Mi cuñadita Laurita (32)

Recepción y reencuentros

Tras ese último encuentro con mi novia, nos levantamos temprano a regañadientes, para alistarnos e ir al club. Mi suegra despertó para hacernos el desayuno, pude ver a mi cuñadita medio zombi, aun con sueño, pero algo resentida conmigo.

Quizás imaginaba u oyó algo de la despedida que me dio Vale de madrugada. Tal vez mi cuñadita estaba un poco decepcionada, aun seguramente añoraba aquella idea romántica de fugarnos… pero la boda parecía inevitable, tenía que hacerse a la idea.

Tras el rápido desayuno, Vale y yo, nos trasladamos al club campestre. Teníamos pocas horas para terminar algunos detalles. Así con la ayuda del viejo militar (que pudo ser mi suegro), terminábamos de organizar los preparativos.

Mi suegra y Laurita nos alcanzarían luego, mis padres las llevarían en su auto. Para los demás familiares y amigos que no quisieran ir en auto, alquilamos una movilidad más grande, que saldría desde la casa de mis padres, para que lleguen poco antes de la ceremonia.

Era un día iluminado pero fresco, habían colocado un gran toldo blanco translucido en el grass, las bancas para los invitados y el altillo para la ceremonia. Me puse un traje fresco para que, junto con la anfitriona del club, ir recibiendo a los invitados.

Como era de esperar, los primeros en llegar emocionados eran mis padres y mi suegra. La cara de emoción de mi madre, no desentonaba por primera vez con la de mi suegra, que parecía ir dejando sus prejuicios en contra mía. Mientras mi padre, solemne como siempre, con su apretón de manos, se dio licencia de darme un abrazo.

Luego la vi llegar, aquella legendaria tentación de mi juventud, sentí como el mundo se detuvo por unos instantes al inicio mientras la apreciaba. Tras eso, la vi acercarse, casi como en cámara lenta, mientras me inundaban tantos recuerdos.

Aún conservaba sus formas deliciosamente abultadas, a pesar de aquel vestido conservador en color oscuro que llevaba… y a pesar de sus 3 hijos.

-        No pensé que llegaría a ver este día… Juan Daniel casándose... dijo bromeando Anita.

-        Prima sigues tan hermosa como siempre… le dije abrazándola.

-        Siempre engatusador… dijo sonriendo, luego agrego…  Vengan a saludar a su tío…

Se me acercaron en fila: un puberto (Juan), una niña (Roxana) y un chiquito travieso (Daniel) que ni Pedro podía contener. Ya los años habían pasado por el también, se le iba asomando una barriga cervecera. Me saludo con bastante aprecio, recordando que yo ayude a emparejarlos.

Me hizo gracia que mi prima les ponga mis nombres a sus dos hijos varones, sin embargo, Pedro no se quiso sentir relegado y como para mantener a raya esos nombres, y hacer sentir su paternidad, les agrego su nombre: Juan Pedro al mayor y Pedro Daniel al tercero. Me imagino que Anita hizo esa concesión, con tal de salirse con la suya.

-        En fin… vine para cerciorarme que nadie se oponga a esta boda… dijo risueña Anita.

-        ¿Quién lo haría?... pregunte extrañado.

-        Ay primo… ¿a quién engañas?... me imagino que habrás dejado un rastro de chicas descorazonadas… ojalá no las hayas invitado a la boda… dijo Anita mirando a los lados.

-        No… solo te invité a ti… dije bromeando.

-        ¿Solo a mí?… quizás Pamelita se oponga… voy a hablar con ella… repuso riendo.

-        Tal vez me quieran dar mi despedida como en el establo… dije burlonamente.

-        Jajaja… no recuerdo nada… ¿de qué hablas?… me dijo guiñándome un ojo.

Después le presente a Vale, que ya lucia maquillada pero aún no se cambiaba, quiso también recibir a los invitados. Congeniaron rápido y se fueron conversando. Anita graciosamente volteo, le vio el trasero a Vale y me guiño el ojo como diciendo “buen gusto” o tal vez solo recordando que esas formas eran similares a las suyas, en sus mejores épocas y como me volvían loco.

