Mi cuñada Maribel y “la gran final”

El polvo que dura los noventa minutos del partido, mas el descanso... y mas la prorroga.

Mi esposa me llama al móvil y me encarga que llame a su hermana, Maribel sin demora por un tema muy urgente. Percibo en su voz un tono de preocupación, enseguida busco en la agenda del teléfono y espero que conteste pronto para saber que pasa.

Casi seguro que terminare saltándome la planificación del trabajo para el día de hoy, aunque eso no es demasiado importante si es mi esposa la que me lo pide. Ante la insistencia de mi esposa, finalmente llamo a mi cuñada.

Soy técnico de instalaciones de TV y seguro que el problema está relacionado con mi trabajo. Al otro lado de la línea una voz de mi cuñada untando temblorosa me suplica que vaya a repararle como sea su aparato.

Normalmente no accedo a estas peticiones saltándome las citas previstas considero que la TV funciono sea sea imprescindible, ni tampoco urgente. En este caso me comprometo a ir, ya que me parece que esta muy apurada, y es la hermana de mi mujer.

A última hora de la tarde me presento en su casa. Mi cuñada es una mujer hermosa, menuda, de pelo castaño claro, cara amable y sonrisa fácil que me recibe con muestras de alegría.

Me explica el “gran problema”: el aparato de TV no se ve, esta noche hay un partido importante de fútbol. Su marido lo quiere ver y la responsabiliza a ella de la avería. Él tiene bastante mal carácter y  teme que si no lo arreglo habrá discusión gorda.

Empiezo las comprobaciones. Maribel sigue impaciente observando todo lo que hago. Yo la observo a escondidas, es muy guapa, y me pregunto como puede haber hombres que discutan con su pareja por un ligero inconveninte como este, y además con una mujer tan agradable y atractiva. Tiene una bonita figura, con un culito respingón y unos pechos medianos acordes a su media estatura.

Después de un rato de comprobaciones y pruebas doy con la avería.

-          “Es el sintonizador…ahora no tengo el repuesto…mañana lo traeré”, le digo.

-         “Si, por entonces que pasara ahora?”, pregunta ella muy preocupada.

-          “No te preocupes…lo dejo preparado para que podáis ver el canal donde hacen el fútbol,…pero sobre todo no cambiéis el canal…no se podría volver a poner ¿de acuerdo?”, le digo para tranquilizarla.

Ella respira aliviada, no tendrá que discutir con su pareja. Me da las gracias de forma muy efusiva y me da recuerdos para su hermana. Me voy pensando como podemos ser tan estupidos por perdernos un simple encuentro de fútbol pudiendo disfrutar de una mujer tan atractiva como mi cuñada.

Al día siguiente, pensando que solo necesitaré unos minutos para cambiar la pieza me paso por la casa antes de ir a comer. Me abre la puerta Maribel luciendo una triste expresión en la cara, en la mesa de la cocina mi cuñado está almorzando el solo. Por sus comentarios, deduzco que cambiaron el canal y no pudo ver la segunda parte.

Aunque es poquita cosa, se le ve envalentonado y le dirige a ella unos comentarios fuera de tono. Mi cuñada no se lo merece y me dan ganas de darle a él una lección. Me cuesta contenerme pero no me queda mas remedio.

Hago mi trabajo diligentemente y antes de irme aprovecho mi mayor envergadura para interponerme entre ambos y rebato sus argumentos. La defiendo y trato de hacerle ver que fue culpa de él al cambiar de canal.

Parece que se apacigua, empequeñece; ella me acompaña a la puerta y me despide con una sonrisa de agradecimiento.

Una semana mas tarde, hago que junto a la factura le envíen una entrada para el partido de la gran final y así hacer que mi cuñado se olvide del mal rato pasado.

Ese día espero paciente a que él salga de casa. Llamo a la puerta. Me abre ella, pone cara de gran sorpresa y dice:

-          “Lo siento, pero no he tenido tiempo de ir a pagar la factura”.

-          “No venia por eso…quería saber si todo va bien…si habías recibido la entrada”, le respondo.

Me abre completamente la puerta mientras dice:

-         “Entra y compruébalo tú mismo”.

Hago intención de ir hacia el comedor, pero Maribel se interpone me pone sus manos en mi pecho, lo acaricia por encima de mi camiseta y acerca su cara para que la bese. Parece que todo va a salir incluso mejor de lo que había soñado.

