a toda prisa hacia el hall para coger el otro ascensor hacia el garaje.

En recepción pude ver a varios jugadores del Barça hablando sentados en unos enormes sillones de cuero negro. Algunos giraron la cara hacia mí con curiosidad. Agaché la cabeza como pude para no ser reconocido y salí a toda prisa hacia el otro ascensor.

El camino a casa fue visto y no visto, se me pasó volando recordando todo el morbo que había sentido en las últimas horas.

Cuando llegué a casa, no había nadie. Aproveché y me puse a trabajar como un loco en la entrega del día siguiente.

-·- ¿Qué tal germanet?

Isa había entrado de repente en mi cuarto, dándome un buen susto.

  • Joder Isa, llama a la puerta o algo, que para eso está.

-·- Cierto, podría haberme encontrado cualquier escena desagradable.

  • ¿Qué quieres?

-·- Nada. Bueno, no. A ver… Ya sabes que marcho un par de semanas a Tokio con Anna y los de marketing.

  • Pues no sabía nada. No paras, qué envidia.

-·- Cuando acabes la carrera, te metemos en la agencia de Pere y te vas por ahí a grabar movidas, verás.

  • No estaría mal…

-·- Bueno, lo que te venía a decir es que eches un ojo a Gonza estos días. Le veo raro, la verdad.

  • ¿Raro?

-·- Sí, no sé. Le veo un poco forzado conmigo y no me quiere contar nada. Así que a ver si tu le sacas algo…

  • Joder Isa, ya sabes que no me gusta meterme donde no me llaman.

-·- Venga, porfa. Estoy preocupada, de verdad.

  • Bueno, veré lo que puedo hacer, pero no pienso preguntarle nada. Si quiere contarme algo será porque él quiera.

-·- Perfecto. Pues ya sabes mi número. Cualquier cosa… me escribes.

  • Que si…

Isa se fue de la habitación y me quedé pensativo.

¿A Gonza le había afectado de alguna manera todo lo que había pasado estos días, como a mí?

Después de un par de horas más de intenso trabajo, logré terminar el proyecto y me fui a la cama entre cansado y desconcertado.

La semana siguiente pasó volando, intenté centrarme en mis estudios, volví a quedar con mis amigos y apenas tuve noticias de Javi, lo cual ayudó a volver de nuevo a mi rutina.

Javi se había marchado por unos días con el equipo a jugar fuera de España y eso me dio tiempo para pensar las cosas. Todo había sucedido tan rápido que apenas había podido reflexionar ante tantas novedades.

¿Cómo iba esto? ¿Era gay de repente? ¿Era bisexual? ¿Qué cojones era?

Nunca antes me había fijado en ningún chico y de repente, en pocos días, había probado muchas cosas que jamás pensé probar.

Todo era muy confuso y los recuerdos me asaltaban en la cabeza de repente sin poder controlarlos, por lo que todos estos días debía parecer tonto con mis amigos en la Universidad, cuando me quedaba pillado sin responder, simplemente volviendo a vivir en mi cabeza los momentos más morbosos que había vivido jamás.

Después de dos horas interminables de clase de Documental, mis amigos y yo fuimos a la cafetería para comer y echar unas cervezas para empezar la tarde.

Justo cuando iba a pedir, de repente me vino a la cabeza Xavi retorciéndose de placer mientras se estrujaba el rabo para sacar hasta la ultima gota de lefa mientras yo le lamía la oreja. De repente me ponía encima de el, rabo contra rabo y le empezaba a besar. Xavi me agarró del culo y me empezó a empotrar contra el con fuerza haciendo golpear nuestros rabos duros de nuevo, salpicados de nuestra leche. De repente le empecé a besar de nuevo con fuerza, abrí los ojos y ya no estaba con Xavi, estaba en la zona VIP del Palau, con Gonza, detrás de la barra de bebidas, de rodillas sobándonos los rabos el uno al otro.

— ¿Iker?

  • ¿Eh?

— Que qué vas a comer te está preguntando el camarero.

