Mi cubanito

Cuba: palmeras, playas paradisiacas, cubanitos y... sexo en la playa.

Mi cubanito.

Estaba de viaje en Cuba con unas amigas. Cuba es el típico lugar de vacaciones para un grupo de chicas de 20 años que van buscando nuevas experiencias y aventuras. Fue llegar allí y volvernos locas. Teníamos libertad, playa, palmeras, mojitos y tremendos cubanos.

Pasábamos el día entero tomando el sol en playas paradisiacas, y por la noche nos íbamos a bailar salsa a un local cercano al hotel. Siempre nos había gustado bailar salsa, sobre todo si teníamos una buena pareja de baile… Además nunca aviamos tenido vergüenza a la hora de salir a la pista. Pero el nivel de aquel lugar superaba con creces el de los pubs de salsa que aviamos visitado en España. Y nada que decir de los bailarines. Eran auténticos bombones.

Uno de esos cubanos se me acerco para sacarme a bailar, y, a pesar de la vergüenza, acepte con mucho gusto la invitación. Conforme pasaba la noche me iba soltando mas en parte gracias a los mojitos, y, en parte gracias a los halagos de Sergio, que era así como se llamaba este cubano de ojos negros, 1´80 m aprox. de estatura, y que tenía un cuerpo que parecía avían esculpido los mismos dioses. Sergio me cautivo a los 5 min de conocerlo. ¡Cómo bailaba! Cada vez que bailábamos no podía evitar sentirme turbada por la forma en que rozaba mi cuerpo al compas de esas bachatas.

Volvimos a aquel local cada noche de nuestra estancia en la isla. Poco a poco Sergio y yo nos fuimos conociendo más y las horas cada día se hacían mas cortas en su compañía. Deseaba pasar las noches enteras a su lado, bailando. Rozando mi cuerpo con el suyo, sintiendo su calor en cada rincón de mi piel. Deseaba que me besara y me hiciera suya, que me llevara al mismo cielo. Pero los días pasaban y mis vacaciones iban llegando a su fin sin que pasara nada.

L a noche antes de marcharnos yo ya no aguantaba más y mientras Sergio bailaba conmigo una preciosa bachata no pude evitar susurrarle al oído me estaba muriendo por qué me besara. Él me contesto no lo había hecho antes por temor a enamorarse de mí, ya que yo volvería a España.

Aquella noche me pidió que le esperara cuando cerraran el local porque le gustaría ver amanecer a mi lado. Acepte encantada. Me daba igual cómo y dónde, yo solo quería estar con él.

Me llevo a una pequeña playa escondida entre palmeras y rocas. Nos sentamos en la orilla y dejamos que las primeras luces del alba bañaran nuestros cuerpos, mientras el mar acariciaba nuestra piel. Sergio me dijo que en esos dias yo le había hecho el hombre más feliz del mundo, y, tras darme las gracias, me beso tan dulcemente que sentí como se paraba el tiempo.

Poco a poco ese beso dulce fue convirtiéndose en un beso de lo más apasionado. Sergio me agarro por la cintura mientras me tumbaba en la arena acariciando cada rincón de mi boca con su lengua. Yo notaba como el corazón me palpitaba con más fuerza cuando él empezó deslizar su mano por todo mi cuerpo, acariciandome con una mezcla de dulzura y pasión que me hacía temblar. Comenzó  a besarme por el cuello y con pequeños lametones llego hasta el escote de mi camisa. Desabrocho los botones uno a uno sin parar de besarme hasta que finalmente me dejo en sujetador. Siguió acariciando mi pecho y mi ombligo con sus labios mientras estiraba su mano hasta mi tobillo para ir subiendo mi falda casi transparente hasta llegar a mi muslo y finalmente a mi trasero, el cual agarro con fuerza mientras apretaba su cuerpo contra el mío sin parar de besarme.

