Mi cuñadita Laurita (16)

Momento de devoluciones

En el trayecto de regreso, Laurita se quedó dormida como un bebe… era hermosa la condenada… lastima, me dije, es muy joven para mí.

Tal vez yo con 10 años menos hubiera estado en forma para esos trotes, de amores adolescentes de encuentros y desencuentros, de celos infantiles, así como pase en mi universidad con Mili… que todo y eso, eran gratos recuerdos.

Aunque, pensando con malicia, no sabía si mi cuñadita dijo aquello de no querer enamorarse como para no malograr aquel status quo, es decir, mantener las cosas como estaban… con lo cual Vale era como mi mujer oficial y Laurita sería mi amante... ya que no quería enamorarse, ni casarse… solo satisfacer sus necesidades y curiosidades… bueno aun me quedaba la duda sobre eso, que es lo que pasaría luego…

Cerca de llegar a la ciudad, recordé que sería mejor devolver la camioneta, luego retornar caminando con Laurita, como para conversar y quedar bien… sin resentimientos o cosas por aclarar… al día siguiente bajo el acecho de mi suegra, no tendríamos tiempo de charlar.

Laurita como presintiendo mis pensamientos, despertó repentinamente.

-        Esto no puede quedar así… cuñadito… me dijo Laurita tímidamente, adelantándose.

-        ¿Cómo?... pregunte sin entender.

-        No me quiero quedar con esta sensación en el pecho… no me gusta… me dijo.

Entendí que no quería quedar con esa sensación de enamoramiento, ni quería sentir eso por mi… sabiendo que regresaría con su hermana… y que ella se quedaría con ese sentimiento tras mi partida…

-        Si… entiendo… pero ¿Qué podemos hacer?... le dije, quizás delatándome.

-        ¿Qué? ¿tú también?... me dijo sorprendida.

-        Bueno… si… un poco… le confesé.

-        Ay nooo… la estamos malogrando… me dijo abrumada.

Si, la estábamos cagando… lo que empezó como un juego de descubrir su sexualidad de manera segura… se estaba convirtiendo en un amorío de adolescentes…

-        Solo hay una manera… le dije.

-        ¿Cuál?... pregunto ansiosa.

-        Un exorcismo… respondí.

-        No bromees… me dijo sonriendo.

-        Bueno en realidad… me refiero a tener otro encuentro…

-        Puede ser… dijo reflexiva.

-        Pero no tan tierno como el ultimo… le explique.

Era básicamente exorcizar el recuerdo de nosotros haciendo el amor entre los arbustos, pero esta vez teniendo un encuentro salvaje, lujurioso, etc. Seria tener algo solo carnal… como antes… para mí era como un reseteo… empezar de nuevo y olvidar el desliz anterior…

-        En realidad… pensé algo parecido… me confeso.

Ambos nos miramos y sonreímos de manera cómplice...

-        ¿En dónde?... pregunte por inercia.

-        En mi casa no creo… mi mama esta por ahí, cada vez se pone más pesada con eso de mandarme a dormir temprano… dijo como niña resentida.

-        ¿un hotel?... propuse.

-        Ya casi anochece… vamos a demorar… me dijo.

-        ¿entonces?... dije resignándome.

-        A mira… toma ese camino de tierra… respondió mi cuñadita más animada.

Tome la bifurcación, era una trocha en mal estado, por suerte la camioneta aguantaba… estaba medio abandonado el camino, rodeado de árboles y maleza. Parece que era el ingreso a un antiguo club campestre, que entre en litigio entre los hermanos que eran dueños y ahora estaba abandonado a la espera de la decisión del juez.

Así pues, el camino termino en un viejo portón rodeado de maleza… no me parecía prudente tentar ingresar a esa propiedad, no se sabe si habrían dejado vigilantes o perros para proteger. Quizás mi cuñadita quería un encuentro similar al de horas antes, entre árboles, arbustos y maleza… pero esta vez salvaje y por su pequeño agujero…

-        No me parece buena idea entrar ahí… le dije.

