Mi Cruz de Ceniza (4: Episodio del Ascensor)

Capítulo 4: Episodio en el Ascensor y la Espera en la Calle.

Tanto mi Sr. como yo estabámos disfrutando mucho como se iba desencadenando ésta historia con el Sr. L. Yo temía pero a la vez, confiaba en la firme guía que mi Sr. estaba acuñando en mi vida. Años más tarde, ambos habríamos aprendido una valiosa lección de esa cruz de ceniza que uniría nuestros caminos con más firmeza.

Las conversaciones entre mi Sr y el Sr. L fueron multiplicándose y supongo que ambos disfrutaban planificando sobre cómo llevar a la práctica sus fantasías conmigo. Yo estaba totalmente ajena a sus elucubraciones. Ese jueves por la mañana recibí un mensaje de mi Sr. diciendo que a las 13:30 horas debía estar en Córdoba y Florida (una famosa intersección de avenidas en el microcentro porteño) y que alli me encontraría con el Sr. L.

Nunca antes había salido a esa hora de la oficina. Solía pasar mis mediodías comiendo alguna fruta o yoghurt sobre mi escritorio y continuando con mis tareas laborales. Ese día salí a eso de la una y diez y me encontré con la realidad de lo que es la hora pico de almuerzo en un edificio como este. Todas las personas del estudio de al lado estaban saliendo para comer afuera y el pasillo se llenó esperando la llegada de los ascensores.

Cuando finalmente pude entrar en uno y giré me di cuenta de que automáticamente se había copado de abogados trajeados, jóvenes y perfumados. Eran diez hombres y conmigo eramos once. El cubículo estaba tan a pleno que no había sitio para que estuviéramos parados sin tocarnos. Fue una sensación de lo más bizarra. El dueño de el estudio y su hijo me conocen y entonces me saludaron. Los demás hombres -empleados de ellos- giraron para mirarme y escucharme contestar. Me sentí muuuuuuuy nerviosa. Peticita y con mi remera escotada podía sentir que todas esas miradas masculinas que me observaban desde arriba tenían una perspectiva de lo mas insiciva dentro de mi escote hasta las profundidades de las sombras de mi remera. Me encogí de hombros, intentando achicar ese gran espacio abierto, pero fue peor por que la remera se embolsó dejando aún más carne de mis pechos al descubierto. Uno de los hombres, el que estaba a mi derecha, se puso un poco ansioso y comenzó a moverse. Buscaba con su mano izquierda (la que estaba pegada a mi) su celular que estaba abrochado en su cinturón. Digo que estaba ansioso por que en el ascensor no funciona el celular y además, porque estuvo intentando desabrochar el aparatejo de su cintura durante un tiempo que para mi fue eterno. Cada movimiento suyo me tocaba justo por debajo de mi pecho. Intenté alejarme y me fui encima del hombre que estaba a mi izquierda. El estaba con una mirada libidinosa en su carota de baboso lobo feroz. Resoplé fuerte, como un caballo, unas cuantas veces y todos se dieron cuenta. Voltearon y me miraron por segunda vez. Alguien dijo:

  • "A ésta hora los ascensores son un infierno."

Yo tuve que tragar saliva para no pensar en cómo me estaban desnudando. Cuando finalmente se abrieron las puertas salieron dos hombres y los demás se hicieron a un lado esperando para que yo pasase entre ellos. El espacio entre ellos era reducido. Dudé durante una fracción de segundo si quedarme alli paralizada o animarme a pasar para liberarme de esa situación.

No podía seguir manteniéndo a ocho ansiosos hombres que esperaban enfrentados por un estrecho espacio y me miraban fijo para darme paso. Tomé coraje e intenté salir rápidamente de perfil. En ese desafortunado movimiento me vi obligada a rozar todos y cada uno de sus cuerpos con mi cola y mis tetas. La puerta giratoria del edificio parecía un trompo! Cuando llegué a la calle, no pude calmarme y seguí corriendo hasta llegar a la esquina donde me tiré en el primer taxi que encontré. El taxi pasó justo por delante de ellos que me seguían mirando. Parece ser que se van en grupo a almorzar, como colegiales. Yo quedé como una tonta! Esperando al Sr. L en la esquina indicada por mi Sr, concluí que los hombres no pueden ver a una mujer parada allí esperando, sin pensar en la especie de cartelito tácito de neón que estaría arriba de la cabeza de una y que diría "PUTA". Hubo varios hombres que iban y volvían sólo para mirarme dos veces. Uno hasta fue y vino y se alejó y volvió tres veces! Entró a un edificio y volvió a salir nuevamente para clavarme sus ojos en mis tetas. Hacía como un rápido mix entre mis tetas, mis ojos y mis tetas. Mi ansiedad fue subiendo cada minuto hasta que no pude más y revolví en la cartera buscando el teléfono para llamar a mi Sr. En ese momento pude comentarle cómo me sentía y El me dijo que debía llamar al Sr. L para informarle que yo estaba alli esperándolo. Sentí que no conocía ésta ciudad. Maldije el momento en que elegí ponerme esa ropa ese jueves por la manaña.