Mi cuñada Maria (2)
Al fin su tanga fue mio.
Mi cuñada Maria (II)
Llego la hora de ir a dormir y nos despedimos todos hasta el día siguiente, la imagen del tanga de mi cuñada no paraba de darme vueltas por la cabeza y sabia que seria mío.
Me desperté temprano y baje a desayunar, mi hermano estaba en la cocina y me comento que tenían previsto pasar toda la mañana en la playa, me pregunto si me animaba y le comente que quería ver las carreras de motos, que tal vez me acercaría un ratito por la tarde.
A los pocos minutos de estar desayunando bajo mi cuñada, estaba preciosa, una camiseta azul celeste y unos pantaloncitos blancos, nos saludo sonriendo y comento que había salido un día precioso, a los cinco minutos estaban listos para salir, los acompañaba mi sobrina, el mayor se quedaba durmiendo.
Los despedí en la calle, estaba intranquilo ya que quería encontrar mi trofeo, tenía la boca seca y un nerviosismo intranquilo. En cuanto el coche giro la esquina, me dispuse a husmear en la habitación de mi hermano y Maria. Abrí la puerta y empecé a buscar la pieza que necesitaba para realizar mi fantasía, cerré a mi espalda la puerta de entrada y baje la persiana, no quería mirones cerca, sobre la cama había una bolsa de viaje, era un bolso marrón bastante grande, lo abrí y encontré ropa perfectamente doblada, una falda corta, un par de camisetas, unos pantalones cortos de mi hermano y por fin en una esquina una bolsa de plástico con un nudo. Saque con cuidado la misma y la abrí, un olor excitante inundo mi nariz, dentro estaba la ropa interior de mi cuñada, un sujetador color crema con relleno (de ahí el tamaño de sus pechos la noche anterior), un boxer de mi hermano y un tanga con la goma roja y blanca, un tanga sencillito, pero un tanga que tenia olor y sabor, mi cuerpo reacciono, la tenia tan dura que me molestaba el bañador, olí de nuevo el tanga y ese olor, entre prohibido y excitante, dulce y pegajoso obro el milagro, me corrí sin tocarme, fue un subidon, una experiencia que solo se consigue buscando lo prohibido. Tarde un par de minutos en recuperarme, quería sentir todo lo que esa pieza de tela podría ofrecerme, la mire detenidamente y encontré una mancha de flujo, pequeña pero consistente, no me resistí y lo lamí, al principio con pausa, y al momento lo tenia metido en mis labios saboreando con lascivia el lugar donde Maria había apoyado su sexo, un sabor fuerte, dulzon y sabroso, muy sabroso, se apodero de mi lengua, completamente erecto de nuevo, empecé a masturbarme, con un ritmo lento y pausado, recordando la imagen de Maria la noche anterior, mi lado fetichista entro en acción, me quite el bañador, la camiseta y completamente desnudo me tumbe en la cama, me puse el tanga y presione mi nariz con el suje, sentir la tela cerca de mi sexo, rozarme con el, fue demasiado, derrame de nuevo un chorro caliente de semen sobre mi estomago, me relamí de gusto y durante dos minutos fui el hombre mas feliz del mundo.
Tras recoger y guardar todo lo que había tocado, no sin antes empapar con mis jugos el erótico tanga, abandone la habitación, había descubierto mi lado fetichista, y lo mejor de todo, me encanto.
Desde entonces ha habido mas episodios de esta índole, no solo con Maria, con mi hermana Ana y con mi otra cuñada Carmen, pero eso son historias que dejo para otra ocasión.