  • Ah sí, perdone Román, lo de siempre y agua.

— Sí, mejor póngale agua, que se relaje un poquito, jajaja - dijo mi amigo Manu mientras me miraba el paquete.

Estaba completamente empalmado. El recuerdo con Xavi había mutado en una ensoñación, parecía que lo hubiera vivido de verdad, sobre todo la última parte. Y el final con Gonza… Me puse rojo como un tomate, me moría de la vergüenza, no sabía qué decir.

— Bueno, al menos ya sabemos hacia dónde vuela tu cabeza cuando te quedas pillado y no nos contestas.

  • Lo siento chicos, no ando muy fino últimamente, no sé que me pasa.

      • Yo sí sé lo que te pasa. Lo que necesitas es… ¡mojar el churrete! - gritó mi amigo Albert a los demás mientras me daba una palmadita en mi rabo duro y todos se empezaban a reír.

Opté por seguirles el rollo. Para nada Albert estaba en lo cierto, pero tampoco quería explicarles lo que en realidad me pasaba por la cabeza.

  • ¡Parad joder! Qué vergüenza. No hace falta que se entere toda la Universidad.

— Venga Iker, ¿te organizamos algo con alguna pivita? ¿quieres?

  • Nah, ya me busco yo las pivitas Manu, que a saber a qué orco me traéis vosotros.

      • ¡Encima se pone chulo! Pues yo te tenía una pensada… bien rica… tu te lo pierdes.

— Hostia tío, ¿quién?

      • Mira… - Albert sacó el móvil para enseñarle algo a Manu.

Me vibró el móvil. Era Gonza.

Qué hay cuñado?

Tienes plan para comer?

No podía creer que justo un minuto antes, me estuviera pegando el lote con él de rodillas en la sala VIP y ahora me escribiera. Maldita casualidad.

<< Hey, ¿cómo estás?

<< Aún no he comido, estoy en la Elisava. ¿Tú?

Voy a preparar pasta italiana con trufa. ¿Te vienes?

Hace mucho que no hablamos.

<< Venga

Te estoy esperando en Drassanes con el coche.

¿Había esperado a ir a Drassanes para decírmelo? No le veía mucho sentido, a no ser que estuviera completamente convencido de que le diría que sí.

De repente noté como Manu se fijaba en la pantalla de mi móvil disimuladamente unos segundos y apartaba la vista hacia otro lado de repente.

  • Lo siento tíos, he de irme. ¡Román, no me saques el pedido que me voy!

      • Vaya, al final parece que si sabe buscarse sus pivitas, sí.

— ¿Ya vas a descargar el Ikerazo? jajjaj

  • Quién sabe, lo dejo para vuestra imaginación, que sé que os encanta.

— Qué cabrón, te piras de repente y no nos das ni una pista. Menos mal que te queremos un poco que si no… Anda… tira a follar, cabrón.

  • Jajaj yo también os quiero. Perdonad el desplante. Os lo recompensaré.

Salí de la cola del bar y me fui corriendo hacia la salida.

Las cosas con Gonza no estaban muy bien últimamente, pero una fuerza interior tiraba de mí con ansia hacia Drassanes, tenia unas ganas tremendas de estar con él, lo echaba de menos y necesitaba saber cómo estaba.

Quién sabe si ese recuerdo en la zona VIP del Palau habría sido decisivo para tener tantas ganas de verle de nuevo.

En poco menos de un minuto llegué y en seguida Gonza me pitó con el coche para que me acercara al coche, que esperaba en doble fila con los warning puestos.

Abrí la puerta del copiloto, me senté y la cerré.

— Joder, ¡qué rapido! jaja

  • Cuando oigo la palabra “trufa” corro y ya está.

— Lo sé, lo sé. Ha sido fácil decidir el menú para convencerte. ¿Qué tal Iker, cómo van las clases?

  • Deseando acabar tío, no puedo más. Necesito verano ya.

— Bueno, dentro de nada nos vamos de festival y te olvidas de todo este estrés del final de la carrera.

