Mi cuñado Gonza 12

Lo siento Iker, tengo que hacerlo.

— ¡Javi, ya he vuelto!

Javi y yo nos quedamos petrificados.

Se me había olvidado completamente que seguía en la casa de Gonza. No había caído en que podría haber estado en casa mientras nosotros dábamos rienda suelta a una larga sesión de gemidos y ruidos más que evidentes.

— ¿Estás dormido?- Volvió a picar en la puerta.

      • Ehh… ¡Espera, ahora salgo!

Oí cómo los pasos de Gonza se alejaban de la puerta, hacia el salón.

Javi y yo volvimos a mirarnos alarmados. Una ola de realidad me salpicó en ese momento.

Javi me soltó los tobillos y saltó al suelo. Alcanzó un bote de desodorante de su escritorio y se roció con él por todo el cuerpo, huevos incluidos. Puso un gesto de nerviosismo mirando hacia todos los lados de la habitación. Sin saber qué hacer, cogió la camiseta de los Chicago Bulls del cesto de la ropa sucia y se la puso. Acto seguido recogió los pantalones ajustados del Barça del suelo e intentó subírselos. Cuando llegó a la zona del rabo se le hizo imposible. La tenía tan dura que no había manera de que entrara.

Suspiró profundamente y, aún con el rabazo fuera, apoyó las manos en el escritorio y miró por la ventana. Cerró los ojos y se quedó callado.

Yo intenté no moverme, casi ni respirar, sabía que estaba intentando  concentrarse para bajar el rabo.

Pasaron un par de minutos y empezó a bajar. Me puso cachondísimo ver cómo, milímetro a milímetro, su pollón se iba apoyando en la mesa.

Javi abrió los ojos y se miró la polla. Con gesto de preocupación la metió en el pantalón y cruzó la habitación hacia la puerta.

Alcanzó una toalla que tenía colgada en la puerta, se secó la cabeza y se atusó el pelo.

Agarró el manillar y me miró. Llevó la otra mano hacia su boca y con un dedo cruzó sus labios, señalándome que guardara silencio.

Yo asentí serio con la cabeza.

Abrió la puerta y salió, cerrándola de un portazo. Sentí cómo sus pasos se dirigían al salón.

Estaba muy asustado, no podía hacer ningún ruido o Gonza descubriría el pastel. Con mucho cuidado me levanté de la cama y me vestí.

Estaba muerto de miedo. ¿Y si entraba Gonza de repente? ¿Cómo podría explicar qué hacía aún yo en ese cuarto? No había que ser muy listo para atar cabos y menos con ese olor que habíamos dejado.

Me acerqué a la ventana y con mucha suavidad la abrí. Después andé de puntillas hasta la puerta. Necesitaba escuchar algo, me moría de nervios por lo que estuviera pasando en el salón.

Me vibró el móvil. Era Javi

Sal despacio al baño y dúchate.

Coge una toalla de mi armario.

Gonza ha visto que tu coche aún está en la entrada.

Le he dicho que tienes una resaca increíble.

OK<<

Todo eran cabos sueltos. Esto estaba abocado al fracaso. ¿En serio Gonza se iba a creer todo eso? Y más después de haber pillado a Javi mamándome el rabo…

Dejé los pensamientos negativos a un lado y me dispuse a seguir el plan. Cogí una toalla del armario y abrí la puerta para ir al baño.

      • Ya ves, llevo toda la tarde intentando que se tomara un ibuprofeno, al menos, pero nada. Solo quiere dormir dice.

— Joder, va a volver a casa hecho un trapo.

      • No te preocupes. Justo cuando he salido de la habitación, me ha parecido ver que se iba despertando.

Me pareció un momento idóneo para salir al pasillo sin mucho secretismo. Cerré la puerta de la habitación y eché a andar rápidamente hacia el final del pasillo.

Me metí en el baño y cuando estaba cerrando la puerta, oí cómo alguien corría hacia mí. Cerré de golpe y eché el pestillo.

— ¡Hey Iker! ¿Estás bien?

Me quedé mudo. Si hubiera cerrado la puerta un segundo más tarde hubiera tenido que atenderle, cara a cara. Eso hubiera dado al traste con todo, puesto que olía a sexo a tope.

  • Bueno… Creo que mejor… ¿Os importa si me pego una ducha?

— Si, una ducha te va a venir de lujo, bien pensado.

