Mi cuñada 16
Todo cambia, pero mi cuñada no se puede imaginar cuánto y de qué manera.
La noche anterior mi cuñada fue categórica con mi hermano, me daba hasta vergüenza bajar a desayunar. Para no sentirme violento, me vestí para correr un poco por los alrededores. Cuando llegue a la cocina los dos estaban tan frescos hablando y mi hermano hasta se metió conmigo por salir a correr, estaba de lo más normal como si no pasase nada y mi cuñada igual. Una vez que había desayunado me fui a correr y a la hora y media ya estaba de regreso. No había nadie en la casa, estarían tomando un aperitivo. Me vestí y fui a su encuentro, efectivamente estaban tomando unas cervezas. Había varias parejas, los hijos, etc. Entre ellas estaba Olalla también. También había tres parejas nuevas y me las presentaron, yo me puse junto con las mujeres, eran más entretenidas y además una de las nuevas parejas, la mujer me entro rápidamente por los ojos. Miraba de una forma especial. Era de alta como mi cuñada, pecho pequeño, caderas grandes y un buen culo. Fumaba y cuando lo hacía miraba fija mientras daba una calada potente y luego la forma que tenia de echar el humo. Me pilló mirándola varias veces y la tía me miro desafiante, me ponía el rabo tonto. Isabel se llama. Es de la misma edad que el resto entre 42 a 48 o 50.
Apareció un chaval en una moto saludo a todos y se fue hacia Isabel llamándola mama y pidiéndole dinero. Era más joven que yo, pero no mucho y los 18 no los tenía porque la moto no llevaba matricula. Saco la cartera del bolso y del monedero le cayeron algunas monedas al suelo. Rápido las recogí y mientras lo hacía pude ver bien sus piernas y algo más, aunque no mucho. Nos miramos le di las monedas y me dio las gracias. Ya se empezó a levantar la gente para irse. Varios hombres entre ellos mi hermano les dijeron a sus mujeres que ahora irían ellos. Paula se acercó a donde estaba mi hermano para coger el periódico y unas revistas. Cuando Isabel se acercó a mí y me dijo que si lo que había visto me gusto, trague saliva me limite a sonreír y me dijo que me había calado, ni una sonrisa, muy seria. Mi cuñada e Isabel se dieron dos besos y se despidieron. Mientras íbamos para casa lo primero que me dijo, era que esa tía, refiriéndose a Isabel, era una creída todo porque era médico. Me interesaba más el asunto de ayer noche y le pregunte. Paula me decía que ya estaba todo en juego, que la ruleta estaba dando vueltas y que esta noche saldríamos de dudas. Me dijo que él no ya estaba ahí, que, si salía el sí, pues mejor. Le hice saber que creía que se había equivocado y que mi hermano al final se rajaría y diría que no. Paula me dijo que ella no adelantaría acontecimientos, porque creía conocer a mi hermano y que le daba que todo iría por otro lado. Aunque en una cosa me dio la razón, que lo mismo conmigo no, pero sin con otro. Pero que ya tenía una respuesta para ese supuesto.
El resto del día se hizo largo y pesado. Trataba de aparentar normalidad, pero quería saber cuál sería el desenlace. Paula estaba como si fuera una noche de lo más normal. Yo me despedí y me fui a dormir, eso dije. Pero estaba atento a todo lo que pasaba, oí como mi hermano se subía a su habitación, como entraba a su aseo y luego imagine que se puso con algún libro a esperar que es lo que suele hacer. O mi cuñada tardaba en subir o es que se me hacía a mi muy largo. La muy puta cuando subió empujo un poco la puerta de mi habitación, se asomó un poco y yo que estaba en la misma puerta nos dimos un beso rápido y se fue para su habitación, yo estaba prácticamente fuera de mi habitación. Ella iba sin prisa, se metió en su aseo y salió a ver al crio, iba frotándose las manos con la crema que se había puesto. Se metió en su habitación y hubo un silencio inquietante, ninguno hablaba, yo esperaba que mi cuñada dijera algo, pero por lo visto se debía de estar haciendo la dura.
Ignacio – Ya han pasado las 24 horas, si no me equivoco tenemos una conversación pendiente.
Paula – Pues te equivocas, no tenemos una conversación pendiente, ¡TÚ! Eres el que tienes que decirme algo, más bien contestarme a dos preguntas.
Ignacio – Lo mejor sería hablar un poco antes.
Paula – Que no hay nada de qué hablar de momento, responde si quieres responder y luego vemos si tenemos que hablar. Que tus tonterías ya me están cansando.
Ignacio – Vale a que quieres que te conteste.
