Mi cuñadita Laurita (26)

Del amor y otros demonios...

Entiendo que, ante tal confesión, lo menos esperado era una pregunta, lo lógico hubiera sido corresponderle con una declaración similar de afecto… o quizás oí mal… no dijo amo, de amar, tal vez dijo amo como dueño…

-        ¿Qué dijiste?…

-        Nada… olvídalo… repuso asustada de lo que ella misma dijo.

-        Vamos… dime…

Ya por sus reacciones, entendía que si era amor lo que me confeso. No sé por qué insistía en que lo repita o lo confirme. Aparte, como decían… si mi respuesta no fue inmediata… es decir, si no le dije que la amaba también…. Quizás yo no lo sentía aun…

Tal vez si lo sentía solo que había evitado profundizar en esos sentimientos, porque esto era una cambio radical en el estatus de nuestra relación… siguiendo la secuencia de relaciones en las redes sociales como “solo amigos” (con derecho), ahora a “es complicado”, para luego pasar ¿a una relación?... pero ¿y Vale?

-        Se me escapo… no sé ni por qué lo dije… o que dije...

-        Fue lo que creí… dije también un poco aturdido.

-        Solo olvídalo… desátame por favor… me dijo nerviosa.

Le desaté las muñecas a Laurita y la vi aun temblorosa, casi sollozante, tal vez avergonzada de su confesión… solo la abracé, nos acurrucamos en el piso aun desnudos, ella se aferraba más a mí, mientras sollozaba en mi pecho.

-        Lo siento… no quería malograrlo… lo siento… repetía.

-        No… no… está bien… es decir… de alguna manera… yo también… decía calmándola

-        ¿Y mi hermana?... dijo sintiéndose culpable.

-        Bueno… si… es complicado… respondí, no sabía cómo explicarlo.

Claro que Laurita me inspiraba cariño y lujuria… quizás ternura a raíz de su última confesión, que era bastante para una chica que no quería tener hijos y se negaba a amar, quizás influida por las malas experiencias vistas en su madre, por la falta de amor paternal y otras cosas más.

Quizás yo quería de alguna manera congraciarme ante su confesión… pero lo cierto que amor, más lo sentía por Vale… por Laurita era más lo carnal, lo prohibido, la jovencita escultural que te alimenta el ego y te deja hacerle lo que quieras… claro que sentía cariño, amor… tal vez, pero muy incipiente…

-        Si… te entiendo… amas a mi hermana, pero me lo haces salvajemente… yo amo a mi hermana, pero le hago esto… si… es complicado… sentencio, sin querer juzgarme y poniéndose también en la ecuación.

Me pareció bastante racional su análisis… normalmente las mujeres se ponen en actitud de victima “tú eres un perro, ¿porque le haces esto a mi hermana?” seria la respuesta fácil, pero no solo soy yo, se necesitan dos… ella aceptaba su responsabilidad también en esto.

La acariciaba y besaba en la frente, mientras nuestra desnudez se fundía en busca de calidez… años atrás quizás hubiera amado con locura a esta jovencita, como llegue a querer a Anita o amar a Mili… sentía que yo ya estaba en otra etapa… por cruel que suene…

-        Bueno… ya está hecho… y su pudiera deshacerlo… no creo que lo haría… le confesé.

-        ¿De verdad?... dijo un poco más animada, dejando de esconder su mirada.

-        Eres de lo mejor que la ha podido pasar a alguien como yo… le dije, para congraciarme.

Aunque en realidad lo sentía, fue como una brisa de aire fresco en mi vida, yo que al empezar con Vale me sentía un hombre maduro que ya tenía deseos de formar una familia, que ya no estaba para estos juegos de iniciación sexual y aventuras, de hacerlo como loco en cualquier lugar disponible.

A decir verdad, desde antes de conocer a Vale, ya me sentía cansado de mi época de verga loca, teniendo sexo con cualquiera que me diera cabida. Quería volver a la tranquilidad y estabilidad de una relación, pensando que esta sería la definitiva. Creía que ya debería pensar en hijos y demás, igual que mis demás contemporáneos ya casados y con hijos.