-        Tampoco creo que sea buena idea salir… me respondió.

-        ¿A qué vinimos entonces?... pregunte confundido.

-        Ya verás… ven… me dijo.

Reclino su asiento y paso a los asientos traseros… vaya, lo tenía mejor planeado de lo que me imaginaba, pensé. Me hizo recordar un poco en nuestro encuentro detrás del supermercado, eso algo incómodo... quizás mi cuñadita lo recordó también.

Sin embargo, recordé que podíamos hacernos más espacio, bajé los asientos posteriores… y junto al espacio de la maletera, ya teníamos más lugar como para improvisar algunas posiciones. Aproveche una colcha que había detrás para estar más cómodos.

-        No está mal… me dijo, recostándose.

Afuera ya estaba oscuro entre los árboles, sin embargo, a nosotros nos iluminaba una luna llena que ingresaba por las ventanas y el techo panorámico de la camioneta, sabía que para algo me serviría ese accesorio. Cuando me alquilaron el vehículo no le vi mucha utilidad, por el calor que hacía, tendría el techo panorámico cerrado todo el tiempo, ahora agradecía su utilidad.

Una vez acurrucados en la parte posterior de la camioneta… nuevamente empezamos a besarnos… sin embargo, nuestros besos se parecían mucho a los que nos dimos horas antes… muy cariñosos y románticos…

-        No… no… no está funcionando… decía Laurita abrumada, separándose.

-        Bueno… quizás si lo hacemos como antes… propuse.

-        ¿Cómo?... pregunto curiosa.

-        Menos besos, más acción… le dije buscando una solución.

-        Si… si… mejor dame por detrás… dijo de manera práctica.

Lo mejor era evitar el contacto visual y los besos de enamorados… había que volver a lo salvaje de nuestra relación… Laurita se dio la vuelta, dándome la espalda, de lado… mierd… me hizo recordar como inaugure a su hermana meses atrás.

-        ¿Todo bien?… me dijo al ver que no reaccionaba.

A pesar de todo, mi verga estaba tiesa… y como no… con el espectáculo de las redondas nalgas de mi cuñadita, ofreciéndome su ano para que lo castigue nuevamente con fiereza, para dejarnos de tonteras románticas… no era nuestro estilo, ni debía serlo…

Instintivamente Laurita levanto una pierna para dejarme entrar en su estrecho ano… caraj… hasta en eso se parecen, tienen los mismos reflejos, me dije… Solo que cada vez me volvía más loco las gordas nalgas de Laurita, que ahora nada tenían que envidiarle a las de Vale.

-        Ohhh… siii… asiii debe ser… gimió Laurita sintiendo como mi verga la invadía.

Animado por su incipiente lujuria, terminé de clavarle mi verga con dureza, mientras mi mano estrujaba sus senos por detrás… pude sentir como reboto su henchido seno ante mi incursión y como se le erizo la piel y hasta la punta de su pezón.

-        Ayyy… que fuerte… Uhmmm… se estremeció Laurita.

Por su forma de gemir y actuar, parecía que mi cuñadita también se quería incentivar para borrar el recuerdo del último encuentro romántico que tuvimos. Para ayudarla, comencé a bombearle su enorme culo con fuerza, como si no hubiera un mañana… y quizás no lo había para nuestra relación…

-        Ohhh… siii… asiii… rómpeme el culo cuñadito… exclamaba Laurita.

Giro buscando mis labios, me dio unos jugosos besos con lengua, me miro con pasión animal, había vuelto la pequeña ninfómana me dije… pero tras unos minutos, nuevamente nos estábamos besando tiernamente y la estaba penetrando armónicamente con cariño.

-        No… no… no debe ser así… dijo Laurita alejando los fantasmas del amor.

-        Ya se… le dije.

-        ¿Cómo?... pregunto ansiosa.

