Mi cuñadica IV, mañana en la cima.

Un polvo realmente salvaje

La subida a la cima fue de lo mas excitante pero tan solo sería un vago preludio de lo que aquel dia de excursión a la montaña.

Como ya he relatado anteriormente la subida fue de lo mas excitante, mi cuñada frente a mi, sus piernas abiertas y sus dedos urgando entre sus bragas, ufffff demasiado para mantener la serenidad.  La llegada a la cumbre o mejor dicho a la cota máxima de acceso con el coche se hizo muy pero que muy corta.  Bajamos los escasos enseres que habíamos subido para pasar el día y pronto hicimos un pequeño reducto como campamento para establecer un punto de referencia.  Nada excesivo, una pequeña tienda tipo iglud para protegernos del sol quienes decidieran quedarse allí, neveras con comida y refrescos y poco mas.

El guía que nos había conducido hasta este punto se dispuso rápidamente a organizar el tiempo que habíamos de estar allí ya que no se puede descender al valla mas tarde de la anochecida con lo cual si queríamos hacer algo había que empezar pronto.

El planteamiento fue el siguiente:

Los que quieran ascender a la cima para ver los ibones con sus caballitos salvajes, sus vacas sueltas por los prados y tal y tal que me sigan, los que no deseen subir que se queden aquí.

Rápidamente mi hermano, el aventurero, dijo que el quería subir todo lo alto que le permitiese el tiempo, los críos dijeron que querían ver caballos, yo que me apetecía buscar unas setas por el bosque de hayas cercano y mi cuñadita que se quedaba a descansar en la tienda y dedicarse a la lectura y que además ya había subido con esa intención, por eso no se habí puesto pantalones jejejeje que jodida la tia.

Mochilas en ristre y piolets en mano, mi hermano, los críos y el guía, acompañados por mi mujer para poder controlar a las fierecillas cuando llegasen a los prados ya que de allí a la cima mi hermano y el guía terminarían de subir solos.

Perfecto dije yo, esta es mi ocasión de adentrarme a solas en un bosque salvaje para encontrar algunos ejemplares de boletus.

Bueno entonces con todo organizado cada cual se puso a lo suyo.  Mi hermano como ya he dicho antes, mochila y piolets, mi mujer su bordón de haya en mano y los críos la cometa y un par de cuerdas para hacer el cabra, mi cuñada su tocho de lectura y la crema solar y yo mi cesta de mimbre y mi navaja.

Una vez que el grupo de excursionistas a los lagos inició el camino por el sendero que conduce a los lagos, mi cuñada y yo nos miramos con malicia y una sonrisa pícara apareción en nuestras caras como si algo estuviera pactado jajajaj ni muchísimo menos por Dios……

Anda cuñado porque no me das un poquito de crema en la parte de atrás de las piernas porfiiiiii, fueron las palabras de Yalida nada mas desaparecer el grupo por la loma cercana al prado.   Encantado cielo de ayudarte, ya sabes que tu piel me encanta y me excita acariciarla, asi que darte esa cremita antes de irme a por setas será un placer…

Se tumbó boca abajo y me ofreció el tubo de crema para que la extendiera por la parte trasera de sus muslos y pantorrillas.  Con una ración generosa de aceite en mis manoscomencé a extenderlo por sus piernas suaves y tersas, desde los gemelos hacia arriba, subiendo lentamente y notando como sus piernas se iban tensando poco a poco, como sus muslos comenzaban a separarse lentamente para que mis dedos tuvieran mas accesibilidad a cada rincón de su tersa piel.  Fui subiendo poco a poco hacia su entrepierna, levanté un poco la falda para tener mejor acceso a la parte alta de sus muslos y entonces vi con agrado que Yali no llevaba braguitas, no se como ni cuando lo hizo pero yo al menos no me di cuenta de que se las había quitado, noté como al descubrirlo su cuerpo temblo un poquito como movido por una leve risa, volvió la cara y con una mirada picarona me dijo, que te pasa cuñado de que te sorprendes, si ya es conocido tuyo jejejejeje.