Hasta que vino Laurita con su torbellino de juventud y ganas de experimentar, con su fresca inocencia y dispuesta a todo con tal de satisfacerme, de aprender nuevas formas de conseguir placer. Puso mi mundo y mis prioridades de cabeza, sin querer, tal vez inconscientemente había retrasado mi compromiso con Vale, que se lo había ganado hace mucho.

-        Conocerte fue lo mejor que me paso… me dijo enamoradiza.

-        No exageres… respondí con falsa modestia.

-        Desde que te vi… supe que serias mi primer hombre…

-        ¿De verdad?... pregunte incrédulo, ahora también era medio bruja mi cuñadita.

-        Si… no sé por qué… pero quería que fueras mi primer hombre… me dijo.

Me elevo más el ego su confesión, la mía hubiera sido más brutal… desde que la vi con los senos al aire, sabía que te quería coger bien duro… pero… no sabía que terminaría involucrado más de la cuenta y sintiendo cosas por esta jovencita… que sí, de hecho, las sentía…

No sabía si lo que sentía era un reflejo de mi juventud como lo que sentí por Anita o intentaba revivir mis mejores años de amorío con Mili… o si era una mezcla de ambas… o algo completamente nuevo… pero algo sentía… y no sabía si era para preocuparse aun…

Luego nos besamos tiernamente, como enamorados recién empezando… nada de lujuria, solo amor… una licencia que nos dábamos antes de terminar aquel viaje… luego nos fuimos quedando dormidos acurrucados, casi aferrados el uno al otro.

-        ¿Por qué me haces esto?

-        No lo sé…

-        ¿Acaso no me amas?...

-        Claro que si… pero…

-        ¿Pero qué?... insistió ella.

-        No lo sé…

-        Nos vamos a casar y… ¿no lo sabes?… me reprochaba Vale.

Vale estaba sentada a un lado de la cama donde yo yacía entrelazado con su voluptuosa hermana desnuda. Me miraba destrozada, decepcionada… una cosa era traicionarla con otra, una desconocida, o una amiga, quizás hasta una ex… pero ¿con su hermanita?...

-        Mierd…. Vale… me levante de un sobresalto sudando frio.

Laurita estaba a un lado mío, durmiendo como piedra, creo que ni un terremoto la levantaría… mientras yo me sentaba al borde de la cama, sobándome el rostro y recuperándome de aquel sueño, reproche, pesadilla o golpe de mi conciencia…

-        La estas cagando… te estas enganchando más… me decía.

Quizás hubiera querido por un momento que mi viejo me dé una puteada para salir de eso, como con Anita. Tal vez un concejo de Guille para reencausarme… pero no… ya iba siendo hora de tomar mis decisiones y vivir con ellas.

Era ya casi medianoche, se me ocurrió revisar mi celular para distraerme un poco con las noticias o mejor aún con los memes de moda para divertirme. Sin embargo, tenía algunos mensajes y llamadas de Vale… caraj…  Salí un rato a llamarla, me respondió medio dormida.

-        ¿Todo bien amor?... me pregunto soñolienta.

-        Si solo que me quedé dormido y no pude responderte… dije justificándome

Sabía que no era necesario llamarla, que ella me entendería, pero después de aquel sueño, necesitaba oír su voz y saber que todo estaba bien con ella, con nosotros.

-        No te preocupes… descansa… mañana hablamos… Te amo… me dijo casi durmiéndose.

-        También te amo… dije sintiéndome fatal.

No solo era la conciencia, en realidad me estaba sintiendo un poco enfermo, afiebrado… debe ser el estrés del trabajo, sumado a los preparativos de la boda y más aún, de la situación con mi cuñadita, me dije y me fui a dormir, estaba exhausto.

También era el maratónico recorrido de día, la paranoia de no ser descubiertos, el desgaste de cumplir la fantasía de mi cuñadita, lo chocante o desafiante de su confesión y el remordimiento posterior en ese sueño vivido con Vale.