-        En 4 patas… respondí.

-        Siii… siii… como perra… siii… exclamo más animada.

Ahí si no habría posibilidad de besos románticos… sería un crudo encuentro carnal y bestial… así que rápidamente Laurita se puso en 4 patas… me acomode detrás de ella, algo agazapado porque no entraba bien en la poca altura de la camioneta… no espere más y me la clave violentamente.

-        Ouuu… uhmmm…. sí castígame… siii… soporto Laurita.

Vi su cuerpo retorcerse cabo a rabo, con mi brutal incursión… tras unos segundos la estaba bombeando nuevamente, viendo sus nalgas temblar, sus senos saltar y sus trenzas revolotear en el aire.

-        Me encanta como me revientas el ano cuñadito… me dijo para acrecentar su libido y olvidar cualquier atisbo romántico.

Veía ir y venir su gran trasero en forma de corazón, que se abría violentamente ante mis incursiones, su cintura parecía que se iba a quebrar…

-        ¿Te gusta mi trasero cuñadito?... pregunto morbosamente volteando a verme.

-        Es el mejor culo que he probado (en años)… respondí alucinado por sus nalgas.

Era cierto, en últimos años, salvo el gordo trasero de Vale (que ahora parecía menor al de su hermana)… solo en mi época de verga loca, me había cogido a diestra y siniestra, lo que me pasara en frente y se me ofreciera… como me diría Rubén: te cogiste todo lo que tuviera falda y se moviera.

De mi experiencia, a la mayoría de esas chicas les aterraba lo del sexo anal, cierto es que algunas aceptaron, porque ya lo habían practicado a manera de juego y otras por el simple hecho de experimentar… pero no tenían las formas de mi cuñadita, que me inspiraban ese morbo, creo que también era un poco el placer de lo prohibido.

Recordé que la mayoría de esas ex parejas ocasionales, que tuve en mi periodo de verga loca, tenían traseros aceptables. Evidentemente, algunas que ya por encima de los 30, como es natural, algunas cosas decaen… salvo honrosas excepciones que intentaban mantenerse en el gimnasio, para atraer miradas y salir de su soltería.

Si quería hablar de un buen trasero, tenía que remontarme a mis épocas de universidad, con mi prima Anita o Mili… pero ambas por diversas razones, ya no estaban en mi vida. Y el otro buen trasero que recordaba a regañadientes era el de Vane, trabajado en gimnasio… pero era una loca de atar… que por suerte había dejado de buscarme.

Volviendo al retorcido halago que le hice a mi cuñadita… pareció fascinarle que reconociera que era el mejor… comenzó a culearme vehementemente y violentamente… nuevamente me distrajeron sus largas trenzas saltando en el viento… ¿Por qué no?... me dije.

-        Ohhh… siii… cabálgame asiii… párteme el culo cuñadito… Uhmmm… vociferaba Laurita.

La había tomado de las trenzas, cual riendas, y la estaba sodomizando brutalmente, cosa que parecía agradecer y disfrutar mi cuñadita… hasta que al fin… en un último movimiento, la jale con todo hacía a mi… sus nalgas se abrieron a mas no poder, casi a punto de reventar como un par de globos …

-        Uhmmm siii… siii… asiii…. Uhmmm… resoplo Laurita casi acalambrándose.

Había reventado en un terrible orgasmo… mi verga no dejaba de bombear galones y galones de semen caliente… mientras Laurita seguía temblorosa recibiendo mis descargas… con pequeños espasmos en cada descarga de leche.

-        Ufff… Uhmmm… pareces caño malogrado… me dijo graciosamente, sin aliento.

Hasta que, al fin, deje de eyacular y llenar sus tripas de leche. Laurita descansaba con la cabeza enterrada en el piso de la camioneta. Mi cuñadita se repuso y se incorporó, logrando girar y darme un beso…

-        Gracias por el exorcismo… me dijo graciosamente aliviada.

