Mi cuñadita Laurita (21)

Agua que no has de beber

Tras salir de la iglesia, ya eran las 2 o 3 de la tarde, y después de aquella blasfema faena en la iglesia, nos dio hambre… así que fuimos a comer algo más, aparte que hacía bastante calor y teníamos sed.

Quería creer que lo de la iglesia no fue tan grave, aquello de hacerlo en el confesionario. De alguna manera quería acallar mi conciencia católica, pensando que la iglesia estaba en reparaciones, ósea fuera de servicio, y que lo que hicimos no contaba.

Después de tantos recuerdos, a veces uno quiere olvidar, quizás pensamos que un remedio para eso son unos buenos tragos, aunque algunas veces ese supuesto remedio puede ser peor, porque te ayuda a revivir más fantasmas.

Tras una borrachera en el campo con mi viejo y mi tío, años atrás, ya estaba curado de pedir bebidas típicas… no quería tener una resaca infernal como aquella vez. Aunque había escuchado de varios brebajes con nombres exóticos, que me daban curiosidad, prefería abstenerme, no vaya ser que termine confesando cosas que aún no tenía claras, sobre mi pasado (Mili y Anita) y su relación con Laurita.

Encontramos un restaurante rustico, pedimos algo para comer entre 2 y me anime a pedir una cerveza helada, ante la mirada sorprendida de mi cuñadita, que solo me había visto brindar en su graduación…

-        No se te apetece un poco… para el calor… le dije.

-        Uhmmm…. bueno, para probar… me dijo.

Y no se si era para congraciarse conmigo, para ayudarme a olvidar, me acompaño con un par de cervezas más. En realidad, veía que el sabor no le gustaba, y la ayude combinándola con soda para aliviar el sabor amargo de la bebida.

Para nuestra suerte, los familiares de Vale parecían estar en labores de campo, no nos encontramos con ellos. Me recordó aquella época en que ayude a mi tío y Anita en esa hacienda en el sur, en época de cosecha, sobre todo, no había mucho tiempo de descanso.

Ya después de algunas botellas, los recuerdos se diluían y conversábamos amenamente del clima, el pueblo, sus recuerdos de niñez…

-        ¿Qué más hay para ver en este pueblo?... le dije, viendo que aun teníamos tiempo.

-        Pues hay un rio muy bonito y luego más allá una cascada… respondió mi cuñadita algo sonrojada, parecía que el alcohol le hacía efecto.

-        Eso de la cascada me suena bien… podemos ir en el auto… le dije.

-        No cuñadito… mejor no manejes así…

-        Bueno… si… tienes razón… dije viendo que ya mi vista no era igual.

-        Aparte… no está muy lejos… podemos ir caminando.

-        Bueno… de paso que estiramos las piernas… dije.

Salimos imprudentemente abrazados y cariñosos, el alcohol ya había hecho efecto… y digo que fuimos imprudentes, porque algún familiar de mi suegra pudo vernos. Rogaba porque no fuera así, bueno en ese momento me dio igual.

En el camino recordé, la diferencia entre cerca y lejos en el campo… algo que en la ciudad puede ser cerca, digamos a 5 minutos, para alguien del campo es diferente, pareciera que tiempo es lo que les sobra o es que el tiempo pasa más lentamente por allá.

-        Falta mucho… dije acalorado.

-        No, un ratito más… me dijo, después de 15 minutos de caminata.

Con el calor sentía que el alcohol en mi cuerpo se iba evaporando. Tras cerca de 10 minutos, pude divisar la famosa cascada. Era un paisaje bonito, en medio de la vegetación, un muro rocoso y una pequeña caída de agua que formaba una pequeña laguna.

Al llegar me fui quitando la remera, había sudado bastante y quería un baño en esas aguas frescas… Laurita me siguió, igual que aquella vez que buscando el terreno nos metimos a una laguna… nos volvimos a meter en ropa interior.

