Mi cuñada Maribel (6) y El punto secreto.

Sabiendo que botón hay que apretar se abren todas las puertas.

Mi cuñada Maribel  (6) y El punto secreto.

Era sábado. Me desperté una hora más tarde de lo habitual y sentí el placer de recrearme en la cama sin tener que ir con las prisas de un dia laborable. Mi cuerpo se retorció con gusto y me desperece.

Me di la vuelta y acerque mi mano hacia el pene. Lo tenía grande pero flácido. Sin que la nebulosa de los sueños me abandonara totalmente, me empecé a tocar, mientras notaba como poco a poco iba ganando en tamaño y dureza ¡Que gusto mañanero más rico!

Estire un poco de la sabana y apareció ante mí el bonito culo de mi mujer, que estaba de costado y espaldas. Con un dedo, empuje su camisón hacia arriba, hasta que todas sus nalgas quedaron a la vista. No tenía las bragas puestas, por lo que deduje que era una invitación que la noche anterior había planificado para mí.

Como otras veces empecé a sobarle los mulos y nalgas tan levemente como me era posible, a la vez que con la otra mano me masturbaba con suavidad y deleite.

Poco a poco, mi mujer empezó a moverse como una gatita, sintiendo mis caricias sobre su cuerpo y notando el sutil movimiento de sube y baja de mi mano. Entreabrió las piernas, de forma que cuando mi mano llegaba al final de su culo, podía explorar la nueva zona que quedaba a mi alcance.

Una sutil tibieza en su coño me indico que ya estaba despierta y que respondía afirmativamente a mi propuesta. Después de un rato sobándola, fue cuando note que una leve humedad me llegaba a la mano, se volvió lentamente y me beso con pasión. Sin haber abierto casi los ojos, se puso boca arriba y separo las piernas invitándome a lo tanto nos gusta.

Con cuidado, me puse encima de ella, me cogí la polla y la dirigí hacia el coño que me esperaba con impaciencia. Primero con lentitud y suavidad, luego más deprisa y con más ímpetu, metía y sacaba la polla, prácticamente solo con un movimiento de caderas. Mi mujer se enredaba los cabellos entre los dedos mientras que gemía de placer dejándose penetrar una y otra vez cada vez más profundamente.

Finalmente, llevo sus manos hacia mi culo y lo apretó con fuerza hacia sí, mientras decía:

-       "así, así... no pares...mas, mas". Yo continué mi danza sobre ella con más fuerza y sin compasión, hasta que un grito ahogado salió de su boca, y sus uñas se clavaron en mis nalgas.

Fue otro polvo memorable, como era habitual todos los sábados por la mañana.

Me puse a un lado, mientras ella jugueteaba con el pelo de mi pecho. Empezamos a charlar y comentar el plan para el día. De vez en cuando, su mano se desplazaba hasta mi polla y también jugueteaba con ella, Esto me producía un gran placer y ella era muy consciente de ello. Algo me iba a pedir.

-       "A comer iremos a la barbacoa que ha organizado mi hermano y Maribel....", me iba diciendo, sin yo prestar mucha atención.

-       "¿Te has fijado en lo grandes que se le han puesto las tetas? Y además no se corta nada dándole el pecho al bebe” dice con un ligero tono de reproche.

Como un rayo la imagen de mi cuñada ha atravesado mi mente, he visto sus tetas y durante un instante he revivido nuestras aventuras recientes. Mi subconsciente me juega una mala pasada. Algo me ha pasado puesto que la polla regordeta y floja que mi mujer tenía en la mano pareció dar en respingo y cobrar vida.

Mi mujer se dio cuenta de ello y como pareció gustarle la situación, comenzó a hablar de nuestra cuñada. Poco a poco, se me fue poniendo dura mientras que me la manoseaba con sabiduría. Cuando ya estuvo bien dura, empezó a mastúrbame sin piedad.

Se acercó a mi oído y me dijo

-       "Te contare un secreto de ella, según cuenta mi hermano no se le puede apretar la cintura cerca del hueso de la cadera. Tiene una especie de fijación desde pequeña, le produce una especie de cosquillas que se transforman en una sensación super placentera que la llega a humedecer completamente, me comenta adornando la confidencia con un halo de misterio, algo secreto, algo prohibido.

Llegado a este punto, yo ya estaba a punto de explotar, y como ella ya me conocía bien se sentó encima  introduciendo la polla en su coño. Con unos pocos movimientos consiguió de mi otro bonito orgasmo.

Ya estamos en casa de Maribel, y apareció el resto de la familia. Cada uno fue buscando que tarea realizar para la barbacoa, las bromas y el buen humor creaban un clima de lo más agradable.

Vi a Maribel agachada para recoger algunos troncos y me acerque a ella por la espalda. En seguida me acorde de lo que mi mujer me había revelado. Siendo tan juguetón y sabiendo que mi cuñada es proclive a seguirme en el juego, me invadió una tremenda curiosidad. Ver aquel culo tan hermoso que ya había sido mio ceñido por su vestido de tela vaporosa me dio el empujón definitivo.

Ella se levantó con varios troncos en las manos, quedando de pie dándome la esplada. Sin pensarlo mas coloque mis manos en su cintura, justo donde mi esposa me había indicado estaba ese punto “tan sensible” y apreté ligeramente.

Ella, lanzo un pequeño grito, los troncos saltaron de sus manos y un escalofrío intenso pareció recorrerle el cuerpo. Sin soltarla de la presa que le había hecho, le dije:

-       "no te asustes, solo quería decirte que ya hay bastante lecha en el fuego, y que me enterado de tu secreto.