Al día siguiente despertamos casi a las 9 de la mañana, no nos quedaba mucho tiempo tampoco. El vuelo de Laurita salía alrededor de las 7 de la noche, teníamos que estar en el aeropuerto al menos a las 5.30pm, menos unas 4 y media manejando de retorno por la carretera, teníamos hasta las 1pm o menos, para estar en ese hotel.

-        ¿Te sientes bien?… pregunto Laurita viéndome medio descompuesto.

-        No… creo que pesque un resfriado o algo así…

Se compadeció de mí y me arrullo cual niño, luego salió a buscarme alguna pastilla. Tome el desayuno como pude, no tenía apetito, esperando que la medicina haga efecto.

-        No quiero estar encerrado aquí, en lo que nos queda… le dije.

-        ¿Qué quieres hacer?...

-        Quizás un poco de sol me ayude a recuperarme… dije intentando animarme.

Le propuse a Laurita pasear por las dunas e ir a la playa para distraernos… incluso explorar, había oído que había un pequeño oasis o humedal con vegetación cerca de ahí.

Nos cambiamos, pusimos ropa ligera y caminamos por las dunas, agarrados de las manos. Más que como pareja, parecíamos amigos o una ex pareja que se había reencontrado después de tiempo y hecho las paces con su pasado.

El clima nos era favorable, no hacia tanto calor y había una brisa refrescante. Tras unos minutos caminando, encontramos aquel pequeño paraje entre las dunas. Era un pequeño afloramiento de agua no muy lejos del mar, rodeado de vegetación y palmeras.

Para nuestra suerte lucia abandonado, aun no era época alta de turismo, había pocos visitantes en el hotel y no muchos se atrevían a aquella caminata por temor a perderse o a hacer la caminata en vano, ya que a veces ese oasis estaba seco.

Dispusimos una toalla al pie de una palmera y su sombra. Descansamos contemplando el paisaje y conversando de tonteras, ya las grandes confesiones las habíamos hecho la noche anterior. Incluso nos dimos tiempo de bañarnos un rato y jugar en aquella pequeña piscina natural.

Luego nuevamente nos recostamos a descansar… un tanto acaramelados… incluso a tener una pequeña siesta… hasta que…

-        Danny ¿Qué hora es?... dijo despertando.

-        Uhmm… casi medio día… dije mirando el celular.

Mas tranquila, me abrazo, acurrucándose a mi lado… más cariñosa…

-        Después de todo lo que hablamos… sé que está mal pedirlo… pero…

-        ¿Pero qué?

-        Me podrías hacer el amor… por ultima vez…

-        Está bien… también me gustaría…

-        No quiero ser ni tu puta… ni tu perra… dijo para aclarar.

-        Si… lo entendí… repuse.

Al menos por esta vez, por esta despedida, Laurita quería llevarse un dulce recuerdo… ya los recuerdos de perversas vejaciones y salvajes penetraciones, los tenía por montón, sobre todo de ese último fin de semana.

-        Solo finge que me amas… me dijo melancólica, casi con una lagrima por salir.

Esta última declaración, termino por derretirme, ¿sería necesario fingir?, no lo creo, mi cuñadita me despertaba una serie de sentimientos… quizás agrupándolos como un rompecabezas seria el amor que me negaba a confesarle para no complicarme la vida.

-        No será necesario (fingir)… le dije besándola.

Laurita soltó una lagrima de emoción, al saber que su amor era correspondido, me beso cerrando sus hermosos ojos y paseando sus carnosos labios por los míos. Esta vez no fueron necesarios jaloneos ni ordenes… solo caricias y murmullos.

-        Uhmmm… siii… así… Uhmmm…

Había subido su falda suelta y escudriñado en su ropa interior para hacerla a un lado, no fue necesario maniobrar mucho, su lubricado pubis me cedió el paso fácilmente. Mi verga se deslizo gentilmente en su intimidad.

-        Ay mi amorrr… siii… uhmmmm… gemía complacida.

Aunque la noche anterior me confeso su amor, había evitado en las últimas horas decir palabras de cariño que se lo recordaran. Ahora en este último encuentro se daba esas licencias, embebida en la excitación del momento.