Tras eso salude a mis tíos, los padres de Anita que me acogieron una temporada en el campo (mientras yo me cogía a sus hijas). Me saludaron efusivamente y me pidieron que los visite pronto, para mostrarme la remozada hacienda, ahora les iba bien exportando productos.

Después de ellos, vino el hermano mayor de mi padre con su esposa. Fue aquel el tío que, en una noche etílica, me confió uno de los secretos mejor guardados de la familia… sobre las travesuras que hizo mi viejo en su adolescencia y como lo desterraron de las tierras de mi abuelo.

Tras ellos venia mi tía Roxana, antiguo amor de mi padre, como Anita fue el mío. Linda como siempre, solo que venía con el inepto de su esposo, sumado a su torpe hijo Alex. Como verán solo mi tía me caía bien, pero tenía que invitar a Alex, que me había invitado a su boda también.

Mi tía Roxana fue bastante empática conmigo, sabia lo de Mili, me dijo que a veces el destino es así, pero que después las cosas mejoran. Creo que a estas alturas sabía de mi secreto con Anita, y también sabía que me entere de su secreto con mi padre en su adolescencia. Así que, entre gitanos no nos íbamos a leer las cartas... ninguno termino con su amor de juventud.

Luego llego, hermosa como ella sola, así como tímida… Pamelita, mi otra prima, hermana de Anita. Ahora usaba lentes y tenía un look de nerd sensual por aquellos carnosos labios. Venía con su novio con el cual ya tenían planes de matrimonio también, según me contaban mis tíos.

-        No puede ser… ¿te casas?… me dijo con sus hermosos y carnosos labios.

-        Si… ya me tocaba Pamelita… le dije.

-        Me alegro primo… luego si puedes le das concejos a mi novio… dijo risueña.

-        Respecto a la boda… o la intimidad… dije bromeando y se sonrojo.

-        La boda… bueno ambas cosas… no le vendría mal… dijo más relajada.

Recordé como con ayuda cómplice de Anita, termine haciendo un trio memorable con ella y Pamelita en el establo de aquella hacienda en el sur. Aquellas épocas de juventud, donde aproveche el incipiente deseo sexual de mis primas, que tenían contenidas en ese pueblito.

Tras unos años, recibimos a Pamelita en casa de mis padres y pude darme el gusto de redescubrir aquella dulce fogosidad de mi prima, que distaba del torbellino sexual que era Anita. Pamelita y sus labios y entrega apasionada, no lujuriosa, calmaron también algunos demonios en mí época de verga loca.

Tras ella venia la reina de belleza de la familia y la más carismática, mi tía Consuelo, que seguía conservándose bien, ya camino a sus 50. Llego con su hijo, que ahora ya estaba en una universidad del norte, también con su esposo, un empresario, y con su pequeña hija.

-        Mi sobrino… el joven bribón… me dijo en voz baja como infidencia.

-        Tía que gusto verla… dije abrazándola.

-        Si… porque ya no vas a tener el gusto de tenerme… me dijo al oído coqueta.

-        Aún tengo esperanzas… dije sonriendo.

-        Bribón como siempre… repuso alegre.

Por un momento hubo una mirada y pequeña risa cómplice, recordando aquel episodio de mi época de verga loca, esa época en que no perdone nada: familia, amigas, etc. Fue cuando mi tía nos visitó en casa de mis padres, y de casualidad (y para mi fortuna) la encontré saliendo semi desnuda de la ducha de mi cuarto... y ya se imaginarán en que termino eso…

-        Que hermosa su princesa… dije viendo a su hija producto de su último compromiso.

-        Gracias… pero a ella, ni la mires… dijo risueña, tratando de espantarme de su hija.

Luego se fue a ubicar un lugar para su familia. Tras ella, a lo lejos vi acercarse un rostro conocido… no puede ser… ¿ella aquí?

-        No pensé que vendrías… le dije.

-        No me podía perder esto por nada… dijo ella.

-        Gracias Viviana… disculpa que yo no fui a tu boda, no lo creí apropiado… me disculpé.

