Mi cuñada 13
El enredo se hace mayor.
Lo que parecía que era una vida buena, con la presencia otra vez de mi cuñada, se truncó con la presencia de su hermana Xisela. Era imposible poder hacer nada. Olalla tenía a su marido en casa. En la de mi cuñada, estaba siempre mi hermano, la hermana o los dos. No había manera de ni de echar un polvo rápido. Xisela estaba normalmente pegada a su hermana. Incluso un día que Paula trato de que su hermana se acercara a comprar unas cosas, ella le dijo que mejor fueran las dos juntas. Era como si tuviera pegamento.
Mi cuñada cuando nos cruzábamos y no había nadie me manoseaba el rabo y yo tocaba su culo, sus tetas o lo que pillara, con lo que conseguíamos calentarnos como estufas. Cada día iba a peor, nuestros roces cada vez eran más frecuentes y más arriesgados. Una noche llego Ignacio diciéndonos que tenía que volver al otro sitio, que no sabía el tiempo que se tendrá que quedar. Xisela para animarlo le decía que no se preocupara que la cuidaríamos a ella y al niño. El día que mi hermano se marchó y cuando acabamos de comer, Xisela dándole igual me pidió si podía dejarlas solas, que tenían que hablar de cosas de hermanas, cosas de mujeres. No tuve más opción que aceptar y dije que si querían algo estaba en mi habitación con el ordenador. Eso no quería decir que no escuchara lo que hablaran. Xisela volvió a lo que creíamos que ya se le había pasado. La conversación era sobre Olalla, mi cuñada y yo.
Xisela – Paula es que no tienes medida. Con tu cuñado que es un chiquillo y con tu amiga y embarazada.
Paula – Eso es lo que tú te dices, pero que te digo yo que no es así.
Xisela – Entonces cuéntame tu como es.
Paula – No te mentiré, de acuerdo entre Olalla y yo si hay algo, pero muy suave. Pero con Rober no hay nada.
Xisela – Pues bien, que bromeáis y veo como os miráis.
Paula – Rober es como un hermano pequeño, es muy chistoso, bromista, pero nada más. Igual que te he reconocido lo de Olalla, ¿Por qué no iba a reconocer eso?
Xisela – No me convences mucho, pero te creeré. ¿y cómo es eso de estar con una mujer?
Paula – Distinto, difícil de explicarlo. Y ya vale de preguntas o tu nunca lo has pensado, se te ha pasado por la cabeza o viendo una película xxx no te dio gustito.
Xisela – Curiosidad tal vez, pero no todo lo que me da curiosidad lo hago. Curiosidad me da también los que se tiran de un puente agrados por una cuerda y nunca lo haría.
Paula – Oye y esa gran amiga tuya, Lore que luego se supo que era lesbiana, ¿nunca te insinuó nada? Que ibais siempre juntas.
Xisela – Nada, me respeto siempre como amiga y que te parece si vamos a comprar y nos aireamos.
Esta última respuesta me pareció muy falsa, luego preguntaría a Paula que le había parecido. Me invitaron a ir a pasear con ellas, pero preferí quedarme. Al llegar ellas a la casa, el niño venia en la sillita dormido, Xisela lo cogió en brazos y dijo que lo acostaba ella. Yo ayude a mi cuñada con las bolsas de la compra. Nada más quedarnos solos en la cocina, nos dio un arrebato y no parábamos de besarnos. Mi cuñada me dijo que esa noche cuando su hermana se acostara que fuera a su habitación, que lo haríamos en silencio y yo le avise de que sería muy peligroso y ella me tranquilizo diciéndome que su hermana cuando se dormía no se enteraba, aunque la casa se cayera. Tan cachondo estaba que le dije que cuando se cambiara, no se pusiera anda debajo, Paula me dijo que el sujetador por lo menos tenía que llevarlo porque sus pezones llamarían la atención. Sin nada debajo o no iré a hacerte una visita. Bajo su hermana, que venía diciendo que el niño dormía como un bendito y Paula dijo que se pondría cómoda, me encargo que encendiera la caldera. Xisela quiso saber cómo se conectaba y me acompaño. El sitio era pequeño y entre los trastos que había allí dentro y la caldera, era imposible no rozarse.
