Mi cuñada me enseña

Hay que saber elegir maestra.

Mi cuñada me enseña.

El vuelo no se me ha hecho largo, es agradable viajar de día. Apenas una siesta que hace que esté descansada para convertirme en una perra para Santiago. Porque de eso se trata: de hacer que se le vayan los prejuicios anti- matrimonio que tiene por su experiencia anterior con una puritana y que se case conmigo.

En los dos días que he pasado en Madrid tras vender los bolsos y carteras he jugado mis cartas preparándome para lo que iba a hacer a partir de hoy. Creo que había convencido a mi cuñada, que se contaría a su hermano, estaba segura, de que yo iba a ser la puta más puta de todas las putas. Lo que ocurre es que me apetece.

Había vuelto de Villajoyosa y estaba sola en el departamento de mi cuñada, había llegado antes de que volviera del trabajo. Me había dado las llaves por si no estaba en casa. Tenía ganas de orinar, fui al baño, el bidet no era tan cómodo como el de mi departamento en Buenos Aires, con chorro vertical que te permite higienizarte mejor, pero pude lavarme tranquila. Dejé el vaquero y el corpiño en mi dormitorio y con remera y bombacha me dediqué a curiosear en el suyo, con cuidado, sin que pareciera que era una chusma y que se me notase que la había espiado. No tenía mucha ropa, pero la que había era buena, pero no era eso lo que buscaba, cuando lo encontré me quedé fascinada: Su colección de juguetes eróticos. Era una maravilla y además se veía que se usaban. Mi cuñada debía montarse una buenas fiestas, porque más de uno era para compartir.

Me calenté al ver la colección de vergas , de arneses , de una sola pija o dobles, bolas chinas, vibradores de juguete, porque los había con las formas más divertidas o simuladoras. Sabía que no debía usarlos, pero sí manosearlos, disfrutar con ellos tocándolos y tocándome. Empecé por el más llamativo: un grueso consolador de látex de palmo y medio , era hiperrealista, un pedazo de verga negra que sólo verla me hizo pensar en cómo sería sentirla dentro. La acaricié como si fuera de verdad, luego me la metí en la boca, me quité la braguita y me comencé a masturbar con mi mente navegando en un mundo en el que un negrazo enorme me obligaba a darle placer rompiéndome la concha con semejante tronco y yo llena de macho chillaba de gusto y vicio.

Usé en mis pechos un vibrador haciendo que la caricia en mis excitados pezones casi me llevaran al orgasmo. Me deleité en los arneses dobles, imaginé usándolos con Susana, mi amante, cogiéndola como si yo fuera un hombre pero sintiéndome mujer poseída. Mis fantasías unidas a mis dedos, empapados con mis flujos lúbricos, me condujeron al final del viaje del placer solitario. Parada, tocándome alegre me vine ante aquel museo del sexo.

Tenía hambre, fui a la cocina, en la heladera había gazpacho, un poco de pastel de pescado, queso y embutidos. Me puse una taza del jugo de tomate y ataqué el chorizo y el jamón. ¡ Son tan buenos en España!. Sin lavarme las manos me di cuenta que al sabor de la comida se unía el de mi feminidad gozosa. Comí tranquila. Sólo manché la taza que metí en el friega platos.

Decidí acostarme, tenía sueño, había dormido poco en la casa de Cayetana. Las imágenes de lo que había vivido volvían una y otra vez a mi mente, junto a la decisión que había tomado: casarme con Santiago y para ello , me gustaba la idea, ser un poco o un mucho degenerada.

Creía que podía serlo. A Santiago le gustaba coger conmigo. A Susana le encantaba hacer el amor conmigo y a Benito le volvía loco. Pensé en Benito, tan macho, todo todo depilado, todo todo bronceado y cómo le excitaba yo, cómo follábamos.

Mis dedos volvieron a mi sexo, me recreé pensando en la última vez que cogí con él. Lo hicimos en su clínica, me gustaba el sitio, la habitación blanca, saber que la cama que podía adopotar varias posiciones y sobre todo él, desnudo tras la bata de hospital, con la piel tan morena en contraste con el verde palido de la tela. Todo me excitaba y lo que más su deseo de bestia, de macho al que yo le sacaba de sí.

Yo le esparaba desnuda, sólo con las medias negras, él entró y se avalanzó sobre mí. Yo le besé en la boca que Benito comenzó a devorar.

- Para – le rogué – Deja que te desnude para darte placer.

