Mi cuñada
A veces el destino nos repara cosas que no teniamos previstas.
Mi Cuñada
Este relato ya lo he publicado hace un tiempo, bajo otro Nick.
Está basada en una relación de una amiga con su querida cuñada, de nombre Verónica de 28 años y Lucia de 21. A partir de ahora Verónica les relatara su aventura amorosa con su cuñada.
Lucia mi cuñada, está casada con mi hermano Juan, nos conocemos desde chicas, a pesar de la diferencia de edad, aunque para ella soy como una hermana mayor, donde siempre recurre para contar sus alegrías o problemas, que con los años se ha ido fusionando, en una hermosa relación.
Es costumbre de ir a visitarla, cada vez que mi hermano se va de viaje por 3 o 4 días por motivos laborales. Me extraño encontrarla tan decaída, pensé que el motivo seria el viaje de Juan, aunque en otra oportunidades no estaba en ese estado. Le pregunte que le sucedía
-No sé, estoy mal, - me contesto
Por más que intenté sacarle algo mas, fue imposible obtener una respuesta concreta, no insistí más, así que hablamos de otras cosas, llegó la hora que debía de ir a mi labor, en un instituto donde trabajo como kinesióloga. Al día siguiente regrese a su casa, para ver como estaba. La encontré igual. Le sugerí que viniera al instituto, que le daría unos masajes para tratar de relajarse. No le pareció mala la idea.
A la mañana siguiente, llego, la hice pasar, le dije que se desvistiera y se tirara en la camilla, boca abajo. Se despojó de su ropa quedando solamente con sus diminutas bragas. Después de tenerla un rato con la lámpara de calor, comencé a untarle una loción sobre su blanco cuerpo, comenzando a masajear sus hombros, que percibían una gran contracción, al igual que el resto de su cuerpo. A medida que presionaba con mis manos, el cuerpo de Lucia parecía relajarse.
Fui bajando con los masajes, hasta que llegue a los glúteos, note que separaba sus piernas lentamente, al masajear por su entrepiernas, toque su sexo, sin intención, percibí que su braga estaba algo húmeda, pero en ese momento, hice caso omiso a ese detalle. Después, de un rato termine con la sesión, la hice levantar para que se vistiera, al hacerlo percibí que la sabana que cubría la camilla estaba mojada. Nos despedimos, quedando en vernos al otro día para otra sesión, pero prefería que fuese la última del día.
Puntual como siembre a eso de la 7 PM, Lucia estaba en mi consultorio, hice los preparativos previos, para iniciar la sesión, se desvistió y se volcó sobre la camilla. Recordé lo sucedido el día anterior, así que decidí observar si se repetía o si era una ocurrencia mía. Reanudé los masajes por cuello, hombros y espalda, mientras charlábamos de cosas sin mayor relevancia. Cuando mis manos comenzaron a llegar a sus glúteos y entrepiernas, comenzó a separarlas, como para permitir un mejor acceso a dicha zona, fui accediendo de a poco a dicho lugar, con el canto de mi mano, rosaba en su sector genital, así lo fui haciendo en varias ocasiones, aumentando la presión de mi mano, en sus labios inferiores. A medida que intensificaba esos "masajes", el cuerpo de Lucia se iba como relajando, aceptando esas nuevas caricias.
El solo hecho de saber que mi cuñada se iba encendiendo con mis intencionados roces, en ese lugar tan íntimo, fue aumentando paulatinamente mi excitación. Cuando unos leves y suaves gemidos, algo contenidos, terminaron por aclarar mi sospecha. Me alegre por ella, aunque no sabía bien qué actitud tomar, si continuar o cortar en ese instante, era indudable que mi cuñada estaba necesitando algo más.
Confieso que me estaba atrayendo la idea de poder producirle a Lucia, un buen orgasmo, pero pensaba que estaba mal, que actuaba de manera incorrecta. Lo mejor sería hablar con ella, me contara su problema y trataría de ayudarla de otra manera, para solucionarlo.
Terminada la sesión, se vistió y como era la última paciente decidí, que fuésemos a tomar algo y charlar un rato. Aceptó la invitación, así que nos dirigimos a un café de las cercanías. Una vez sentadas, y habiendo hecho el pedido al mozo, le pregunte como se sentía después de la sesiones de masajes.
-Si, realmente han sido muy placenteros y los disfrute plenamente- me contesta.
