Mi cuñada me abre las piernas.

Después de tener sexo con tantos hombres he descubierto que quien verdaderamente me proporciona placer es una mujer, de casualidad después de probar primero con su marido fue mi cuñada, su esposa la que me hizo gozar de lo lindo.

El secreto que escondía mi fantasía de hacer un trío pasaba claramente por la experiencia de estar con una mujer, no es que me atrajesen de forma especial pero si curiosidad de saber que se siente ante el roce del cuerpo desnudo de alguien con el mismo sexo.

No me obsesionaba esta fantasía y la nula posibilidad de pedírselo a mi marido a alguno de mis amantes hacía que mi fantasía se quedara solo en mis más oscuros pensamientos. Pero debo de admitir que mi curiosidad por el lesbianismo me hacía ver ocasionalmente vídeos de sexo en esta materia, y para no engañar a nadie debo decir que en más de una ocasión acabé masturbándome con las imágenes de esos vídeos.

La despedida de soltera de mi sobrina es el comienzo de una aventura que no olvidaré jamás.

Mi cuñada y yo éramos unas de la invitadas a tal evento, con varias amigas más decidimos de pasar un fin de semana lejos de donde vivíamos, la noche había que pasarla en un hotel y con antelación reservamos ya las habitaciones que compartiríamos cada una. A mi cuñada y a mí las más longevas del evento con 39 y 40 años nos tocó juntas en la misma habitación.

La misma tarde que llegamos subimos al hotel y allí nos cambiamos de vestuario para salir rápido a descubrir los locales que podíamos visitar esa noche. Dando vueltas por la ciudad y preguntando a jóvenes que nos encontrábamos por la calle nos informamos de los mejores bares de copas para pasar la noche y divertirnos, cosa que hicimos después de cenar en un famoso restaurante de comida rápida y que tiene de mascota a un payaso.

Las chicas mas jóvenes se divertían de lo lindo bailando, bebiendo y "jugando" con los moscones que se acercaban a ellas. Mi cuñada y yo solo bebíamos, aunque nos divertía ver a las chicas pasarlo bien, pero de algún modo nos aburríamos las dos solas sentadas en un rincón.

Si que es cierto que se nos acercaron algunos jóvenes, pero de algún modo mi cuñada y yo nos debíamos respeto la una a la otra, y no era plan de engatusar a un chico de estos.

A las cuatro de la mañana más o menos fue mi cuñada la que propuso de marcharnos de aquel local y dejar divertirse solas a las chicas, habíamos bebido más de la cuenta y la verdad es que no era nuestro ambiente para nada, a pesar de que las chicas insistieron en que nos quedásemos nuestra decisión de llamar a un taxi que nos llevase al hotel ya estaba tomada.

Nuestra torpe entrada a la habitación del hotel con nuestras copas de más se produjo entre risas y carcajadas que nos impedían colocar la tarjeta de de la habitación en la ranura que encendía las luces del lugar, finalmente la colocamos  y nos fuimos a limpiar el maquillaje en el aseo.

Entre más risas y cachondeo conseguimos limpiar el maquillaje de nuestras caras, y fui yo la que dije de ducharme para intentar de que se me pasara el estado de embriaguez en el que me encontraba.

  • Me voy a duchar. -dije

  • yo primero. - replicó

  • jajaja, si lo he dicho yo antes

  • me da igual yo ya estoy desnuda.

Todo esto ocurría entre risas y como si de un juego se tratase, mi cuñada ya se había desnudado y abriendo el grifo de la ducha se metía en ella, para seguir adelante con el tono de bromas que llevábamos decidí de desnudarme yo también y meterme en la ducha con ella.

Comenzamos un juego de haber quien le quitaba el gel a la otra y de ver quien se ponía debajo del chorro de agua, nuestros desnudos cuerpos se rozaban una y otra vez con los juegos dentro de aquella ducha. Decir que mi cuñada es una atractiva mujer, grandes pechos como los mios, aunque sus pezones son oscuros  y más pequeños, los mios son grandes y de un tono más rosado, su zona vaginal la tiene totalmente afeitada mientras que yo conservo algo de vello.