Se abrió la camisola , allí tenía su pecho musculoso, donde los pezones pequeños casi negros esperaban mis dientes ansiosos. Me gusta mordérselos y lo hice mientras le soltaba el lazo que sujetaba el pantalón que cayó al suelo. Iba desnudo y su verga estaba dura, al alcance de mi mano viciosa.La agarré y deslicé mis dedos hasta copar la cabezona de su miembro. Estuve un rato sobando y mordiendo, mientras él me soltaba palabras groseras que me excitaban aun más.

Me colgué de su cuello, me impulsé de modo que mi concha quedó a la altura de su pija en alto, me deslicé hasta que sentí como iba entrando en mí. Me empujó contra la pared, al tiempo que me sujetaba por los muslos y cogimos parados. No lo había hecho nunca, me admiraba su fuerza, su poder al tenerme levantada, cargando con mi peso mientras cogíamos. Como siempre con Benito, él acabó soltando su leche en mi vagina ansiosa, yo no llegué al orgasmo, pero me daba igual, buscaba otra cosa: sentirme la mujer que le volvía loco.

Pensando en cómo soy y que me gusta, en una pequeña nirvana de placer me quedé dormida.

Me despertó mi cuñada con un besito en la frente. No me importó que me viera desnuda, al revés, me apeteció estar así para tener más intimidad para hablar con ella y sobre todo porque me gustaba como me devoraba con los ojos. Me preguntó cómo me habían ido las reuniones, aunque sabía que bien, ella quería saber más y yo quería saber más de la vida de Santiago y explicarle lo que deseaba : casarme con él y si era posible que me diera algunos consejos.

Y empecé contando la reunión, la venta de las carteras y los cinturones.Ahí paré y le pregunté directamente por la ex de su hermano. Se quedó pensando un momento antes de preguntarme qué quería saber.

Yo fui clara:

- Inma me quiero casar con tu hermano. Necesito saber qué pasó para que no me ocurra a mí. Me dijeron que ella decía que Santiago era un degenarado. Yo no le veo así, me parece que al revés es un amor de persona y hace el amor volviéndome loca.

- Puede resumirse en qué todo hombre quiere una señora en el salón, una chef en la cocina y una puta en la cama. Ella era sólo una señora en el salón.

- Yo me quiero casar con Santiago, chef no puedo ser comparada con él, que cocina de maravilla. Señora algo soy, así que tendré que ser más puta en la cama para compensar.

Sonreí al decirlo y abracé a Inma, la pegué a mí, quería que sintiera mi desnudez. Me tomó la cara entre las manos, me miró a los ojos largo rato. Luego su mirada recorrió mis pechos con los pezones enhiestos, mi cintura estrecha y me dió un beso ligero en los labios.

- ¿ Qué quieres?

- Que me ayudes, vos sabes … he visto tu colección de juguetes... seguro que sabes cosas que necesito saber. Sos más libre que yo, tenés más experiencia... ¡ AYÚDAME!

- Anda, dúchate que veré lo que puedo hacer para convertirte en una leona, aunque creo que tienes mañas y no vas a necesitar mucha ayuda.

Mientras me duchaba oí como Inma hablaba por teléfono, me sequé y me puse el vestido camisero cuando vi que Inma iba con una blusa y una pollera. Mis polleras eran muy de vestir, así que me pareció que no desentonaba.

Fuímos a El Espejo, una terraza de la Castellana donde nos esperaba Eva, una amiga suya. Era una rubia teñida, de boca golosa, guapa de cara y ojos negros. Llevaba una blusa a cuadros que parecía reventar por el tamaño de sus grandes tetas y un vaquero. Se levantó y me besó en la boca, a mi cuñada lo mismo pero con lengua.

Me di cuenta que estaba en un mundo de chicas mientras tomábamos unas cervezas y unos pinchos. Los hombres nos miraban con ganas, nosotras a lo nuestro. Eva me interrogaba, me di cuenta que iba a actuar de maestra, así yo respondí haciéndome la casada convencional, mintiendo, dando la imagen de una viuda que había encontrado una nueva pareja, no de alguien que además tiene un amante: Benito, mi cuñado, y una amiga : Susana que me había iniciado en el sexo lésbico. Y ni una palabra de la experiencia en Villajoyosa, en la casa de Cayetana, donde había masturbado a varios hombres, una mujer y hasta un toro. Ella era curiosa, preguntaba y preguntaba.

