Mi cuñada Maribel (2)

Mi cuñada tiene unas tetas que me tienen embrujado, ella lo sabe y se compadece de mi.

Vamos a pasar el día a casa del hermano de mi esposa, Miguel,  donde los críos podrán disfrutar de la piscina y nosotros de una comida familiar. Hemos quedado en hacer una paella para compartir entre las dos familias.

Allí estará mi cuñada Maribel con la que tengo una cuenta pendiente. Ver el relato titulado “Mi cuñada Maribel (I)"

-          “Me gusta mucho el perfume que llevas hoy”, le digo tras darle dos besos para recordarle que  reconocí “su broma” y que yo sé que fue ella quien dejó su aroma personal impregnado en mi almohada.

Maribel tiene una cara muy bonita, su figura es esbelta aunque en los últimos meses ha ganado algunos kilitos, pero….lo más destacado físicamente es que tiene dos auténticos “melones” como pechos.

Esta parte de su cuerpo está desproporcionada con respecto el resto, siendo el rasgo que más destaca. Ahora que está en pleno periodo de lactancia todavía resalta más, y atrae todas las miradas de cualquier mortal.

Tengo que hacer grandes esfuerzos para no se me distraiga la mirada cuando estoy cerca de ella. Ella está tan acostumbrada a las miradas lascivas que apenas las tiene en consideración y lleva con total naturalidad su portentosa delantera.

Mi mujer y los niños se han ido a la piscina que hay en el jardín de la casa de Maribel. Mi cuñado y yo nos quedamos en la cocina haciendo los preparativos para la comida.

Ella se acerca para interesarse por nuestro trabajo, comprobar que encontramos todos los condimentos y utensilios necesarios. Estando en este espacio tan familiar para ella, se comporta con suma naturalidad y no presta atención a los continuos roces de sus pechos con mis brazos y cuerpo. Moverse tres personas en un espacio reducido tiene este “inconveniente”

Sé que no lo hace a propósito, pero a mí el contacto de sus tetas me resulta delicioso, las percibo esponjosas pero firmes, me encanta el contacto continuado y  procuro colocarme disimuladamente siempre de manera que el roce sea la posibilidad más probable.

Mi mujer tiene muy buen cuerpo pero me siento obsesivamente atraído por las esplendidas tetas de mi cuñada. Creo que ella lo sabe y la verdad es que me lo pone fácil o más bien me estimula para que yo disfrute mucho con su visión y sus roces.

Mi cuñado está pendiente de la preparación de la comida y es ajeno a nuestro inocente juego. Me estoy poniendo las botas sobándole las tetazas de forma sutil a Maribel cada vez que se acerca.

Cuando ya lo tenemos casi todo preparado oímos como desde en jardín llegan gritos de niños discutiendo, y Miguel sale a poner paz y orden.

Maribel hace unos instantes que ha desaparecido. Salgo de la cocina y voy hacia el salón. Está allí, recostada sobre una butaca dando de mamar a su bebe.

Hago ademán de irme para no perturbar la tranquilidad e intimidad del momento. Maribel siempre ha dado de mamar a su hijo mayor y a su bebe con mucha naturalidad, sin esconderse pero tampoco sin exhibirse.

Soy yo quien se siente turbado ante esta situación dada mi atracción casi fetichista por sus magníficas tetas.

Me ve y me hace señas para que me acerque. Cuando ya estoy muy cerca me pregunta en voz baja:

-          Cuñao, ¿qué querías decir cuando dices que huelo muy bien? ¿Acaso te gusta mi perfume? ¿o es la colonia de bebe lo que te gusta?

Me siento atrapado y no sé qué responder. Me vuelven a la cabeza el olor que impregnaba mi almohada que claramente identifique como el olor de un chochete de mujer excitada. Estoy seguro que ella me quiso gastar una broma y jugar conmigo provocando mi libido con el olor de su cuerpo.

-          Los perfumes y olores pueden resultar muy estimulantes. Todos los animales responden de forma instintiva y los humanos no somos excepción. Tengo que reconocer que yo soy muy “animal” y me dejo llevar”, atino a responder acompañando la respuesta con una mímica entre ridícula y provocadora.

Los dos nos reímos dando ambos por entendida la metáfora y el trasfondo de los comentarios.

Con cuidado separa el bebe de su pecho, se lo acomoda al otro lado y le descubre el otro pezón que estaba cubierto. El bebé busca con desespero hasta que consigue mamar la lechecita que tanto lo gusta. Una bien vez colocado y chupando tranquilamente queda tiempo para que Maribel se entretenga en limpiarse el pezón que ha quedado libre.

Maribel levanta la mirada buscándome para ver mi reacción. Yo estoy mirando absorto con envidia de lo que hace el bebe.

-          Te gusta mirar cómo le doy de mamar  a mi niña ¿verdad?, me pregunta con una sonrisa burlona.

Me atraganto un poco antes de responder que me parece muy hermoso y dulce, haciendo ver que lo que me interesa es el hecho de dar de mamar al bebe.

-          Pensaba que también te gustaba… mirarme las tetas, dice Camila mientras sujeta la niñita dejando su generosa teta al descubierto.