Si claro, contesté yo, pero no me esperaba encontrarlo tan desnudito asi de repente Yali.  No obstante y ya puestos en esto, tu déjame a mi que le voy a dar cremita de la buena.  Entonces como movida por un resorte, se dio la vuelta y mirándome a la cara me dijo:  ¡¿Estás loco o que?! No ves que pueden vernos, aquí en medio de la pradera, a pleno sol.  Anda cuñadico, coge tu cestita, vete a por setas y cuida no te vea el lobo feroz, jejejeje, pero mira que eres loco.

Cogí mi cesta, mi erección y mi navaja y me adentré en el bosque de hayas.  No quise entrar demasiado por aquel paraje tan cerrado ya que no conocía la zona, así que me quedé casi a la vista de la zona donde habíamos acampado, lo cual no impidió que a los pocos minutos ya estuviera agachado recogiendo algunos ejemplares de setas.  En una de estas ocasiones y al levantar la cabeza, como aparecida por arte de magia, me encontré a Yalida frente a mi, de pie, con las piernas abiertas, el coño totalmente expuesto ante mi y los brazos en jarra, mirándome desde lo alto y con una sonrisa en la cara que casi me dio miedo. ¿Qué pasa cuñado? ¿vas a seguir cortando setas o te vas a comer este rebollón? Sus dedos estaban situados a ambos lados de su sexo, la bulba totalmente abierta ante mis ojos y aquel coñito rezumaba jugos que iban a ser para mi boquita, me relamí y acercándome de rodillas hasta ella me aferré a sus piernas para subir besando cada centímetro de su piel, llegué rápidamente hasta su “rebollón” como ella lo había llamado antes y lo lamí, lo chupé, recogí cada gota de aquel néctar de dioses que se ofrecía ante mi, sus piernas se convulsionaban a cada lamenton de mi lengua, a cada pizco de mis labios en su clítoris, a cada mordisquito de mis dientes en los labios de aquella maravilla.  Apartó mi cara de su entrepierna, se arrodilló junto a mi y nos besamos largamente, con pasión, con deseo, con delirio, mordiendo nuestros labios como si jamás hubiéramos besado a nadie antes de aquel momento.  Nos tumbamos sobre la hojarasca seca del bosque y mis manos comenzaron a desnudar aquel cuerpo que estaba pidiendo a gritos que alguien lo amara, que alguien lo poseyese que alguien le diera todo el placer que necesitaba.

