Mi cuñada Maribel (5) - Cuestión de opiniones

Así fue la primera vez que tuve el culito de mi cuñada

Miguel es el hermano de mi mujer y Maribel su linda esposa. Conocemos a Maribel desde que empezó a salir con Miguel hace ya bastantes años. Son una pareja bien avenida pero que con el tiempo han mostrado diferencias de opinión muy sustanciales.

Miguel es un bastante conservador y ella todo lo contrario, es inconformista, innovadora, moderna, atrevida y sobre todo muy jovial.

La conversación de sobremesa se orienta sobre un tema de “actualidad”. Muchos gays y lesbianas han irrumpido en la vida pública manifestando con valentía su condición de homosexuales.

Esto escandaliza a Miguel, y se muestra claramente en contra. Maribel, su esposa, es mucho más liberal y lo encuentra totalmente natural, con lo que se alinea conmigo en la discusión. Mi pareja, ni frío ni calor, si pero… es algo muy personal, etc. una postura ambigua.

Por relatos anteriores sabréis que Maribel tiene un cuerpo bonito pero que lo que destaca mas son sus dos melones que tiene por tetas. A mí me tienen encandilado y han sido hilo conductor de varias aventuras que me han hecho disfrutar de lo lindo.

Para ella, algunas veces son un arma de seducción infalible y en otras ocasiones son una pesada carga de desdibuja y condiciona su personalidad, asi que no es de extrañar que busque otras sensaciones alejadas de sus tetas.

Siguiendo el hilo de conversación que teníamos llegamos por casualidad, a comentar las actitudes y juegos dentro de la pareja, llegando a sacar a relucir esos temas que escandalizan a los más pudorosos.

Aquí aparecen las posturas casi gimnásticas que vemos en las películas porno, el sexo oral, la penetración anal, los juegos eróticos fetichistas, el morbo de ciertas situaciones, las fantasías con otras personas distintas a la pareja, etc.

Miguel se siente incómodo cuando interviene Maribel y se sorprende que ella posea opinión propia y que se distancie tanto de la suya.

Creo que Maribel está disfrutando haciéndole sortear cuestiones comprometidas y además el tema parece que le ofrece un morbo especial. Me gusta verlos así.

La pizca de lujuria que aparece en la expresión de su cara me pone bien. Poco a poco la voy viendo no como mi cuñada sino como un objeto de deseo incuestionable.

Ahora sus preciosos pechos me parecen dos cantaros de miel a los que me gustaría lamer cada uno de los bordes, aunque se abren muchas mas posibilidades.

Recogemos la mesa entre todos, y en un momento que estamos solos en la cocina, le doy un discreto refregón al culo en un alarde de osadía. Si se queja podré responder sin problema que ha sido accidental, y si no dice nada será porque acepta sin problemas el juego o no le da importancia.

No sucede ni lo uno ni lo otro. Se vuelve sonriendo y me dice:

-       Pepín, no te pases que luego no hay quien me pare. Tienes las manos muy largas pero no sabes dónde las pones. Aquí te podrías quemar…

Durante unos instantes me deja fuera de juego y no se responderle.

-       Sabes que soy de la opinión que se debe probar para saber si te gusta. Tienes un culo precioso y no he querido resistir la tentación. “que lo disfruten los humanos antes de que vengan los gusanos”, le digo y luego reímos los dos.

-       ¡Qué bien os lo pasáis!, dice su marido al entrar con dos platos en sendas manos.

-       Me estaba haciendo proposiciones deshonestas y morbosas… Pégale…pégale!, dice ella entre risitas. A lo que contesta resignado y con tono bromista:

-       Sois unos degenerados. Menudo pendón tengo por mujer. Menos mal que te tengo bien vigilada y satisfecha, dice antes de soltar una carcajada.

Salimos de la cocina. Primero él, después Maribel y yo detrás… le pongo la mano en medio de su culo. Mientras camina noto como sus cachetes prietos se bambolean de un lado a otro y me pone a cien.

