Mi cuñada Sara me necesitaba

Creo que es el momento de continuar contando todas las fantasías que se han ido haciendo realidad con mi cuñada de por medio… Como ya os comenté en anteriores relatos, Sara es mi cuñada y una caliente tarde de verano comenzaron toda una serie de morbosas escenas entre nosotros. Podéis leer el ori

Creo que es el momento de continuar contando todas las fantasías que se han ido haciendo realidad con mi cuñada de por medio…

Como ya os comenté en anteriores relatos, Sara es mi cuñada y una caliente tarde de verano comenzaron toda una serie de morbosas escenas entre nosotros. Podéis leer el origen en el relato “Jugando con mi cuñada” (vaya...sí que hace tiempo de aquello).

Desde aquel día en el que Sara me demostró que el jugueteo que tenía con ella era bien recibido (más que bien diría yo) por su parte, mi mente no paraba de imaginar cómo sería el próximo encuentro furtivo en el que tuviera ocasión de terminar de hacer lo que empezamos. Soñaba con el momento de descubrir sus tetas, apretarlas y lamerlas. Quería saber a qué sabían esos pezones que tantas veces había estado a punto de ver pero que siempre me habían dejado con la miel en los labios.

Aunque parezca mentira, ese verano no hubo ninguna otra ocasión en la que pudiera lanzarme sobre ella y que al menos me devolviera el favor que yo le hice a ella. Todo lo que conseguí en un par de ocasiones fue darle un palito en el culo y un buen apretón para que supiera las ganas que tenía de ella. Sin embargo, mi cuñado se cogió vacaciones todo lo que quedaba de mes, y no se separaba de ella en ningún momento. Era peligroso intentar forzar la situación porque cada vez que pensaba que tenía una ocasión, aparecía para arruinar el momento.

Por fin llegó septiembre y mi cuñado volvió a su horario laboral y me daría la oportunidad de acercarme a solas a su mujer. Esa semana yo había estado bastante liado y aunque parezca mentira, con tanto estrés de reuniones, no había pensado en preparar ningún plan para atacarla. El jueves por la mañana ya había liberado algo mi agenda de trabajo, y enseguida volvió a mi cabeza la idea que me rondaba desde verano. Me desperté, me metí en la ducha y mientras caía el agua caliente por mi cabeza, me vino a la mente Sara. Me la imaginaba desnuda en su ducha, sola, ajena a mi mirada a través de la pequeña apertura de la puerta del baño. Sus manos frotando su cuerpo y apretando sus tetas, con la boca abierta baño la ducha y los ojos cerrados. Disfrutando de su momento de intimidad para darse placer. Cuántas pajas me había hecho pensando en que la observaba sin que ella me viera...era una fantasía recurrente para mis momentos de placer en solitario. De pronto, el sonido de un mensaje de whatsapp me devolvió a la realidad. Terminé de ducharme y me sequé para poder mirar quién me había escrito tan temprano. En la pantalla de mi móvil había una notificación de mi cuñada, pero tengo configurada la privacidad para que no puedan leerse los mensajes si no desbloqueo el teléfono. Sin abrir la App, desbloqueé el teléfono y ví que el mensaje era una imagen. No distinguía lo que aparecía en la miniatura, así que tuve que abrir la foto. Lo que ví me aceleró el corazón de golpe: reconocí el suelo del baño de mi cuñada sobre el que aparecían unas bragas y se intuía la sombra de unas piernas. Bajo la foto, dos líneas de texto: “Necesito una ducha; ¿me acompañas?.” Tan pronto leí esas palabras, mi erección fue instantánea.