Note que mi cuñadita iba dejando aquellas ropas interiores de niña, y cada vez usaba interiores más pequeños, esta vez un hilo dental que se perdía entre sus abultadas nalgas y resaltaban su redondez… mientras el brassiere traslucía parte de sus apetecibles pezones.

Nadábamos aliviados de liberarnos del calor de aquella caminata y entre juegos, nos dábamos besos y caricias. Solo que Laurita se alejaba cada vez que las cosas se calentaban entre nosotros… hasta que finalmente la atrape y no la quería dejar ir…

-        Sabes que no soy ellas… ¿verdad?... me dijo Laurita, recordando las fotos de Anita y Mili.

Tal vez ya se había percatado de mi dilema, tras verme pensativo después de mostrarle las fotos, o como quería ahogar recuerdos en alcohol… después de todo, Laurita fue bastante intuitiva para darse cuenta de su parecido con mis amores del pasado y hacerme preguntas que me pusieron en jaque…

-        Si… lo se… dije, al fin y al cabo, en ese momento estaba más excitado que confundido.

Como era natural, mi cuñadita, quería su propio espacio y exclusividad dentro mis sentimientos… ella no quería ser alguien que yo solo me cogía para revivir los recuerdos de mis buenas épocas con otras chicas que ame…

-        Tampoco soy mi hermana… me dijo con cara amorosa.

Esto último, si me descuadro… no me hacía sentido, quizás a Laurita si… tal vez el recuerdo de Mili y Anita, le movieron el piso sobre porque hacia estas cosas con ella, su papel en mi vida… era para revivir mi pasado o solo para satisfacer mis necesidades ante la ausencia de su hermana.

-        Lo se… solo contigo podría hacer estas cosas... le respondí.

Le intente recordar aquel acuerdo tácito en que Laurita era mi amante, que mi cuñadita misma me indico… que solo con Vale podría compartirme… al parecer esta respuesta la devolvió un poco al contexto… y no le disgusto… una cosa era compartirme con su hermana, y otra con los recuerdos de mis ex.

Mientras seguíamos abrazados con algunos besos y mis brazos la mantenían presionada contra mí, con sus senos en mi pecho y mis manos aprovechaban para agarrar sus dos nalgas y masajearlas, procurando hacerla ceder… y parecía que iba surtiendo efecto.

-        Qué bueno que lo entiendas… dijo animándose, luego agrego… porque…

-        ¿Por qué?... pregunte al verla dudar.

-        Porque me gusta que me trates como ayer… dijo tímidamente.

-        ¿Como puta?…

-        Si… a veces como tu puta…

-        ¿Solo a veces?... pregunte incrédulo.

-        Otras veces como… como perra… dijo lujuriosamente.

-        Entonces ya no huyas… le dije, besándole el cuello.

Lo que la hizo temblar de pies a cabeza, ya estaba entregada… le gustaba ser sometida, quería ser poseída. No sabía si era para alimentar mi morbo o mantenerme enganchado, pero creo que ella lo disfrutaba… ser mandoneada como a una puta para complacerme o vejada como una perra, solo esperando que la claven por el ano.

-        Métemela rápido… por favor… me susurro ansiosa.

-        Como gustes… puta… le dije.

-        Si…. Si… como puta… respondía febril.

Sin decirle nada, ya había subido sus piernas a mi cintura, dejando que mis dedos hurguen su ropa interior en el agua, no fue difícil hacerlo, porque como les dije, la ropa de mi cuñadita cada vez era más minúscula.

-        Ohhh… siii… siii… otra vez… te tengo dentro… suspiro agradecida.

Mi verga se deslizo a través del agua por su vagina, mientras Laurita se contraía de placer… mis manos sostenían sus muslos mientras ella arañaba mi espalda. No tuve que decir nada, mi cuñadita comenzó a apurarse para moverse con mi verga llenándola, mientras su lengua me devolvía con pasión todo lo que sentía.

-        Uhmmm… quiero ser tu puta siempre cuñadito… Uhmmm… gemía exaltada.

-        Siempre lo serás… le dije excitado sin dejar de penetrarla.

