Mi cuñada y yo

Le hice el amor a mi cuñadita de 16 años sin que se diera cuenta.

Me llamo Patricio tengo 25 años y vivo en la ciudad de Santiago, Chile.

Todo comenzó cuando conocí a Carolina. Nos pusimos de novio como al mes de conocernos y un día me invitó a su casa a almorzar. Allí conocí a su mamá, una mujer agradable, con ciertos problemas de gordura y a la hermana menor de ella, Vania, una niña agradable de 13 años que al igual que su madre tenía tendencia a engordar. Algo característico de las tres mujeres era que tenían un rostro muy hermoso, y que además, tenían unos senos formidables, sin embargo los de Vania no eran tan grandes como los de mi novia o los de su mama, pero sí tenía un trasero bastante mas grande que las niñas de su edad.

Bueno, el tiempo comenzó a transcurrir y al cabo de unos meses de entablar una muy buena relación con la familia de mi novia, me dí cuenta de que a Vania le atraía. Ella siempre decía que le gustaba el perfume que yo usaba y a veces se me quedaba oliendo de cerca y lanzaba un suspiro. El tiempo iba pasando y Vania comenzaba a florecer de niña a adolescente. Sin embargo, estaba consciente que la atracción que sentía Vania por mí era algo pasajero y típico de su edad, por lo que no le dí ninguna importancia y tampoco me sentía atraído hacia ella. Pero de pronto las cosas empezaron a tornarse un poco mas serías.

Un día estábamos mi cuñadita y yo chateando en el dormitorio de los padres de Carolina. Era verano y andábamos solo con pantalones cortos y una camiseta cuando por algún motivo que no me recuerdo ahora comenzamos a forcejear jugando era algo bastante inocente pero entre el forcejeo y los roces comencé a excitarme. De pronto la tomé por la espalda y me dejé caer encima de ella sobre la cama, le tenía sujetas ambas manos por las muñecas y mientras ella reía y forcejeaba para soltarse, yo tenía todo mi bulto pegado en el medio de su culo y me apegaba cada vez mas a su espalda. Estuvimos así jugando algunos minutos hasta que quedamos rendidos de cansancio tirados ambos boca arriba en la cama, cuando de pronto noté que ella me estaba viendo de reojo el paquete, ¡No era para menos, tenía una tremenda erección que sobresalía con exageración por sobre la tela del pantalón!

Este episodio quedó entre nosotros, ella nunca dijo nada sobre ello lo cual me animó a seguir con nuestros juegos de lucha. Estuvimos todo el verano así. Me recuerdo que también le estaba enseñando algo de defensa personal, y siempre terminábamos abrazados y muertos de la risa.

Así comenzó a crecer en mí una obsesión por esa joven que cada día se ponía mas y mas buena. Pasaron 3 años y con Carolina nos fuimos a rentar un depto. El depto. era acogedor y tenía 3 dormitorios, así que cuando nos fuimos la hermana de Carolina nos visitaba frecuentemente y se quedaba con nosotros por varios días. Para aquel entonces Vania tenía 16 años y estaba muy rica para su edad, había crecido en altura y su figura se estaba poniendo cada día mejor.

En una ocasión Vania vino de visita a la casa por una semana y yo decidí que era tiempo de hacer algo mas, pero no sabía qué. La verdad es que ahora ella tenía un novio y no parecía interesarle ya mi persona y menos los juegos que solíamos realizar. Así que decidí que si no podía convencerla de que fuese mía tendría que buscar alguna alternativa. El día viernes de aquella semana yo llegué al departamento con una botella de tequila.

Nos organizamos para pasarla bien como de costumbre y preparamos algunas cosa para comer. Comenzamos viendo una película que sabíamos darían por la tele y luego nos dedicamos a tomar. Iniciamos un juego de ronda de tragos con limón y sal. Mi mujer lucía hermosa una falda muy corta y una camiseta ajustada que resaltaba sus pechos enormes. Mi cuñada tenía puesto un pantalón ajustado color negro y una camiseta muy escotada que hacía competencia con la delantera de mi mujer. Entre trago y trago se nos fue pasando la mano y mi mujer se quejó de que estaba mareada, la verdad es que estaba muy borracha (ese era parte del plan) por otro lado Vania se encontraba en las mismas condiciones, y yo estaba mareado pero no borracho pues cuando salí a comprar cigarrillos me compré un sandwich en un restoran cercano, así que yo no tenía el estómago tan vacío como ellas. El asunto es no dejé que ninguna de ellas se fuera a acostar sin antes que nos terminásemos la botella.

