Mi cuñadita Laurita (27)

Fuego y arena...

Quizás Laurita intuyendo mis tribulaciones, ya saben, a veces las mujeres son perceptivas, parece que son como Jedis, sienten una distorsión en la fuerza y por eso muchas veces nos descubren secretos o nos hacen confesar cosas.

Mi cuñadita sintiendo que me había causado una confusión respecto a mis sentimientos por ella y su hermana, saliendo de su placentera abstracción. Volteo a verme de manera cariñosa y me acaricio el rostro.

Quizás sintiéndose un poco culpable de haberme llevado a esa confesión extrema, decidió de alguna manera buscar congraciarse conmigo y hacerme olvidar lo que me hizo decir.

-        Qué pena cuñadito…

-        ¿Por qué?

-        No te hice llegar… dijo intentado cerrar aquella placentera experiencia y no generarme más confusiones.

-        No… estoy bien… no te preocupes… le dije más calmado.

Laurita se echó boca abajo a mi lado, aun con la falda levantada. Recordé la foto que me envió el día anterior, levantando las nalgas y que me hizo volver rápidamente al hotel. Laurita noto como observaba sus abultados glúteos, ya que el viento había levantado más su vestido.

Era un espectáculo magnifico sus gordas nalgas, formando como dunas con esa maravillosa raja de su culo… ella sonrió coquetamente al ver que disfrutaba sus formas, quizás no solo con morbo sino también con cariño.

Como el día anterior, en la foto… levanto un poco las nalgas para hacerlas ver más enormes y que la raja del su enorme rabo se acentuara, para dejar liberado a su flexible ano… también para provocarme y quizás congraciarse…

-        Seguro que no necesitas nada… me dijo juguetona, mordiéndose los labios.

-        Bueno… ya que lo dices así… dije más animado.

Ya le había dado placer a su manera… ahora quería dármela a la mía…  tenía la verga algo adolorida, por tantos encuentros... me imagino que el ano de Laurita también estaba maltrecho, pero queríamos sacarle el jugo a esos últimos instantes solos.

Como dije, ya estaba hecho … dejar de poseerla en las dunas, no borraría todo un fin de semana de salvajes encuentros, menos aún los últimos meses o años de adestramiento sexual de Laurita, menos aún le devolverían la virginidad de todos sus agujeros que inaugure…

Lo gracioso es que aún seguía desnudo desde el encuentro anterior, solo me había echado a descansar a su lado. Así que solo me tuve que ubicarme encima de sus enormes nalgas con mi verga endurecida… mientras Laurita sonreía complacida.

-        ¿Por dónde?... me atreví a preguntar viendo su ano enrojecido y áspero.

-        Por donde quieras…

-        ¿Segura?... repregunte para no sentirme culpable.

-        Si… solo hazme tuya… me dijo relajada, seguramente intuyendo mi elección.

Puede decirse que era la opción obvia… ya había satisfecho su húmeda vagina de manera mas que amorosa, solo quedaba su maltrecho agujero… para que se vaya con el ano reventado y nunca me olvide… pensé…

-        Uhmmm más despacio… am… amo… dijo mordiéndose los labios para no decir amor y no atraer remordimientos.

La penetración estaba siendo más difícil, era una fricción algo dolorosa, eche un poco de saliva, quizás la arena que se nos impregno nos jugaba en contra. Aun así, contra viento y marea estaba decidido a romperle el culito a mi cuñadita por última vez…. Al menos eso creía…

-        Ay siii… como me gusta esto… exclamo ahogadamente sin dejar de levantar el culo.

Mi verga la había enganchado hasta las tripas, la piel se le puso de gallina, luego se fue relajando, con su ano latiendo en mi verga. Estaba con los brazos cruzados, sobre su rostro, como descansando en una camilla de masajes… esperando que mi pene la relaje.

-        Que rico sentir tu verga atorándome el culo cuñadito… me dijo suspirando.

-        Tienes un culo maravilloso… le dije embobado.