  • Gracias Gonzalo.

Oí cómo se alejaba de la puerta.

— ¿Te puedes creer que me ha llamado Gonzalo?

      • ¿Y qué pasa?

— En su vida me ha llamado así.

      • Las resacas son muy malas, ¡Qué te voy a contar!

Estaba tan nervioso que se me había liado hasta con su nombre. De pura chiripa no le había llamado con los apellidos también.

Me desvestí y me metí en la ducha. Notaba cómo me escocía bastante el culo así que puse mucho cuidado al enjabonármelo. Lo tenía aún bastante abierto, normal, con el pedazo de trabuco que me había metido Javi, como para no estarlo.

Terminé bastante rápido y me volví a vestir. Aún oía voces en el salón. No pude evitarlo, abrí la puerta y anduve hacia el salón a hurtadillas, escondiéndome finalmente en la pared contraria al salón.

      • Ya lo sé, Gonza, pero tuviste que ser más cuidadoso.

— ¿Cómo sabes lo de los gayumbos?

      • Ah, no, no te preocupes. Perdona tío, se me ha ido la pinza con el enfado y he dicho lo primero que se me ha pasado por la cabeza. Lo siento.

— ¡Cabrón! ¿Sabes el día que llevo, torturándome con eso?

      • Perdona, de verdad. Olvídalo.

Javi me estaba salvando una vez más de tener que dar explicaciones. Aunque si él no hubiera dicho nada, tampoco las hubiera tenido que dar. Me estaba volviendo loco con tanta información cruzada.

— Y tu… Lo otro…

      • No Gonza, no. Obviamente no le estaba comiendo la polla a un tío. Y menos a tu cuñado, joder.

— Pues te juro que es lo que me ha parecido ver tío.

      • Debes de tener visión nocturna en los ojos, porque yo casi me mato cogiendo el móvil. No veía nada.

— Joder… pues… lo siento tío. Te he llamado maricón y todo.

      • ¿Necesitas otros 27 años para conocerme? Parece mentira Gonzalete…

— Hoy se ven tantas cosas, que ya me creería todo.

      • Muchas cosas, si… empezando por ti… jajaj

— Joder Javi, cállate. Prométeme que no se lo contarás a nadie ni volverás a sacar el tema. Por favor.

      • Hecho. ¿Qué tema? ¿Yo no sé nada de ningún tema? ¿Qué quieres tema, dices?

De repente oí como Javi se echaba encima de Gonza en el sofá.

— ¡Para, joder! ¡Qué pesado eres macho! ¡Deja de darme pellizcos, en serio! ¡Paraaaa!

      • Hay que ver, ¿no me aguantas nada, eh?

— Demasiado te aguanto…

Se oyó el sonido de una bofetada y Javi salió corriendo detrás de Gonza hacia el pasillo.

Me acababan de pillar escuchando la conversación, aún con el pelo mojado y con cara de “Tierra trágame”.

Gonza paró en seco a pocos centímetros de mí y Javi se chocó con él.

— ¡Qué susto, Iker! ¿Ya has terminado? ¿Estás bien?

  • Eh… bueno… mas o menos… no estoy muy mal… digo, bien… vamos… regular… lo que viene siendo… mejor. Estoy mejor, sí.

      • Joder colega, estás fatal ¿eh? jajaja

— Déjale Javi, joder. Bastante tiene ya…

      • ¿Quieres un ibuprofeno?

— Te vendría bien.

Estaba siendo todo tremendamente incómodo. En ese momento tenía tantos estímulos que me iba a explotar la cabeza.

  • Sí, gracias. Me lo tomo y me piro a casa, que contenta tiene que estar mi madre. Me ha debido de llamar mil veces.

— No te preocupes, he ido antes a recoger a Isa, que tenía que llevarla al curro y he hablado con tu madre. Todo bien.

  • ¿Cómo?

— Pues sí, eso, que le he dicho que te has levantado un poco tarde, pero que has llegado a la Uni con el coche.

  • ¡Hostia, la Uni! Buff… Se me ha ido la olla. Tenía entrega encima…

      • Bueno, no te preocupes, estas cosas pasan. Habla con el profe, dile la verdad y seguro que te deja aplazarla.

Claro que sí, mañana llegaría al despacho y le diría al profesor que no había podido hacer la entrega porque estaba ocupado dejando que mi amigo me metiera una hormigonera por el culo.