Paula – Dejémoslo, si ni siquiera te acuerdas.
Ignacio – Tranquila. La respuesta a las dos preguntas es muy complicada de contestar.
Paula – Así no me vale.
Ignacio – Cuando quieres ser borde, eres la más borde.
Paula – Llevas mucho chinchando con lo mismo, ni te pregunto porque quieres ver a tu mujer con otro. Al final has despertado en mí una necesidad y ahora si necesito algo más de lo que tú me das. Me da igual con tu hermano o con otro. Lo único que tienes que tener claro que pasar va a pasar, ahora solo es si tú vas a participar o no.
Ignacio – Esta bien si quiero, pero quiero que sea algo muy discreto. No quiero con ningún extraño.
Paula – Pues muy bien, para que esperar si tu hermano vale, mañana será buen día para hacerlo.
Ignacio - ¿Mañana?
Paula – Veo que oyes bien. Ahora solo te queda hablar con él y proponérselo.
Ignacio - ¿Qué dices? Yo había pensado, esconderme, ver como lo seduces y como te lo llevas a la cama.
Paula – De eso nada, tú se lo propones, yo me hago de rogar y luego delante de tus narices, me lo follo. No me lo llevo a la cama como dices tú.
Ignacio – ¿Y cómo se lo digo?
Paula – Tu sabrás, tú lo conoces mejor. Me da igual si te inventas algo. Pero si no, pasado mañana me iré de copas yo sola.
Ignacio – Vale, déjame que piense como hacerlo. Eso si ya te aviso que tendrás que estar vestida como yo diga, elegiré tu vestuario y eso no se negocia.
Paula – Me parece bien.
Esa noche follaron como loco, mi hermano hacia que le llamara Rober para aquí, Rober para allá. Cuando tuvo el orgasmo me llamo, estuve cerca de entrar y pasar de tanta tontería. Me contuve y me pajeé como un mono en mi habitación. En el desayuno mi hermano me dijo que podía salir antes de la uni, que quería habla conmigo, que me recogía y regresábamos juntos. Yo me hice el sorprendido y le pregunté si pasaba algo, él me dijo que no, que eran cosas de hermanos. La que mejor cara tenía era mi cuñada. Nos preparamos para irnos y mi cuñada me agarro para decirme que no lo estropeara, que él ya había elegido la ropa para cuando llegáramos que estuviese vestida ya. Ahora al que pusieron nervioso, alterado, era a mí. Ese día las clases me las podía haber ahorrado, ni me enteré ni die pie con bola. Ya vi llegar el coche de mi hermano, ahora era difícil saber cómo actuar, porque con otro marido si sabría, pero joder era mi hermano. Decidí tratarlo como si no lo fuera. Me metí en el coche y como mi hermano no hablaba.
Yo – Me has tenido preocupado todo el día, ¿qué pasa?
Ignacio – Si ya te dije que no era nada importante, tonterías.
Yo – Veamos esas tonterías, cuéntame.
Ignacio – Quiero que no salga de aquí y entenderás el porqué. Tampoco quiero que pienses mal. Quiero que tengas una mente abierta. Que no me juzgues. Que hablemos lo que hablemos y quedemos en lo que quedemos, no cambiara nada entre nosotros.
Yo – Perdona que te corte, pero me dices que es una tontería y me estas poniendo más nervioso. Suelta lo que sea. Siempre me dices que se claro y directo.
Ignacio – Tienes razón y es tontería dar más vueltas. La cosa es la siguiente, Paula y yo nos queremos mucho, pero hay un pequeño problema, Paula es mucha mujer, yo no puedo darle todo lo que necesita. Me parece injusto y quiero que alguien más joven, alguien más fuerte le de eso que yo no puedo. Tu eres joven, sano, fuerte y sé que serias todo discreción.
Yo – ¿Me estás diciendo que me tire a tu mujer, a mi cuñada?
Ignacio – Yo lo hubiera, dicho de otra manera, pero básicamente es eso.
Yo – Y Paula que dice de todo esto.
Ignacio – Que estoy loco, pero que si es lo que o quiero. Pero hay que ayudarla, no creo que ella se atreva a tomar la iniciativa. ¿Qué me dices?
Yo – Que así en frio no sé qué decirte.
Ignacio – Pero a ti te gusta Paula.
Yo – Hombre, no te voy a mentir, está muy bien.
Ignacio – Entonces, ¿puedo contar contigo?
Yo – Lo pensare y ya te diré algo.
Ignacio – No, te tienes que decidir antes de llegar. Tiene que ser hoy.
Yo – Anda que avisas con tiempo. La verdad no lo sé. Si los nervios no me traicionan. No me importaría.