-“¡Vaya! Buenos días...te veo potente de buena mañana…” - me dijo Ana, que estaba apoyada en el marco de la puerta del baño y a la que no había oído salir de la cama. Se sentó a hacer pis mientras yo me terminaba de secar rápidamente, sin poder contestar al mensaje. Al darme la vuelta para ponerme la ropa, Ana me agarró la polla y me atrajo hacia ella, que seguía allí sentada. Me miró a los ojos, se mojó los labios, echó una considerable cantidad de saliva sobre la punta de mi pene, lo esparció por todo el tronco con la mano y se lo metió poco a poco en la boca sin dejar de mirarme. Dudé en si debía ponerle alguna excusa como que llegaba tarde al trabajo, pero estaba demasiado excitado como para negarme y simplemente me dejé hacer. Le recogí el pelo con las manos y se lo sujete en la parte de atrás de su cabeza, que la sujetaba contra mí para marcarle el ritmo de la mamada. Yo pensando en follarme a su hermana y ella dándome placer antes de ir al trabajo...Me cogía los huevos con la mano izquierda mientras con la derecha me pajeaba al ritmo de la mamada. No sabía si era muy buena idea correrme justo antes de ir a ayudar a frotar la espalda de mi cuñada, pero era demasiado tarde para parar. Sin sacarla de su boca, exploté provocándole una pequeña arcada al notar mi chorro de semen contra su campanilla, lo que no la hizo parar su trabajo. Fue reduciendo la velocidad y profundidad de la mamada hasta que la sacó completamente de su boca y tragó toda la mezcla de saliva y semen que había en ella. Solté mis manos de su cabeza, le besé la frente y me volví a dar una ducha de cintura para abajo. Ella se volvió a la cama y yo ya conseguí terminar de arreglarme y salir por la puerta de casa.

Quería ir a casa de mi cuñada, pero tenía miedo que alguien me pillara y descubriera el pastel. De camino, iba improvisando cómo sortear cualquier tipo de escollo que pusiera en riesgo la visita. Desactivé el compartir ubicación de mi móvil y aparqué 4 calles más allá de la casa de mi cuñada. No quería que ningún vecino viera el coche en la puerta e hiciera algún comentario que pudiera comprometerme. A una manzana de su casa le respondí el mensaje para que supiera que iba y me abriera la puerta rápido sin que nadie me viera:

-“Estoy en tu puerta. Si me abres, te puedo ayudar a frotarte la espalda...”.

Justo estaba llegando a su portal cuando sonó el timbre de “puerta abierta”. La empujé y cerré rápido la puerta tras de mí. Ella no estaba en el rellano de su escalera, así que subí y vi que había dejado la puerta entreabierta. Pasé en silencio y me dirigí directamente a su baño en el piso de arriba. Estaba toda la casa bastante a oscuras y las persianas estaban abajo, por lo que la luz de su habitación destacaba al final del pasillo del primer piso. Entré al dormitorio y ví que la luz provenía de su baño, por lo que continué mi camino hasta allí. Di un par de golpecitos con los nudillos y abrí la puerta despacio. Frente al espejo, de espaldas a mí, estaba mi cuñada inclinada sobre el lavabo maquillándose los ojos. Lo tenía todo calculado para que la pillara así...Se había puesto unos tacones negros, unas medias hasta mitad de muslo, unas bragas muy pequeñas y bajas de cintura con mucha transparencia a juego con su sujetador negro. Ya me recibía con las piernas ligeramente abiertas y el culo ofrecido para que la mirara…Me quedé en la puerta y me miró a través del espejo.

  • “Ya pensaba que no tenías intención de venir. Me he tenido que duchar sin tu ayuda y ya me estaba terminando de vestir”.