  • Sí, será lo mejor. Con la verdad se llega a todas partes.

      • Me refiero a que te has levantado enfermo.

Enfermo me había levantado, sin duda. Enfermo de su rabazo.

Me acompañaron a la cocina y me dieron el ibuprofeno. Después salí de casa, los dos me acompañaron y me despidieron.

Arranqué y me fui calle arriba.

Justo en un semáforo me vibró el móvil. Era Javi.

Oye, vuelve. Se te ha olvidado la chaqueta.

Te espero en el callejón de al lado, ya no hay plaza libre para aparcar.

Voy <<

Merci!<<

Dí la vuelta y en menos de cinco minutos estaba parando en el callejón de al lado de su casa, allí nunca pasan coches así que fue sencillo.

Vi cómo Javi aparecía doblando la calle y corría hasta mi coche.

Abrió la puerta del copiloto y se sentó.

      • Toma, ha sido increíble que no se te haya olvidado nada más, con la que estaba cayendo en casa…
  • Gracias.

      • Oye, que perdona por todo lo de antes. No se me ha ocurrido otra cosa.
  • Era lo único que se podía hacer, no te preocupes.

      • Pero ahora me tienes que ayudar tú a mí. Tengo un movidón.
  • Claro, ¿qué ha pasado?

      • ¿Me puedes llevar a un sitio, esperar media hora y volver a traerme?
  • Eh… bueno, sí… claro.

No tenía muchas ganas de estar por ahí con el coche haciendo recados, sinceramente. Lo único que quería era llegar a mi casa, fumarme un porro a escondidas en el jardín y meterme en la cama a descansar la mente.

Arranqué el coche y me fue guiando por el centro de Barcelona, hasta llegar a Port Vell.

  • ¿Vas al Hotel Vela?

      • Sí, va a ser un momento. Baja al parking.
  • ¿Qué tienes que hacer?

      • Quedé hoy con Ante para revisarle la lesión que se hizo ayer. Voy bastante tarde, pero bueno.
  • Joder, ¿Ante vive en el Hotel Vela?

      • Qué va, no. Han tenido un evento de publicidad y se quedan a dormir.

Aparqué y Javi salió del coche.

      • Oye, ¿te quieres venir? Seguro que a Ante no le importa, les caíste muy bien ayer.

Me quedé anonadado con la pregunta. No sabía qué hacer, no quería pecar de intruso con su trabajo, pero por otro lado me moría de ganas.

  • ¿En serio?

      • Claro, sin problema.
  • ¡Venga, va!

Accedimos a la entrada y cogimos un ascensor. Pasamos por recepción y recogimos la tarjeta de la habitación. Nos montamos en otro ascensor y subimos a la planta 24. Buscamos el número de la habitación y Javi la abrió.

      • Voy a pasar primero para avisarle de que vienes, ¿vale?
  • Sí, claro, faltaría más.

Javi entró y cerró la puerta tras de sí. Después de un minuto volvió a por mí.

      • Vale. Sin problema, vamos. Cierra cuando pases.

Javi empezó a andar por el pasillo de la habitación, mientras yo cerraba la puerta. La habitación era espectacular. Tenía una pared entera de cristal, que daba al mar.

Entré y me puse a mirar por el cristal. Era muy relajante.

      • Ante se está duchando, ahora sale. ¿Es increíble, verdad?- Me dijo, poniéndose justo detrás de mí.
  • Estoy flipando, tío. La marca de publi se ha debido de dejar una pasta alojando a toda la plantilla.

      • Yo me dejaría todo lo que tuviera por terminar lo que empezamos esta tarde… - Me susurró al oído.

Me quedé en shock. ¿Cómo se atrevía a decirme eso en ese momento? Pero a la vez, me puso cachondísimo y me hizo recordar el putadón que nos había hecho Gonza llamando a la puerta de la habitación de Javi de repente.

  • Calla joder, que te va a oír. - Dije susurrando muerto de miedo, sin apenas girar la cara.

De repente, Javi me cogió de la cintura, se pegó a mí y me empujó hacia el cristal. Podía notar su rabazo durísimo contra mi espalda.

  • En serio, para tío, te la estás jugando mucho.

Me empezó a acariciar el pecho con las manos por debajo de la camiseta, llegando hasta mi rabo, que se había puesto duro casi en el mismo instante en el que me había empezado a susurrar.