Se volvió, y en su cara se mezclaba la expresión de sorpresa, el desconcierto y la de emoción. Me miró fijamente durante unos instantes hasta que su semblante pasó del enfado al de complicidad.

Le pedí disculpas por haberla asustado y ella me perdonó con una sonrisa. Por suerte el incidente paso desapercibido para los demás.

Durante la comida, recordé lo que me había contado mi mujer y lo ocurrido con Maribel. Sin duda podía ser una bomba en potencia, y más con aquel cuerpo tan hermoso.

El domingo por la tarde, oí que mi mujer hablaba por teléfono desde la cocina. Al acabar, entro en el comedor y me dijo:

-       "Era Maribel, dice que ayer lo paso muy bien a pesar de alguna inesperada sorpresa que no me ha querido contar. Hemos en ir un día de compras las dos juntas.

Algo me sonó extraño, pero hice un gesto de aprobación sin prestar mucho interés. Parecia que mi cuñada esta tramando algo en relación a su “punto débil”.

El lunes por la tarde, sonó el timbre de casa.

-       "Hola, soy Maribel, ¿esta Carmen?", preguntó.

-       "No, ha salido. ¿quieres subir?", pregunte al tiempo que me entrañó la pregunta pues Maribel sabe que los lunes por la tarde siempre va a clases de zumba.

-       "Si, ya subo", dice por el telefonillo.

La espere en la puerta del ascensor y la invite a entrar en casa.

-       "Carmen los lunes por la tarde va al gimnasio", le dije, “te puedo ayudar en algo?

-       "Bueno, en realidad, quería hablar contigo", me corrigió

Un poco alterada, me empezó a hacer preguntas más o menos inocentes, hasta que al final se decidió y me lanzo:

-       "Oye, dime la verdad ¿tu mujer te ha contado algo especial de mí?¿algo sobre mi cuerpo?

Me hice el tonto, con evasivas y con alguna tontería adornando la situación conseguí convencerla de que no sabía nada de nada. Ya más tranquila, conversamos unos minutos y decidió irse.

La acompañe hasta la puerta y nos despedimos. Un besito en cada mejilla y...mi mano fue a colocarse en su cintura con certeza en el sitio crítico. Quise comprobar que lo que mi esposa me contó era cierto, y también le quise decir a Maribel que lo sabía y que tenía ganas de jugar con esa particularidad suya.

Si decir nada, ella se volvió y se puso de espaldas como aceptado por completo el juego propuesto. Coloque nuevamente mis manos en su cintura y apreté suavemente. Ella dejo caer su cabeza hacia delante apoyándola sobre la pared, sus cabellos le taparon la cara y quedo al descubierto su nuca.

Acerque mi cuerpo al suyo, de forma que mi polla ya dura en ese momento se encajara en la raja de su culo. Bese con suavidad su cuello, y abrace su cuerpo. Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo y sus piernas flojearon.

Sin dejar de abrazar, ni dejar de besar y lamer su cuello, la empuje de nuevo hacia el comedor. Quedamos frente al respaldo del sofá. Con una mano, le empuje el cuerpo hacia delante, mientras que la otra buscaba con ansiedad el borde del vestido.

Se apoyó con los antebrazos en el respaldo del sofá, y yo ahora con las dos manos le levanté el vestido hasta dejar todo su culo a mi vista.

Un culo bien formado, morenito y con una braguitas de fantasía. Un regalo para mi!!.

Me baje los pantalones y calzoncillos, y empecé a frotar mi polla por aquellas curvas tan apetecibles. La cogí de nuevo por la cintura y atraje todo el cuerpo hasta aplastar mi polla contra sus nalgas. Solamente un ahogado jadeo salía de su boca, notando como su cuerpo empezaba a vibrar impaciente.

No pude esperar más, le baje las braguitas y con el pie le obligue a separar las piernas. Que espectáculo tan excitante, su chocho parecía abierto como una flor y un sutil fluido parecía derramarse.

Me agarre la polla con decisión y la encare hacia aquel agujero de placer. Con un ligero empujón logre colocarla dentro. Ahora si, ella gimió con ganas.

La cogí por la cintura, apoyándome en el resalte de la cadera, en ese punto tan especial que tiene Maribel. Empecé un baile suave de atrás a delante. Un poco de lado... otro poco recto y hasta el final.

Con las manos la agarraba por la cintura con decisión, ayudando al movimiento atrayendo su cuerpo hacia el mío o ayudando a separarnos.

Otras veces, solo movía la cadera para conseguir que mi polla de desplazase hacia dentro y hacia fuera mientras mantenía firmes mis manos en su cadera.

Maribel empezó a gemir:

-       "así, así cariño... apriétame mas...sigue sigue...no pares ahora, no pareeeees....". Hasta que un grito salió de su boca y quedo descompuesta como un muñeco de tela.

Mantuve mi polla dentro durante unos instantes mientras que acompasadamente le hacía mover sus caderas hacia delante y atrás, apoyando las manos alternativamente en sus nalgas o en su cintura. Mientras ella todavía disfrutaba de las últimas contracciones de su orgasmo vino el mío y me corrí dentro de ella.

Pasados unos instantes, ella pareció recobrar el aliento. Recogió las bragas del suelo, se arregló la falda y se encaró hacia mí. Un beso apasionado con su boca abierta sobre mis labios y un guiño fueron su despedida.

-       "No me acompañes a la puerta", me dijo. "Ya conoces otro de mis secretos, pero cuidado ya me enteraré a través de tu mujer cuál es tu talón de Aquiles".

Deverano.