De todas manera la pelea graciosa con mi cuñada como si fuéramos dos adolescentes continuaba debajo del chorro de agua que salía de la ducha, yo comencé a darle palmadas en su trasero para que me dejase estar mas cerca del chorro de agua, y aunque eso era fácil porque nuestros desnudos cuerpos estaban muy pegados eso hacía que ella se riese más aún y me amenazaba con  morder mi nariz. Si que me estaba preocupando de manera alguna el estado de excitación en el que comencé a encontrarme, y los roces de mi cuñada con sus pechos en los mío me excitaban sorpresivamente.

Las amenazas de mi cuñada con morder mi nariz eran del todo ciertas, y acercando su boca a ella comenzamos un divertido juego de querer evitar ser mordida la una a la otra. Pero claro, tanto insistir con nuestras bocas en querer ponerlas en la nariz la una de la otra hizo que la distancia que hay entre la nariz y los labios fuera confundida, y sin darnos cuenta nuestros labios se juntaron al mismo tiempo que nuestras lenguas salían y se buscaban la una a la otra.

No nos dijimos nada, solo nos besábamos con pasión y con ganas mientras abrazábamos nuestros desnudos cuerpos debajo del agua, nuestras lenguas se metían una en la lengua de la otra y la excitación subía a niveles inimaginables, nuestras manos abrazaban nuestros cuerpos y nos masajeábamos con ganas la una el trasero de la otra.

En un principio pensé que era yo la que pude encender la chispa de lo sucedido, pero mi cuñada quitó su lengua de mis labios para ponerla en mis pechos, allí pasaba su lengua y metía su boca en mis pezones mojados con el agua de la ducha.

Así pasamos algunos minutos, mi cuñada lamía mis pechos mientras yo me dejaba hacer, y lo aprobaba con suaves gemidos de afirmación, la iniciativa de mi cuñada de besar mis pechos fue secundada con mi petición de salir de la ducha y llevarla a la cama.

No opuso resistencia alguna, y agarrada de mi mano y sin secar nuestros cuerpos nos fuimos a una de las camas, le dije a mi cuñada que se tumbase en ella y yo me coloqué encima.

Nuestros mojados cuerpos hacían que nuestros pechos resbalasen con facilidad entre ellos, y nuestras lenguas salian y entraban en nuestras bocas con ganas y deseo, mi cuñada que era la que estaba debajo abrió sus piernas, y como si de un hombre se tratase me coloqué entre ellas intentado lo que parecía un intento de penetración pero sin penes, nuestras pelvis se movían ritmicamente la una contra la otra.

Mi cuñada y yo gemíamos y jadeábamos de placer, poco a poco comencé a bajar mis labios a través de sus pechos, los besé y los acaricié con mi lengua, parándome sin prisas en sus pezones, pasando mi lengua por ellos y tratando de succionar con mi boca pero de manera muy suave.

Mi cuñada me agarraba los pelos y seguía con sus manos en ellos el movimiento de mi cabeza que iba bajando ya por su abdomen, mi lengua no se despegaba de su piel en ningún momento, y sin pensarlo mucho decidí bajar el órgano  hasta llegar a su vulva, allí coloqué mis dedos y abriendo un poco sus labios vaginales coloqué mi lengua sobre su clítoris, la lamía con mi puntita, mientras mis dedos querían se participes del juego y comenzaban a rondar la entrada de su vagina, allí comencé a introducir uno de ellos, concretamente el dedo corazón que con sus huellas dactilares  hacía arriba comenza a introducirse de manera lenta.

Pocos centímetros había penetrado mi dedo cuando mi cuñada estiraba todo su cuerpo y esgrimía sonoros gemidos de placer, sin apartar mi lengua de su clítoris y con mi dedo masajeando los primeros centímetros del interior de su vagina comencé a tener la necesidad de que estimulasen también mi zona íntima, por lo que dejando a mi cuñada allí tumbada me di la vuelta y le coloqué mi vagina en su boca mientras la suya volvía de nuevo a la mía.