Luego, antes que se volviera nuevamente incomodo o pasemos a los besos románticos y dulces caricias, Laurita se desengancho de mi verga y procedió a limpiarla y mamarla… me logro sacar una descarga más y engullo mi leche como para quitarse el sabor de esos besos románticos de la tarde.

Con ese entierro de mi verga en su ano, también dimos por enterrado ese amago de enamoramiento, entre se agreste paisaje… con esa salvaje entrega. Nos recostamos un rato para recuperar el aliento, miramos el cielo… volteamos a mirarnos… nuevamente parecía que íbamos a recaer románticamente… hasta que…

-        Mierd… ¿qué es eso?... repuse asustado.

-        Ay que susto… exclamo Laurita a su vez.

Sobre la camioneta había caído una rama de uno de los árboles de alrededor… en un principio pensé que podía ser una serpiente, de las que abunda en esas zonas tropicales. Nos reímos… luego una luz ilumino la camioneta… era el celular de Laurita… ya tenía varias llamadas perdidas de su madre y de Vale.

-        Vámonos… dije y nos alistamos rápidamente.

Al regresar… tuvimos algo de reproches de mi suegra por nuestra tardanza, ya que Vale la llamaba mucho porque estaba muy preocupada, por esas carreteras había muchos accidentes y con la mala señal, uno se entera muy tarde.

Nos excusamos diciendo que tuvimos problemas con la camioneta en el camino de regreso, también que no había señal para el teléfono para llamar un mecánico, pero que afortunadamente un chofer se detuvo a ayudarnos, con un tema de la batería… y que luego demoramos en devolver el vehículo, con las quejas del caso.

Mi suegra amortiguo su enojo al oír a Laurita hablar de cómo era el terreno, más aún al ver fotos y videos del lugar. Ya Laurita le explico para entretenerla como era los otros terrenos y porque los descartamos… la señora sonrió más animada.

Después llame a Vale, de la angustia inicial, paso a la felicidad al ver que el terreno que le gusto más, era la mejor opción… total, una cosa es ver fotos por internet y otra es constatar en la realidad que el terreno era bueno. La ubicación, la laguna, todo le pareció genial… hasta en eso congeniábamos… diablos…

El día siguiente se hizo corto, entre coordinaciones por teléfono con el dueño, envío de contratos y demás para verificar, hacer cambios y demás por correo, firmas y escaneos… y después de almuerzo partiría de regreso.

Creo que esta vez no había esa ansia de un último encuentro… con los dos del día anterior, uno tierno y otro salvaje… había sido suficiente para satisfacer los dos agujeros de mi cuñadita, y tratar de cortar cualquier amago de enamoramiento.

Esta vez, mi suegra más animada por la idea de tener un lugar propio donde vivir, así como por mi ayuda para elegirlo… dejo que Laurita vaya a despedirme al aeropuerto. Esta vez mi cuñadita uso un vestido suelto, nada provocativo, para no tentarme… sino para despedirnos en buenos términos.

Hasta que llegó el momento. Laurita contenía algunas lágrimas, me dio un abrazo y un beso…

-        Te quiero mucho… cuídate… me dijo y se sonrojo por la declaración que hizo y escondió el rostro en el piso.

-        Yo también te quiero… le dije, levantando su mentón con mi mano.

Solo me quedo besarla, mientras la sentía temblar… quizás nunca había dicho eso antes… ella se aferraba a mi cuello y yo a su cintura… hasta que reacciono…

-        Yaaa… veee… que vas a perder el vuelo… me dijo sonriendo traviesa.

Le robe un último beso y nuestras manos se fueron separando a medida que me iba a la zona de embarque… La veía parada con su escultural forma, su sonrisa llorosa y sus manos en su boca, luego disimulando me envió unos besos volados…

Pensé que ese era el fin de nuestra historia… pero aún quedaban paginas por escribir…

Continuara…