La encendí, explicándole todo, pero ella se quedó atrás y no lo vio bien, apagué todo de nuevo y la hice ponerse delante para explicárselo. Sin ser intencionado, como me tuve que pegar a ella, choque con su culo y mi rabo que estaba a medias, se rozó con él, ella lo noto porque se quitó como si la hubiera dado un calambre y mi rabo creció del todo. Yo ahora evitaba por todos los medios rozarla y ella también. Pero al final sucedió otra vez y esta vez mi rabo todo duro. Los dos salimos de allí nerviosos y trate de ocultar en todo momento mi hinchazón. Bajo mi cuñada y se le marcaban los pezones en su camiseta, aunque lo disimulaba con una rebeca que se puso. Me salí de allí y respiré más tranquilo. Lo que si pude oír fue como Xisela le decía a su hermana, vaya con el cativo, menudo tiene ahí abajo y Paula pregunto qué pasaba y ella le dijo que sin querer nos habíamos rozado y lo que había notado no le parecía normal, Paula le dijo que no era un pequeñín, que era un hombre, pero que creía que exageraba. Xisela indignada le decía que sabía lo que había notado y Paula le quito importancia y la volvió a llamar exagerada.
Xisela se quedó callada pero no se la noto conforme. Paula siguió metiéndose con ella, que eso era la necesidad que ella tenía de un hombre y que la necesidad hacia que una pensase cosas que luego no eran así, que, seguro que yo la tendría como todos, normalita. Cenamos y vimos un rato la tele. El primero en decir que se iba a dormir fui yo, lo que dio pie a mi cuñada para decir que ella recogía un poco y se iba a dormir. Estaba pendiente escuchando cualquier sonido, Xisela le daba las buenas noches a su hermana y le decía que no la dejase dormir toda la mañana, que la despertase cuando ella se levantase, que se había tomado la pastilla para dormir y que si no se despertaría a las 2. La oí subir y estuve pendiente de todo, fue al baño y se metió en su habitación y oí perfectamente como cerró la puerta de su habitación.
Mi cuñada tardo en subir y cuando lo hizo se fue a su habitación. La volví a oír y con sus uñas toco mi puerta un par de veces. Traía un camisón negro trasparente, con liguero y medias. Se había pintado toda la cara y los labios de rojo rabioso, menuda pinta más buena traía. Nos fuimos a su habitación, me desnudo y luego puso una música suave, se puso a bailar delante de mí, yo me tocaba muy lentamente mi rabo para que ella lo viera, que se tocaba sus pechos y se pasaba un dedo por su coño, lo mojo y se acercó a mi metiéndomelo en la boca, lo atrape con mis labios y lo lamí bien dentro de mi boca.
Se dio la vuelta y se movía y se agachaba para que viera bien su culo y su coño. Tanto baile me puso fatal, me levante y ella corrió hacia la cama. Fui detrás de ella y nos pusimos a meternos mano, parecíamos pulpos. Me puse a comer su coño, que lo llevaba deseando mucho, Paula levantaba su culo para que pudiera comerme mejor el coño. Su orgasmo fue muy fuerte y le dije que se tranquilizara que su hermana tomaba pastillas para dormir que no se enteraría. Led di la vuelta y se quedó de rodillas, se metió mi rabo en la boca, que bien la chupaba era una experta, me decía que le ponía cachonda comerse una polla como que se lo comieran a ella y parecía verdad.
Yo estaba embelesado con la chupada que me estaba dando, que no me había dado cuenta, hasta que me fije en el espejo, ese que me había valido a mí para espiar a mi cuñada. Se veía a Xisela mirando, se había colocado sin darse cuenta de que yo también la podía ver. Cuando se cruzaron nuestras miradas se dio cuenta y se marchó corriendo. Levante tranquilamente a mi cuñada, nos besamos y con mucho tacto le dije que su hermana nos había visto. Exclamo algo en gallego y después me susurro al oído, mejor así tarde o temprano nos pillaría, si vuelve me haces una seña. Se dio la vuelta y me acerqué a ella, le metí el rabo en su coño empapado. Gimió con fuerza, por lo que vi ya le daba igual. Vi nuevamente a Xisela mirando y le hice una seña a Paula, entonces se puso más zorrona, usaba palabras fuertes, vamos cabrón folla a tu puta, méteme ese pollón bien metido. Le seguí la corriente, este rabo es el que quieres, el que le gusta a la zorra de tu hermana. Que tiene un culo más grande que el tuyo, que de buena gana se lo reventaba y lo haría agarrándole esas tetas tan grandes que tiene. Paula me decía, desde luego las tiene más grande que las mías y seguro que está muy necesitada, si te pillara te dejaría destrozado, sequito.