Maribel pasa sus manos por mis brazos y llenos de vello, con ansia, como si disfrutara de un manjar prohibido. Contenta como una niña y excitada como una mujer, me acaricia los hombros, el pecho, los brazos, la espalda y el cuello.

Me arranca la camiseta y repite las mismas caricias ahora directamente sobre mi piel. Me siento halagado por estas caricias casi rituales, me lleva hasta el dormitorio, allí se sienta en el borde de la cama y tira de mi cinturón hasta que quedo de pie junto a ella.

Me lo desabrocha, lentamente. Después me deshace el botón de los jeans y baja un poco la cremallera. Por encima del slip hay abundante pelo, Maribel se entretiene jugando con él mientras mira golosa el buen bulto que esconde el slip.

Lentamente pasa la mano por encima como queriéndose asegurar que todo es real, sin trampa. Se siente muy complacida de haber encontrado este buen aparato.De un tirón, abre completamente la cremallera y tira de mi pantalón vaquero hacia abajo.

El slip a duras penas puede mantener retenida mi verga hinchada y dura, que lucha por salir. Maribel se da cuenta de mi necesidad y con ambas manos hacer caer el slip.

Mi verga da un respingo y se coloca tiesa mirando al cielo.No cabe duda que la he sorprendido. La mira con un poco de extrañeza, luego satisfecha y contenta con la suerte de tener para si un ejemplar como el mío. La verdad es que la tengo hermosa y deseable.

Curiosa y golosa la coge. Con su manita no la rodea totalmente y además se muestra impaciente por menearla con ganas. Con la otra mano me coge los huevos y los aprieta levemente como si los quisiera amasar.

Me gusta, aunque se nota que no tiene experiencia, pone tanto empeño y tanto cuidado que termina por darme mucho gusto.

Me empuja violentamente y caigo de espaldas sobre la cama; termina por desnudarme totalmente y luego se desnuda ella también. Cuando creo que ya va a venir junto a mi, sale de la habitación. Al volver, al fondo se oye el soniquete del comentarista de televisión que retransmite el partido.

-         "Tenemos de tiempo lo que dure el partido", dice Maribel mientras traga saliva y pone cara de pícara.

Se tumba a mi lado y me acaricia todo el cuerpo gozando como si se cumpliese un sueño imposible. Todos y cada uno de los rincones merece su atención y sus caricias, con las manos, con sus labios, con su pelo, con los pies, incluso frotando con su conchita contra mi piernas.

Mi culo pequeño, duro, redondeado merece especial atención en sus juegos. Pasado un buen rato, hace que me de la vuelta, me coge la polla, la menea varias veces y se la acerca a la boca.

Saca la lengua y la restriega por la punta. Luego la desliza hacia abajo hasta llegar al borde del capullo que lame ruidosamente. Abre bien la boca y la acerca a la punta. La tengo gorda y no le cabe en la boca; se contenta con lamer la punta.

La unta bien de saliva y vuelve a menearla cada vez con mas intensidad. Como veo que a Maribel le esta gustando tanto lo que hace, que me dejo llevar sin preocuparme de nada. Simplemente la guío diciéndole lo bien que lo hace y lo que mas me gusta.

En uno de estos meneos intercalados con chupadas, siento que me voy a correr.

-         "Para...para...no!..no sigas...", le ordeno.

Maribel no hace caso. Cuando siente que mi polla se agita para escupir un chorro de leche, me aprieta el capullo y los huevos. El dolor se mezcla con el placer y la corrida queda parcialmente abortada.

Al fondo el comentarista de televisión canta el primer gol del partido…gooool, gooooool.

Tras unos instantes de reposo, se sienta sobre mis muslos, levanta el cuerpo hasta quedar de rodillas. Me la coge y con cuidado se la pone en su almejita que es pequeña pero jugosa y rodeada de un buen felpudo.

Se deja caer un poco, pero no entra. Maribel gime de dolor, y lo vuelve a intentar. Esta vez si, mi capullo se ha abierto paso y ya está dentro. Tomamos un respiro antes de continuar. Aprieta otro poco y unos centímetros mas de mi verga se clavan en su chocho.

Antes de llegar al final, Maribel grita y se desahoga.Parece que llegamos al fondo. Sube un poco las caderas y se deja caer, clavándosela de nuevo. Seguro que nunca la había sentido tan dentro.

Vuelve a gritar pero esta vez de gusto, mientras un orgasmo intenso y violento la sacude.

