Mi cuñadita Laurita (20)

Profanando lugares y recuerdos

Viendo que era difícil separar las iglesias que nos gustaban en la capital, Vale tuvo una idea algo alocada. Me propuso que, ya que nuevamente me debía quedar por su ciudad por “mal tiempo”, quizás podría averiguar algunas iglesias allá.

No me pareció mala idea que se despida de su ciudad y familiares, casándose por allá. Valia la pena hacer las averiguaciones y tener una opción más. Total, podría ser una boda más pequeña, solo con mis padres y amigos que quisieran ir para allá.

-        Bueno amor… las cosas suceden por algo… me volvió a parafrasear Vale.

Y lo único que sentía que estaba sucediendo era que, con cada enganchada en el trasero de mi cuñadita, me iba enganchando yo también sentimentalmente. Sabía que era sexo pasional, alocado, lujurioso y todo lo demás. Pero también me iba ganando de a pocos su entrega, su frescura, su laboriosidad, su ingenuidad, su gracia, etc… pero de eso me enamoré de Vale, me dije, entonces ¿Por qué sigo tirándome a su hermanita?…

Intentaba buscar explicaciones: quizás la crisis de la madurez e intentaba recuperar mi juventud poseyendo una jovencita, tal vez el miedo natural al compromiso que dicen tener los hombres… luego saldría otra posible explicación motivada por mi cuñadita.

-        Pásame con Laurita… ella te va guiar a los lugares que le indique… me dijo animosa Vale.

Sali de mi nebulosa y le di el celular a Laurita, que casi saltaba como niña por tenerme un par de días más solo para ella. Mas aun sabiendo que nuevamente nos iríamos de excursión, casi todo el día, so pretexto de buscar iglesias. Así estaríamos lejos del radar de mi suegra.

Al día siguiente partimos en una nueva aventura, con la bendición de mi suegra, que nos despedía de la puerta, sin sospechar que iba a profanar nuevamente su menor hija. Esta vez Laurita, quizás por los lugares que íbamos a visitar, llevo un vestido un poco entallado en el busto y cintura, pero suelto en la falda… se la veía un poco formal, casi como si ella fuera la novia.

Nuevamente teníamos 3 opciones, la iglesia principal de la ciudad, otra que quedaba en una provincia aledaña donde Vale vivió antes que naciera su hermanita, y un pueblito de donde era originaria mi prometida y donde vivían aun algunos de sus parientes.

Empezamos por la más cercana, la principal de la ciudad, que como era de esperar, estaba igual de copada que las iglesias de nuestra ciudad. Luego pasamos a la iglesia de la provincia aledaña… hicimos las averiguaciones, conseguimos el teléfono de la encargada, una vez que nos animemos por una fecha era cuestión de llamar para ver la disponibilidad.

Para referenciar bien las cosas, nuevamente tome fotos del lugar para enviárselas después a Vale. Mi cuñadita vanidosa también quiso que le tome unas fotos en la iglesia, luego en plaza, donde nos sentamos unos instantes a descansar…

-         A ver cuñadito… quiero ver mis fotos… me dijo animada Laurita.

Estuvimos viendo sus fotos, la halague diciendo que podría modelar ropa fácilmente, ella se emocionó y me beso. Luego con curiosidad siguió revisando otras fotos de mi celular. Incluso había fotos de mi visita al proyecto la vez anterior… después siguió pasando las fotos hasta que vio 2 que le dieron curiosidad…

-        Se parecen un poco a mi… ¿quiénes son?... dijo.

En mi celular tenía una carpeta reservada para algunos recuerdos, había escaneado algunas fotos antiguas, de esas cámaras con rollo que se mandaban a imprimir antes. Dentro de las cuales había fotos familiares y de universidad… había reservado algunas fotos especiales…

-        La primera, la foto más antigua es de mi prima Anita, vivió con mi familia un tiempo… le dije, recordando.

-        La debiste querer mucho… repuso.

-        ¿Por qué lo dices?... dije sintiéndome descubierto.

-        Aun conservas una foto de ella… me dijo.

-        Ah sí… bueno… fue una buena amiga… respondí intentando no ponerme en evidencia.

-        ¿Solo amiga?... repuso incrédula quizás leyendo mis expresiones.

