Mi cuñada Maribel (4), en el cumpleaños de Miguel.

Ella me hizo una paja con sus tetazas, y yo ahora le como el ...

(sé que alguno de vosotros de parecerá poco, pero a mi es lo que me apetecía escribir)

Son las 2:30 de la madrugada y ya no puedo esperar más tiempo. Estoy muy impaciente y excitado, pues llevo rato debatiéndome en la duda: voy o no voy? ésta es la cuestión.

La pregunta es sencilla pero la respuesta se me antoja muy complicada. Llevo un buen rato tocándome la polla visualizando a mi cuñada o mejor dicho recreándome en la imagen de sus enormes y preciosas tetas moviéndose arriba y abajo como si tuviesen vida propia.

Ya sabéis por relatos anteriores que tengo una especial debilidad por las tetas de mi cuñada, ella lo sabe y me da lo suficiente para que yo disfrute de lo lindo, pero sin comprometerse ella demasiado.

Esta noche, según la respuesta que yo de a la pregunta nuestra relación puede cambiar de forma drástica. Si al final decido ir a hacerle una visita daremos un paso importante en esta extraña relación que nos une.

Mientras mi mente divaga y valora las alternativas me sigo pajeando lentamente, lo cual realmente no me ayuda a tomar una decisión prudente, pero es tan difícil apartar del pensamiento de mi cuñada sonriendo al tiempo que mueve pícaramente sus melones.

Esta noche hemos celebrado el cumpleaños de Miguel, treinta y cinco tacos ya. Maribel y mi esposa dieron de cenar a los críos temprano, y luego mientras ellas preparaban la cena para nosotros nosotros dos hemos jugado con los niños hasta cansarlos y llevarlos a dormir.

Hemos cenado los cuatro tranquilos disfrutando de la comida y también de la abundante bebida. Todos hemos disfrutado de buen vino, champan y las correspondientes copas de licor. Todos menos Maribel que como da el pecho a su  bebe tiene el alcohol prohibido.

Miguel ha sido el que más ha bebido y al final de la cena ya tenía claros síntomas de haberse pasado un poco con la bebida, su hermana ha bebido bastante menos pero el efecto que le produce el alcohol es muy pronunciado. Yo con picardía he ido repartiendo sobre todo el vino que traje, reservándome bastante cuidándome de nadie se de cuenta de la maniobra. Se fingir bastante bien y además tolero bien el beber, así que he dominado bien la situación.

Como es corriente en estas situaciones los comentarios han ido pasando de un tema a otro y hemos aterrizado en los comentarios sobre las parejas.

Mi cuñado ha abierto fuego y sin mucho miramiento ha soltado lo enamorado que sigue de “su mujercita”, aunque ésta lo tiene prácticamente a régimen desde hace meses. También ha hecho una velada crítica a sus kilitos de más y sus tetazas. Llegado a este punto se ha levantado de la mesa y desde atrás ha cogido las tetas de Maribel las ha manoseado y agitado para mostrar que realmente están en su plenitud.

Su hermana, mi esposa, ha reído la ocurrencia, pero a Maribel no parece haberle sentado demasiado bien. A mí me ha gustado ver lo bien que se pueden manejar.

Mientras nos tomábamos el último gin tonic, Maribel se ha puesto a dar de mamar al bebe en una postura discreta pero que no me ha impedido disfrutar viendo sus pezones rezumando la lechecita. Hemos aprovechado que Miguel y su hermana están bastante pasados de vueltas para intercambiar variadas miradas de complicidad entre nosotros.

Maribel me obsequia con la visión de sus pechos, primero uno y después el otro, mientas los prepara, saca las primeras gotas y luego los limpia para terminar de guardarlos en su cofre de los tesoros.

Ahora sí que ya es el último gin tonic, Miguel no se lo acaba y mi mujer con un largo trago deja el vaso vacío. Las dos parejas nos encaminamos a nuestras respectivas habitaciones, tras las visitas de rigor al baño, en pocos minutos se hace el silencio en toda la casa y comienza mi vigilia.

Con el sopor que da el alcohol, me siento excitado por la imagen que tengo de mi cuñada, mi control consciente de lo que debo hacer esta bajo mínimos y todo ello contribuye a que no pueda conciliar el sueño.

Mi mujer hace largo rato que respira hondo y duerme profundamente apierna suelta. Contemplo su cuerpo semidesnudo y me dan más ganas de darle a la mano que sujeta mi polla erecta. Me dan ganas de despertarla pero hoy seguro que no sería la mejor opción.