Nos levantamos y nos acercamos paseando a Chueca. Entramos en un par de bares, seguimos con la cerveza, paradas, el ambiente era liberal, chicos con chicos, chicas con chicas y hasta algún chico con alguna chica. Se veía que Eva e Inma estaban en su elemento. Eva la besaba y me daba algún achuchón para que no me sintiera extraña.

Luego fuimos a un local donde sentarnos, yo lo agradecí, estaba un poco bebida, no tengo costumbre de tomar tanto. Eva pidió unos gin -tonics , estaba entre mi cuñada y yo. Tras el brindis y el primer sorbo, besó apasionada a Inma en la boca, yo las miraba y me ponía, me di cuenta que mi nueva vida sexual me había despertado una lujuria nueva, más completa, en la que se podía gozar de hombres y mujeres, y que en aquel momento me apetecía hacerlo o con Eva o sobre todo con mi cuñada. Se me debió notar lo caliente que estaba porque Eva cuando soltó a Inma, se giró , me abrazó y acercó sus labios a los míos, me miró a los ojos y me besó hurgando con su lengua, yo me dejé hacer y el beso se hizo más y más apasionado.

Cuando nos separamos, vi la sonrisa cómplice de mi cuñada, que se había dado cuenta que me iba ese rollo, y que estaba dispuesta a jugar. Eva muy alegre le dijo:

- Macu, a Marisita le va y tiene afición a hacerlo con chicas. Puede que no tenga experiencia pero tiene un potencial. Y no mires con esa cara- me dijo a mí- Tu cuñada es Inma en sociedad, Macu entre nosotras y cuando....se vuelve muy... muy golfa se llama Concha o Conchita. Es lo bueno y lo malo de llamarse Inmaculada Concepción, fiesta el 8 de diciembre, su cumple y su santo. Me ha dicho que te empiece a poner en marcha. Voy a ser tu profe.

Se rió y besó a mi cuñada que respondió con ardor a sus labios. Sentí la mano de Eva acariciándome los muslos desnudos bajo el vestido. Yo debí gemir porque soltando a Macu se lanzó sobre mí devorando mi boca, yo respondí sin poder contenerme. Cada vez nuestro beso se hacía más apasionado, estaba empapada, mis pezones querían romper la tela marcándose bajo el corpiño.

Intervino mi cuñada diciendo que era hora de irse a casa. Eva volvió a reir, besó a Inma y cuando nos levantamos de las butacas me abrazó y volvió a comerme la boca. Yo le respondí restregando mi cuerpo contra el suyo ciega de pasión, dejándome ir, de modo que ambas pensaran que estaba dispuesta a todo. Y en verdad lo estaba.

Yo no sabía cómo iba a seguir la noche, tenía sueño, había bebido, pero sobre todo estaba caliente como una gata en celo. Y Eva y mi cuñada se besaban delante mío, como lo que eran: dos amantes a las que no importaba tener testigos.

- Eva, ¿ estás segura de que quieres hacer lo que te he pedido?

- Me va a encantar y no hace falta que me digas nada, voy a hacer que Marisita sea una hembra nueva. Seguro que tú lo harías, pero, por ahora, no está bien que se lo hagas a tu cuñada. Tengo dos días pero voy a empezar esta noche.

Las dos se estaban poniendo de acuerdo para hacerme el amor, yo lo estaba deseando aunque no me atrevía a decir nada. Fuimos a casa y entramos en mi habitación.

Eva no me besó ni me acarició, sencillamente me desnudó como si yo fuera una niña pequeña y me miró mientras se quitaba la ropa igual de tranquila. Era más alta que yo, las tetas enormes pero bastante tiesas con unos pezones sonrosados erectos, el cuerpo voluptuoso, cintura estrecha, caderas anchas, tenía el vello púbico, tambien teñido, formando un pequeño corazón.

- La verdad es que estás riquísima con ese coñito depilado de bebé. Va a ser un placer enseñarte.

Se acercó y me besó, yo no aguantaba más, deseaba hacerla el amor, pero sabía que no podía ser yo la que tomara la iniciativa, había dicho que era virgen en el sexo lésbico. Así que dejé me acariciara, tenía unas manos suaves y firmes que recorrían mi piel , yo sólo gemía ronroneante, sabía que el dejarme hacer la excitaba aún más de lo que estaba. Sus dedos buscaron mi concha, me tocó con suavidad, haciendo que corrientes de placer subieran a mi cerebro llevándole a una nirvana. Su boca comenzó por el cuello y bajó a mis pechos. Me lamió, me besó, me chupó los pezones sin dejar de masturbarme. Mi clítoris cada vez más duro, más grueso, parecía querer hacer juego con mis pezones erectos y vibrantes a la lujuria que me invadía.