      • Cómo echaba de menos poder tocarte, nen. - A parte de susurrarme también me estaba empezando a besar en el cuello.

Me mareaba del gusto, ojalá nos hubiera dejado Gonza acabar esta tarde. Los dos íbamos hasta arriba de morbo… y de leche.

  • Pfff… tío, me estás matando. Para.

      • ¡Ante! ¡Sal! ¡Venga!- Gritó.

De repente Javi se echó hacia atrás. Me giré y pude ver cómo se quitaba la camiseta y se bajaba los pantalones a toda prisa.

  • ¿Qué haces, loco? ¡Vístete, joder! ¡Vístete ya!

Javi se quitó las zapatillas, dejó el pantalón en el suelo y se empezó a bajar los slip, que le marcaban un bultazo increíble, más aún de lo que yo creía recordar. Su polla saltó hacia arriba como un resorte, golpeándole en el abdomen.

Yo no sabía qué hacer. No sabía si se trataba de una coña con Ante o simplemente me estaba desquiciando.

      • ¿Confías en mí?- Se tumbó en la cama.
  • Ehh… Mira Javi, me estás poniendo muy nervioso. ¿Cómo que si confío en ti?

      • ¿Confías en mí, o no?
  • Pues hasta hace un minuto pensaba que sí, pero se te está yendo la pinza colega.

      • Si confías en mí… Cómeme las pelotas aquí y ahora. Ya.

Me dejó loco diciéndome eso. No pude evitar mirarle esos huevazos colganderos y, al instante, empecé a salivar, por la boca y por el rabo. No podía hacerlo, si salía Ante y nos descubría se iba a liar muy gorda.

      • Tenemos poco tiempo…

En ese momento me encomendé a todas las estampitas de todos los santos y las vírgenes del mundo. Me abalancé sobre la cama. Javi dobló las piernas, subió las caderas y las empezó a mover, de modo que las bolas empezaron a bailar de un lado a otro.

No me pude resistir, le cogí de los muslos, le eché para atrás y comencé a lamerle las bolas a saco.

      • Tranquilo… En cuanto deje de sonar la ducha nos vestimos corriendo, ¿va?

Con sus pelotas en la boca asentí. Ya me daba igual todo, sinceramente. Estaba demasiado cachondo lamiendo todo eso.

Le empecé a pajear a tope la punta del rabo, me volvió a sorprender su tamaño, no terminaba de acostumbrarme a poder tocar todo eso.

      • Quiero verte ese cuerpazo Iker, quítatelo todo porfa.
  • ¿Ahora? - Le respondí babeando, sin soltar sus bolas.

      • Venga, sí, por favor. - Me sonrió.

Estaba más cachondo que nunca, obedecí casi sin pensar. Me despegué de sus huevos, salté de la cama y me quité a toda prisa todo. Mi rabo iba durísimo y muy mojado, cuando me bajé los gayumbos saltaron las babas de mi rabo y mancharon un poco el suelo.

Miré a Javi con preocupación, pero Javi ya no estaba en la cama. Estaba justo en la puerta del baño, con la mano posada en el manillar.

  • ¡Javi! ¿Qué cojones estás haciendo, tío?

      • Lo siento Iker, tengo que hacerlo…

Me saltaron dos lágrimas de los ojos de golpe. No me podía creer que Javi me estuviera haciendo esto. ¿Por qué? ¿Era una apuesta con Ante? No entendía nada.

Comenzó a abrir la puerta. Sin tiempo para reaccionar me quedé ahí, con la polla durísima, totalmente desnudo, en frente de la puerta del baño.

Cuando la hubo abierto del todo, pude observar que el cristal de la ducha era traslúcido, no podía ver a Ante.

Javi entró desnudo y con el rabo durísimo en el baño. Se acercó hasta la ducha, me miró, abrió una puerta de cristal, se metió y la cerró.

Me dejó totalmente roto. No sabía qué hacer, si gritarle o vestirme corriendo e irme. No entendía nada.

De repente volvió a abrir la puerta de cristal.

      • ¡Tu te has duchado, pero yo no! ¿Es justo, no crees? - Me gritó desde el baño con una sonrisa.

Abrió la otra puerta de cristal también. Estaba solo. ¿Dónde estaba Ante?

  • ¿Qué coj…?

      • Cortesía del Barça. Para ti.
  • No me entero.