Los ojos se ve van rápidamente a saborear la amplia orla que rodea al pezón. Este esta brillante por la saliva del bebe, lustroso y turgente.

En otras ocasiones, Maribel se ha mostrado muy diligente para recoger su pecho y taparlo con la camiseta, para luego ajustarse el sujetador sin que nada quede a la vista.

Esta vez parece que no le importa que quede al aire tan apetitoso manjar.

-          “No lo puedo evitar, tus tetas ejercen sobre mí una atracción casi enfermiza… son un fetiche… perdóname pero me siento muy atraído por tu pecho”, le digo con toda la naturalidad que soy capaz de reunir.

-          “No digas tonterías, son demasiado grandes y más ahora que las tengo tan hinchadas”, dice con falsa modestia.

-          “Es ahora cuando más me gustan y cuando me pongo malo con solo mirarlas”, le digo.

-          “Creo que nunca las tendrás más lindas que ahora. Para mí son como dos cantaros de miel.

-          “Miguel (mi cuñado) dice que las tengo demasiado grandes y está deseando que le deje de dar el pecho a la niña para que se reduzcan un poco”, se queja ella.

-          En cambio, a mí me parecen maravillosas. Si las pudiese tener me sentiría muy dichoso.

-          ¿quieres verlas las dos juntas?, me pregunta con cierta sorna.

Deja la niña dormida en el carrito y acto seguido se levanta la camiseta y se saca la otra teta del sostén exhibiéndose lentamente pero segura me va a gustar.

Estoy extasiado. Nunca imagine que me gustara tanto ver este par de melones.

  • “Uhmmm que ricas deben estar… “le digo sin apenas pensar lo que digo.

Maribel se pone ambas manos por debajo de sus enorme tetas, las levanta y hace que los pezones se abalancen hacia mi.

Los dedos de una mano cogen la punta del pezón de la teta opuesta, lo estiran un poquito y luego tras ejercer una mínima presión sale un chorrito de leche.

¡Qué visión tan placentera!. Como ve que estoy disfrutando tanto, no duda en sacarse la camiseta y el sostén.

Cruza los brazos sobre el estómago sujetando con ellos las tetas muy levantadas. Es una delicia… me gusta tanto lo que veo que siento ganas de irme a pajear inmediatamente.

-          Maribel ¿me dejas que te haga una foto tal como estas?, me atrevo a proponer mientras empuño el teléfono.

Duda unos instantes, pero luego accede con la condición de que no se le vea la cara.

Le hago varias fotos de su espectacular busto retenido sobre los antebrazos. Después del desconcierto inicial, le pido que se apoye sobre la espalda de la silla inclinándose un poco hacia delante.

Capto un par de instantáneas maravillosas donde se pone de manifiesto la magnitud de sus tetas.

Luego le hago una de perfil, y otra de medio lado pero desde arriba. Estoy convencido que estas fotos van a ser un tesoro para mí y que voy a pasar muchos momentos de dicha contemplándolas.

Ella se presta a actuar como modelo, sabiendo que estoy a cien y que la visión de sus tetas me tiene trastornado.

De pronto da por finalizada la sesión recoge el sostén y la camiseta,  y se va al piso de arriba donde están las habitaciones.

En medio de mi deliciosa locura lo mejor que se me ocurre es hacer una foto de mi miembro totalmente erecto a modo de testimonio. Me hace tanta ilusión que me hago varias desde varios ángulos. Así recordare el maravilloso efecto que ha provocado el verle las tetas a Maribel.

Oigo ruidos en el jardín y deduzco que mi familia está de vuelta junto con Miguel. Me apresuro a vestirme y a sentarme en el sofá fingiendo que miro la tele con poco interés, por cierto.

Cuando ya estamos todos en el comedor, Maribel se presenta vistiendo un bonito jersey que se ciñe a su busto como un guante.

Después de preguntar cómo ha ido el rato en la piscina, coge mi móvil distraídamente y hace como que la deja sobre un estante lejos del alcance de los niños pequeños. Respiro aliviado pues por un instante me pareció que la iba a utilizar.

Mi tranquilidad se esfuma cuando veo que se va hacia el baño y la cámara no  está donde debería estar.

Pasan los minutos y llego al convencimiento que Maribel está en el baño mirando las fotos… las suyas y las que he hecho a continuación de mi polla erecta.

Después de una espera insufrible, vuelve hacia el comedor. Con mucho disimulo me da el movil y me dice que ha borrado un par de fotos que no le gustaban… y que tenga cuidado que nadie más las vea.

Cuando nos despedimos tiene la desfachatez de decir ante su marido y mi mujer que otro día que nos reunamos todos juntos le gustaría que nos hiciéramos unas fotos.

Prometo delante de todos que el próximo día haré fotos a los niños, y también a los mayores.

Estoy impaciente por llegar a casa y ponerme a ver de nuevo las instantáneas tan maravillosas que he captado. Me prometo  a mí mismo volver otro día y conseguir que Maribel pose para mí mostrando sus maravillosas tetas.

Además, quizás me ha dejado un regalito adicional de alguna foto hecha por ella en la intimidad del baño.

Deverano.