Mi cuñadita Laurita (28)

Sueños de fuga

Habíamos pasado en los últimos años de los juegos de iniciación sexual, a los encuentros cada vez más pervertidos. En ese tiempo Laurita había pasado del capricho por ser desvirgada a la sumisión por ser vejada como perra. Mi cuñadita había aceptado su rol en esta historia, como mi amante, incluso aceptando que solo podía compartirme con su hermana.

Ante la cercanía del matrimonio, quizás agobiada por lo que sentía, se había escapado de su ciudad para venir a verme y tratar de cerrar su historia conmigo. Sin embargo, le habían ganado sus sentimientos y confesado su amor… eso lo entendía… pero ahora me pedía abandonar a su hermana, a pocos días de la boda…

-        Mira… no es fácil… lo que me pides… dije intentando hacerla razonar.

-        ¿Ves?... te estoy haciendo dudar… dijo llorosa, luego agrego… no debí haber venido.

Parecía que me había estado probando, no solo en las dunas sexualmente, sino mi disposición para ver hasta donde me había enganchado o que tanto había comprometido el futuro de su hermana… seguía sollozando cubriéndose el rostro.

-        Vamosss… le dije intentando animarla.

-        Si… es solo que… me confeso.

-        ¿Qué paso?... pregunte queriendo entender.

-        Te am… dijo inicialmente, pero se contuvo.

Luego intento no repetir esa palabra, para no ahondar más ese sentimiento y que no cale en su alma… solo se limitó a decir….

-        Te quiero mucho… has sido mi primer hombre… me has dado más placer del que imagine o que podría contar… pero…

-        ¿Pero qué?...

-        Amo más a mi hermana… y me siento fatal por haberle hecho esto… dijo llorando.

Si bien la noche anterior, me pareció que se iba quebrar cuando me confeso que se sentía mal de hacerle eso a su hermana. Quizás en ese momento, tras ver la soga, pudo más su morbo y fantasía de ser atada, o hace unos minutos en las dunas, con el paisaje y las declaraciones de amor se le olvido…

Ahora, sobre todo tras la llamada, nuevamente la conciencia la invadía… como a mí me invadió en mis sueños. Después de todo, somos humanos… con nuestras dudas, culpas y miedos… todos tenemos nuestros momentos.

-        Ay Laurita… esto fue algo que paso sin querer… dije intentando calmarla.

-        Fue mi culpa… yo te provoque… en tu depa, insistí en que fueras mi primer hombre… ya te hubieras casado con mi hermana, sino fuera por mi… dijo apenada.

-        Tampoco es así… yo también quise que pasara, no es solo culpa tuya… y bueno… a fin de cuentas… me voy a casar con Vale…

-        Es que no entiendes… repuso volviendo a llorar.

Bueno en parte era culpa mía, deseé a mi cuñadita desde que la vi con los senos al aire, no me opuse a desvirgarla. Incluso en cada viaje me fui quedando más, la fui sometiendo y volviendo adicta a aquellos placeres, cada vez más retorcidos en las maneras de poseerla…

Era fantástico poseerla, su entrega, su juventud, su cuerpo, su sumisión, sus gemidos, lo prohibido… pero tras todo eso, siempre volvíamos a la realidad. Ella a kilómetros de distancia en su pueblo con su madre y sus pretendientes… y yo en mi ciudad viviendo con Vale…

-        Entonces explícame para que entienda… le dije.

-        Vale ha sido como mi madre… me respondió con los ojos enrojecidos

El padre de Laurita apenas se hizo cargo de ella en los primeros meses, luego las abandono. Su madre tuvo que salir a trabajar para mantenerlas, no tenía como para contratar a alguien que las cuide. Así que Vale siendo niña tuvo que asumir ese rol de madre, cuidar a Laurita y no solo eso, enseñarle a caminar, sus primeras palabras, hasta usar cubiertos.

Cuando Vale iba al colegio, dejaban a Laurita con una tía suya que también tenía hijos. Al volver Vale del colegio, repartía su tiempo entre sus tareas y el cuidado de su hermana. Posteriormente cuando Laurita fue al colegio, también le ayudaba en sus tareas.