Me acerqué a ella, chupé mi dedo corazón y le metí la mano dentro de las bragas por la parte de atrás hasta tocar con mi dedo su coñito. Lo notaba totalmente rasurado. Al notar el contacto con su sexo, arqueó la espalda y soltó un suave gemido. Parece que no era el único que tenía ganas de fiesta esa mañana. Comencé a recorrer su coñito desde su clítoris hasta su ano. Me deslizaba entre sus labios, los abría apartándolos a los lados de su agujerito. Con la mano izquierda le desabroché el sujetador que cayó al suelo. Ella se agarraba con las dos manos al lavabo, cerrando los ojos y sintiendo cómo acariciaba su clítoris y apretaba sus pezones con la otra mano. Mi dedo estaba empapado de sus fluidos, que manaban abundantes de su interior, caliente y pegajoso. Bajando con mi mano por su espalda, agarré sus bragas y las deslicé por sus piernas para que las levantara una a una y pudiera liberarla de toda prenda. Su cuerpo estaba totalmente desnudo frente a mi, con mis manos en sus tetas, las que tanto había deseado acariciar y lamer. Con su culito se rozaba contra mi paquete, muy abultado por lo que estaba viviendo. Le dí la vuelta y me lancé sobre sus tetas para meterlas en mi boca, succionando sus pezones y dándole pequeños mordisquitos a los que ella respondía con gemidos. Me empujaba la cabeza contra su pecho y me las restregaba para que siguiera comiéndoselas. Notaba mis calzoncillos empapados y quería que cogiera mi polla, a lo que contestó leyendo mi mente y bajando mi bragueta. Me desabrochó los pantalones y los bajó hasta los tobillos arrastrando mis calzoncillos por el camino. Se puso de rodillas frente a mi y sin dudar dos veces, se tragó toda mi polla. La dejó ahí dentro sin moverse, haciendo vibrar su garganta que presionaba y masajeaba mi pene. La sacaba de golpe, dejando un buen rastro de saliva sobre mi tronco y se la volvía a tragar de un solo bocado. La de pajas que me había hecho imaginándomela en esa postura frente a mí, mirándome a los ojos con su boca llena de mi polla y viéndola disfrutar como una puta. Era la segunda mamada del día, por dos mujeres distintas y no eran ni las 9 de la mañana. Días así no suelen pasar muy a menudo. Conforme aumentaba el ritmo de la mamada, pensaba en si debía correrme ya o follarla como deseaba. Era difícil sacar la polla de esa boca golosa y hambrienta e imaginarla tragándose mi semen, me estaba llevando al clímax. Pero algo lo interrumpió. Se suponía que estábamos solos en casa. Mi cuñado estaba trabajando y había dejado a sus hijos en el colegio, pero no contaba con que ese día iba a estar cerca y se iba a pasar por su casa a desayunar.

  • “¡Joder, es Jorge!” - me dijo Sara en voz baja, aún de rodillas frente a mí.
  • “¿Y ahora qué coño hago? Nos va a pillar”.

Me subí como pude el pantalón, salí del baño y corrí a esconderme al vestidor. Justo cuando cerraba la puerta de lamas de madera, mi cuñado entraba por la puerta de la habitación silbando.

  • ¿Sara?. He venido a tomar algo, ¿has desayunado?.

Sin dar tiempo a responder a Sara, llegó a la puerta del baño y encontró a mi cuñada totalmente desnuda, con esa ropa interior que acaba de estrenar para mí y cepillándose los dientes. Lo siguiente que escuché fue el cinturón de mi cuñado desabrochándose y golpeando contra el suelo. Escuché cómo daba un cachete a mi cuñada y un fuerte gemido escapó de la boca de Sara al notar cómo mi cuñado la penetraba de una estacada. Debió entrar como un cuchillo en la mantequilla de lo cachonda que estaba hacía un minuto.

  • Voy a tener que venir a sorprenderte más a menudo…¡qué mojada estás!. ¿Estabas masturbándote, verdad?. Me pone imaginarte aquí sola follándote el vibrador que te compraste. ¿Tenías ganas de que te follaran? Pues aquí me tienes.

Jadeos, el golpeteo de las pelotas de mi cuñado contra el culo de Sara, el chasquido de su polla entrando y saliendo de ese coñito tan húmedo y sus gemidos ahogados contra la toalla del lavabo. Estaba jodido porque debía ser yo el que estuviera ahí fuera penetrándola, pero a la vez me excitaba estar escondido sabiendo que estaban haciéndolo ahí mismo, ella siendo consciente de mi presencia y él totalmente al margen. Sin dejar de penetrarla, mi cuñado guiaba entre embestidas a Sara a la cama. La puso a cuatro patas y él, de pie junto a la cama, continuó la faena. Ahora si que me iba a explotar la polla. Podía ver la cara de gusto de ella mientras un aluvión de embestidas insistían en entrar y salir de su agujero. Con los ojos casi cerrados y la boca abierta de placer, Sara giró la cabeza hacia el vestidor donde sabía que estaba escondido. Cómo disfrutaba haciéndome sufrir mostrándome todo su esplendor sexual mientras yo a escasos metros, simplemente me tenía que conformar con mirar entre las lamas horizontales de la puerta.