-        No te preocupes, ya paso el tiempo… te mereces ser feliz, yo también lo soy… me dijo señalando su floreciente embarazo.

Tenía apenas una leve barriguita que iba asomando y de la cual recién me percate, me alegre mucho por ella. La felicite y luego a su esposo. Luego sentí un poco de nostalgia, la mente juega trucos a veces, pensé que quizás podría haber sido nuestro… pero ya está, el tiempo puso a cada quien donde debía estar… yo no fui lo mejor para ella por mucho tiempo.

Después, ya a solas, bromeamos con que, si lo nuestro no pudo ser, quizás nuestros hijos tengan mejor suerte. De las mujeres con las que tuve el gusto de compartir parte de mi vida, quizás Viviana fue la que me soporto en mis peores momentos, y la más madura para sobreponerse a todo y mantener su amistad conmigo.

Viviana fue quizás con la que más cerca estuve de casarme, con nuestras idas y vueltas por lo de Mili al inicio. Luego tras retomar la relación, nuevamente la perdida de Mili me afecto y no pude volver a ser el mismo con ella. Viviana se merecía alguien mejor para ella, afortunadamente lo encontró y me sentí menos culpable por todo lo que la hice pasar.

En el camino vi aproximarse a dos viejos conocidos, amigos de universidad y de la vida, Marce y Guille… ya en confianza entre bromas Guille me dijo…

-        Mira, me conozco toda tu historia… solo vine para cerciorarme de que no salgas huyendo… dijo sonriendo.

-        Gracias por todo, sabes que eres como el hermano que no tuve… le dije.

-        Si… ¿Quién más te aguantaría?... dijo Guille

-        A partir de ahora es trabajo de Vale… agrego Marce, así como Guille era trabajo de ella.

Después se fueron buscando a sus dos hijos, que ya andaban haciendo travesuras con los hijos de Anita, Alex y la hija de mi tía Consuelo. Pensar que años atrás andábamos en fiestas con Guille, o con mi prima en encuentros salvajes… ahora ellos eran padres detrás de sus hijos… ya me tocara, pensé.

Solo que viendo a Anita jugar con sus hijos, me di cuenta que tome la decisión correcta al alejarme de ella, aunque ayudo también la amenaza de mi padre. Suerte que no me encapriche con esa relación, ahora la veía convertida en una estupenda madre y era feliz con Pedro.

Luego vi acercarse, en su traje de viuda a mi cuñadita Laurita, todo de negro y no tan ceñido, que como siempre le quedaba genial y sus formas sobresalían del vestido. Parecía de luto por perder a su amante de los últimos años, a su iniciador en artes amatorias (a pedido suyo, no puedo darme ese merito solo).

Quizás aquella vestimenta holgada y oscura, era para no robarle el protagonismo a su hermana, si bien ambas tenían formas envidiables, creo que Laurita había aventajado por poco a Vale en los últimos años.

Laurita había invitado a Kevin para que le haga compañía, ese chico que andaba enamorada de ella, llego a la ciudad esa mañana y del aeropuerto fue directo a la boda. Me imagino que mi cuñadita lo trajo para evitar caer en tentación conmigo en esos últimos instantes y como apoyo ante lo que venía. Lo mando a buscar algo de tomar para que nos deje solos unos segundos.

-        Bueno, como te dije cuñadito… serias un tonto si no te casaras con ella… me dijo Laurita, que parecía haber asimilado lo de la noche anterior, durante el viaje al club.

-        Ósea después de casarme, dejare de ser un tonto… repuse burlonamente.

-        Uhmmm… si sigues cayendo conmigo… si… dijo bromeando.

-        Pero… falto mi despedida… me queje burlonamente.

-        Ya tuvimos muchas… como para varios matrimonios y divorcios… dijo graciosamente.

-        Gracias por todo…

-        Estas haciendo lo correcto… me dijo sonriente con algo de melancolía.