Me conto que incluso, que hace poco su tía le hizo recordar, que a la primera que le dijo mama fue a Vale, confundida porque pasaba más tiempo con ella. Tras ese recuerdo, comenzó a ver fotos y recordó lo que había olvidado tras la partida de Vale a la ciudad para trabajar.

Aun ahora Vale seguía comportándose como su madre, enviándoles dinero para que nunca les falte nada, comprando un terreno y dándoles una casa. En parte ahora entendía, el porqué de aquella madurez de Vale, su nobleza… y yo también me sentí una mierd… era una buena mujer…

-        En algún momento me olvidé de eso… quizás sentí un poco de rabia…

-        ¿Por Vale?... pregunte sin entender.

-        Si… fui una chiquilla tonta, me sentí abandonada… Vale siempre me cuido y fue paciente conmigo… pero me dejo con mi madre que era más estricta, impaciente, colérica...

-        Debes entender que tu madre paso muchas cosas malas con sus parejas… lo único bueno de eso, fueron ustedes… le dije.

-        Lo se… he pensado mucho en eso estos meses… no debería seguir haciendo esto… pero aquí estoy… sigo traicionando a mi hermana, mi madre… dijo lagrimeando.

Tras aquella confesión, de haberse sentido abandonada, llegue a pensar que fijarse en mí, había sido como la revancha o venganza de Laurita. Pero verla llorar amargamente, me devolvió a otro escenario… una cosa era ser una adolescente despreocupada y coger para complacerse, otra era ser una adulta consciente de sus actos y consecuencias…

En los últimos meses Laurita había dejado de ser esa niña ingenua que cogía solo para experimentar... cada vez era más mujer, había madurado al punto de trabajar y estudiar siguiendo el ejemplo de su hermana. De aliviarle la carga económica a Vale, que había invertido mucho en la casa y seguía enviándoles dinero, ahora en menor cantidad.

Si bien Laurita aún no se despegaba de mí, es decir mantenía esa fijación conmigo, esa obediencia y sumisión a entregarse a mí… cada vez era más consciente de que no era correcto, de que no era leal con Vale que la crio… cada vez esto la atormentaba más.

Yo que creí que era el único que se hacia un mundo por estas cosas… a veces no es tan simple como desconectarse y coger… en el momento te gana el morbo, la pasión, la lujuria… pero tras eso, a algunos (no sé si a todos) nos viene la conciencia a atormentarnos…

Lo que para Laurita fue un juego de exploración al inicio… ahora con cierta madurez, le era placentero pero frustrante.

-        Lo siento cuñadito… no quise malograr este fin de semana… tu despedida… me dijo.

-        No, no… está bien… veo que son muchas cosas que tenías guardadas… es mejor que lo desfogues… hace bien hablarlo…

-        Si… tienes razón… me siento mejor… dijo limpiándose las lágrimas.

-        Ósea yo también paso por esos dilemas cuando estoy contigo… me encantas, pero sé que Vale es una buena mujer y no se merece esto… pero no…

-        No puedes detenerte… dijo completando mi frase ante mi dubitación.

-        Exacto… lo entiendes… dije aliviado.

-        Si lo se… dijo reflexiva.

Luego nos abrazamos, éramos dos amantes conscientes del lio en que estábamos metidos, adictos mutuamente a hacerlo a escondidas y de las formas más retorcidas… pero en algún momento tenía que acabar... la conciencia cada vez molestaba más y el futuro (mi boda) cada vez se acercaba más y nos alejaría más…

-        Estas haciendo lo correcto… mi hermana es la mejor… yo encontrare mi camino…

-        Hablando de camino… debemos volver… le dije.

-        Si es cierto… me dijo melancólica.

Nos dimos un tierno beso y una mirada que lo decía todo… desde un te amo, hasta es momento de volver a la realidad. Almorzamos lo que pudimos, ya que con esa platica, se nos había quitado el apetito. Solo nos mirábamos de rato en rato y sonreíamos… todo lo que tenía que decirse, se dijo, no había cosas sin explicar o entender.