  • ¡Ostras! ¡Ya se me había olvidado! Qué guay.

— Claro tío, ya lo tengo todo organizado, no me vayas a dejar tirado, jajja.

  • Ni loco, necesito música en vena.

— Pues venga, ¿has escuchado la última de The Levitants?

  • ¿Suicide? En bucle jajja, temazo.

— Ea, vamos a darle caña.

Según le dio al PLAY empezamos a bailar como locos en el coche. Gonza se desabrochó el cinturón, subió el volumen a tope, salió del coche y se puso a saltar y bailar delante de mi, mirándome. Estaba fuera de sí. No lo dudé ni medio segundo, salí con él y empezamos a bailar. En ese momento entendí muchas cosas. Gonza necesitaba hablar y esa era su manera de hacerlo, así que le respondí de la misma forma. Nos estuvimos mirando hipnóticamente durante toda la canción, poniendo caras, riéndonos, juntando nuestras manos y soltándolas casi al instante. Cuando acabó la canción nos dimos un abrazo y empezamos a reír.

Después de unos segundos abrí los ojos y vi a un montón de gente observándonos desde la acera en silencio, nos habían hecho un  pequeño corrillo sin apenas darnos cuenta. Quizá pensarían que se trataba de una performance de las Ramblas. Gonza empezó a hacer reverencias mientras se reía. Yo opté por seguirle la corriente. Al acabar nos metimos a toda prisa en el coche, Gonza arrancó y salimos pitando de allí riéndonos a carcajadas.

Seguimos con la música a tope hasta llegar a su casa. Fue un viaje bastante desestresante. Cuando llegamos me sentía más ligero que una pluma y sentía escalofríos por los brazos. Me senté en el sofá un momento, estaba llegando a pensar que me estaba incluso mareando de la adrenalina.

— ¿Estás bien?

  • Sí tranqui, hacía mucho que no hacíamos eso en el coche y me ha pillado totalmente desprevenido.

— Hacía demasiado tiempo, sí. - Se tiró en el sofá a mi lado y me rodeó el cuello con su brazo derecho, haciendo que apoyara la cabeza en su hombro.

Estaba increíblemente cómodo en ese momento. Le rodeé la tripa con mi brazo derecho para darle un abrazo. En ese momento Gonza se dejó caer hacia la izquierda, de tal manera que acabamos los dos tumbados frente a frente, abrazados.

Abrí los ojos y ahí estaban los suyos, justo delante, mirándome fijamente, casi sin parpadear. Pasamos unos minutos mirándonos sin movernos hasta que Gonza abrió los labios para decir algo.

En esa milésima de segundo no pude imaginar que podría decir, era una situación tan inédita para los dos, que a mí no se me habría ocurrido nada.

Por lo visto a él tampoco. Poco a poco acercó sus labios a los míos y me besó. Abrió un poco más la boca dejando salir su lengua, provocando que yo separara mis labios también. Metió su lengua en mi boca buscando la mía y comenzamos a besarnos intensamente sin apenas movernos, dejando todo el protagonismo a nuestras lenguas.

Los escalofríos que había sentido al llegar a la casa de Gonza se habían intensificado por mil, no había un solo milímetro de mi cuerpo que no estuviera totalmente excitado y maravillado por estar degustando la lengua y la boca de Gonza en esos momentos. Inconscientemente le abracé aún más pegando su cuerpo contra el mío, necesitaba sentir su calor mientras me comía la boca. Por su parte, Gonza, que dirigía mi cuello aún rodeándolo con su brazo derecho, me puso la mano izquierda en el culo y la fue subiendo con delicadeza por mi cintura, metiéndola por debajo de mi camiseta. En ese momento solté un pequeño gemido, no podía aguantar tanto placer con tan poco. Jamás me había sentido tan pleno en mi vida. Pensaba en la cantidad de veces que me había imaginado con él de esta manera, dando un paso más en nuestra confianza, besándonos con esta tremenda complicidad gracias a la que no había nada que explicar ni decir, solo besar.