Luego le bese el cuello, nuevamente se desarmo, hasta diría que tuvo un primer orgasmo, la sentí estremecerse en mi cuerpo, inflando sus senos y succionando mi labio, con respiración jadeante… me miro sorprendida de haber llegado tan rápido.

-        Uhmmm… no puede ser… que ricooo… dijo comiéndome a besos, aun temblando.

Permanecimos unos segundos así, mientras terminaba de saborear aquel repentino orgasmo, quizás las dudas de lo que despertaba en mí, la estresaron de alguna manera… al sentirse poseída nuevamente, se liberó de aquellos temores de mi pasado.

-        Me falto… le dije viendo que mi cuñadita recuperaba el aliento.

-        Lo se… y ahora toca como… dijo intrigante.

-        ¿Cómo?...

-        Como perra… me dijo encendiéndose de nuevo.

Me dijo que la lleve a la orilla, para que se ubique como le gustaba… en 4 patas… su vagina ya había sido satisfecha. Ahora quería mi verga en su ano, para sentirse perra nuevamente.

-        Rápido cuñadito… clávame mi culito… decía como perra ansiosa, meneando su enorme cola.

-        ¿Culito?... tienes un culazo… le dije.

-        Si… si… clávame mi culazo… repuso febril.

No hizo falta mayor aliciente, me ubique rápidamente detrás de ella... sin decirle nada, Laurita fue retrocediendo, hundiéndose mi verga… cuando sentía que no avanzaba, que se había atorado, forcejeaba por hundírsela hasta el fondo… yo la dejaba hacer, porque era una delicia verla desesperada por tenerla dentro.

-        Ayúdame… por favor… me suplico al ver que aún faltaba un cuarto de verga.

La tomé de la cintura y se la enterré hasta el fondo, violentamente… mi cuñadita había dirigido mucho este encuentro, la había dejado, porque me sentía culpable por haber estado invadido por los recuerdos de otros traseros apetecibles que tuve como Anita y Mili… pero ahora tocaba hacerle ver a mi cuñadita… quien mandaba…

-        Ouuu… uhmmm… exclamo temblando,

Su columna se contrajo por el impacto, Laurita arañaba la arena con la cabeza erguida, soportando aquella brutal incursión en sus intestinos. Sin embargo, mi cuñadita no pugnaba por liberarse, continuaba con su trasero empujando hacia atrás y su ano latiendo en mi verga.

-        Ouuu… me rompiste el culo… ayyy… se quejó casi sin aire.

-        Las perras no deben quejarse… solo aguantar… le dije jaloneándole el cabello hacia atrás, para que me oyera mejor.

-        Si... si cuñadito… yo aguanto… yo aguanto… repuso sumisa.

Tras eso, le di un palmazo a sus gordas nalgas, que enrojecieron, mientras mi cuñadita tembló de placer o quizás dolor, por lo imprevisto de la nalgada… que nuevamente la recorrió de pies a cabeza…

-        Muévete… perra… le ordene antes que se quejara.

Volteo y me miro entre sorprendida y asustada … me había tomado en serio aquel papel de amo, con mi verga incrustada en su ano. Ante su falta de reacción, levanté mi mano nuevamente en señal de castigo… y Laurita empezó a culearme lentamente para evitar otra nalgada… aun así, se la di, en el otro glúteo.

-        Uhmmm… si cuñadito… castiga a tu perra… dijo totalmente sometida.

Mi mano había quedado grabada en aquella gorda nalga, como un tatuaje rojo en su bronceada piel… mientras mi cuñadita, cada vez más frenéticamente me culeaba, metiéndose mi verga casi hasta la raíz…

-        Ayyy… cuñadito como me encanta que me atores el culo… Uhmmm… gimió excitada.

Sus nalgas se abrían en mi ingle, arremangándose, rebotando, con cada golpeteo, se incrustaba más mi verga… y Laurita lo disfrutaba. Quizás mi cuñadita era la que más disfrutaba este tipo de castigo. Quizás la diferencia de edad, mi estatura, mi corpulencia de adulto… todo ello sumaba a su morbo de sentirse sometida.