Bueno después llegaron otros familiares y algunos amigos de trabajo que alguna vez tuvimos en común con Vale. Respecto a mi amigo Rubén, él fue reacio a venir, no quiso ver mi suicido, según él, respete su decisión, quizás era el último de mis amigos solteros… sin embargo…

-        Maldito traidor, mira que me haces venir para ver este crimen… Judas… me reprocho.

Si bien Guille era la voz de mi conciencia, digamos como el ángel que uno tiene sobre el hombro derecho… en este último tiempo, Rubén se había convertido más bien en el diablillo sobre mi hombro izquierdo… en vez de reprocharme mis travesuras, me las celebraba.

-        Gracias Rubén, por venir… dije, me hacía gracia su rabieta.

-        ¿Qué me tienes preparado?... dijo mirando alrededor.

-        ¿A qué te refieres? … pregunte confundido.

-        Me debes varios favores… ¿recuerdas?... ¿Cuál es tu suegra?, para darle detalles como perdió su virginidad tu cuñadita… me dijo bromeando.

-        No seas maldito… pero si… invite justo a una bibliotecaria joven, creo que te puede interesar… tuvo una relación fallida a distancia…

-        Si… si… me interesa… dijo desesperadamente, no quería pasar solo la boda.

Había invitado a la señora de la Biblioteca (Fátima) y a su joven asistente (Emma), por suerte vinieron. Soy un mal cupido, pero mi idea era intentar emparejar a Fátima con el viejo militar y a Emma, la joven bibliotecaria, con Rubén.

Me di un tiempo antes de la ceremonia para presentarlos. Emma había venido guapa, como siempre con sus pantalones apretados, mostrando su gran atributo: sus anchas caderas… cosa que Rubén aprecio mucho, volteo a verme, levantando el pulgar… le devolví el like.

Nunca le comenté a Rubén respecto a mi furtivo encuentro con Emma en la biblioteca (otro de mis episodios de mi época de verga loca). Rubén parecía de esos que, si algún conocido ya estuvo con esa chica, no querían nada con ella o si lo hacían, siempre sentían la sombra del ex.

No quise invitar a mis amigas de colegio o trabajo, también había tenido encuentros furtivos con ellas en mi época de verga loca, algunas aún me mandaban indirectas, casi acechándome, como esperando que termine con Vale para intentarlo de nuevo conmigo. Así que preferí evitarme problemas en la boda… suficiente con mi cuñadita y algunas de mis antiguas tentaciones.

Tras recibir a los invitados, Vale se fue a terminar de arreglar y poner el vestido con ayuda de mi madre, mi suegra y Laurita. Como sabrán, en la creencia, era de mala suerte que la viera, así que fueron a una cabaña que alquilamos, mientras yo fui me iba ir a otra a terminar de arreglarme y… esperar el momento de mi sentencia.

Curiosamente las cabañas que nos asignaron, fueron las mismas que ocupamos años atrás, cuando intente y logre recuperar el amor de Mili. Mientras Vale, su madre y mi cuñadita estaban en la cabaña que ocupe con Guille. Yo más bien me encontraba en la cabaña que ocuparon Vane y Mili aquella vez.

Sin embargo, antes de irme a la cabaña, Anita se me acerco sigilosamente, como para transmitirme un secreto o infidencia. Se había tomado muy en serio su papel de detective, intentando descubrir quién podría oponerse a mi boda.

-      Juan… me dijo en secreto.

-      Dime Danny… repuse corrigiéndola.

-      Ay… la mayoría en la familia te decimos Juan… ahora vienes con eso de Danny… me dijo en gracioso reproche.

-      ¿Qué paso?... dije cediendo.

-      Creo que ya la descubrí… repuso Anita seria.

-      ¿A quién?

-      La chica que va detener tu boda… ahí está… esa jovencita de negro… dijo Anita apuntando con la mirada.

-      Ah… ella es mi cuñada Laura… le dije, mierd… que tal radar de Anita, la descubrió.

Quizás las miradas amorosas de Laurita y su melancolía por momentos, le recordó a Anita sus propias expresiones mientras visito la casa de mis padres o cuando fui a verla en la hacienda familiar del sur.