En la habitación contigua duermen Maribel y Miguel, este último seguro que está dormido como un tronco pues con la celebración ha bebido más de la cuenta.

Y en estas circunstancias, vuelve la pregunta: ¿voy a hacerle una visita a mí cuñada Maribel o no? Volvemos a empezar con la duda a cuestas y una polla de no dejo de menear.

Con todo el sigilo posible me incorporo y voy hacia la puerta. Tengo pensado, que si alguien me descubre puedo decir que iba al baño y me he equivocado de puerta consecuencia del mareo.

Me asomo a la habitación de Maribel, gracias a un pequeño resplandor del exterior puedo verlos sobre la cama durmiendo plácidamente. El resopla fuerte tratando de destilar el mucho alcohol que ha consumido y ella respira casi en silencio echada de medio lado ofreciéndome su espalda y culo para que yo lo disfrute.

Preso de mi excitación y temeridad me cuelo dentro y me acerco hasta colocarme al lado de la cama a escasos centímetros de Maribel. ¡Qué situación tan excitante!, pienso mientras busco en mi entrepierna para luego darme unos cuantos meneos.

La situación toma una variante muy distinta cuando Maribel se revuelve en la cama y se pone mirando hacia mi. ¡Uy, que vista tan buena tengo!, pienso mientras me doy unos enérgicos meneos.

La expresión de su cara me dice que está teniendo un sueño placentero y lo está disfrutando mucho. Enseguida miro más hacia abajo para ver sus estupendas tetas. Sus pezones tienen rastro de haber dejado ir un poquito de leche y se me antojan como el mejor manjar para mí.

Me froto otra vez de forma casi compulsiva, todo antes de vencer el lógico temor y acercar mi lengua para recoger el néctar de esas flores. Maribel se estira y coloca los brazos por encima de la cabeza con lo que ambas mamas quedan a mi alcance. La lamo los pezones alternativamente sintiendo que esto es el paraíso.

No sé lo que Maribel está soñando pero seguro que lo está pasando bien, pues entre lametazo y lametazo gime calladamente y se estira acomodando su teta a la posición de mi boca.

Veo que se lleva una mano a la entrepierna y se empieza a tocar sobre la rajita. Yo sigo a lo mío, con el dorso de los dedos resigo la curva de sus tetas sin apenas contacto, para terminar lamiendo los pezones. La manipulación de su chochito parece que le hace efecto y su respiración se hace entrecortada y cada vez separa más las piernas.

Después de darme otros buenos meneos, me coloco a los pies de la cama abocado encima de su coño con la cabeza entre sus piernas. Con parsimonia voy acercando la cara hasta que con la lengua accedo a los labios de su vulva. El primer contacto logra arrancarle un sentido gemido.

Me acomodo para hacerle la mejor comida de coño que le hayan hecho jamás. Tomándome mi tiempo hago que mi lengua vaya descubriendo cada uno de sus pliegues humedeciéndolos y dándoles un lametón preciso.

Tímidamente coloca su mano sobre mí nunca para guiarme en los movimientos e intensidad mientras le como todo el coño. A mi cabeza vuelven las imágenes de Maribel cuando me hizo una buena mamada y terminó haciéndome una paja entre sus tetas. Creo que esta está siendo una buena compensación.

Después de un largo rato de aguantar mi lamidas y chupetones, su chocho está completamente mojado y su clítoris erizado y duro como un garbanzo.

Las piernas que han estado completamente separadas para dejarme el máximo espacio de maniobra, ahora se cierran de forma convulsiva atrapando mi cara entre ellas. Varios gemidos entrecortados me indican que ya ha llegado a su orgasmo.

Sigilosamente me retiro fuera de la cama y me pongo a un lado mientras me doy unos meneos fuertes para que llegue mi clímax con la contemplación de su cuerpo desnudo y satisfecho gracias a mí.

Maribel se incorpora parcialmente y me deja perplejo. Me coge la polla y se la mete en la boca de una sola vez chupándola con mucha energía. Ella nota como mi leche inicia su recorrido desde los huevos hasta la punta, se retira dejándome que en medio de violentas contracciones le eche toda mi leche sobre sus tetas.

¡Esto es más de lo que nunca imagine!, vaya corrida tan espectacular.

Después de unos instantes de vacilación, ella se vuelve a recostar en la cama y a continuar durmiendo.

Yo regreso a mi habitación con la sensación de haber estado en el cielo.

Deverano.