Me quito el sujetador dejando mis duros pechos al sol. Comenzó a besarlos, a acariciarlos, recorría mis pezones con su lengua, haciéndome sentir tan excitada que pensé que me iban a estallar. Más tarde me quito la falda y sin dejar de besarme  un solo momento comenzó a acariciarme la parte interna del muslo hasta que finalmente se encontró con mi húmeda vagina, que acaricio por encima del tanga volviéndome loca de placer. L a pasión se apodero de mi cuerpo y le quite la camiseta dejando ver su torso desnudo y moreno, el cual no podía dejar de acariciar. Fui bajando mi mano hasta el botón de su pantalón, que no tarde en desabrochar, para más tarde acariciar su miembro duro y grande. Al tocarlo notaba como Sergio se estremecía y me besaba con más pasión haciéndome ver que le estaba gustando como movía mi mano desde la base de su pene hasta el glande.

En un arrebato de pasión me arranco el tanga y comenzó a lamer mi coño de una manera que jamás lo había hecho nadie. Mientras yo gemía el comenzaba a introducir un dedo en mi vagina sin parar en ningún momento de chupar mi clítoris. Pocos minutos más tarde tuve un orgasmo que me hizo gemir como nunca.

Tumbe a Sergio en la arena y me senté encima de él pudiendo sentir la dureza de su pene en mi mojado coño. Le quite los pantalones y el bóxer. Sin dudarlo un segundo comencé a lamer la punta de su miembro notando con mi lengua como se humedecía. Me metí su poya en la boca poco a poco y comencé a hacerle una mamada increíble. Le pedí que se corriera en mi boca y minutos después así lo hizo, llenándome la boca de semen, el cual trague con mucho gusto.

Decidimos darnos un baño para quitarnos la arena. Pero en el agua seguíamos besándonos con tal pasión que volví a notar como su miembro dormido volvía a despertar. M agarro el trasero e introdujo su pene en mí llenándome de un placer exquisito. Cada embestida de Sergio era como un abanico de sensaciones. Yo le pedía  a gritos que me follara y él me susurraba al oído lo mucho que le gustaba. Allí, con las olas chocando contra mi volví a correrme, pero esta vez con la tremenda poya de Sergio.

Salimos del agua y le pedí que se tumbara boca arriba. Me senté encima de su poya y comencé a moverme de atrás hacia adelante y de arriba abajo sintiendo toda su verga dentro de mí. Me pidió que me colocara a cuatro patas y así lo hice. Sergio me penetro de nuevo mientras me daba pequeños azotes que junto con su manera de agarrarme las caderas con tanta firmeza hacia que me excitara cada vez mas. Note como empezaba a tocar mi otro agujero con su dedo pulgar mientras me follaba y supe que tenía intenciones de cambiar so poya de sitio. La idea me aterraba ya que nunca ningún hombre había tocado esa zona, pero a la vez me ponía muy cachonda. Despacio fue metiendo su dedo en mi culo dándome mucho placer y haciendo que este se fuera agrandando. Primero un dedo, luego dos… Hasta que no pude mas y le pedí por favor que me follara por detrás. Sonriendo comenzó a meter la punta de su pene con mucho cuidado pero cada vez lo metía mas y mas hasta que estuvo totalmente dentro. Casi no podía soportar el dolor pero el placer era aun más fuerte al igual que sus embestidas. Comenzó  a decirme que estaba a punto de correrse. Me excito tanto escucharlo que llego mi tercer orgasmo. Segundos más tarde saco su poya de mi culo y se corrió en mi espalda.

Sergio se tumbo a mi lado y comenzó a acariciarme y a besarme con dulzura. Me dijo que no había podido evitar enamorarse de mí para a continuación susurrarme un “te quiero” al oído.

Más tarde me acompaño al hotel sin soltarse un segundo de mi mano, y allí en la puerta de mi habitación me dio el beso más romántico que me han dado en mi vida

Han pasado dos años y no he sabido nada de él a pesar  de que nos dimos las direcciones. Pero lo que tengo claro es que si alguna vez vuelvo a cuba no dejare pasar la oportunidad de volver a ver amanecer en esa playa junto a mi cubanito.

¿FIN?