Ignacio – Pues ya está, que no se hable más.
Lo note aliviado en el momento que soltó todo y con mi respuesta. Si supiera que ya estábamos hartos de follar Paula y yo. A pesar de todo mi rabo podía saltar en cualquier momento. Llegamos y era raro que Paula no hubiera abierto la puerta para recibirnos, lo hacía siempre. Al entrar en la casa, bajaba las escaleras Paula, sin palabras. Venía con tacones medias negras una blusa anudada y sin sujetador se veía perfectamente y falda ancha unos dedos por debajo de las rodillas. En la casa la calefacción a tope, como hacíamos cuando Ignacio no estaba y montábamos alguna juerguecilla. Nos saludó como si ella no supiera nada. Tratamos de actuar de lo más normal, algo imposible. Paula nos dijo iros a poner cómodos. La comodidad para mi hermano era quitarse la corbata y la chaqueta, para mí era ponerme de verdad cómodo, una camiseta y un pantalón corto si hacía calor en la casa como ese día o un pantalón largo de tela, que no era de chándal, pero de un estilo similar. Bajaba y oía a mi hermano que le juraba a mi cuñada que ya me lo había dicho, aunque vio dudas en mí, que ahora tenía ella que poner algo de su parte. Ignacio se fue un rato con el niño y mi cuñada lo único que me dijo, es que llevaba todo el día como si fuera un rio y que los pezones le dolían ya de los duros que estaban, que los tenia, híper sensibles.
Cenamos y una vez que lo hicimos Ignacio se fue a acostar al niño y Paula después de ayudarle en la cocina me mando al salón y que me esperase allí. Bajo mi hermano, que se le veía más que nervioso ansioso, me hacía gesto preguntándome si había pasado algo y yo le decía que no. Él se sentó en un sillón distinto al que yo estaba. Paula tardaba en venir y al fin lo hizo, traía un tubo de crema, que se puso un poco de su contenido en las manos, frotándosela entre ellas. Nadie hacía nada, todos a la expectativa. Paula seguía de un lado para otro y mi hermano para relajar el amiente le dijo que ya tenía los catálogos. Yo no sabía de qué hablaban y era de coches, iban a cambiar el que tenían y los catálogos era de SUV de distintas marcas. Yo estaba en un sillón de uno y mi cuñada me pregunto cuál era el que me gustaba a mí, que diera una opinión y dije que no sabía que modelos habían elegido, ella cogió dos catálogos mientras mi hermano tenía otros y se vino a donde estaba yo y se sentó sobre mí. Quitándole importancia y viendo los catálogos, nada más sentarse ella se colocó bien sobre mi rabo tieso. Ella hablaba sin parar y no paraba de moverse.
Mi hermano miraba atento y con cara feliz, nada de disgustado. Mi cuñada seguía con sus meneos hasta que le dijo a Ignacio que pusiera una copita de licor de café. Ignacio fue por las copas y por el licor, lo que aprovecho mi cuñada para ponerse de pie, me dijo que estaba como una perra que me la sacase y cuando saque mi rabo, ella levanto la falda que era amplia y se sentó sobre mí. La muy puta no llevaba bragas, no se lo metió dejo el rabo, entre sus piernas. Ella estaría como una perra, pero yo estaba como un toro. Mi hermano puso las copas de licor y yo el mío me lo tome de un solo viaje. Mi cuñada cada vez que cogía la copa de la mesita, se movía y yo sentía su coño mojado. Mi hermano jugaba con el mando de la tele, hasta que llego a uno de los canales que ponen películas XXX. Se paró ahí y mi cuñada le dijo que siempre pensando en lo mismo. Ahora dejamos los catálogos y mirábamos la película. Que justamente era lo mejor para mi rabo, una película de esas. Mi cuñada se movió de tal manera que, al volver a colocarse bien, esta vez sí se metió el rabo hasta lo más hondo. Ignacio no dejaba de mirar para ver si hacíamos algo y se debió de cansar porque le dijo a Paula, seguro que estas poniendo malo al chiquillo sentada sobre él, seguro que entre la película y tu encima, se ira luego a la cama fatal. Que eso no se hace.