      • Les ha sobrado una habitación, me lo han dicho en cuanto te has ido de casa. He pensado en todo lo que nos quedaba por disfrutar juntos hoy y… bueno… Eh voilà!
  • ¡Me cago en tu puta estampa tío, que susto me has dado! No me puedes hacer esto, joder…

      • Le he querido dar un poco de emoción… ¿Vienes?
  • Claro, gilipollas. Claro que voy. - Le dije con una sonrisa.

Me dirigí hacia el baño a zancadas, llegué en seguida a la puerta de la ducha. Javi me dio la mano y me ayudó a entrar.

Nos besamos intensamente mientras nos caía encima el agua de la ducha, agarrándonos del culo. Javi empezó a jugar con un dedo en mi culo. No pude evitar suspirar del gusto, aún lo tenía abierto y muy sensible.

Javi sacó el dedo y cogió el gel de ducha.

      • Dame.

Javi lo derramó sobre mis manos. Empecé a enjabonarle todo el cuerpo. Me estaba muriendo de gusto al poder recrearme tocándole cada centímetro de su cuerpazo, aún seguía sin creerme del todo que estuviera pasando todo esto.

Empecé a pasarle el jabón por el rabo muy despacio, con ambas manos, quería disfrutar por completo del placer de recorrer todo su instrumento. Javi se apoyó en la pared de azulejo gris y empezó a gemir. Solté una mano de su rabo y le empecé a masajear las bolas, no podía ponerme más cachondo, tenía el rabo a reventar, e incluso, y por primera vez en mi vida, me empezó a vibrar el culo. Es como si me avisara de que quería ese trozo de carne dentro de nuevo.

Inspirado por ese temblor, solté la mano que acariciaba sus pelotas y la llevé a su espalda, bajando lentamente hacia su trasero. Metí mis dedos entre los dos cachetes y comencé a subirla y bajarla, sin llegar a tocar su agujero.

Justo cuando me disponía a hacerlo, Javi me apartó las manos y me empezó a besar de nuevo. Me dejó con las ganas, pero me daba igual. Estaba tan cachondo que me valía tocarle cualquier cosa en ese momento.

Nos pusimos debajo del chorro de agua y le fui acariciando entero para aclararle el jabón. En pocos segundos su cuerpo se tornó brillante, me recordaba a él, esa misma tarde en su cama, cubierto de sudor.

Me agarró el rabo y como si fuera una correa me sacó de la ducha. Empapados, nos llevó hacia la habitación. Me puso contra la pared de cristal, de espaldas al mar y me cogió en brazos. Yo le rodeé la cintura con mis piernas. Nos besamos intensamente, yo tenía los labios ya casi insensibilizados de la fuerza con la que lo hacíamos. Esa postura me abrió bien el culo y empezó a mover sus caderas, de tal manera que su rabazo me rozaba el culo a la vez que a veces se desviaba por el cristal.

Así, mojados y sintiendo el cristal contra mi espalda, nos calentamos como nunca y empezamos a gemir sin miedo, sabiendo que esta vez sí podíamos dar rienda suelta a todas nuestras emociones, nadie nos oía, ni observaba, ni nos iban a interrumpir.

Poco a poco comencé asentir como Javi iba jugando cada vez más a meter su capullo en mi culo. Volvía a estar impaciente porque llegara hasta el fondo, pero de nuevo me dejaba con las ganas. Parecía que le gustaba hacerme sufrir con ese tema, me inundaba la impaciencia y se me nublaban las ideas deseándolo.

De pronto se separó de mis labios y me miró seriamente. Comenzó a meterme centímetro a centímetro ese rabazo.

Esta vez no me dolió tanto, por lo que gemí de placer como un burro, una clara invitación para que siguiera. Y eso hizo.

Poco a poco fue metiéndome su rabo. Había ocasiones en las que se me paraba la respiración por la sensación.

      • ¿Todo bien maco?
  • Sigue…

Y siguió. Lentamente me fue rellenando el culo casi hasta explotar. Era demasiado gruesa para mí, pero me dio igual, no me quejé, necesitaba sentir dentro todo lo que Javi quisiera meterme, necesitaba verle satisfecho.

En unos segundos empecé a reconocer esa cara de alucine por haber entrado en mí tanto como él quería. Fue increíble ver esa cara, estaba francamente alucinado y cachondo.