Subimos nuestras cosas a la camioneta, nos quedamos un instante viendo aquel alejado paraje, medio desértico. Contemplamos aquellas dunas, testigos de nuestra última muestra de devoción sexual y amor apasionado… nos dimos un abrazo y un beso, como intentando grabar aquel recuerdo en nuestra memoria, y sellar así aquella despedida de mi soltería.

Inicie la marcha de retorno y Laurita se quedó dormida al poco rato en el asiento de copiloto. Me imagino que era la suma todo el estrés y fatiga física del viaje, de las emociones vividas sobre todo en el último día con esas declaraciones.

Mientras yo manejaba, me quede en la cabeza con aquella propuesta descabellada de huir juntos. Cada salida de la carretera era una oportunidad para poner en practica esa idea. Creo que llegue a hacer un ademan en algún momento.

-        No lo hagas cuñadito… me dijo Laurita, que parecía haber salido de su somnolencia y entendiendo mi obrar.

-        Entonces… ¿estamos bien?… le pregunte.

-        Claro que si… ya te dije… que estás haciendo lo correcto… me dijo más tranquila, parece que esa siesta había aliviado aquellos demonios y dudas que tuvo.

Tomo mi mano con cariño, la beso, luego la paso por su mejilla para sentir su calidez. No me quería distraer mientras manejaba… no al menos, en ese momento.

-        Tampoco te hubiera seguido… aunque me secuestres… dijo dramática, a pesar que ella fue la de la idea, con eso sentía que daba por concluido sus sueños de fuga.

Hice una pequeña mueca de fastidio y me intenté arreglar el short que tenía. En realidad, aquellas continuas fricciones, sobre todo la última, habían dejado mi verga maltrecha, sentía un poco de ardor y fastidio por el contacto con la ropa. Incluso, antes de salir, me había quitado la ropa interior, solo tenía el short y aun así me sentía fastidiado.

-        Pobrecito… te exigí mucho cuñadito… a mí también me arde mi culito… no me puedo sentar bien y apenas si pude descansar del cansancio… dijo también incomoda.

-        Si lo se… no te molesta si… si me libero un poco… le dije, haciendo alusión a liberar a mi verga del short para que se refresque con el aire.

-        No… para nada… ya lo conozco bien… me dijo sonriendo.

Traía una bermuda de playa, de estas que tienen tela adherente en la bragueta, me estacione a un lado unos segundos, libere la herramienta flácida y aun enrojecida… y sentí frescura en mis intimidades, ante las burlonas risas de mi cuñadita.

-        Ay… mira cómo te deje cuñadito… me dijo viendo verga desfalleciente.

Proseguí la ruta de regreso, con Laurita dando miradas a mi verga de cuando en cuando, de a pocos fue dejando la risa. Si antes me tomaba la mano, ahora acariciaba mi pierna, mirando por la ventana… no sé si buscaba respuestas o quería darse ánimos para lo que iba hacer…

-        Bueno… ya sé cómo congraciarme cuñadito… con tu permiso… me dijo animada.

-        Eyyy… pero que… cuidado… mierd… ufff… dije sorprendido.

Parecía que mi verga había llenado las pupilas de mi cuñadita, sus pensamientos también desde que la vio liberada… y ahora estaba llenando… su boca.

-        Uhmmm… que delicia… como siempre… decía lamiendo mi verga que iba endureciendo.

Al principio al ver su reacción rápida, desde la ventana, mirando de reojo para luego abalanzarse sobre mi verga… perdí un poco el equilibrio del auto, invadí el carril contiguo, para mi suerte no había ningún auto ahí… solo venía detrás un vehículo a buena distancia… que luego me rebaso y me hizo una seña con el dedo medio, como para que tuviera más cuidado.

Sin embargo, la que no tuvo cuidado era mi cuñadita… que hizo esa temeraria maniobra de improviso, quizás ya había visto por el retrovisor que no venía ningún auto cerca… o tal vez solo le gano su deseo, su excitación de poseer a mi verga, so pretexto de congraciarse.