Paula que había estado conteniéndose de hablar, para que la voz no la delatase, miro a mi hermano y le dijo, es que no te enteras, el chiquillo llevaba un rato metiéndomela y por lo que noto y siento de chiquillo nada. Ignacio miro incrédulo y mi cuñada sin miramientos se levantó la falda y pudo ver que era cierto. Ya como no había nada que ocultar, me fui por los pezones de mi cuñada, que era cierto que estaban muy duros y nada más tocárselos gimió y de lo lindo. Miro nuevamente a mi hermano y con voz enloquecida le decía, ya tienes lo que querías, te gusta lo que ves, te pone cachondo y mi hermano no decía nada solo miraba y se tocaba el bulto de su pantalón. Paula se quitó la blusa y después se soltó la falda, todo sin necesidad de quitarse de encima, quedo en pelotas y ahora se movía más descaradamente, estaba más perra que otros días. Mientras se movía se tocaba su coño y no dejaba de mirar a Ignacio, hasta que le dijo que ya le venía y no mintió, bien que se vino, me dejo empapado a mí, mi pantalón, el sillón, que bestialidad de corrida. Mi hermano le dijo de hacerle una doble penetración y ella decía que tenía muchas dudas, yo miraba alucinado, ponía pegas por si le dolía, cuando mi rabo que era más grande que el de Ignacio entraba ya perfectamente.
Nos fuimos a la habitación de ellos y ya en pelotas los tres, nos echamos sobre la cama y ante la insistencia de mi hermano, Paula le dijo que lo intentarían pero que le pusiera bien de lubricante y que se pusiera un condón, para facilitar la penetración, mi hermano hizo todo lo que ella dijo. Me hizo tumbarme a mí, luego ella se sentó sobre mi rabo y mie hermano se colocó detrás de ella, mientras ella y yo follábamos, mie hermano intentaba meterle su rabo por el culo. Al estar todo tan lubricado, se le iba para otros lados, ella se paró y él fue metiéndole el rabo. Ella de vez en cuando gritaba que se parara, que le dolía. Me miraba se mordía los labios y me sonreía. Cuando mi hermano logro meter todo su rabo en el culo de Paula se corrió, poco más le dio. Seguimos follando un rato hasta que nos corrimos los dos. Nos quedamos tumbados y yo quería hacerle el culo pro ella me decía delante de mi hermano, que con eso imposible que la rompería. Mi hermano todo satisfecho decía, que no siempre es bueno tenerla tan grande. Ignacio dijo que por ser la primera vez ya estaba bien. Que además mañana tocaba madrugar. Yo me iba a ir cuando mi cuñada dijo que me quedara un poco. Mi hermano apago la luz y allí, estábamos los tres y mi cuñada en medio.
No se le tiempo que paso, pero mi cuñada me daba el culo con la posición que tenía. Mi rabo estaba bien duro, me fui acercando para tratar de follarme es el culo, mi hermano resoplaba estaba durmiendo, pero no me fiaba. Cuando mi rabo trataba de abrirse camino entre las nalgas de mi cuñada, esta coloco su pierna de tal manera que me facilito las cosas. Estaba despierta y movía el culo suavemente, pase una mano delante y acaricie su clítoris mientras follaba su culo, hasta que puso una mano sobre la mía y los dos pajeamos su clítoris, ella se movía corriéndose y yo me corría en su culo. Una vez terminamos se dio la vuelta para darnos un beso muy húmedo. Me fui después de eso a mi cama. Por la noche del siguiente día, cenamos con la mayor normalidad y luego hicimos como muchas noches, cada uno a su sitio. Yo esperaba una nueva oportunidad. Les escuche hablar esa noche, mi hermano quería saber cómo lo paso la noche anterior y mi cuñada le detallaba las sensaciones que tuvo, la sorpresa que se llevó por lo bien dotado que estaba su hermano y le debí de estar haciendo una paja mientras porque oí como se corrió mi hermano y mi cuñada con voz mustia le decía que se podía haber esperado un poco. Ella le decía que por lo menos le hiciera algo, que ella también estaba caliente y mi hermano le dijo, que lo tenía fácil, que se fuera a mi habitación, Paula entre indignada y agradecida, le decía que no, que teníamos que estar los tres y mi hermano insistía y no le basto eso, encima la provoco diciéndole si es que no se atrevía, si es que le daba miedo, etc. Lo que hizo que todo cambiase fue cuando Ignacio le dijo, ahora y de momento tienes dos maridos, aprovéchalo mientras dure y Paula le dijo si tú te empeñas y le dio las buenas noches, que no la esperase despierto. Yo me fui a la cama y me tumbé.
Paula llego a mi habitación desnuda, se metió en mi cama, me dijo que era la mujer más feliz y a continuación me comió el rabo y yo su coño. Desde ese día el cambio fue brutal. Ya podíamos follar con total tranquilidad, unas veces lo hacíamos los dos solos y otras los tres. Como mi intención era no caer en el tedio, aburrimiento, rutina, mi cuñada no se imaginaba todo lo que le quedaba por descubrir.