Aproveche para preguntarle, como andaban sus relaciones con mi hermano
Me contesto que bien, pero lo extrañaba
Poco a poco la fui llevando al plano sexual. En un momento me confesó que, en eso no tenían problemas, pero que su ausencia temporaria hacía que aumentara su necesitaba de tener sexo. Y que eso era probablemente lo que la tenia de esa manera. Lentamente, me empezó a describir como estaba realmente. Que estaba excitada, pero no podía aplacarlo a pesar de haberse masturbado, cosa que no era su costumbre, dado que era una satisfacción, algo efímera.
La solución sería de que se buscara un tipo, para que la aplacara, pero Lucia no era de ese tipo de mujer, además no me agradaba demasiado que engañara a mi hermano. En ese instante pensé que tenía que ayudarla, otra vez la idea de hacerla tener un orgasmo, se repitió en mi mente, pero rápidamente lo borre de mi mente, creo que fue, porque se cruzó mi hermano por mi cabeza. Nos despedimos, quedando vernos al día siguiente para otra sesión, en el último turno.
No podía quitar de mi loca cabeza la idea, de producirle un orgasmo, me excitaba la idea de hacer gozar a mi cuñadita, si bien no soy lesbiana, algo extraño estaba trabajando en mi interior, que de alguna manera trataba de reprimir. Era una lucha interna que mantenía camino al instituto, pero dejaría que las cosas se desarrollasen a medida que se fuesen produciendo los acontecimientos.
Apenas llegó Lucia, comenzó a desvestirse, sin sacarse sus bragas y se acostó en la camilla, al verla casi desnuda empecé a mirar su cuerpo en forma diferente, ya no lo veía como una persona que viene a hacerse terapia, solamente.
Después de masajearle la espalda, volví a sus piernas, las cuales separo inmediatamente, mis manos se introdujeron en sus muslos, pasándole el canto de mi mano por su raja, que ya afloraba una cierta humedad. Seguí más pausadamente y mayor tiempo. Notaba como el estremecimiento de Lucia se iba acrecentando, y mi adrenalina también.
Al cabo de un rato, la hice girar, me miro en forma sorprendida, porque jamás la había colocado en esa posición. Sin darle tiempo a pensar le saque las bragas, quedando como dios la trajo al mundo. Sorprendida por mi aptitud, dice:
Que haces?
No te preocupes, es parte del tratamiento, relájate.
Note como que se ruborizaba, al verme mirar su delgado y blanco cuerpo, como el de una adolecente, sus pequeños senos, rodeados por una aureola rosa que remarcaban sus rojizos pezones, todo su ser estaba impregnado en una voluptuosidad, difícil poder describir. Su monte de Venus, que se agitaba levemente, del que nacía un escaso y brillante vello, producto del rociado, de sus líquidos. Solamente cerró sus ojos, como aprobando, continuase con mi "terapia". Mis manos en contacto con su cuerpo, ya no buscaban relajarlo, sino estimular esa sexualidad que gradualmente se estaba transmitiendo en mí.
Masajeaba sus hombros, bajando por sus brazos, suavemente, presionaba su antepecho, hasta ir bajando a sus rígidos senos, los frote con la palma de mi mano en forma circular. Para que sus deliciosos pezones se irguiesen, respondiendo sensiblemente a los efectos de mí contacto, respondiendo con suaves y cortos gemidos. Oprimí mis dedos en sus tetillas, que respondió con un arqueo de su cuerpo acelerando el rojo de sus mejillas.
Continué por la cintura, hasta llegar a sus caderas. Lucia, trataba de disimular su excitación, pero su rostro no dejaba de delatarla. Continué sin llegar a tocar su húmeda vagina, que emanaba el olor característico por su excitación. Su cuerpo aumentaba paulatinamente un estremecimiento, que transmitían a la palma de mis manos, esas vibraciones que surgían cada vez con más fluidez. Su rostro se veía radiante, la boca de Lucia, se abría, acelerando su agitación entrecortada, mientras sus pechos subían y bajaban de manera rítmica.
Realmente, verla de esa manera y notar como su cuerpo se iba convulsionando, hacia que mi incitación se fuera aumentando, sin pensarlo actué de manera irracional, acerque mi rostro al suyo y la bese intensamente.
Pensé que reaccionaria mal, pero con una vos apenas susurrante, abriendo sus ojos me dice
"Que haces?"
"Calla y relájate". Le respondo, mientras le acaricio la mejilla.