Sin sacarla, descansa unos minutos apoyando las manos sobre mi pecho y escondiendo la cabeza entre los brazos. Antes de recobrar totalmente el aliento, empieza a cabalgar encima mío. Mi polla entra y sale totalmente, desapareciendo dentro de su almejita o saliendo brillante recubierta por sus jugos y mostrando toda su longitud.

Maribel parece enloquecer, salta, se retuerce, agita la cabeza, se enreda los cabellos, gime, grita, mientras que mi polla se clava una y otra vez dentro de ella. La humedad es tan grande que siento mis huevos completamente mojados.

El frote es tan intenso que me voy a correr enseguida y así se lo hago saber.

-         "Que bueno!...sigue mi amor...sigue...así...sigue...lo haces ricoooo!, maaasss...".

Esto la termina de estimular y después de unos cuantos vaivenes mas, siento como se vuelve a estremecer desde los pies hasta la cabeza. Su vagina se contrae una y otra vez, su cabeza se agita sin control, los jadeos, gemidos y gritos de placer se suceden ininterrumpidamente.

Ante tal explosión de placer, me siento cautivado y me corro abundantemente. Volvemos a la posición de reposo, Maribel inclinada sobre mi apoyando sus manos sobre mi pecho. Nos miramos y nos sonreímos. Nos agradecemos mutuamente el placer que nos damos.

Maribel esta dolorida y apenas se atreve a moverse. Descansamos. Me pongo a jugar con la piel de sus piernas, de sus caderas y de sus pechos. Ella con el pelo de mi pecho, con mis hombros y mi cuello. Luego el momento de darle una agradable sorpresa.

La cojo de los brazos por detrás de los codos y le obligo a que se incline hacia mi.

Al hacer esto mi verga va saliendo lentamente al tiempo que se aprieta contra la pared de su vagina. Cuando esta lo suficientemente cerca, le beso en los labios varias veces. Maribel me corresponde emocionada y expectante por la postura.

A continuación le acaricio los pechos suave y lentamente, dibujando con el dorso de la mano todas las curvas, deslizando los dedos casi sin contacto por encima de la piel. Son redonditos y armoniosos, ligeros y juguetones. Me gusta manosearlos.

Luego levanto la cabeza lo suficiente para poder pasar la lengua por encima de los pezones. Maribel se sujeta los pechos con ambas manos y me los da a probar uno tras otro.

Llega el momento de la sorpresa. Coloco mis grandes manos sobre ambos lados de su culo. Lo sujeto con firmeza para que no se pueda mover mientras muevo mis caderas haciendo que mi verga entre y salga frotándose intensamente con su chocho.

Solo entran y salen unos centímetros pero para Maribel y para mi la sensación es intensamente agradable. Para aumentar el disfrute alterno secuencias de meter y sacar lentamente, con otras lo mas rápido que puedo o con pausas. No tenemos prisa y mientras Maribel sigue jadeando junto a mis oídos, yo puedo prolongar la situación largamente.

Un fluir continuo del néctar de su almejita se pierde entre mis piernas. Esta posición relajada y desconocida para Maribel, nos proporciona agradables estímulos pudiendo yo gobernar a conciencia el ritmo de los movimientos.

Decido provocar de nuevo el clímax en Maribel, acelero los movimientos y continuo sin parar. Nuevamente noto como innumerables contracciones la sacuden de la cabeza a los pies. Cuando estas llegan a su máxima intensidad se sienta sobre mi polla haciendo que esta entre hasta el fondo de nuevo.

Mueve sus caderas un poco hacia delante y atrás. Mi capullo frota como nunca con el fondo de su chocho. Mientras yo me vuelvo a correr Maribel parece romperse y cae exhausta sobre mi pecho.

Otra vez lo hemos conseguido y estamos muy agradablemente satisfechos.

-         “Gol…Goool….Gooool…..Gooooooooooooool”, grita el comentarista de televisión.

El partido debe estar a punto de terminar, y el tiempo se acaba para nosotros.

Después de descansar unos minutos y gozar de sus caricias, me levanto a ver en la TV cuanto tiempo nos queda.

Vuelvo con sonrisa voluntariamente maliciosa y le digo a Maribel:

-         “Solo queda medio minuto…pero acaban de empatar”, ella no entiende mi repentino interés por el resultado hasta que le explico:

-         “Ahora habrá treinta minutos más de prorroga”.

Nos abrazamos y nos alegramos mucho porque la gran final sea tan disputada.

Deverano.