-        Bueno… tuvimos un breve amorío de verano, pero… fue cosa de adolescentes… nada serio… dije sin entrar en más detalles.

-        ¿Qué es de ella?... pregunto curiosa.

-        Se casó, ahora tiene 3 hijos y vive en una hacienda al sur del país… repuse con nostalgia.

Anita en este tiempo en el campo ya había formado su familia con Pedro y continuaban en la hacienda de mi tío, que ya estaba prosperando. Con el impulso de visión empresarial que le dio mi padre salió adelante aquellas tierras que fueron de mi abuelo. Incluso ya mi padre recibía regalías que ayudaron en la economía familiar. Alguna vez mi padre me tentó para ser parte de ese proyecto familiar.

Pero sentí que ya era historia pasada, con mi afinidad con Anita y mi debilidad por sus formas, aunque entendía que, tras 3 hijos, ya no seria las mismas curvas... pero más que por eso (no soy tan superficial como creen), era porque no quería perturbar la bonita familia que había formado en estos años. Las locuras de adolescentes que hicimos tuvieron su momento. Sin embargo, estaba en mi lista de invitados en caso de que me casara en la capital.

-        ¿Y ella?... me dijo señalando la foto más reciente.

-        Ah… ella es Mili… dije suspirando.

-        ¿también una prima?... pregunto ingenua.

-        No… ella fue mi novia de universidad… repuse con nostalgia.

-        La quisiste mucho…

-        Si… fue mi primer gran amor… dije.

-        ¿Qué fue de ella?... pregunto con algo de celos.

-        Ella… enfermo y no… no se recuperó… falleció hace unos años… le explique, conteniendo alguna lagrima, recordando aquello.

-        Oh… lo siento... disculpa si te hice recordarla… dijo apenada.

-        No, no… te preocupes… dije intentando sonreír.

Pugné uno segundos por recuperarme, con los ojos vidriosos. Si bien fue Viviana a la primera mujer a la que le dije que la amaba. Fue con Mili que me sentí más pleno, si había sido mi gran amor… pero a veces el destino es un poco cruel.

A pesar de batallar unos años por superarlo, con el apoyo y comprensión de Viviana, esa situación nos desgasto. Viviana era una mujer maravillosa y se merecía algo mejor que un tipo atrapado en sus recuerdos y demonios. Por suerte Vivi, tras esa ruptura conmigo, consiguió una persona que la mereció y me entere que se casó poco después de mi compromiso.

-        ¿Te recuerdo un poco a ellas?… pregunto reflexiva Laurita.

-        Un poco tal vez… pero cada persona es diferente… tú tienes tus cosas que te hacen única… le dije.

-        ¿Te gusto porque me parezco a ellas?... repuso curiosa.

En realidad, esa era la pregunta más difícil… Laurita hizo la pregunta que yo me hacía algunas veces y evitaba contestar, para protegerme quizás y seguir actuando por inercia. Hizo la pregunta que ni su hermana se imaginó hacerme al verlas. Tenía que darle crédito a Laurita por su intuición o perspicacia, me había desnudado en un par de preguntas. Mas aun, me dio la confianza de contarle cosas que no diría así nomás.

Cierto que me las recordaba, Anita y Mili fueron de los mejores recuerdos de mi juventud… amores difíciles, pasionales… quizás me sentía enganchado por eso… pero Laurita tenía un poco de la personalidad de ambas: cariñosa, lujuriosa, caprichosa, por momentos fuertes y celosas (Mili, sobre todo) ... siempre intuí que lo de Anita no prosperaría por nuestro lazo familiar… sin embargo con Mili llegue a creer que me casaría.

Quizás me estaba engañando por querer revivir mi pasado con Mili a través de Laurita… después de todo, ya estaba comprometido con Vale… que fue la mujer que me saco de mi estancamiento con el recuerdo de Mili y de mi ruptura con Viviana. Pero decirle esas cosas a Laurita no tenía sentido, si yo aun no entendía del todo esto.

-        En realidad, siempre me atrajeron las mujeres así (morenas de figura espectacular) … pero hay muchas chicas así (sobre todo en tu ciudad) … creo que, si congenio contigo en muchos aspectos, debe ser por algo especial… dije intentando salvar el momento.

-        Buena respuesta… me dijo sonriendo, y apoyándose en mi hombro. Nos quedamos unos instantes así.