No dijo nada, ni hizo ningún ademán de desaprobación, solamente tomo mi mano, volviendo a cerrar sus ojos, tratando de disfrutar, mis masajes. Mis dedos no tardaron en dirigirse a su zona genital, rozando suavemente el borde de sus carnosos labios inferiores. Así continúe hasta humedecer la yema de mis dedos, con su flujo, friccionando el extremo de su clítoris que alcanzaba el máximo de su tamaño. Separé sus piernas, haciendo apoyar los pies en la camilla para que los extremos de mi mano, pudieran introducirse en su pulposa vulva, instantáneamente, pego una exclamación de placer. Fui introduciendo uno de mis dedos en su cavidad, percibiendo en ellos aceleradas palpitaciones, producto de la intensidad de su estimulación.
Los continué agitando en su cavidad, aumentando gradualmente los movimientos de entrada y salida, mientras que con mi dedo pulgar lubricado, frotaba su rígido y abultado clítoris, varios exclamaciones de placer brotaban de su boca, mientras sus manos se crispaban sobre los bordes de la camilla.
La situación, me estaba llevando a un clima de exaltación tal, que en una forma inconsciente, me encontré sin pensarlo, lamiendo en forma desesperada y ansiosa, esa bella y apetecible vagina. Sus manos se apoyaron en mi cabeza, acariciándola, mientras la oprimía sobre su sexo, reclamando que no cesara, en tanto su cuerpo se sacudía de manera desenfrenada, sin dejar de acallar voces de placer. Bebía sus jugos de una manera enardecida, empapando mi boca, nariz y parte de mi rostro, acelerando mis palpitaciones y la de ella..
Mi lengua se introducía al máximo en su vulva, la movía dentro y la sacaba, en una forma sedienta de goce, cada entrada era un gemido de deleite para Lucia. Gritaba y arqueaba su espalda, parecía que expulsaba todo lo contenido, estaba eufórica de placer. Lleve mi mano a mi vagina, estaba empapada, mis dedos empezaron a jugar con ella. Apreciar ese estado de excitación y oír sus gritos de satisfacción, hicieron que me corriera. Nunca creí que podía llegar a disfrutar esta situación, y menos con mi cuñada.
No quería desnudarme, para evitar de cortar por unos instantes su delicioso goce, así que apenas baje mi braga y me abrí el delantal. Mi boca no se separaba de su sexo, todos mis sentidos estaban compenetrados ahí, no podía dejar de hacerlo, Lucia se convulsionaba cada vez más, era el éxtasis. Su cuerpo se arqueaba, empujando su vagina contra mi boca. Lamia y sorbía su clítoris, para después darle unos suaves mordiscos, esos estímulos, parecían descargas eléctricas que recibía Lucia, por las convulsiones que su ser producía acompañado de fuertes gemidos. Seguí y seguí sin parar, era enloquecedor, hasta que nos llegó un vibrante y prolongado orgasmo casi al unisonó, apaciguando gradualmente nuestro calor interior.
Me precipité sobre ella, permaneciendo abrazadas, mezclando nuestro sudor y volcando parte de su flujo en sus labios, con un apasionado beso. Al volver a la realidad, nos sentimos perturbas por lo ocurrido, pero no arrepentidas. Le expliqué que nunca había hecho algo así, (lo que era verdad) que trataba de apaciguar su calentura, y que prefería hacer eso a que se fuese acostar con un tipo.
Me beso, como agradeciendo lo que le había proporcionado y que le había encantado la experiencia. Me confesó que sintió un poco de retraimiento en un principio, pero el goce que le proporcionaba, hizo que se fuera diluyendo. Así permanecimos un rato hasta que se vistió, nos despedimos y se fue del consultorio.
Esa noche, al llegar a casa no podía dejar de pensar en lo acontecido, seguía excitada, me preguntaba por qué no le dije de pasar la noche juntas, pero después pensaba que eso no era lo mejor.
Había tratado de apaciguar a mi cuñada, y terminé obsesionada con ella, era irónico lo que me ocurría. A pesar de no habérselo comentado, tengo que reconocer que lo disfrute. Me desvestí rápidamente y me dirigí a la ducha, abrí el grifo de agua fría, para calmar mi calentura, pase mi regadera móvil por mi vagina, pero fue inútil
No podía creer lo que me acontecía,
¿Sería un deseo reprimido, que salió a la luz?
Mis pensamientos, se llenaron de fantasías con Lucia, mi mente volaba de un lugar a otro, dirigiéndose al cuerpo de ella, desnudo sobre la camilla, con sus senos duros, sus nalgas, hasta su deliciosa concha, en mi boca.
Salí de la ducha, desnuda como estaba me tire en la cama, mi excitación no cesaba, en un momento mis dedos se dirigieron a mi jugosa vagina, para comenzar a masturbarme en forma desenfrenada y descontrolada.