El ritmo de la embestida se aceleró, con las manos de mi cuñado en las caderas de Sara, mientras le gritaba lo cachondo que le había puesto encontrarla totalmente desnuda y mojada. La espalda de Sara se arqueó, coincidiendo con unos buenos y contundentes empujones finales en su interior, donde explotó vaciando en ese coñito todo el semen de su marido. Le dió un azote en el culo y se fue a la ducha. Sara quedó exhausta sobre la cama, tumbada bocabajo con una mano en su sexo, acariciándolo aún palpitante por el orgasmo que acababa de tener y del que comenzaban a escapar los fluidos que habían descargado en su interior.

Al oír el grifo abierto y la mampara de la ducha cerrarse, abrí con cuidado la puerta del vestidor para salir de la casa antes de que Jorge terminara. Ya había tentado bastante a la suerte...Cuando estaba saliendo por la puerta de la habitación, Sara me susurró:

  • Ni se te ocurra irte. Vuelvo a estar muy sucia y voy a tener que volver a ducharme. Necesito tu ayuda.

Después de lo que acababa de presenciar, lo último que esperaba es que Sara quisiera más sexo, pero no iba a ser yo el que se lo negara. Realmente, a eso había ido y quería culminar por fin lo que empezó en verano y que la omnipresencia de mi cuñado había vuelto a aplazar. Desde la puerta de la habitación podía ver su entrepierna, ligeramente abierta y supe que merecía la pena volver a esconderse hasta que él se fuera. Pero mientras seguía escuchando el agua caer, me acerqué a la cama, le abrí las nalgas y observaba todo ese coñito mojado en una mezcla de fluidos y semen que ya chorreaba por sus muslos. El grifo se cerró al tiempo que se escuchó deslizarse la puerta de la mampara. No podía cruzar de nuevo frente a la puerta del baño, por lo que recurrí al clásico escondite bajo la cama. A los pocos minutos, Jorge salía con prisas del baño y de la habitación despidiéndose de su mujer y diciendo que se había entretenido demasiado y ahora iba a volver tarde. Oí cómo bajaba las escaleras y salía por la puerta de casa. Esperé unos prudentes segundos para asegurarme que se había ido definitivamente antes de salir de debajo de la cama. Todavía allí agazapado, vi los pies de Sara desnudos sobre el suelo y corriendo hacia la ducha. Conforme se alejaba, la vista desde debajo de la cama me permitía llegar hasta sus caderas, por lo que ví cómo corría con una mano entre sus piernas para que no cayera el semen que la gravedad hacía salir de su coñito. Salí de debajo de la cama y me desnudé viendo cómo Sara, con las piernas ligeramente flexionadas y dejando caer el agua de la ducha sobre su sexo, lo frotaba para eliminar los restos de la invasión de mi cuñado. Cuando parecía haber terminado, giró la cabeza y me hizo un gesto para que me uniera a ella. Cerré tras de mí la mampara de la ducha al tiempo que ella me agarraba la polla y empezaba a pajearme. De nuevo comenzó a chupármela, empeñada en llenarme la polla de saliva con cada vaivén. No tardó ni un minuto en tenerla a su gusto, ya que se giró y dándole la espalda, se agachó ligeramente y puso la punta de mi polla en la entrada a su coño. Sin necesidad de moverme, ella sola se la metía y sacaba moviéndose adelante y atrás, con las manos apoyadas en la pared frente a mi. La cogí por las caderas e hice que acelerara el ritmo de la penetración. Miraba cómo mi polla entraba en ese agujero de placer y su culo se interpuso en el camino de mi mirada. Se dilataba y contraía con cada embestida al tiempo que ella gemía. Chupé mi dedo pulgar y lo puse contra aquel botón cada vez más abierto. Al notar mi dedo allí, sus gemidos empezaron a aumentar de volumen y sus movimientos más profundos. Comencé a introducir cada vez un poquito más mi dedo y lo volvía a sacar. Eso la estaba volviendo loca y de un empujón se lo metí entero.