-      Está linda la muy condenada, lo reconozco… oye… creo que… se parece un poco a mi… bueno en mis años mozos… dijo reflexiva.

-      Ósea hace ufff… dije bromeando, habían pasado más de 15 años de aquello.

-      Oye, que no fue hace mucho… bueno, después de 3 hijos que esperabas… decía como justificándose.

Claro que, ya las formas de Anita no eran del todo parecidas a las de mi cuñadita que era mucho más joven que ella. En realidad, con la maternidad a Anita le creció un poco más el busto, no conservaba su estrecha cintura, pero mantenía su trasero abultado. Ahora usaba ropa más suelta para tratar de disimular sus kilitos de más.

-      Ay primo… ¿no me digas que?... me dijo inquisitiva Anita.

-      ¿Qué cosa?... pregunte.

-      No te hagas… conozco tus gustos… me dijo en gracioso reproche.

-      No… no pasó nada… repuse intentando disimular.

-      Uhmmm… no te creo… solo espero que lo que hayas hecho, lo hayas terminado… me dijo seria mirándome a los ojos.

-      Si… todo cerrado… dije para tranquilizarla (solo que hace pocos minutos).

-      ¿Ves?... te conozco… lo sabía… sabía que habías caído con esa niña… también esta regia la muy maldita… dijo apreciando sus formas.

-      ¿Qué esperabas?... se parece a ti… le dije para halagarla y que se calme.

-      Si… siempre tuviste buen gusto… me respondió de manera cómplice.

-      ¿Habrá una casita en un árbol por acá?… pregunte coqueteando.

-      Primo… no cambias… pero me gusta que sigas intentando... repuso riendo.

Parte de la coquetería femenina, su ego se reconfortaba sabiendo que su presencia aun podía causar ese tipo de ganas de hacer locuras y que, a pesar del tiempo, nunca olvide nuestra historia juntos. Sonreímos recordando nuestras buenas épocas, nuestras travesuras en casa de mis padres o en la hacienda en el campo…

-      Ay primo… Valeria es una linda chica… deja de meterte en problemas… me recomendó.

-      ¿Concejo de mujer casada?… repuse bromeando.

-      Bueno si… que no he vivido con Pedro, épocas buenas y malas… pero siempre juntos… con nuestros hijos… repuso amorosa.

-      Si… después de la tormenta… viene la paz… le dije nostálgico.

Lo dije más que nada, recordando las penurias que pasaron mis tíos, Anita y Pedro en esa hacienda… sin embargo parecía que Anita lo entendió de otra manera.

-      Cierto… primo… lamento de lo tu chica… Mili… dijo Anita abrumada.

-      Ay mi madre… se lo cuenta a todos… repuse aburrido.

-      Ella se preocupa por ti… era muy linda Mili, más que nosotras… dijo reflexiva.

Entendí que se refería a que Mili fue más linda que Laurita, Pamelita y Anita. A este punto me imagine que mi madre también aprecio a Mili por cómo me hizo sentir mientras estuve con ella. Tanto que aún conservaba algunas de sus fotos y se atrevía a compartirlas con Anita, para que ella supiese como era Mili.

-      Que en paz descanse… agrego Anita con graciosa solemnidad y me abrazo.

-      Gracias prima...

-      Lo cierto es que me alegro que te cases… no lo arruines… insistió.

-      Ya me dirás como haces para mantenerte monógama… repuse intentando bromear.

-      Ay primo… si supieras… creo que con el único que me hubiera atrevido a engañar a Pedro, seria contigo… dijo más risueña.

Quizás de las presentes, aparte de Laurita, mi otra gran tentación era mi prima Anita. No la veía hacía mucho tiempo. La nostalgia, el cariño, la confianza y la compatibilidad se hacía evidente en esas conversaciones que teníamos… el diablo es puerco y mi prima, a pesar de todo, sigue siendo una magnifica tentación.

Aquel reencuentro también había despertado nostalgia en ella, como para dudar en serle infiel a su esposo tras 3 hijos. El reencuentro con el primer amor, le movió un poco el piso, lo notaba y no puedo negar que a mí también. La miraba sin evitar sonreír, como joven enamorado, tampoco podía evitar coquetearle, ni ella a mí.