  • ¿Ya está?

      • ¿Te parecen poco mis 24 cm y medio?

Flipé. Sabía que era enorme, pero ¿tanto? No podía creer que tuviera todo eso dentro del culo, me puse cachondísimo y se me empalmó del todo al instante.

  • Me parece una salvajada y me encanta.

Eso le provocó una sonrisa de oreja a oreja. Pienso que seguramente tendría algún tipo de inseguridad con su polla. Hay quien dice que ni tanto, ni tan calvo y podría llevar razón… Pero a mí me flipaba el “tanto” en este caso.

Entonces empezó a bajar lentamente y sacármela para después hacer el recorrido inverso. Me estaba follando centímetro a centímetro con sumo cuidado, haciéndome soportar el dolor, dejando que me consumiera el placer. Y así fue.

  • Empótrame bien, tío.

      • ¿Ah sí?  ¿Eso quieres?
  • Buff, si, veamos de que eres capaz…

      • Ten cuidado… Me estás provocando y te puedes arrepentir…

En ese momento hice fuerza con mis piernas y pude bajar mis caderas hacia abajo, metiéndomela entera, casi de golpe.

      • Buah chaval…

Me la sacó de golpe y me dio la vuelta, de cara al mar. Me bajó la espalda, colocó su pollón en la entrada de mi culo y me cogió de los hombros.

Me la empezó a meter poco a poco, hasta el fondo.

      • ¿Quieres oír mis cascabeles?

No había una cosa que me pusiera más que Javi invitándome a escuchar el sonido de sus pelotas chocando contra mi culo. Solo pude gemir de placer para afirmar.

De pronto comenzó a sacarla y a meterla sin tanto mimo, iba a tope. Noté como sus pelotas chocaban con las mías  haciéndome casi correrme de placer al instante. Empezó a empujarme fuerte contra el cristal, juntando su pelvis contra mi culo, haciendo un ruido tremendo en la habitación.

Era una bestialidad sentir cada estocada de su rabo. Apenas sentía ya dolor y empecé a notar dentro de mí unos calambres que me activaban la polla directamente. Era como estar pajeándome sin tocarme, me recorría un placer extremo por todo el cuerpo.

Empezamos a gemir como locos. No podía creer que pudiera sentir tanto placer por tantos sitios a la vez, la vista del mar, mi rabo poseído a punto de leche y su rabo perforándome a la vez.

Javi me estaba enfundando el rabo hasta el fondo. Con cada golpe me dejaba sin respiración unos segundos. Soltó su mano derecha de mi hombro y me empezó a pajear al mismo tiempo salvajemente.

  • ¡Noo! ¡Ohhh…!

Empecé a pegar trallazos de lefa contra el cristal, me cogió de la cabeza y la inclinó hacia abajo, llenándome la boca de mis propios lefazos.

      • ¡Si nen! ¡Si! !Ahh…!

Dejó de atizarme el culo con su rabo y me la metió hasta el fondo. Noté como algo muy caliente se empezaba a extender en mi interior. De repente sacó de golpe su rabazo, me dio la vuelta y siguió soltándome trallazos en la cara. Era increíble la cantidad de leche que soltó, jamás me había corrido de semejante manera. Sin duda había vaciado los huevazos por completo.

Se arrodilló frente a mí y me comenzó a besar, recogiendo con la lengua toda la leche que encontró alrededor de mi boca. La fuimos batiendo con nuestras lenguas hasta que nos la tragamos. Nos tumbamos en el suelo y nos abrazamos. Aún seguíamos con el rabo a tope y nos la empezamos a sobar.

Javi me sonrió y se empezó a reír.

  • ¿Qué pasa?

Me levantó una pierna y me volvió a meter su rabo en el culo de golpe, lo que me hizo gemir intensamente.

      • Me he hecho adicto a ese culazo, lo siento. - Me dijo sonriendo.

No se movió, simplemente la mantenía dentro mientras me seguía sobando el rabo y besando.

Noté como poco a poco su rabo hacía cada vez menos presión, se le estaba bajando ahí dentro.

Nos seguimos besando hasta que noté cómo lo sacaba poco a poco, ya sin fuerza. Me dio un gusto tremendo y se me fue cerrando el culo, a medida que lo sacaba.

      • Me encanta esto. ¿A tí?
  • También Javi, nunca lo hubiera imaginado.