  • ¡Aggghhhhh joder! ¡Qué rico!.¡Ese dedo…joder ese dedo!. Fóllame en la cama que me has dado una idea.

Sara se adelantó y salió de la ducha rápidamente hacia la habitación, mientras yo con una toalla me secaba un poco el cuerpo y los pies para no patinar al pisar el suelo. Sara abrió el tercer cajón de su mesita de noche y sacó de debajo de un montón de sus braguitas dobladas, un vibrador negro de un tamaño considerable. Se puso en la cama a cuatro patas de espaldas a mí y pulsó el botón de ON. Se lo acercó y enseguida tenía el vibrador lubricado con las lamidas que le daba su húmedo coñito a cada paso por él. Sara giró la cabeza y me miró por encima de su hombro y me hizo un gesto para que fuera con ella. Cuando me estaba acercando de rodillas para penetrarla, se metió el vibrador en el coño y empezó a meterlo y sacarlo.

  • Este agujerito está ocupado, pero mi culito está libre. Pero no me metas sólo el dedo, quiero que me lo folles con tu polla.

Dicho y hecho. Puse la punta de mi duro mástil en su entrada, que palpitaba con el placer que le estaba provocando el vibrador y la idea de que le follaran los dos agujeros a la vez. Quise meterla poco a poco para que su culo se fuera adaptando a mi polla pero no encontré ninguna oposición a mi ataque así que no paré hasta clavársela entera.

  • ¡Dios! Ese pollón no me lo esperaba. Me vas a dejar el culo destrozado.

Ella marcaba el ritmo de la penetración del vibrador en su coño y yo marcaba el de mi polla en su culo. Cuando ella iba a sacarlo, yo la metía y al revés. Notaba la vibración al encontrarme con él por el camino. No me imaginaba que a mi cuñada le fuera esto de que se la follaran por los dos agujeros a la vez. De hecho ni me imaginaba que se dejara follar por el culo pero que encima hiciera esto la primera vez que follábamos…era de locos.

Las paredes de su culo me apretaban la polla y estaban a punto de hacer que me corriera. No podía más, y justo ella empezó a acelerar el ritmo de la penetración porque le estaba llegando otro orgasmo. Seguí sus pasos y a los 10 segundos notaba como un fuerte anillo abrazaba toda mi polla y escurría hasta la última gota de mi semen dentro de su culo mientras ella convulsionaba de placer. Saqué mi polla mientras sostenía su culo abierto para ver la tronera que le había dejado. Estaba rojo de tanta fricción y palpitaba, intentando cerrarse pero volvía a abrirse. Mi semen empezó a escurrir de su interior y caía sobre la cama.

Me fuí a la ducha y al salir, Sara seguía tumbada boca abajo en la cama agotada. Entre mi cuñado y yo le habíamos dado una buena dosis de orgasmos en menos de una hora. Me acerqué a ella, le di un beso y una cachetada en el culo y salí por la puerta. Ya en el coche recibí un mensaje suyo:

  • Si me vas a frotar así la espalda cada vez que te llame, no descartes que vengas a echarme una mano más a menudo…

No imaginaba que aquel encuentro con mi cuñada fuera a acabar así de bien, como tampoco me podía hacer una idea la de sorpresas que todavía me tenía guardadas para las siguientes ocasiones, pero eso como siempre, en el próximo relato. Espero no tardar tanto como la última vez.

Ahora os dejo que me acaba de sonar el móvil y es un mensaje de mi cuñada…