Prepárate que me voy a correr dentro de tu culo y mi cuñada me decía que no lo penase que lo hiciera. Le saque mi rabo, lo deje fuera para que Xisela lo pudiera ver bien y luego se lo metí lentamente a mi cuñada, que con cada centímetro que el metía decía una burrada dedicada a su hermana y a mi rabo. También dijo, teníamos que ir a su habitación y que la follaras seguro que la muy zorra ni se enteraba con las pastillas que toma, te animas a ir, yo le decía que vamos a acabar primero nosotros y luego lo veríamos. Y que pasa con esa amiga especial que os oí, una íntima amiga que, seguro que se comieron el chocho, menudas dos. Ya estábamos los dos a reventar y lo hicimos a la vez, menuda corrida me di, que morboso había sido todo. Xisela desapareció de allí y mi cuñada riéndose me dijo seguro que ha atrancado bien la puerta, le dije que por la mañana antes de que su hermana estuviese vestida, que buscase una excusa para salir. Dormimos juntos esa noche, porque ya daba igual.
Por la mañana mi cuñada se levantó, se vistió y se fue a despertar a su hermana, actuaba con naturalidad porque se suponía que mi cuñada no se había dado cuenta. Xisela cuando me vio no sabía dónde meterse, porque sabía que nos habíamos visto los dos. No me miraba y se le notaban unas pequeñas ojeras. Mi cuñada estando los tres en la cocina, se puso un chubasquero y dijo que volvía en un momento que tenía que salir, Xisela casi se muere cuando oyó a su hermana y Paula que es muy retorcida le pregunto si se encontraba bien, Xisela mintiendo dijo que sí.
Una vez que nos quedamos solos, no hablamos, el silencio era total. Acabo de desayunar y llevo al fregadero sus cosas, me levante y me pegue a su culo. Mis manos impedían que se fuese, aunque tampoco vi mucho esfuerzo en hacerlo. Me pedía que la dejase irse. Yo le preguntaba si le gusto lo que vio y ella no contestaba. Le decía que lo que había dicho anoche era verdad, que me gustaba más su culo que el de Paula y que decir de sus pechos, que en ese momento se los agarre, estaban caídos y un poco blandos, pero muy grandes. Sus pezones se fueron poniendo duros entre mis dedos y mi rabo todo empalmado estaba pegado a su culo. Xisela decía que eso estaba mal, que éramos familia y yo le di la vuelta, nos quedamos mirándonos, apartaba la vista y decía que no lo empeoráramos. Abrí el escote que llevaba saque uno de sus pechos y el pezón estaba gigantesco, empecé a mamarle y ella aguantaba, decía que no estaba bien, su respiración me indicaba que todo iba por buen camino. Metí mi mano por debajo de su camisón y cerro bien las piernas. Apreté mis labios contra su pezón, lo lamí con más fuerza y sus piernas se abrieron. Su coño estaba mojado, pero sus líquidos eran como más espesos, al final nos besamos, que manera de besar tenia, desde luego era mucho mejor que la hermana.
Fue oír que llegaba su hermana y se fue de la cocina a su habitación. Paula me vio y pregunto. Le conté lo que había pasado y me dijo que subiera a la habitación de Xisela, yo le dije que no, que la dejara, que lo tuviera más claro, que lo deseara. Paula iba a subir a cambiarse y no la deje, le desabroche los pantalones, se los baje y ella termino de quitárselos, le di la vuelta y apoyándola en la mesa de la cocina empecé a follarla con furia, con muchas ganas y otra vez que vi a la hermana mirando, la diferencia que esta vez no le dije nada a Paula, que estaba muy cachonda con lo que hacíamos, lo único que esta vez, cuando tuvo el orgasmo se contuvo, fue muy discreta. Yo en cambio me corrí escandalosamente y ella me pedía que bajara la voz.