Mi cuñada, mi hermana y yo
No sólo las muñecas se comparten entre hermanas
Vengo de una familia muy rigurosa, y bastante cerrada. Tanto a mi hermana gemela Sofía como a mí nos criaron con miedo al sexo y a los hombres. Sólo nos iban a usar por nuestro cuerpo, después ningún otro nos iba a querer. Lo que no se imaginaron nunca es que no nos gustarían ni por asombro los chicos.
Mi sexualidad se despertó temprano, ya con 15 años sabía que me gustan las chicas, y siempre me quedaba mirando a alguna compañerita que pasará con su pollera corta del uniforme del cole, y esta por más decir que ir a pijamadas era toda una situación de estrés. Ver a mis compañeras cambiándose frete de mi y disimular que me quedaba mirándolas y sintiendo una atracción como la que ellas contaban que sentían por los chicos de la clase.
Los años pasaron terminamos la secundaria con mi hermana, y las dos decidimos ir a la universidad, a pesar de un millón de problemas conseguimos con mi hermana que nuestros padres nos alquilaran un apartamento en capital.
Como todas las chicas del interior, estar solas en la capi fue todo un desafío pero también nos dio la libertad que nunca tuvimos. Cada una empezó a salir por su lado y nos veíamos muy poco, un fin de semana no me sentía muy bien y me quedé en casa mientras Sofi se fue de fiesta.
A las dos de la mañana me despierta el sonido de la puerta del apartamento cerrándose de golpe y sentí unas risas picaras correr por delante de mi puerta. Escuché decir en voz muy baja “tu hermana nos va a oír” y reconocí la voz de Sofi que decía “duerme como un tronco no te preocupes” y la puerta del cuarto de ella cerrándose.
Luego comenzó la acción y me di cuenta que mi hermana estaba con otra chica teniendo sexo, las escuchaba gritar y quejarse de placer y no me podía contener, me excitaba de solo imaginarme esa situación y que en lugar de mi hermana fuera yo. Mis manos automáticamente bajaron por mi cuerpo y comencé a masturbarme, los gritos de ellas en el otro cuarto hacían que me mojara cada vez más. Mordí la almohada para que no me escucharan quejar y obtuve un hermoso orgasmo.
La noche paso y me levanté bastante temprano, había tenido una super noche de excitación y orgasmos como nunca. Me preparé el café y me senté a desayunar, en ese momento se aparece frente a mis ojos una hermosa cabellera rubia, toda despeinada y su cara mostraba un maquillaje corrido por la transpiración de la noche agitada que había tenido. Se quedó sorprendida al verme y sus ojos se abrieron enormemente:
- Sofi no me dijo que eran gemelas.
- A mi no me contó que saliera con una chica tan hermosa (respondí sin titubear)
A todo esto, apareció mi hermana toda desalineada como su amiga y con cara de enojo me increpa de porque estaba levantada tan temprano
- Será porque un par de señoritas pasaron una noche salvaje de sexo del otro lado de la pared y no me dejaron dormir (su amiga se puso de todos colores)
- Vos porque sos una envidiosa (en su cara se notaba un enojo magistral) vas a tener que acostumbrarte porque Valeria es mi novia, (la tomó por la cintura y le dio un beso tan apasionado que hasta a mi me movió el piso)
Se fueron sin más que decir, y por mi cabeza no dejaba de pasar la idea de lo linda que era mi cuñada.
Los días pasaron, y todos los sábados se habían vuelto una maratón de sexo para mi hermana y su novia del otro lado de mi pared, y para mí noches de masturbación intensa mordiendo la almohada para que ellas no me escucharan. Así se completaron seis meses.
En octubre mi hermana tuvo que hacer un viaje de campo para su carrera, el mismo le llevaba dos semanas y debían irse a una zona despoblada y por supuesto con muy pocos servicios disponibles, siendo la señal de celulares la más baja. Por mi cabeza paso la idea de que por fin iba a poder descansar de escuchar esas noches salvajes entre mi hermana y su novia, pero por otra parte Valeria es una rubia muy hermosa y no vera por dos semanas no me hacía mucha gracia.
Me dispuse a bañarme y a disfrutar del apartamento para mi sola, ya estaba sin ropa y pronta para meterme al agua cuando sonó el timbre, me envolví en una toalla y pregunté quien era.
- Caro soy Vale, vengo a dejarle unas cosas a tu hermana.
Corrí a abrirle, primero porque no me gusta hablar a los gritos con una pared de por medio y segundo porque extrañaba ver a mi cuñadita, sin percatarme que solo estaba con la toalla encima.
- Sofi se fue hace más de una hora (le dije a Valeria mientras abría la puerta)
- Ya lo se (entró y de un golpe cerró la puerta tras de sí) decime ¿yo te gusto?
- Emmm (titubee) sos una mujer muy hermosa.
- ¿Sí? ( se me acercó más de lo que esperaba y me saco la toalla que yo traía) tu también lo eres, incluso más que tu hermana ( con sus manos comenzó a acariciar mis pechos) se que te masturbas cuando nos escuchas coger y eso me excita mucho.
- No es mi intención escucharlas, pero gritan demasiado (atine a decir mientras quería escaparme de sus manos)
- Te voy a hacer gritar más que a tu hermana ( y se agacho frente a mi colocando su boca en mi vulva)
No puedo explicar lo rico que se sintió tener a esa bella mujer haciéndome un espectacular sexo oral entre mis piernas y como su lengua logró que yo me acabara muchas veces. Pero eso no le alcanzó, se desvistió y me colocó mi entre sus piernas, su sabor era como el de una fruta dulce y jugosa que me desesperaba por devorar, me agarraba fuerte del pelo y gritaba házmelo fuerte.
Nos tiramos en el piso y terminamos enredadas en nuestras piernas, mientras nuestras vulvas chocaban de placer y hacían que nos excitáramos aún más y que nuestros fluidos quedaran salpicados en el piso. Caímos agotadas de placer, vale sobre mi pecho, lamia suavemente mis pezones y los ponía muy ricos.
En ese momento y de golpe se abrió la puerta y era Sofía que su viaje se había suspendido y volvía a casa, su rostro cuando nos vio no reflejaba celos ni enojo, sino más bien placer y ganas de unírsenos.
Lo que sucedió después lo contaré en otra historia.