-        Uhmmm… Que dura la tienes cuñadito… decía Laurita succionando mi verga.

-        Mierd…. Uhmmm… si… así está bien… decía yo complacido acariciando sus cabellos.

Para mi fortuna, manejaba una camioneta con caja de cambio automática, así que no necesitaba hacer uso de la palanca de cambios. Por mi altura, manejaba con el asiento más retrocedido de su posición promedio, dando espacio entre el volante y yo. Laurita aprovecho justamente esa distancia, no sé cómo, para acomodarse entre la palanca y el timón y asirse a mi verga, como si fuera una sanguijuela.

En un primer instante mi reacción fue querer alejarla para que no me distraiga, luego vi que sus caricias tenían un efecto relajante y lubricante sobre mi verga ardiente y la deje obrar a su gusto, despacharse con mi tieso pene. Ese día Laurita ya había satisfecho sus dos agujeros, solo le quedaba darse gusto con la boca.

-        Tú me lo hiciste… ahora tu lengua me lo va curar… dije febril.

Las fricciones con su arenoso ano, en mi desesperado intento por destrozarle el culo, habían terminado con mi verga casi con quemaduras, bueno así lo recuerdo o quizás exagero. El tema es que sentía que Laurita debía aliviar mi ardor con su boca, lengua y saliva como humectante.

-        ¿Qué?... ughhh… ufff…. ughhh… exclamaba Laurita ahogadamente.

Había tomado un mechón de su cabello para asirla bien, y empuje su cabeza hasta que mi verga se incrusto en su garganta. Así como ella me sorprendió con su accionar, yo la sorprendí con esta maniobra. Al inicio pataleo un poco, pero luego se fue acostumbrando a respirar así.

En sus movimientos, por momentos Laurita movía la palanca de cambios pasando a modo sport, haciendo un poco instable el manejo. Por lo cual decidí aparcarme a un lado mientras Laurita terminaba su labor, no vaya ser que terminemos teniendo un accidente.

Solo una vez, con unos tragos encima (no ebrio), manejando de madrugada por las calles vacías de mi ciudad, en mi época de verga loca, deje que una compañera de trabajo, Lucy, me succionara la verga mientras manejaba camino a su casa.

Eso es diferente a manejar en una carretera de día a más 100 km/h, no me imaginaba aparecer en las noticias, accidentado con mi cuñadita con la boca llena hasta mis huevos por lo violento de un choque… menos aun que Vale se entere y me vaya a rematar al hospital.

Graciosamente, otra camioneta que venía detrás, al verme seguramente en un recorrido tambaleante y luego estacionarme. Paso por mi lado a menor velocidad para ver si estaba bien… era un grupo de adolescentes con pinta de universitarios… que al verme festejaron, entre gritos, felicitaciones y risas… para mi suerte no se detuvieron a tomar fotos ni nada, pasaron de largo.

-        ¿Qué fue eso?... dijo asustada Laurita temiendo ser descubierta.

-        No importa… tu sigue… le ordené y volví a clavarle mi verga hasta la garganta.

-        Ughhh… siii… Uhmmm… ¿qué pasa? ¿no me lo quieres dar?... decía decepcionada.

Estos adolescentes con sus gritos me habían hecho volver casi a cero, cosa que no le gustaba a Laurita que ya quería tener mi leche en su boca. Ahora que estábamos detenidos, se acomodó mejor y comenzó a usar sus manos para incentivarme más. Tampoco nos convenía estar mucho tiempo parados, que alguien más nos vea o que se nos haga tarde para su vuelo.

-        Uyyy caraj… has aprendido bien… dije acariciando sus cabellos y viendo que sus nuevas maniobras comenzaban a surtir efecto.

-        Tuve el mejor maestro… me dijo sin dejar de pajear y succionar mi verga.

Era una delicia, verla subida de rodillas al asiento del copiloto, con su gordo trasero hacia la ventana, su oscuro vestido se iba remangando en su espalda, dejando ver sus gordas nalgas, también sin ropa interior, para evitar la fricción con su adolorido ano.