Luego partimos hacia el último destino. Evidentemente en el camino estuve perdido en mis recuerdos. Laurita me conversaba y le seguía la plática sin prestar mucha atención, a veces me repetía algunas preguntas… almorzamos en el camino en un lugar que ni recuerdo, así de movido me había dejado el recuerdo de Mili.

Al llegar al pueblo donde nació y creció Vale, nos dimos con la ingrata sorpresa de que la iglesia estaba en reparación… era una bonita iglesia, con un aire rustico. Parecía que la temporada de lluvias había hecho mella en algunos de sus viejos muros de adobe, que termino por ceder…

-        Vamos a ver… le dije curioso a mi cuñadita.

En realidad, me gustaba aquel lugar, siempre tuve algo de predilección por lugares así, esas joyas de arquitectura que se encuentran en los pueblos pequeños. Entramos sigilosamente entre los cercos de la obra, parecía que ese día no trabajaban los obreros, aunque en realidad parecía medio abandonadas las obras, quizás a la espera de presupuesto.

No era una iglesia pretenciosa, apenas decorada con pinturas de artistas locales en sus muros y techo. Tome algunas fotos y miramos admirados esos murales. Conversando acerca de esas pinturas… oímos un ruido…

-        A esconderse… le dije presuroso, tomando su mano.

Nos metimos a una pequeña cabina cerca nuestro… a uno de los lados de la iglesia…

-        ¿Esto no es el confesionario?... pregunto Laurita.

-        Uyyy… si creo… pero silencio… le dije.

Quera seguir diciendo cosas, pero le tape la boca. Laurita estaba sentada encima mío, en ese pequeño espacio. Entre las rendijas pudimos ver a un hombre de ropa del campo, arrodillándose unos instantes para rezar…

-        ¿Qué haces?... pregunto sorprendida entre mis dedos Laurita.

-        Nada… diablos… dije también sorprendido.

Teniendo a mi cuñadita sentada entre mis piernas, con su falda suelta abierta y su piel desnuda sobre mi ingle, había despertado a mi poco religiosa verga. Sin quererlo había endurecido y levantado la delgada tela de mi pantalón, haciendo cosquillas al pubis de Laurita, que al sentirlo se estremeció.

-        Calmado… me dijo a manera de reprimenda.

Sin embargo, ya había presionado sus piernas contra mi ingle y sus pubis se resbalaba sobre mi verga. Laurita, se sostenía de los lados del confesionario, mientras sin quererlo, en su intento de escape, comenzaba a menear su rabo sobre mi verga… cosa que la iba excitando más…

-        Ayyy…. ¿estás loco?... ahhh… susurraba.

Se levanto un poco, queriendo huir, solo la contuve con una mano en la cintura, mientras la otra liberaba mi verga del pantalón…

-        Está bien… sin juegos… solo siéntate… le dije para calmarla.

Laurita me miro de reojo y confiando en mi palabra, se fue sentando nuevamente, solo se sostuvo nuevamente de las paredes de la cabina… cuando sintió mi verga deslizándose por su vagina, tembló nerviosa, quiso liberarse… pero no la deje…

-        Eres un mentiroso… Uhmmm… dijo poseída de placer.

No quedo mucho de resistencia luego, solo se dedicó a menear su rabo sobre mi verga o moverla atrás y adelante. Yo iba inclinando mi espalda hacia atrás, apoyándome en una de las paredes de madera de aquel confesionario, para darle espacio a sus maniobras.

-        Esto está mal… uhmmm…  pero se siente bien… se quejaba Laurita.

Era consciente que no era el lugar idóneo para un encuentro sexual, sin embargo, comenzó a brincar lentamente sobre mi verga. No le importaba que fuera en su vagina, el morbo del momento y lugar la invadía tanto como a mi…

-        No… no… esto no esta bien… susurro mi cuñadita, liberándose de mi verga.

Pensé que quizás su complejo religioso había ganado en su conciencia, pero me equivoque, tomo mi verga con su mano y sin levantarse del todo, la dirigió a su ano… al menos intentaba respetar su palabra. El sexo vaginal era para su hermana, mi novia, y el sexo anal era para Laurita, mi autodenominada amante.

-        Ahora siii… así debe ser… me dijo excitada.