-        Uhmmm… Me encanta sentirte… Uhmm… murmuraba plácidamente.

Mientras yo sobre ella la penetraba armónicamente. Laurita me acariciaba el rostro por momentos, luego sus manos se posaban en mis caderas, mi cintura y espalda, como guiándome o siguiendo el ritmo de mis incursiones en su ser que la llenaban de placer.

-        Ayyy Danny… que rico me haces el amor… Uhmmm…

Ya no me quería decir cuñadito para no sentirse culpable, este no era un encuentro para alimentar el morbo sino el cariño mutuo. Laurita dejándose llevar por esas sensaciones… quería una muestra más de amor… a veces no son solo los hechos… sino también las palabras.

-        Dime que me amas… por favor… me rogaba al oído.

Sabía que decirlo era jugar con fuego, comprometer de a pocos mi alma vacilante, era inducir dudas en lo que ya tenía certero con Vale. Dude unos instantes… como si no la hubiera escuchado… le bese el cuello para intentar hacerla olvidar… pero ella insistió.

-        Dímelo… por favor… insistió ahogadamente, conteniéndose de llegar al clímax.

La veía con sus ojos cerrados, disfrutando cada suave incursión mía en sus entrañas, acariciando su ser… era hermosa en realidad… su tez bronceada con sus mejillas enrojecidas, igual que sus carnosos y húmedos labios encendidos… con expresión de dulce placer… en ese momento no me pude contener…

-        Te amo Laurita… Te amo…

Le dije lo que tanto ansiaba oír y lo que yo me había negado a decir desde que ella me lo confeso la noche anterior… o lo que ya venía sintiendo por momentos hace semanas o meses…

-        Ohhh… siii… amor… siii… soy tu amor…  exclamo estremeciéndose de pies a cabeza.

La había visto llegar a un orgasmo de las maneras más salvajes y sublimes, en distintos lugares y posiciones… pero esto fue muy placentero de otra manera… había disfrutado hacerle el amor… así como ella, que no necesito mayores estímulos o vejaciones para llegar rápidamente al clímax, y el paisaje era insuperable, un oasis en medio de las dunas.

Dada nuestra historia juntos de retorcidos encuentros sexuales, con apenas algunos chispazos de amor… ya comenzaba a creer imposible tener un encuentro así… con esa cariñosa entrega, que distaba de lo brutal que fue ese fin de semana.

-        Gracias… que delicioso estuvo… dijo aun en trance, disfrutando cada segundo.

Parecía que Laurita se iba a quedar dormida, su cuerpo yacía en un estado de relajación total, no se preocupó ni en cubrirse su pubis desnudo, su vestido seguía levantado a merced del viento y la arena.

Me deslice a un lado, para dejarla descansar y asimilar todas sus placenteras sensaciones. Yo también estaba satisfecho, si bien no llegue a desfogarme, sentía que esta vez no era necesario, solo ver a Laurita en ese estado, era por demás gratificante.

Laurita descanso unos minutos con una cara de satisfacción única, no la quise sacar de su estado zen de relajación, quizás no fui el único que no descanso bien por esos remordimientos con Vale, que era mi novia y su hermana a fin de cuentas…

Mientras Laurita dormitaba, yo me sumía en un mar de dudas… ¿en realidad la amaba?... Había tenido sensaciones similares tras tener encuentros gratificantes con Anita, Pamelita, Viviana y Mili… aunque solo a estas dos últimas llegue a decirles de manera sincera que las amaba…

Bueno, obviamente también le dije a Vale que la amaba, pero con ella fue un proceso natural, es decir, formal de ser enamorados y pasar todas las etapas para llegar a eso… pero con ¿Laurita?... mas había sido un proceso carnal, anti-natura en todo sentido…

Quizás se me paso la mano en querer satisfacerla esa última vez, o tal vez confesé algo que me negaba a admitir… No se puede jugar este juego tanto tiempo sin llegar a comprometer en algo el alma y las emociones…. O sin comprometer una boda tal vez…

Continuara…