Fui estirando mi brazo, para acariciar esas redondas y bronceadas nalgas que me hacían llegar como loco. Estas caricias incentivaron más las maniobras de Laurita, se desvivía succionando y pajeando mi verga, pasando su lengua como queriendo curar mi ardor, besando la cabecita de mi verga con sus carnosos, rojizos y ahora melosos labios…

-        Uyyy… Laurita… cuidado… ufff… ufff… dije temblando de placer.

Todo ese espectáculo me había llevado al clímax final. Quise advertirle a mi cuñadita para que se trague toda la leche y no se manche. Pero en un último arrebato de perversión, Laurita se alejó de mi verga, solo la contenía con una mano, para evitar que se desboque.

-        Uyyy… mierd… que haces… ufff… ufff… exclame sorprendido de su accionar.

Laurita dejo que mi leche le bañe todo el rostro, mientras sonreía maliciosa y lujuriosamente, casi reía, quizás lo vio en algunas de las películas que encontró en internet. Esa imagen morbosa de mi cuñadita con mi leche en sus mejillas, labios, barbilla, hasta parpado, termino por sacarme unas descargas adicionales, que esta vez sí recibió en la boca.

-        Uffff… eres la mejor… ufff… no creí… diablos… ¿hay más?... dije no dando fe.

-        Siii… ahora me vas a dar más y me lo voy a tragar todo… dijo con expresión enfermiza.

Laurita con el rostro embadurnado de mi semen tibio, se engullo nuevamente mi verga. En poco tiempo llego a sacarme una segunda descarga. Sentía que me orinaba y ella lo succionaba sin desprenderse un segundo de mi verga. Nuevamente temblé de placer, mis piernas y espalda se contraían, luego me relaje… sentía que me había dejado paralitico.

-        Buen chico… me diste toda tu leche… dijo graciosamente hablando con mi verga.

Ahora parecía que el sumiso había sido yo y que Laurita me había ordeñado mi leche a placer. Mientras recobraba mi respiración y la sensación en las piernas, Laurita se pasaba la lengua y se metía las gotas de mi leche en la boca, casi como una gata limpiándose…

-        No seas mala… no hagas eso… Uyyy… dije, ya era mucho estimulo visual.

Eso me hizo votar unas ultimas gotas que ella se dedicó a lamer en la cabeza de mi verga, con una sonrisa coqueta, sabiendo todo lo que me había excitado y el máximo placer que me había dado. Mi cuñadita actuaba más segura y sin pudor conmigo, en esa última eyaculación que me saco… como para que tampoco me olvide de sus labios… me dejo otro grato recuerdo.

-        Cuñadito… ¿estás bien?… me pregunto entre burlona y preocupada.

-        Dame unos minutos… me has dejado cojo… dije completamente relajado.

Me sentía como Laurita después de que le hice el amor en las dunas, en un estado zen de relajación. Mi cuñadita me dejo descansar y disfrutarlo a un lado de la carretera. Luego entre en cuenta que se hacía tarde, me cambie como pude, me puse un buzo, no iría al aeropuerto con esa bermuda melosa de mi semen.

En el camino Laurita se miró en el espejo del copiloto y se fue limpiando con unas toallas húmedas los restos de leche en su rostro, que ahora parecía brillar, más que por el semen por su sonrisa complacida por su ultima travesura. Luego se echó algo de perfume para disimular el olor a mi leche, ya me imagino que en el aeropuerto si había tiempo se lavaría debidamente.

El resto del viaje transcurrió en paz, teníamos ambos una sonrisa de oreja a oreja, creo que fue una buena manera de cerrar eso, evitamos comentarios de los días pasados o sobre los días futuros… solo nos mirábamos y sonreíamos, de cuando en cuando tomados de la mano.

Llegamos apurados al aeropuerto, ya casi sobre la hora, no hubo mayor tiempo para una travesura como las que tuve con Mili, buscando algún baño o lugar libre para una última despedida, que en realidad era prolongar la agonía. Quizás fue lo mejor, llegamos casi corriendo a la zona de embarque… apenas teníamos unos minutos para una despedida.

