Mi cuñadica II, Primeras vacaciones familiares
Primeras vacaciones familiares y pago de una deuda pendiente
Eran las primeras vacaciones junto con mi hermano y su familia. A pesar de llevarnos muy bien ambos y que nuestras mujeres fuesen además de cuñadas muy buenas amigas, jamás habíamos compartido unos días de vacaciones juntos.
Después de comentar y comentar el destino que nos apetecía a todos, incluyendo niños, nos decidimos por alquilar un bungalow en un camping de montaña en el Pirineo aragonés. El paraje es precioso y las actividades muy variadas, tanto para mayores como para pequeños. Además a mi me encanta la pesaca de la trucha y que mejor que los ríos de alta montaña para semejante afición.
El día había llegado y partimos hacia el paraíso pirenaico, diez días de asueto nos esperaban y emprendimos viaje muy temprano. Como habíamos quedado el día anterior, a las siete de la mañana estábamos todos listos en el bar correspondiente para tomar un cafecito y partir.
El camping estaba bastante lleno de visitantes y el tiempo prometía diversión, entretenimiento y porque no relajación, para todo habría tiempo (y tanto que para todo).
El día fue pasando poco a poco con la instalación de ropas, menajes y enseres, además de comidas y equipos tanto de pesca como de paseo, etc… ya por la noche salimos hasta el bar del camping todos juntos para picar algo y pasar la velada con música, conversación y aprovechar para tratar de que haríamos al día siguiente. Yo fui el primero en exponer que antes de que fueran pasando días quería ir a pescar para que luego no hubiera pretextos de cansancios o lo que fuera, a lo que todos dijeron que bien que entonces el resto se montaría la mañana por su cuenta y que yo era un separatista. Risas y comentarios fueron haciendo pasar la velada. Al final se llegó a la conclusión de que mi hermano, Lisa (mi mujer) y Yalida (mi cuñada) junto con los peques harían una excursión a unos lagos cercanos en cuad. Por mi encantado, yo me iria a pescar a un rio de alta montaña a pocos kilómetros de allí y después de comer ya se vería que hacer por la tarde.
Así pasó la mañana, comimos en el bungalow y durante la comida mi cuñada expuso la idea de que por la tarde quería dormir una buena siesta a lo que mi hermano con voz tajante respondió que no que el no había ido hasta allí para dormir y perder el tiempo que las vacas son para hacer cosas que no se hacen el resto del año y mi mujer, Lisa, le daba la razón. Yo dije que como había madrugado mucho y el rio en el que me había metido era bastante agreste y que estaba rendido, así que yo me quedaba a dormir la siesta también. Ellos por su parte, mi hermano, mujer y peques se irían a un pueblecito cercano a comprar algunos recuerdos y dar un paseo por un parque que había allí cerca. Fantástico plan!!!!!
Nos dirigimos a nuestros respectivos bungalows para que unos se cambiasen de ropa y otros, mi cuñada y yo nos echáramos nuestras siestas ansiadas después de una mañana agotadora.
Diez minutos habían pasado desde que mi mujer llamase por teléfono desde el pueblecito mencionado (norma establecida para saber que todo va bien), cuando siento que alguien toca a la puerta del bungalow, me levanto y me dirijo a abrirla y me encuentro con Yalida, apoyada en el marco de la misma y con una mirada pícara que me dejaba ver sus intenciones.
-¿Qué pasa Yali?
--Nada, solo que estaba ahí tumbada pensando en que es verdad, que esto de dormir siesta en vacaciones, si que es una perdida de tiempo y que no sabía que hacer hasta que……. Pensando, pensando, he recordado que tu y yo tenemos una deuda pendiente por tu parte, no cuñadito?
Ja ja ja pues va a ser verdad Yali que tu y yo tenemos una deuda pendiente o mejor dicho yo tengo una deuda contigo. Solo de recordar aquella tarde en el pasillo de los baños del bar de la plaza, se me puso la poya durísima y todavía mas cuando mi cuñada me cogió el rabo con la mano sujetándolo con fuerza mientras acercaba sus labios a mi boca, ésta reaccionó rápidamente aferrando la suya e introduciendo mi lengua para juguetear con su lengua, aferrados el uno al otro fuimos pasando hacia el interior de mi habitación, la cama revuelta estaba esperándonos para una tarde de sexo apasionado.
El calor no hacía mella en nosotros ya que tenia el aire acondicionado bastante bajo de temperatura y el quitarse la blusita roja que Yali llevaba puesta sus pechos surgieron con unos pezones erguidos e insultantes, duros y oscuros, turgentes y deseosos de una lengua experta que los lamiese y unos dientes delicados que los mordisquearan. Mis manos comenzaron a acariciar sus pechos, redondos, duros y voluptuosos. Mi lengua recorría su cuello y descendía poco a poco hacia sus tetas para azotar con la punta sus pezones mientras mis manos aferraban con firmeza aquellos senos duritos.
Bajando lentamente por su torso fui llegando hasta su ombligo, mordiscos y lametones, besos y chupaditas se alternaban jugueteando con aquella piel erizada por el frio y el placer. Desabroché su falda plisada tipo tenis y un tanga blanco apareció ante mi tapando aquel pubis rasurado, impoluto de vello y palpitante de deseo. Mordisquee de nuevo su ombligo, deslicé mi lengua por su vientre, rodee su monte de Venus, pasee mis labios por sus ingles, aprisioné su entrepierna entre mis labios y volviendo a subir lentamente hacia su sexo lo encontré abierto, húmedo y palpitante, un clítoris duro y erecto me esperaba a la entrada del paraíso para recibirme. Mi lengua se deslizó hasta tocarlo levemente y un gemido sordo y contenido surgió de la garganta de Yalida, sus manos bajaron hasta mi cabeza como queriendo asegurarse de que jamás me apartaría de ahí y entre suspiros y gemidos ahogados por el placer me decía que no parase que se moría por correrse en mi boca. A cada lametón de lengua, a cada succión de mi boca, a cada presión de mis labios, Yali se retorcía de placer, de gusto y de ganas por terminar aquel cunnilingus fantástico que aquella tarde y después de una mamada fabulosa, yo había dejado a deber a mi dulce cuñada.
La comida de coño fue alargándose en el tiempo y después de 20 minutos deliciosos entre aquellas piernas, bebiendo los néctares de su sexo, lamiendo el fruto carnoso y rosado mas apetecible que nunca había tenido delante, Yalida irrumpió de golpe en un maravilloso orgasmo. Gotas de flujo salpicaron mi boca, un sabor agridulce llenó mi paladar y mi lengua ya cansada de tanto lamer, saboreó el licor, que como ambrosía de dioses, llenó por completo mis sentidos.
Rendida en la cama y yo agotado a su lado pero con la verga dura como desde el principio le susurré al oído que me hiciera una buena mamada, como aquella tarde en el bar de la plaza. Se incorporó, me miró fijamente a la cara y con una sonrisa maliciosa me dijo lentamente.
“Cuñadin, tu no te mereces una mamada, tu te mereces el mejor polvo de la historia, pero, se ha hecho tarde y estos estarán al llegar, así que tu tranquilo y procura que volvamos a tener otras tardes de siesta”
Por supuesto que hubo mas tardes de siesta durante aquellos fantásticos diez días de vacaciones y aun a pesar de ganarnos ambos el calificativo por parte de nuestros respectivos de aburridos y aguafiestas, nosotros nos montábamos la fiesta por nuestra cuenta.
Pero eso, eso es otra historia……………