Mi cuñada repetía todos los movimientos que yo le hacía a ella con mi lengua y con mis dedos, incluso cuando decidí introducir un poquito uno de mis dedos libres en su orificio anal, esta claro que nuestros gemidos y jadeos aprobaban positivamente esta relación y las dos disfrutábamos la una de la otra, diría que con más placer que cuando un hombre nos poseía.

Inexperta total no quería dejar de pasar la oportunidad de probar esa postura que llaman "la tijera", por lo que decidí de levantarme de nuevo y con mi cuñada aún tumbada nos colocamos de manera que nuestras piernas se abrieron, yo me tumbé frente a ella de modo que nuestras cabezas estaban colocadas una en la cabecera de la cama y la mía a los pies de ella, con mis piernas tambié abiertas comencé a acercarme a ella hasta que nuestros labios vaginales tomaron contacto alguno, parecían querer abrazarse, y nuestros clitoris se buscaban con el movimiento pelvico de nuestros cuerpos, juntamos nuestras manos para facilitar los movimientos de empuje que hacíamos la una contra la otra apretando y rozando nuestros clítoris el uno frente al otro.

No cabe duda de que esta posición nos propinaba placer y excitación, y así lo demostrábamos con firmes jadeos y gemidos de placer y aprobación por parte de las dos, el roce de nuestro labios vaginales y nuestros clítoris queriéndose buscar a través de ellos subía el clímax del ambiente.

Mi cuñada ya había incrementado el ritmo de nuestros movimientos de pelvis, lo que hacía que la excitación pasara a niveles cercanos al orgasmo, con nuestras manos entrelazadas subimos el sonido de nuestros gemidos que era proporcional a la aceleración de nuestros movimientos, la respiración entrecortada de las dos no impedía la propagación de sonoros jadeos en esa habitación, que no hacían otra cosa que ponerme aún más excitada.

Pronto mi cuñada comenzó a gritar :

  • ¡ Alicia !, ¡ me corro !, ¡ me corro !, aaaaaaaaaaaaaaaaah

El orgasmo de mi cuñada provocó el instantaneo subidón de libido por mi parte, y la adrenalina subia a sus niveles más altos, el hacer llegar a un orgasmo a una mujer por primera vez en mi vida me causó tanto morbo y placer que conforme ella gritaba la llegada de sus orgasmo yo :

  • Siiiiiiiiiiii, yo también me corro, aaaaaaaaaaaaaaaah, siiiiiiiii

Apretando muy fuerte nuestras entrelazadas manos mi cuñada y yo llegábamos juntas al orgasmo, nos corríamos mientras las apretábamos muy fuerte, casi haciéndonos daños en nuestros dedos, pero daba igual, ese orgasmos era increiblemente diferente a los demás, su carga de morbo, de novedad, de pasión y deseo convertía el orgasmo en único y diferente a los demás con los hombres o en cualquier masturbación.

La finalización del orgasmo se produjo con la aparición del silencio, después de tanto grito, jadeo y gemidos por parte de las dos la habitación se quedó muda.

Mi cuñada se me quedó mirando y alargando sus brazos me invitó a que me acurrucase en sus pechos, así lo hice, y en silencio acariciaba mi pelo mientras yo sentía el latir de su corazón en su pecho. En voz muy baja nos piropeábamos la una a la otra de lo bien que nos lo habíamos echo pasar, y en ningún momento sentíamos vergüenza de lo sucedido, nos desvelamos el secreto de que se trataba de nuestra primera vez con mujeres y comentamos el tiempo que podíamos haber estado perdiendo estoa años atrás.

Pero de ningún modo estábamos dispuestas a renunciar a una buena polla.

El secreto de esa noche se sumaría a largos y continuos secretos más de alcoba entre mi cuñada y yo. Tampoco le desvelé ni le contaré jamás que antes de entregarme a ella sexualmente su marido lo había echo ya conmigo en varias ocasiones.