Mi corazón... a 3000 pulsaciones el segundo
Relato de cómo un excelente rato, puede terminar casi en comisaría.
MI CORAZÓN... A 3000 PULSACIONES EL SEGUNDO
Hola, me llamo Pedro y tengo 23 años, trabajo en unos talleres al noreste de la ciudad, reparando coches.
Mi jornada había terminado, así que me encaminé a la boca más cercana de Metro, cogí el billete y entré.
Mientras esperaba al tren, veía la televisión que habían instalado hace poco en las estaciones de la red. Entre otras muchas noticias, pude saber que la capital española es candidata para las olimpiadas de 2012. Bueno... ya por fin, vino el tren, bajaron cuatro gatos y nos montamos otros cuatro.
Al entrar al vagón me apoyé en lo que es el final del mismo descansando un poco del largo día. Al llegar a la siguiente estación, un chico, de más o menos mi misma edad, entró con muletas. Yo le cedí mi espacio para que se apoyara pues el vagón iba sumamente lleno. Me quedé mirándole, pues llevaba chándal, y no hay cosa que más me excite ver a un chico con chándal. Bueno, la estación del chico llegó y al colocarse frente a la puerta para salir, me di cuenta que su entrepierna había crecido considerablemente y que se le notaba un pedazo rabo.... en ése instante se me hizo la boca agua.
Así que decidí en vez de pararme en mi estación, continuar dos más allá e ir a los baños de la estación de autobuses de Las Américas , para ver si podía bajar mi calentón.
Bien, llegué a la estación, me bajé del vagón y recorrí pasillos y más pasillos hasta llegar a la estación de autobuses. Sé que los baños tienen dos puertas, así que decidí entrar por la cual, siempre había salido, pero nunca entrado.
El baño estaba llenísimo, pero al final me pude hacer un hueco entre la gente y llegar hasta los urinarios de pie... me coloqué, y me saqué mi polla.... no me la tuve que menear mucho pues sólo de pensar en aquel chico con muletas, se me ponía durísima.
A mi derecha, un viejete intentando alcanzar a vérmela y a mi izquierda un señor, de unos 50 años que se la estaba sacudiendo pues había terminado de mear. Mi izquierda se quedó vacante y se puso un chico.
Éste parecía que no quería nada, pero al esperar unos segundos, pude notar como se la machacaba mirándome, así que sin mas dilaciones, me asomé y le vi esos huevos de toro que tenía y ese pedazo de rabo circuncidado... el chico hacía esfuerzos por vérmela y yo no se lo puse más difícil, me voltee hacia él y le enseñé mis 15cm de rabo. El chico resoplaba y se chupaba el labio inferior. Éste alargó su brazo hasta mi y me la empezó a pelar, así que yo hice lo mismo, cosa que me excito muchísimo.
Como veía que nos habíamos gustado pero que no daba el paso, le miré y le hice un gesto para irnos a un lugar más "íntimo"... al metérnosla dentro del vaquero, nos costó a los dos pues nuestra erección era descomunal.
El chico salió del baño y fue en dirección del ascensor, yo sin cortarme, le seguí. Se abrieron las puertas y nos metimos. Cuando se estaban cerrando las puertas vimos a dos señoras haciendo un maratón para que no nos fuéramos y poder coger el mismo ascensor, así que el chico accionó el botón de abrir puertas y las esperamos, las señoras nos lo agradecieron.
Después de llevarlas a su planta, nosotros nos fuimos a la nuestra. Fuimos al baño de la planta baja, el cual es más lúgubre y se ve menos de quienes entran.
¡Mierda!, el baño para gente con discapacidad estaba ocupado, así que entramos en los baños normales y nos pusimos a hacer.... nada, yo bebí un poco de agua pero en seguida me puse junto a él... ése momento nunca se me olvidará... estás a la espera de la cosa preciada que la tienes justo a tu lado y es un tesoro prohibido pues no lo puedes tener, ése momento hizo que ambos nos excitáramos más.
Ambos, estábamos frente al espejo, mirando de vez en cuando a la puerta para meternos nosotros. Entre tanto, de vez en cuando nos mirábamos a través de espejo. El chico se empezó a tocar la polla, cosa que me puso a mil. Yo miré a la puerta con ansias que se abriera para poder entrar y poder hacer de todo junto ese falo increíble.
Al rato, le volví a mirar a través del espejo y ésta vez su paquete había crecido una barbaridad, no podía dejar de mirarle... pfff, creía que me corría sólo de mirarle.
El chico se dio cuenta de mi excitación, se acercó al baño para minusválidos y golpeó la puerta, luego, volvió conmigo. Después de 10 minutos, veíamos a dos chicos salir de aquel cuarto de la lujuria.
Llegó el momento, primero entró él y luego yo. Cerramos el pistillo y sendos nos quitamos los botones de los pantalones y seguidamente bajándonos los calzoncillos hasta las rodillas. Yo empecé a masturbarme, él se me acerco, me quitó mi mano de mi rabo y empezó a besarme y a tocarme el culo.
Desesperante el momento... no podía más, quería reventar ya, así que le cogí su tranca y le empecé a masturbar fuertemente, el también hizo lo mismo pero pronto me apartó y se introdujo mi polla entre sus piernas, así que sin pensármelo dos segundos, le empecé a follar las piernas y a dilatarle el culito que tenía con mis dedos... la acción era de lo más excitante y estábamos a punto de empezar a follar cuando de repente llaman fuertemente a la puerta, se oye una voz ronca diciendo ¡¡SEGURIDAD!!, HABRAN LA PUERTA.
Mi cara ni sé la que puse pero se me puso el corazón a 3000 pulsaciones el segundo, corriendo nos vestimos mientras los agentes de seguridad seguían golpeando la puerta y mandándonos abrir la puerta.
El chico me dijo que me metiera detrás de la puerta (pues ésta era grande). Abrió el pistillo y salió... no pude escuchar del todo la conversación pues mi acojone era muy grande pero de lo poco que me pude enterar fue algo así de que como le volvieran a ver por allí le denunciarían.
Yo estuve en el baño como cinco minutos sin decir nada, ni un ruido, con la respiración fuerte, como si me faltara el aire y muy nervioso. Al final, me atreví a salir, los agentes de seguridad se habían ido. Yo salí por patas hacia el metro pero antes de llegar a los pasillos, el chico me estaba esperando en una cabina telefónica, me cogió del brazo y me dijo que se sabía otro sitio... yo le dije que no, que me iba a casa pues ese día había tenido ya demasiadas emociones, él me preguntó hacia donde iba, yo le contesté que al metro, así que me dijo que me acompañaba y que él también se iba a casa. En el camino me pidió el número de móvil, así que, próximamente veré a "el chico", cuyo nombre es Fernando y tenía 28 años.
A los días volvimos a quedar en su casa, pero esa historia ya os la contaré.