Nos acomodamos en el saloncito para tomar café cómodamente sentados en torno a una mesita. Me toca casi enfrente de Maribel. Como lleva una faldita corta, cruza las piernas para que no se le vean las braguitas entre las piernas, y lo que hace es enseñar generosamente el muslamen .

En un descuido de su esposo y mi mujer, deshace el nudo de sus piernas y me enseña generosamente su entrepierna. La miro con el rabillo del ojo y le agradezco el gesto con un silbido hacia dentro, que solo ella sabe interpretar.

Hasta ahora mi mirada siempre se había detenido en sus pechos pero estoy descubriendo que hay mucho mas donde hincar el diente.

Después del café, Miguel decide que es hora de volver a su casa ya que esta tarde juega su equipo.

Maribel se queja pues se quedará sola pudiéndose quedar entretenida con nosotros toda la tarde. El no admite la sugerencia y la arrastra consigo. Le guiño el ojo y con la mirada le prometo el cielo. Ella me sonríe y no entiende el ofrecimiento.

Media hora más tarde la estoy llamando por teléfono. A mi pareja le he dicho que iba a dar una vuelta, ella se ha quedado viendo una serie de la tele que le encanta.

Me presento en casa de Maribel, me abre la puerta, nos miramos y no sabemos que decir. Doy un paso hacia dentro y ella se apresura a cerrar la puerta tras de mí.

Se abre un paréntesis de dos horas en el que pueden suceder muchas cosas. Creo que la circunstancia es propicia y los dos tenemos muchas ganas de disfrutarla sin reparos.

-       “Ya que hemos llegado hasta aquí podríamos hacer algo especial, ¿no te parece?” me pregunta como si se tratara de un reto

-       “Estoy dispuesto a hacer alguna locura contigo”, le respondo poniéndole la mano sobre la cadera y mirando con descaro sus tetas.

-       “Pensemos… ¿qué te parece sexo oral?... me gustaría disfrutar del sabor de tu coñito”, le propongo. “Recuerdas la noche del cumpleaños de Miguel?

-       “Me suena bien… pero Miguel también lo hace aunque sea a regañadientes. Yo estaba pensando en algo más…fuerte, algo que seguro no conseguiré con él”, me dice mientras me coge con determinación el paquete.

-       “Uhmmm esto toma un color distinto… me gusta”, le digo muy interesado por lo que venga a continuación.

-       “¿te gusta mi culito? ¿Qué te parece hacerlo por detrás?”, me pregunta con la libido subida al máximo.

-       “Uffff, eso es perfecto. Me encanta tu trasero y la postura del perito la encuentro muy rica”, respondo rápido.

-       “Además de muy placentera, me gusta porque puedo controlar muy bien el ritmo”, le digo cogiéndole del culo y besándole en el cuello haciéndome el entendido.

-       “No seas tonto. Me refería a hacerlo por el otro sitio. ¡Por el culo! A Miguel, le da mucha manía y yo tengo muchas ganas de probar”, comenta haciéndose la ofendida por no haberla entendido antes.

-       “Me lo había parecido, pero como no estaba seguro no he querido meter la pata”, añado tras sus palabras.

-       “Me encanta la idea. Ya te dije antes que tienes un culito estupendo”, digo mientras se lo manoseo un poco... Mientras ella rebusca en un cajón hasta encontrar un tubo de crema que supongo que será un lubricante adecuado para la misión.

-       “Pues yo tengo ganas de que me desvirgues y sentir eso que dicen algunas amigas mías. Dicen que sientes como si te rompieran, que es como cagar hacia dentro y que produce unas estimulaciones exageradas. Házmelo sentir de una vez, lo estoy deseando”, me dice con apremio mientras viene con un tubo grande de crema entre las manos.

Al volver a mi lado me mira de arriba abajo y exclama:

-       “Sin embargo, me da un poco de respeto al ver esa polla tan gorda que se te ha puesto. No esperaba que la tuvieses tan…. Me parece mentira que eso pueda entrar sin hacer daño”.