Sus gordos glúteos se abrían a mas no poder, desde arriba se veía su estrecha cintura como se iba abultando hasta formar esas dos enormes nalgas que me volvían loco… más aun sus muslos carnosos que seguían una forma armónica… con esa sonrisa de niña perversa…

-        Ya me hiciste el amor… ahora... dijo dudando.

-        ¿Ahora qué?... pregunte.

-        Ahora quiero que me revientes el culo…

-        ¿Vas a aguantar?... pregunte incrédulo viendo su ano casi destrozado.

-        Siii… por favor… hazlo… me dijo sumisamente.

Quizás quería que me quede esa imagen de jovencita complaciente, de retorcida sexual que alimentaba mi morbo, para alejarme del conflicto respecto al incipiente amor que sentíamos… o tal vez solo quería que le rompa el culo para que quede ese recuerdo grabado en su memoria para siempre…

No me hice de rogar, tenía la verga endurecida a punto de reventar de aquel espectáculo visual, con mi cuñadita con el vestido rojo suelto, sobre la espalda, mi verga partiendo sus nalgas y su ano enrojecido palpitando ansioso…

La tenía apresada debajo mío, mi cuerpo iba y venía martillándole las nalgas que se enrojecían con el continuo golpeteo, mi verga abría la raja de su culo, clavándose en su ano… a lo lejos la imagen parecía como si la estuviera violando…

Solo que ella lo disfrutaba con su rostro de lado, pasándose la lengua por los labios, para hacerme entender que estaba extasiada con mi verga clavada en su ano… que a pesar del dolor eso también le generaba un inmenso placer.

-        Ohhh… Uhmmm… fuiste el primer hombre que me rompió el culo… dijo ahogadamente.

-        Sí, yo te inauguré tu culito… respondí excitado.

-        Ahora… quiero que seas el último… Uhmmm… exclamo encendida.

-        ¿Qué quieres que haga?...

-        Destrózame el ano… hazme tu puta… tu perra… lo que quieras… no me tengas piedad… me suplico.

-        Como gustes… amor… dije sin pensarlo.

Se me escapo aquella declaración, pensar que Laurita se mordió los labios para no decirlo... y supuestamente el más maduro y experimentado en esto, termina cediendo aquella palabra a un oído joven y enamorado que no tardó en reaccionar.

-        Quee… ohhh… siii… tu amor… Uhmmm… exclamo febril.

Una sola palabra basto para que dejara su actitud dócil, y se convierta en una fiera… busco jalonearme para que la bese con lengua, febrilmente, con una mirada entre poseída y amorosa, dejo su complaciente posición echada y fue tomando su posición de perra.

-        Soy tu perra amor… soy tu perra… Uhmmm… gemía poseída.

-        Si lo eres… le decía jalándole el cabello para que las palabras retumben en su oído.

Laurita se fue abriendo de piernas y levantando más el culo, como para que lo castigue como ella quería… la arena impregnada en nuestro cuerpo hacia que la fricción de nuestras intimidades fuera más ardiente… creo que después de todo, mi cuñadita se iba ir con el ano reventado como quería.

-        Ayyy… mu culitooo… Uhmmm… que rico dolor…. así amor… asiii… gemía enloquecida.

Le estaba castigando el ano vehementemente, veía lagrimear a Laurita, pero resistía arañando la toalla y la arena, con tal de irse como pidió… con el ano destrozado, para que nadie más la someta así…

-        Ay amor… me revientas… Uhmmm… no pares… Uhmmm… exclamaba desfalleciente.

Yo tampoco quería pensar que pudiera haber otro hombre que le pueda dar ese placer que yo le enseñe… me estaba volviendo territorialista…  quizás tenia celos de su futuro lejos de mi… dejarle ese delicioso trasero, esa magnífica entrega, un monumento de mujer ya entrenada en las artes amatoria… dársela a un nerd como Kevin… era un desperdicio…

-        Vas a ser mi perra… y de nadie más… oíste… le recrimine.