-        No Danny… mejor no digas nada… me vas a hacer llorar… me dijo con los ojos brillosos, viendo que no encontraba las palabras para decirle todo lo que sentía.

-        Bueno… tú ya sabes todo… no es necesario decir nada… le dije, nuestras miradas lo decían todo.

-        Gracias por todo… me dijo abrazándome, casi aferrándose a mí.

-        No… gracias a ti… eres la mejor… le dije intentando no lagrimear.

-        Lo se… me dijo burlona, alimentando su ego.

Nos miramos un rato, no nos importó estar en medio de la gente o que alguien nos pudiera ver… nos dimos un beso de despedida, más que pasional, fue un tierno beso de enamorados… como un hasta pronto… aunque sabíamos que la próxima vez, ella volvería para mi boda.

Después de tiempo, años en realidad, me quede pensativo viendo a mi cuñadita ingresar a la zona de embarque, volteando de cuando en cuando a sonreírme por momentos feliz y por momentos triste. Me imagino que para ella era una mezcla de sentimientos por mí y su hermana.

Esa imagen me trajo recuerdos… pensar que aquí deje ir a Mili, aquí deje partir a la que fue el gran amor de mi vida… asociando esa idea pasada con el presente, me asalto una duda… ¿estaría nuevamente dejando partir al amor de mi vida? ¿estaba haciendo lo correcto?... es decir, al dejar que Laurita se vaya, como deje irse a Mili… ¿me arrepentiría de eso?...

-        Así que esa era tu cuñadita... Oi una voz detrás de mí.

-        Mierd… casi me matas del susto… dije reconociendo la voz y volteando a ver.

-        Vaya que está muy… pero muy… buena tu cuñadita… dijo mirándola de pies a cabeza, mientras Laurita desparecía por la puerta de embarque.

-        Ya Rubén, tampoco exageres… le dije, como para que deje de ver con esos ojos pervertidos y la lengua afuera a mi cuñadita.

-        Maldito suertudo… me recrimino.

Tanto que había temido que en el viaje desde el sur que alguien me reconozca, así como mi vecina lo hizo. No me percate que había mayor probabilidad de ser descubierto en ese aeropuerto. Para mi fortuna, me descubrió mi único amigo soltero que aún me guardaba ese tipo de secretos.

Ya luego Rubén me explico que también andaba de paso, dejando a un familiar que volvía al extranjero. Igual no quise fiarme de su silencio, conociendo que podía ser bromista e impertinente, incluso con Vale al lado, las pocas veces que nos encontramos, ya que vivíamos relativamente cerca.

-        Oye… nada de hacer comentarios o referencias a esto… ya sabes frente a Vale… le dije.

-        No te preocupes, “los amigos no tenemos memoria”… dijo entre solemne y burlón.

Me hizo gracia aquel comentario que parecía sacado de un club de mujeriegos anónimos, al menos con eso me sentía más tranquilo. Ahora la pregunta era si tendría esa tranquilidad en mi casa… al volver con Vale… tras ese intenso fin de semana.

Pensando en eso, caí en cuenta de ¿Cómo le explicaría a Vale que mi verga parecía fundida?, que mis genitales estaban secos, después de metérsela por todos los agujeros y posiciones a su insaciable hermanita. Tenía que mantenerme alejado de ella y de la intimidad unos días para recuperarme y que no se dé cuenta… algo me inventaría…

Aparte de eso… sentía como si volviera de un retiro espiritual o de una de esas clínicas de desintoxicación… pero el resultado era diametralmente opuesto… en vez de haber sanado mi alma la había comprometido más… en vez de desintoxicarme, me había intoxicado con otro amor.

Al igual que cuando Laurita me confeso su amor… esperaría a ver cuál sería mi primera reacción al ver a Vale… dicen que la primera reacción es la más honesta… si sentía el amor que le profesaba a Vale y por el cual le había pedido matrimonio… o si las cosas habían cambiado tras ese fin de semana alocado y de descubrimiento sentimental con su hermanita…

Tras eso… ¿seguirían latentes los sueños de fuga?...

Continuara…