-        Por favor… métemelo más…  me rogaba casi lagrimeando de placer.

-        Ábrete el culo… perra… le grite, dándole otra nalgada que la hizo estremecer de nuevo.

Laurita dejo de apoyar sus brazos en la arena, hundió su cabeza en el suelo para apoyarse, mientras pasaba sus manos por detrás, para ella misma abrirse las nalgas y que mi verga la perfore hasta la raíz.

-        Asiii... siii… reviéntame el culo cuñadito… Uhmmm… decía alucinada.

Tenia el rostro de lado en la arena, con sus cabellos desordenados, sus mejillas enrojecidas y la boca en mueca de dulce dolor… jadeante, por momentos pasándose la lengua como para darme a entender que lo disfrutaba.

Veía sus senos de lado, saltando ante cada incursión de mi verga en sus intestinos. Ante tal espectáculo de aceptación de esa bestial vejación a mi cuñadita, solo me quedo retribuirle su generosa entrega, para que ella lo disfrutara más…

-        Ohhh…. siii… siii… exclamo retorciéndose de placer, abriéndose más el culo.

Me puse de cuclillas y mi verga comenzó a perforarla desde arriba, como Laurita lo disfrutaba más. Ya solo faltaba que le meta mis bolas y mis vellos púbicos en su goloso y enrojecido ano, para terminar de llenarla. La tomaba de la cintura para apoyarme, pero la sentía flaquear, temblar sus piernas…

-        Uhmmm… que delicia… siempre seré tu perra… Uhmmm… prometió con voz ahogada.

-        Sigue perra… sigue… le decía para que no desfallezca, dándole otro palmazo

Cualquiera que nos viera, pensaría que era una salvaje violación… Laurita con el brassiere de lado, sus senos afuera… su hilo dental jaloneado… sus nalgas con mis manos marcadas de color rojo… y claro, mi verga incrustada brutalmente en su ano… lo único que me salvaría era la cara de retorcido placer de mi cuñadita y sus manos abriéndose el culo para recibirme mejor.

Tal vez Laurita presagiaba que ese podría ser nuestro último encuentro en su ciudad… ya no había vergüenzas o timidez… solo febril excitación que la hacían proferir todo tipo de frases y promesas lujuriosas…hasta que…

-        No puedo masss… Uhmmm…. ahhh… vocifero en un brutal orgasmo.

Vi gotear su vagina, luego caer chorros casi como orina…  mientras perdía esos líquidos, yo la llenaba de mi hirviente leche.

-        Ufff… que rica perra… exclame agradecido.

-        Uhmm… me hiciste orinar de placer… ufff… repuso sorprendida.

Laurita con sus piernas, medio dobladas, soporto lo mas que pudo, y se dejo caer luego de lado, sin dejar de abrirse las nalgas… parecía acalambrada, igual que yo, por el tiempo que permanecí en cuclillas… luego terminé por dejarme caer a su lado…

-        Prométeme que pase lo que pase… me dijo jadeante.

-        ¿Qué?...

-        Siempre me lo harás… agrego nostálgica.

Laurita sabía que nuestra historia juntos, quizás estaba cerca de terminar, con ese ultimo viaje, con ese encuentro salvaje en medio de la naturaleza. No quise malograr ese momento, con explicaciones o incertidumbres…

-        Lo prometo… me limite a decir.

Después estuvimos aferrados, el uno al otro entre besos… mientras su culito, cual fuente, iba liberándose de mis líquidos. Tras unos momentos, nos dimos cuenta que estábamos asquerosos, mezcla de arena, sudor y mis líquidos, así como los de ella.

Volvimos a meternos al agua… disfrutamos unos instantes de relajación entre la cascada cayendo en nuestro cuerpo. Mientras veíamos de a pocos el sol esconderse… era momento de regresar a la realidad.

Hicimos la caminata de retorno, con las piernas flaqueando por el esfuerzo hecho, entre risas, adoloridos pero felices. En el camino, nos encontramos con uno que otro aldeano que nos saludaba con extrañeza… quizás por nuestro caminar, o porque no éramos del lugar.