-        Si mi amor… solo tuya…. Uhmmm… ouuu….

Sentía húmeda mi verga, pero aun no me venía… mire un rato y aprecie que el maltratado esfínter de mi cuñadita estaba sangrando, quizás mi verga también, por aquella tortuosa fricción… no me importo…

-        Cuando te lo pida… será mi perra… sin importar lo que pase… entiendes… le dije exaltado jalándole los cabellos y haciéndola arquearse a mas no poder.

Quería que este para mí, así sea después de casado, estaba enloquecido. La quería como mi amante, para que satisficiera mi lujuria, mis pervertidas fijaciones anales y de sometimientos, todas aquellas fantasías que no podría tener con Vale… no porque ella no quisiera… sino por el morbo particular que me provocaban las bronceadas formas de mi cuñadita.

-        Uhmmm… si… si… serás mi amor…

-        Y tu amo… le dije volviendo a someterla.

-        Si, si… mi amo… me harás lo que quieras… cuando quieras… Uhmmm… dijo con una sonrisa adolorida y lujuriosa.

Con esa promesa febril de sumisión total, mi verga no soporto más y exploto en su ensangrentado ano… mi leche hirviendo inundo sus tripas… parecía querer formar un manantial, al lado de ese oasis entre las dunas.

-        Uhmmm… ooohhh…. Siii… dijo temblando de placer.

Se dejó caer en la toalla, no le importo que estuviera llena de arena. Estaba devastada luego de sus dos orgasmos (vaginal y anal) de esa tarde. Solo tras unos segundos, en que recupero el ritmo normal de la respiración… que mi verga de deshincho y salió de su maltratado trasero… Laurita reacciono…

-        Nooo… ¿En serio?... exclamo sorprendida.

-        ¿Qué cosa?... pregunte sin entender.

-         Me reventaste el culo… ouuu… se quejó graciosamente.

Primero se sobo sus gordas nalgas con una de sus manos, luego se pasó los dedos por su adolorido ano, sintió y vio la sangre que manchaba su esfínter, debido a la fricción y la arena que empeoro la situación.

-        Eso me pediste no… dije burlonamente.

-        Jajaja… lo tomaste muy literal… dijo risueña.

-        Bien que te gusto… le respondí

-        Siii… mucho… dijo dándome un beso de agradecimiento, luego agrego… ay pobrecito, tu también…

Se quedó mirando mi verga, yo reaccione y voltee a ver… y sí, mi pene parecía un fierro caliente, un pellejo algo levantado con sangre, también por esa fricción… ella no fue la única víctima de este brutal encuentro.

Tras el gusto vino el disgusto… nos echamos agua para calmar ese ardor… habían sido un par de días con encuentros salvajes, maltratando al máximo nuestros genitales, sobre todo este último, y ahora nos pasaban factura.

Tras eso decidimos regresar al hotel, ya iba siendo hora de alistarnos para irnos. En el camino entre las dunas, nos mirábamos y reíamos de nuestro dolor, caminábamos casi como vaqueros novatos, todo escaldados.

Así de lo lejos que llego nuestra lujuria u obsesión por hacer inolvidable aquel último fin de semana de soltería mía, aquella despedida de soltero que me dio mi cuñadita a costa de que le destrozaran el esfínter.

Evitamos recordar las palabras de amor y los juramentos de placer hechos en momentos de excitación. Una llamada nos volvió a la realidad, era el celular de Laurita que sonaba, vio quien era… al principio no quiso contestar, pero…

-        Alo Vale…

-        ¿Cómo estas hermanita?

-        Estoy bien… respondió con una sonrisa alegre al principio luego entristeciéndose.

Esa sonrisa inicial era por lo bien que la pasamos entre las dunas haciendo el amor y luego teniendo un brutal encuentro anal, pero luego noto que esa experiencia gratificante la había tenido con el prometido de su hermana.