De a pocos las paredes del confesionario iban retumbando… aquel inoportuno visitante, miro a los lados con algo de miedo, quizás pensando en un temblor o derrumbe de otra pared de la iglesia… se persigno y salió rápidamente del lugar.

-        Creo que me estoy acalambrando… cambiemos… me dijo acalorada mi cuñadita.

Tal vez tanto saltar sobre mi verga, procurando no hacer ruido, la habían hecho trabajar de más… deje que se librara de mi herramienta. Ya estábamos demasiados lujuriosos para dejar las cosas así… lo que si nos pareció era que aquella cabina era un buen refugio para nuestra travesura, en caso de que llegara alguien más…

-        Siii… siii… genial… asiii… como perra otra vez… exclamo satisfecha.

La metí contra la pared contra la que minutos antes se apoyaba mi espalda, ella apoyo su rostro y manos, mientras iba abriendo las piernas y su culo para que la penetre salvajemente por el ano, como ella quería… no era tanto como una perra… pero si le gustaba esa idea, de sentirse como una… si eso le despertaba mas el morbo, quien era yo para contradecirla.

-        Estamos locos… Uhmmm… solo se atrevió a decir.

Sus nalgas desnudas iban temblando, como aquella cabina, Laurita se fue resbalando de a pocos hasta quedar en 4… luego fue apoyando su vientre en el asiento, cada vez yo iba quedando mas y mas arriba de ella, mientras mi cuñadita iba adoptando posición de perra… como le gustaba…

-        Siii… siii… clávame así… gemía ahogadamente.

Ya mi verga la taladraba desde arriba, quizás la posición que mas la excitaba, Laurita se retorcía de placer aferrándose a la banca… mientras yo le abría con las manos, lo más que podía las nalgas… hasta que mi cuñadita pensó que era mejor que yo me concentre en reventarle el orto, así que ella misma se abrió las nalgas con sus manos desde atrás y el rostro de lado.

-        Ohhh…. ufff… exclame aliviado.

-        Uhmmm… ahhhh… Uhmmm… se estremeció a su vez Laurita complacida.

Mi verga atorada en su ano, comenzó botar torrentes de leche en su interior. Mientras mi cuñadita resoplaba en ese pequeño ambiente, con algunos espasmos residuales. Solo tras unos instantes la vi reaccionar… levanto la cabeza como dándose cuenta de donde estaba…

-        Ay que vergüenza Danny… vamonosss…

-        Ok… ok… dame un segundo… le dije recuperando el aire.

Hasta que oí un nuevo ruido… esta vez pude percibir que era una señora mayor la que ingresaba... Laurita ya se había puesto su ropa en su lugar, solo me parece que por la prisa no se pudo limpiar bien. Andaba ajustando el orto, para que no le saliera nada, con el susto de ser importunados por aquella vieja señora que entraba y se acercaba a nuestra cabina.

-        Caraj… mejor sal…

-        ¿Qué le digo?... dijo nerviosa mi cuñadita

-        Cualquier cosa… que entraste a meditar

Laurita salió caminando raro, seguramente intentando evitar que mi leche saliera y manchara su vestido o para evitar dejar un rastro de gotas blancas hacia el confesionario.

-        ¿Está el cura ahí?... pregunto la señora amablemente.

-        Si… si… creo que sigue ahí… respondió temerosa Laurita.

A la mierd… ¿ahora que hago?... me dije, mientras mi cuñadita salía, ahora intentando contener la risa… La rejilla del confesionario y la oscuridad me ayudaron… tuve que soportar algunos minutos de confesiones de esa venerable señora… inventarme una penitencia y dejarla ir…

Solo que no se fue, se dirigió a las bancas a rezar un poco… no iba a aguantar, ¿y si volvía porque se le ocurrieron más pecados? ¿si venia toda su promoción de señoras longevas u otra gente queriendo confesarse?... no, mejor me voy…  tuve que salir de puntitas para evitar ser visto.

Afuera Laurita me esperaba entre risas… pequeña diabla…

-        Me las vas a pagar… le dije bromeando.

-        No creo… es que ya me confesé… dijo riendo.

Si… me sonó gracioso… quizás en el viaje de regreso me pene le encontraría alguna otra penitencia… el que ríe ultimo…

Continuara…