Es la primera vez que la veo completamente desnuda. También es la primera vez que mantengo una conversación tan abierta con una mujer distinta a mi esposa sobre unos temas tan íntimos, y la proposición de hacerlo por detrás me han puesto al ciento veinte por ciento.

-       “No te preocupes, para mí no es la primera vez y lo haré con mucha delicadeza. En cuanto te hayas acomodado, veras como te gusta. A lo mejor te gusta tanto que lo echas en falta si no lo practicas de vez en cuando”

-       “Bueno para eso te tendré a ti, ¿no?”, dice ella mientras se echa un generoso churro de crema en la palma de la mano.

Luego frota ambas manos y lo esparce. De forma muy metódica va pasando la crema de sus manos a mi polla. Lo hace haciéndolas resbalar el tronco y luego dando ligeros frotes para repartir uniformemente.

La crema es espesa, gelatinosa y está fría. La extiende con cuidado y me proporciona unas sensaciones muy ricas. Le debe parecer que todavía hay poca crema pues vuelve a coger el tubo y se pone un nuevo churro en la mano.

Ahora me restriega por las ingles y los testículos. Me los amasa y los estira dándome mucho gusto. Sus dedos llegan desde los testículos hasta la raja del culo y por ahí también me pone crema. Estoy muy excitado y completamente relajado. Estoy en sus manos y me dejo acariciar.

De pronto noto como uno de sus dedos se introduce en mi ano de forma inesperada. Trato de revolverme pero no me deja. Poco a poco voy sintiendo el estímulo placentero de su dedo bien lubricado en mi interior. Es la primera vez para mí, y se mezcla la sorpresa con un gustirinin muy especial.

-       “¿Ves lo que se siente?”, espero que tengas mucho cuidado conmigo

A continuación me coge la polla con decisión y me da unos meneos fuertes y vigorosos. Arranca de mí unos gemidos extraordinarios. Si continua me voy a correr...

-       “Bueno esta parte ya está preparada”, afirma relamiéndose al imaginar lo que vendrá después.

Se coloca boca abajo, con dos cojines bajo el vientre y las piernas ligeramente abiertas. Con la mano separa un cachete para enseñarme bien por donde la tengo que empezar.

-       “Uhmmm qué rico!. Quédate así, no debes hacer nada. Relájate y déjate llevar”, le dijo mientras amaso sus cachetes, acaricio sus muslos y recorro su espalda tratando de estimular cada poro de su piel.

Me toca coger el bote de crema y repartirla por la zona. Empiezo por los cachetes, luego entre ellos hasta llegar a su rajita. Bien untado todo, quizás en exceso. Mis dedos se cuelan con facilidad entre sus labios, noto su coño humedecido y caliente.

Mi dedo medio se entretiene y se cuela dentro. Acaricio hacia abajo, incidiendo en la parte posterior del clítoris. Luego giro la mano y lo hago poner hacia arriba, frotando en la zona opuesta. Un poco de vibración hacia los lados hace que se vaya dilatando para que quepa un segundo dedo.

El coñito ya está bien preparadito. Voy hacia su ano. Pongo más crema y juego con el dedo. Todo está muy suave y distendido. Le meto la primera falange y ella gime. Recojo crema de alrededor y la introduzco en el agujero. Más crema… más suave, más fácil entra mi dedo.

-       “Ufff, que gustito me da”, dice ella mientras se acomoda para poner el culo más en pompa.

Tiene unas nalgas estupendas y estoy deseando ponerme a bombear detrás de ellas.

Durante unos minutos juego con su culo, metiendo, retorciendo el dedo, sacándolo o haciéndolo vibrar en su interior. Cada vez está más dilatado y cuando saco el dedo tarda en cerrarse de nuevo.

Ha llegado el momento. Me coloco detrás de ella, apoyándome en la punta de los pies y las manos. Solo entro en contacto con ella en la zona del pubis que reposa sobre sus nalgas. Busco su chochito y la penetro muy suavemente gracias a la crema que me recubre la polla y lo dilatado que tiene su vulva.