Tumbado boca arriba, desnudo, a placer para ella, disfrute de cómo empezó por morder mis pezones, sus uñas se deslizaban por mi pecho arañándome pero sin llegar a dejar marcas, sintiéndolas como se deslizaban hacia abajo hasta que sus manos encontraron mi poya dura, erguida, erecta.  La agarró con delicadeza pero firmemente y con suavidad comenzó a subir y bajar su mano llena de saliva para que mi verga resbalase entre sus dedos, el placer era tan intenso que le tuve que pedir que parase porque sino se iba a quedar sin regalito para aquel coño tan delicioso.  Entonces la agarró con fuerza por la base como si estuviera haciéndome un torniquete a lo que mi poya reaccionó poniéndose mas dura todavía.  Sin haberse quitado la falda y con las tetas al aire, me empujó de espaldas al suelo, se colocó sobre mis caderas y con habilidad pasmosa y sin tocarla con las manos, se metió la punta de mi poya dentro del coño, elevada sobre ella comenzó a moverse poco a poco, sin dejar entrar nada mas que la punta, me estaba volviendo loco, yo intentaba sin conseguirlo, meterle mas verga dentro pero a cada intento mio ella se elevaba un poquito mas, no conseguía meterla entera, no me dejaba, era imposible, tenía control total y absoluto de la situación, tampoco es que yo pusiera mucho empeño pero si ganas, entonces, como conjugando el movimiento sin haberlo previsto, en uno de mis intentos al levantar la cadera, ella se dejó caer sobre mi pene, éste entró por completo dentro de ella, de golpe, hasta el fondo, sentí como la punta se estampaba contra su útero sin mas espacio para penetrar, el flujo de mi cuñada resbalaba por sus muslos y por mi vientre, gemíamos como verdaderos animales en aquel escenario salvaje y majestuoso, por un momento me sentí el hombre lobo fornicando con la mujer loba cual pareja Alfa de la manada, apareándonos en la soledad del bosque y una sonrisa salió a mis labios pensando en que solo faltaba que nos estuviera grabando Felix Rodriguez de la Fuente, jajajaja.  Nuestros gemidos cada vez eran mas continuos, mas salvajes, mas intensos.  Yalida cada vez se movía con mas intensidad, con un domino fantástico de su musculatura vaginal yo notaba como su coño se estrechaba para apretar mi poya dentro cada vez que se le antojaba y eso me mataba de gusto.  Extasiado de placer me aferré a sus pezones, la mire a la cara y le dije ya con el el ultimo gemido ¡¡¡¡¡ME CORROOOO!!!!!   Córrete cabrón me contestó, córrete y lléname de tu leche cuñado, quiero sentir como me llenas de lefa y me chorrea por las piernas cuando me levante de tu poya, córrete, córrete…… y claro está que yo me corrí mientras notaba como ella se convulsionaba llegando a un largo y fantástico orgasmo, un orgasmo lleno de gemidos y gruñidos como si de una fiera salvaje se tratara.  Yo seguía desnudo en el suelo, tumbado boca arriba y ella se levantó lentamente, con ambas piernas separadas a los lados de mi cuerpo, vi como su coño todavía palpitaba por el reciente orgasmo y como mi esperma salía gota a gota de su interior, vi como aquellas gotas de semen iban cayendo sobre mi pecho, sobre mi vientre y sobre mi cara, aquello era la máxima expresión del morbo y el sexo.  Entonces, se agachó a mi lado, se arrodilló junto a mi y poco a poco con su lengua fue recogiendo todas y cada una de las gotas de leche que su coño rebosante había dejado caer sobre mi cuerpo.  Me besó en los labios e introdujo su lengua en mi boca buscando la mía, el sabor de mi leche actuó como un disparador para mi verga y ésta se volvió a poner dura y erecta, le hice mirarla, la cogió con delicadeza, se la metió en la boca y la chupó delicadamente, succionándola con avidez, sus dedos se clavaban en la base de mi poya, la otra mano sujetaba mis testículos con firmeza casi llegando al dolor, sus labios subían y bajaban por aquel mástil de mesana que ahora era mi verga, mis gemidos pasaron a ser gruñidos como si de un animal se tratase y sin poder aguantarme mas……….me corrí en su boca, se la llené de nuevo de leche que rebosaba por la comisura de sus labios, me miró con malicia y con aquellas gotas todavía resbalando por su cara me dijo:  ahora vas a recoger todo esto que gotea con tu lengua, verdad?  Sii cariño ahora mismo, le contesté sumisamente, y lamiendo su boca recogí cada gota que salía de sus labios, nos besamos y nos quedamos tumbados mirando tranquilamente el techo del bosque, donde las ramas de las hayas se entrelazaban mecidas por la suave brisa de la mañana como haciendo el amor unas con otras, viendo como los rayos de sol pugnaban por llegar al fondo del bosque, nos dormimos un rato acariciándonos con dulzura y después bajamos de nuevo juntos a la zona de acampada.

El día fue largo e intenso y por la tarde pasaron cosas que cambiarían por completo mi percepción de la pareja y del sexo.

Pero eso es otra historia que ya os contaré-