En el viaje de retorno, Laurita se quedo dormida, con una sonrisa de oreja a oreja… solo esperaba que pudiera disimular en los siguientes días, las marcas en sus nalgas, para que mi suegra no sospeche de nada.

Al llegar a casa, le comento a su madre de los lugares vistos. Mi suegra se apeno que no tuviéramos mayor suerte con las elecciones de Vale. Lo gracioso fue que Laurita se quiso sentar después de un rato y sintió el ardor en sus nalgas y ano, lo que tuvo que disimular, mientras yo le sonreía de manera cómplice.

Al día siguiente no hubo tiempo para mucho, estábamos adoloridos y complacidos. Jugando cada que mi suegra nos daba la espalda. Esta vez no hubo tiempo de nada, ya por la tarde mi cuñadita me acompaño al aeropuerto. Antes de salir del auto… me recordó…

-        No olvides tu promesa… me dijo con mirada nostálgica.

-        Claro… le dije para calmarla.

-        Recuerda… me lo vas a hacer siempre… me dijo enamoradiza y casi posesiva.

-        Lo se… le dije, quizás mintiendo.

Me dio un largo y jugoso beso. Luego salimos del auto y como cuando me fue a recoger, no quiso dar mayor muestra de afecto en el aeropuerto, para prevenir que no haya algún conocido que nos delate. Desaparecí a la zona de embarque y vi a Laurita despedirse, con un halo triste a pesar de su sonrisa… quizás intuía que aquella promesa sería difícil de cumplir.

En mi retorno a la capital, Vale me recibió en el aeropuerto, esta vez fue manejando y de regreso no me dejo manejar tampoco. Decía que me veía cansado… era evidente, después de cómo me dejo su hermanita, sin líquidos y con las piernas temblorosas…

En el camino me dijo que, de las iglesias que visitamos con su hermanita, más le gustaba la del pueblo donde nació, a pesar de estar en reparaciones era especial… tener una boda en ese ambiente en reconstrucción también tendría un aire diferente… sin embargo…

-        Dicen que esta embrujada… dijo temerosa Vale.

-        ¿Qué cosa?...

-        La iglesia… esta embrujada…

-        No es cierto… no creo… le dije incrédulo.

-        Es que dicen que hace poco una señora fue a confesarse… y recibió penitencia de un alma, el cura no iba a la iglesia hacia días… dijo asustada Vale.

-        Bueno ¿Quién sabe?... solo atine a decir… nosotros solo la vimos de afuera y nos fuimos.

No sabía si reírme, el rumor de que confesé a esa señora se esparció por ese pueblito rápido, y como tenía Vale familia por allá, llego a enterarse su madre y ahora Vale… la única explicación que encontraron es que era un alma en pena… Si supieran que fue mi pene insertado hasta el alma de Laurita lo que causo esa nueva leyenda urbana.

Luego Vale me vio un poco ido en mis pensamientos, recordando mis ex y claro, a Laurita y su promesa… quizás debía dejar de darle alas a mi cuñadita… de alimentar mi ego y mi pasado, reviviendo mis recuerdos juventud con mis ex a través de Laurita…

Después de todo, lo más seguro es que no podría cumplirle la promesa, ya mucha suerte habíamos tenido y por mi experiencia, eso se acaba, para bien o para mal… quizás debería dejarla ir y no frustrar que se pueda enamorar de alguien que si este disponible para ella… no como yo, que ya estaba comprometido… así que… agua que no haz de beber… déjala correr…

A pesar de estar sumido en estos pensamientos, me di cuenta que Vale tenía ganas de comentarme algo, pero que no se animaba… hasta que ya en el depa aprovecho para decirme …

-        Danny… hay un tema… no sé cómo decirte… me dijo

-        ¿Qué paso?

-        Es que… mi mama dice que…  quizá Laurita esta…

Aquí casi me congelo… se me contrajo el orto.. ¿quizás está embarazada?... puta madr…

Continuara…