Y así fue que Carolina se quedó dormida en el sofá, mientras que mi cuñada estaba bailando sola en medio de la sala. Entonces me levanté de mi sillón, me acerqué a mi mujer y comencé a hablarle pero no me respondía, le di una cachetada suave para ver si reaccionaba y no pasó nada. Entonces convencido de que Carolina no despertaría, me puse de pie y me acerque a mi cuñada por detrás, la abrasé y ella rodeó mis brazos con ambas manos, me quedé apegado a su cuerpo mientras ella hablaba de muchas cosas que no entendía, estaba completamente ida. Aproveché el momento para darla vuelta y frente a frente comenzamos a bailar un lento.

Miré de reojo a mi mujer y esta dormía profundamente. De a poco, comencé a besar el cuello de mi cuñada, ella se dejó completamente, comencé a recorrer su cuerpo con mis manos, su espalda, su cintura, su trasero enorme, se lo apretaba y la empujaba hacia mi bulto y ella comenzó a mover sus caderas y me punteaba con su pelvis en mi paquete que para esa altura ya no cabía dentro de mi pantalón. Con un movimiento bastante torpe producto del alcohol en mi sangre le desabroché el sostén sin quitarle la blusa, metí mi mano debajo de su camiseta y comencé a masajearle ambas tetas. Mientras estaba en esto con una mano me desabroché el pantalón y liberé mi pene de mis calsoncillos. Le tomé una mano y la puse en mi miembro.

Ella comenzó a jadear como loca mientras me masturbaba yo le chupaba una teta y con una mano le estaba tocando la concha por debajo de su pantalón. Ella estaba toda mojada y yo estaba a mil. Entonces comencé a agacharme lentamente y e hice que ella también lo hiciera hasta que nos tendimos en la alfombra. Le terminé de sacar el pantalón y yo también hice lo mismo. Luego acomodé mi rostro en su entrepierna y comencé a chuparle toda su conchita que estaba mojadísima. Ella se retorcía de placer. Se la chupé hasta que se me cansó la lengua, no sé si habrá tenido algún orgasmo durante el tiempo que se la chupaba ya que todo en ella eran convulsiones y jadeos y pequeños gritos de placer.

Finalmente me incorporé y me acosté encima de ella. Estaba con los ojos cerrados, y la boca entreabierta, tenía la respiración entrecortada, la miré por un instante y disfrute el momento en que procedí a penetrarla. Su rostro se transfiguró y bajo la tenue luz de la sala, me miró y me dijo:

eso… que rico… no pares… me gusta… si… dale… siiiiiiiii… que rico….

Te lo estoy metiendo… -le dije suavemente al oído- por fin te lo metí todo

Comencé a bombear frenéticamente sin ninguna preocupación pues yo sabía que ella no era virgen y que estaba comenzando a realizar su vida sexual, pues me lo había contado mi mujer en un de nuestras conversaciones. Así estuve dándole hasta que sentí que iba a acabar, entonces saqué mi miembro dentro de ella y le dije que se diera vuelta. Ella se dio vuelta y se acostó pero yo la hice que juntara las rodillas y parara el culo, entonces se lo metí nuevamente y la seguí culendo con la misma fuerza e intensidad anterior. Cuando estaba en eso miré al sofá y vi a mi mujer durmiendo profundamente, esta imagen de mi mujer a pocos centrímetos de mí y mi cuñadita boca abajo con el culo paradito y mi miembro metido hasta el fondo de su concha me calentó tanto que no pude soportarlo mas y termine chorreando todo mi semen en la espalda y el culo de mi cuñada.

Después de todo esto, me dediqué a limpiar todo lo que pudiera levantar sospechas el día siguiente. Limpié y vestí a mi cuñada y mientras lo hacía le besaba cada parte de su cuerpo. Finalmente la levante en brazos y la llevé a su dormitorio. La dejé tendida sobre la cama y la tapé con un cobertor.

Luego hice lo mismo con mi mujer.

Al día siguiente la primera en levantarse fue mi mujer, preparó el desayuno y nos despertó a ambos. Estaba aterrado con la idea de que mi cuñada pudiera decir algo, sin embargo el único comentario que hizo fue que estaba muy cansada y no sabía bien por qué.

Desde aquel día se cumplirán luego 2 años y mi deseo por ella ha dejado de ser una obsesión, ahora la observo de reojo y la encuentro cada día mas bella, esperando el momento de volver a tener un encuentro con ella.