Nos quedamos un buen rato en el suelo, besándonos y acariciándonos.

  • Oye Javi, no me puedo quedar. Mi madre se va a cabrear y tengo que intentar terminar la entrega de la Uni para mañana, a ver si hay suerte y aceptan recogérmela con retraso.

      • Te entiendo Iker, no puedo pedirte más.
  • Pero me ha gustado mucho acabar lo de esta tarde.

      • Ha sido increíble. Gracias.
  • No, ya ves, gracias a ti. En el Hotel Vela, ni más ni menos. Esto no se olvida fácilmente.

      • Voy a tener que currármelo para la siguiente vez, ¿eh?
  • Ya sabes que no, no seas gilipollas.

Javi se levantó, tiró de mí y nos echamos en la cama. Estuvimos otra media hora retozando y besándonos desnudos. Cuando noté que nos estábamos poniendo demasiado cachondos otra vez, corté la situación.

  • No me iría, ¿lo sabes, no?

      • Lo sé, te lo estoy poniendo difícil. Anda, tira para la ducha.

Y eso hice. Fui a la ducha y me limpié con decisión. No quería que en casa notaran nada, ya bastante rara iba a ser la situación.

Salí, me vestí mientras Javi me miraba casi sin parpadear desde la cama y me acompañó a la puerta.

      • Bueno, si cambias de opinión… ya sabes dónde encontrarme esta noche.
  • Ojalá tío, ojalá. Sabes que está complicado.

      • Lo sé. No te preocupes. ¿Hablamos mañana?
  • Genial.

Me dio un último beso de despedida con sonrisa incluida.

      • Adéu nen. Vigila amb el cotxe, ¿eh?
  • Si, tranqui. Adéu.

Cerré la puerta y me dirigí al ascensor. Mientras esperaba no pude evitar ponerme cachondo con todo lo que había pasado. Javi me había follado, no me lo podía creer. Hacía unas horas me había dejado ojiplático mientras exhibía su rabazo en broma, y horas más tarde me lo había metido en el culo. Notaba cómo mi culo palpitaba aún, ¿me lo habría desgarrado? No había visto sangre ni nada en la ducha, pero me empezaba a doler un poco.

— ¿Iker?

Un chico alto, con media melena y barba había aparecido de la nada, a mi derecha. Estaba cerrando la puerta de una habitación y se dirigía lentamente hacia mí. Me moría de miedo, no había pensado que en esa planta, ya no era tan anónimo como hacía un día.

— ¿Eres Iker, no?

  • Eh… sí.

— Soy Xavi, te llevé ayer a Gabinete en el Palau, ¿te acuerdas?

  • ¡Ah, sí! ¿Qué tal Xavi? Perdona, ayer estaba muy alucinado en el Palau y no me quedé con tu nombre.

— Jajaj Es normal, estoy acostumbrado. Soy del que nunca se acuerdan.

  • ¿Trabajas en seguridad?

— No, qué va. Trabajo en coordinación. Soy como el chico para todo. ¿Y tú, qué haces aquí?

Me había dejado totalmente descuadrado su pregunta. Acababa de abrirse la puerta de mi ascensor y no se me ocurría nada mejor que meterme en él, cerrar las puertas y bajar a toda prisa hacia el parking.

— ¿Iker, estás bien?

  • Ehh… sí, sí. He venido a traer a Javi y me ha invitado a ver las vistas. ¿Son alucinantes, verdad? Nunca había estado en una habitación así. ¡Debe de costar una fortuna!

Había entrado en pánico. No podía parar de soltar frases por la boca. Por cada una qué decía, mi mente me regalaba una foto de lo que realmente había sucedido en la habitación.

— Sí, la verdad es que impresiona bastante. ¿A dónde da su habitación? ¿Al puerto?

  • Sí, aunque se veía mas el mar. Ha sido acojonante.

— Si que te han impactado las vistas, si… Mi habitación da a la playa.

  • Qué suerte.

— ¿Quieres ver las vistas antes de irte? Revientas Instagram con una foto así y encima anocheciendo.

  • Ah, bueno… no te preocupes, voy con un poco de prisa así que no te molestes.

— ¡Da igual, tío! Mira, vas a alucinar.

Se dio la vuelta y abrió su habitación, que era la más próxima al ascensor. Le seguí, no quería pecar de borde o desagradecido, ahora que había conocido a personas del Club.