Sin dejar caer mi peso sobre ella, empiezo a bombear con cuidado, empujando sus nalgas hacia arriba a cada acometida y llenando su coñito por completo.

En esta postura puedo frotar muy intensamente con su punto G y noto su creciente excitación por sus gemidos y por su creciente humedad.

Después de unos minutos de meter y sacar, hago frotar mi glande en medio de sus cachetes lo que me proporciona una sensación exquisita y a ella le anuncia que pronto la tendrá dentro, pero esta vez por otro sitio nuevo.

Si sacarla, hago que se incorpore un poco y se ponga apoyada sobre las rodillas y los antebrazos. Doy unas cuantas embestidas duras y enérgicas, haciendo crujir sus cachetes contra mis muslos. Estamos a punto de corrernos los dos.

Tengo que parar un instante pues nos quedaríamos a medias.

Es entonces, cuando me separo un poco de su trasero, dejo solamente el capullo dentro y le pongo el dedo dentro de su ano.

Hago entrar mi polla simultáneamente con el dedo. Yo mismo percibo el borde del glande y como se adentra solamente separado por una fina pared. Empieza a gemir, Yo a resoplar. Estamos a punto. Bombeo varias veces, acompaño con el dedo, dentro y fuera, dentro y fuera. Luego solamente con el dedo. Con la otra mano busco su entrepierna.

Deseo que se produzca el aluvión de sensaciones que ella persigue.

Ella culea enardecida. Quiere mas… y más.

La sujeto por la cadera para evitar cualquier movimiento indeseado, con la otra mano sujeto la polla que acabo de sacar lentamente. La hago restregar por entre sus muslos, sus nalgas y por en medio de la raja del culo.

Todo está extremadamente resbaladizo y sensible. Apunto ahora con la polla  hacia su ano y aprieto un poco.

Grita y se retrae. Vuelvo a insistir y esta vez ella da un empujón hacia atrás que me ayuda a meterle todo el capullo de una vez.

-       Ahggg ¡qué daño!, dice ella. Pero no pares, sigue… dámela toda… hasta el fondooooo.

Voy apretando poco a poco. Sin apenas moverme. Solamente dejando que se vaya colando dentro fruto de la presión que ejerzo. Poco después la tengo toda dentro, envuelta en un cálido abrazo y con una opresión que me embelesa.

Me mantengo así mientras con la mano busco su clítoris para darle un nuevo toquecito. Pasados unos instantes, noto como su mano aparta la mía para ocupar ese lugar de privilegio, al tiempo que su voz entrecortada me ordena:

-       Dame fuerte… mas fuerte… hasta el fondo… así…así… ahora me vieneeeee!

Así lo hago. Nos cuesta un poco sincronizarnos, pues ella también culea a su ritmo y yo apenas puedo dominar mis empujones.

Sus gemidos se aceleran, su cuerpo se agita y se debate ante el inminente orgasmo. Sus nalgas se mueven con vida propia.

Bombeo con fuerza, enérgicamente y con rapidez. Levanto la vista y veo su cara reflejada en el espejo del armario. Su expresión lo dice todo, las tetas balanceándose como dos campanas el día de la fiesta mayor me hacen sentir como un verdadero macho.

Sus suspiros se convierten en gritos ahogados entre las sabanas, se estremece y empieza a temblar como una hoja.

Se deja caer de bruces sobre la cama para poder paladear su orgasmo, dejándome con la polla al aire, dura y enhiesta. Me doy dos meneos contados y sale un borbotón de leche apresurado que va a caer sobre las nalgas de ella.

Mis testículos se suben y comprimen a la base de la polla para expeler una nueva andanada.

¡Vaya corrida más impresionante!¡Parece que he colmado sus expectativas en su primera vez en que la enculan!¡Querida cuñada, vamos a pasar muchos momentos inolvidables!

Deverano.