Nos habíamos despedido jóvenes, muy abruptamente tras ser descubiertos por mi padre y tras recibir su amenaza de no acercarme a ella. Quizás no cerramos bien aquel capitulo, con las explicaciones del caso, solo lo enterramos y ya.

Tras ese episodio, no volví a ver a Anita, me concentré en mis estudios, luego conocí a Viviana que me trajo paz, después a Mili que fue una tormenta de emociones, luego mi periodo de verga loca, tras eso nuevamente intenté con Viviana, hasta finalmente caer con Vale y su hermanita.

En todo ese tiempo mantuve poco contacto con Anita por teléfono. Llamadas por cumpleaños y fiestas, el nacimiento de sus hijos. Pero usábamos un lenguaje más coloquial y formal, quizás para no romper la armonía de aquellos recuerdos o de la familia que ahora tenía. Nuestro lenguaje iba lejos de aquellas indirectas o insinuaciones sexuales de nuestra juventud.

Últimamente con las redes sociales y de comunicaciones, manteníamos más contacto, pero Anita no era muy asidua a esas cosas, quizás andaba más ocupada con sus hijos, las labores del hogar y del campo.

Tal vez por ahí iban mis sueños y/o pesadillas también, nunca tuvimos oportunidad de hablarnos frente a frente, como ahora, al menos para bromear y limar tensiones. Nuestras vidas se fueron distanciando, cada quien tomo su rumbo, con sus parejas, familias, trabajos, etc.

-      ¿En serio?... pregunte incrédulo, de que solo conmigo engañaría a su esposo.

-      Dije hubiera engañado… tiempo pasado… a estas alturas… ya no creo… dijo suspirando, intentando alejar cualquier recuerdo que le haga dudar de hacerlo.

-      Lástima… dije guiñándole un ojo.

-      Oye… que te vas a casar… bandido… me dijo sonriendo y se fue guiñándome un ojo.

Así nuevamente sellaba nuestro viejo secreto, con aquel guiño de ojos de muchos años atrás, marca memorable de aquella historia…

-        Ahora está casada y con hijos… respétala… me dijo despertando graciosamente mi conciencia… a lo que repuse… Vamos, ya sabes que eso no funciona con ella, solo cállate… que me voy a casar….

Me fui a mi cabaña, al ingresar algo de nostalgia me dio. Recordé como por error y ebriedad poseí a Vane ahí, y luego como me reivindique con Mili. Me hizo gracia ver, que el lugar por el que me escabullí, esa media puerta, nuevamente lucia descolgada.

Con el paso de los años, cuantos jóvenes amantes se habrían escabullido por ahí, hasta soltar nuevamente sus maderas. Luego hablaría con el viejo militar para que sus asistentes le den una refacción a esa puerta… o… mejor no… que siga cumpliendo su función de unir amantes.

Me recosté en la cama unos instantes, total aún tenía tiempo, alistarme me tomaría unos 5 minutos (los hombres saben a qué me refiero), mientras que vale tenia para un buen rato (las mujeres saben a qué me refiero).

Me embebí en tantos recuerdos de mi soltería, con Mili (que en paz descanse) y con Vane (que desapareció de mi entorno). Luego con las que vi en la recepción: Viviana y su embarazo, Pamelita y su compromiso… y sobre todo Anita con su familia.

Aparte, me quede pensativo con aquellas deducciones que había hecho Vale a partir de chismes o historias familiares. Había descubierto de Vivi, Mili y Vane, incluso lo de Anita. Entonces ¿Que tanto faltaba para que pudiera descubrir lo de Laurita?

Estaba sumido en esos pensamientos, hasta que escuche un golpe en mi puerta, aún era muy temprano para la ceremonia, me pareció raro.

-        Vaya… ¿Qué haces aquí?... pregunte incrédulo.

-        ¿Sorprendido?... dijo sonriendo.

-        ¿Me vienes a dar mi despedida?… pregunte curioso.

Continuara…