-        Qué bueno hermanita… estoy orgullosa de ti…

-        Gracias Vale… respondió Laurita con los ojos vidriosos.

-        Ahora ya viajas por trabajo… Ya estas avanzando… la empresa está confiando en ti… y eso es bueno… igual que Danny, le van dando nuevos retos.

-        Si, igual que a Danny… respondió ella.

Que hiciera mención de mi nombre en su llamada, hizo que un frio recorra mi espalda y que una gota de sudor también frio cayeran por mi frente, como si Vale hubiera adivinado que Laurita y yo estábamos juntos.

Mi cuñadita adivinando por donde iba mi preocupación, quizá me vio palidecer. Entonces me hizo una señal para que me calme y no haga ningún ruido, mientras ella seguía oyendo los buenos deseos de Vale.

-        Que disfrutes tu viaje y éxitos en todo hermanita… se despidió Vale.

-        Muchas gracias Vale… respondió Laurita al borde del sollozo.

Tras esa llamada, Laurita derramo algunas lágrimas. Luego su rostro se ensombreció más, con una mueca de tristeza y culpabilidad, no quiso que la viera… enterró su rostro en mi pecho, mientras me abrazaba, mojando mi remera con su llanto.

Si bien habíamos hablado de Vale y de lo mal que obrábamos por hacerle eso, caer continuamente en esos encuentros sexuales, para Laurita no había sido tan tangible esa culpabilidad hasta oír la voz de su hermana. Encima que Vale creyendo que Laurita viajaba por trabajo, le deseaba lo mejor… eso termino de hundirle en el remordimiento.

A pesar de las experiencias gratificantes en las dunas y ese alejado oasis, a pesar de las declaraciones de amor y promesas lujuriosas de continuar con esa aventura a pesar del matrimonio… regresamos al hotel como zombis, casi sin decir palabra. Pedimos de comer, aunque en realidad se no había quitado el apetito.

-        A veces quisiera huir… desaparecer… me dijo entristecida.

-        No digas eso… le dije calmándola.

No le había visto signos suicidas a mi cuñadita, pero las jóvenes a veces no asimilan bien las frustraciones, menos aún ser parte de un triángulo amoroso con su hermana y su prometido. Mi cuñadita siempre se había mostrado dura respecto a sus sentimientos, lejos de deprimirse… o al menos nunca la había visto así, solo entristecida por la situación.

Pero ahora que había abierto la caja de pandora, que había confesado su amor, que se había atrevido a sentir algo más que pasión… no sabía cómo reaccionaría ante el hecho de que su primer amor se case con su hermana.

-        No me estas entendiendo… me dijo confundida.

Por la forma en que me miraba, me hizo caer en cuenta por donde iba su comentario… Mierd… tenía la boda encima, en casi 1 semana, habíamos hablado de amor y demás, medio en broma, medio en serio… pero me estaba insinuando fugarnos…

Una cosa era darse una licencia y fugarse un fin de semana pasional de despedida, pero esto era dejar todo lo avanzado con Vale, mis planes de vida… para desaparecer con Laurita, su hermana menor… eso era un golpe brutal para cualquiera.

-        Nada… olvídalo… me dijo alejando esa idea.

-        Está bien… sé cómo te debes sentir por todo… le dije, porque verla era un reflejo de cómo me sentía.

Quizás viendo mi reacción dubitativa, a fin de cuentas, no le respondí o me negué a su sorpresiva propuesta. Eso encendió una luz de esperanza, de un futuro alternativo a esta relación… su mirada y expresión cambiaron. La llegue a notar madura, más decidida.

-        Si pudieras hacerlo… ¿lo harías?... pregunto curiosa.

Esa era la pregunta del millón… antes de ese fin de semana la respuesta era obvia, pero ahora no había respuesta fácil para eso… quizás me estaba poniendo a prueba… sus ojos aun llorosos esta vez sí esperaban una respuesta.

-        ¿Lo harías?... insistió.

Continuara…