Eva no cambiaba de ritmo, no buscaba una explosión salvaje, quería y lo lograba que mi mente fuera entrando en una fase de río caudaloso y tranquilo, que no sintiera reparos en el placer que me daba, en gozar haciéndolo con otra mujer. Pensaba que me estaba iniciando y lo hacía muy bien, suave pero segura, sin titubeos, llevándome hacia el orgasmo. Cuando su lengua encontró mi botóncito rosado y apenas jugó con él, el río desembocó en el océano y me vine gozosa.

Mi cuñada, vestida, desde la puerta nos miraba. A mi me excitaba aun más, me hubiera gustado que participara, pero ella parecía una maestra que ve como se desarrolla un examen. Parecía tranquila pero pensé que la procesión le iría por dentro.

- Ahora te toca a tí- me susurró Eva invitándome a tomar la iniciativa.- Veremos lo que has aprendido.

Se había levantado de la cama, yo hice lo mismo, parada frente a ella, la besé en la boca, pasé las manos por su cuello y morreé sus labios mientras me pegaba a su cuerpo desnudo. Yo era más baja pero me puse de puntillas y metí mi muslo entre los suyos. Sentí la humedad de su concha en mi piel, casi colgándome hice que mis pechos se rozaran con los suyos al tiempo que movía mi pierna masturbándola. Todo eso haciéndome la ingenua, virginal pero apasionada.

Cuando nuestras bocas se separaron para tomar aliento, me pidió en un gemido:

- Vamos a la cama.

Y se tumbó, yo con ella, sabía que estaba muy caliente, así que no me entretuve, me lancé a devorar sus lolas, y con mi mano busqué su concha. Los pezones estaban erectos, duros como piedras, ansiosos, los chupé, los mordí. Mi mano nadaba en sus flujos. Me di cuenta que no podía aguantar mucho más, apoyé la palma en el monte de venus, metí los dedos en su gruta, rozando el clítoris y acabé de pajearla. Chilló al venirse, de refilón ví que mi cuñada se estaba tocando con la pollera subida. Yo había triunfado en mi rol de ingenua apasionada.

Y volví a atacar, me fui a su coño a chupar y lamer, Eva se quedó quieta, abierta de muslos, gozosa de mi hambre que devoraba la puerta de su vagina. Cuando llegué al botón rosado, erguido, duro y empecé a chupar, metí dos dedos en su gruta, busqué su punto G y lo acaricié. Y volvió a venirse, está vez con corrida y todo. Su líquido me mojó el mentón, deslizándose por el cuello.

Tiró de mi cabello para separarme. Miré de refilón a mi cuñada, se habbía hecho una paja y estaba acabando. Sonreí para mis adentros y puse cara de ingenua cuando pregunté:

-¿ Como he estado?

- Nena, tu has nacido para viciosa, tomas y das.- dijo muy seria Eva antes de abrazarme y besarme en la boca.

Eva extendió la mano e Inma se acercó a nosotras. Se tumbó junto a su amiga, que comenzó a desnudarla. Le fue facil, mi cuñada le ayudó para quedar sin ropa a nuestro lado. Se apretó a mi maestra de placer, que comenzó a besarla y acariciarla, yo pegada a espalda de ésta pasé mis manos por su carne trémula, ardiente, haciendo que en su avanzar tocaran a Inma. Lo sabía pero me maravilló la suavidad de su piel. Gemía en celo, necesitaba que su compañera le hiciera el amor. Eva fue bajando por el tronco de mi cuñada hasta instalarse en el valle de sus muslos.

A medida que bajaba, Inma y yo quedábamos frente a frente. Nuestras miradas nos decían todo, no necesitamos hablar, cuando le empezó a llegar la oleada del orgasmo nos fundimos en un beso apasionado.

- ¡ ABROCHENSE LOS CINTURONES!.

La voz del aeromozo me saca de mis deliciosos recuerdos. Me queda poco tiempo para juntarme con Santiago y sé que le voy a volver loco, que sólo va a desear casarse conmigo, porque puede que él cocine mejor, pero yo soy una señora que va a ser la más puta en la cama....o donde sea que tampoco hay que prefijar donde se coge.

Este relato pertenece a la serie de Marisa y Santiago y aunque completo, está relacionado con Me gusta ser degenerada de esta autora.

Como siempre gracias por sus comentarios y por sus ideas que deseen aportar al desarrollo de la serie.